Nos hemos levantado temprano para intentar ver el barrio de Bukchon a primera hora. Había leído que se llena de gente, pero nuestro gozo en un pozo. Se ve que los vecinos están tan hasta las narices de los turistas que, cuando hemos llegado a las 8:30, había un guardia de seguridad en la entrada señalándonos un cartel que indicaba que solo se puede entrar de 10 a 17. Podríamos haber rascado media horita más en la cama, la verdad.
Desandando los pasos, hemos ido al Palacio de Changdeokgung, a traves del barrio de ikseondong, que a primera hora no están ni los puestos abiertos. Changdeokgung, es el segundo palacio más importante de Seúl, y lo bonito aquí es lo que llaman el Jardín Secreto, al que solo se puede acceder con guía (Diciembre de 2024). Teníamos el pase reservado a las 10:30. El palacio está muy chulo, así que le hemos dado una vuelta mientras intentábamos no quedarnos pajaritos del frío. Al final, hemos decidido refugiarnos en la cafetería del palacio para tomar un café calentito.
Viajar en otoño casi invierno tiene sus ventajas: poca gente, nieve, cero lluvia, colores otoñales... pero hace un frio que parece Albacete en enero. El cuerpo lo aguanta, pero los pies y la cara terminan picando de lo helados que están.
Después del café, hemos ido directos al tour del Jardín Secreto. Sin duda, es lo mejor de la visita: una serie de laguitos rodeados de templetes y pabellones, todo precioso. Éramos un grupo de 15 guiris con una guía coreana muy simpática. La visita dura una hora y merece la pena.
Después del palacio, hemos ido al barrio que está justo al lado, ikseondong, para comer. Ahora sí rebosante de vida. Aquí la gente empieza a comer a las 12, y en un momento se llenan todos los restaurantes. Hemos elegido un sitio precioso dentro de un hanok. Para despedirnos del viaje, nos hemos pedido dumplings y cerdo cocido en soja, acompañado de cerveza artesanal y makgeolli de castaña. Qué bien hemos comido en este viaje.
Tras la comida, nos hemos acercado a Bukchon... sobrevaloradisimo. De camino hay un palacio pequeño que merece la pena pero Bukchon es un drama. Las calles son bonitas pero llenísimas de gente que hace cola para los cuatro puntos fotograficos que hay. Despues de estar en Jeonju, Bukchon se queda bastante mal en la comparación. Hemos vuelto a Iksadong a recorrer la 4 calles turisticas con calma. Son callejuelas con casas típicas reconvertidas en cafeterías, tiendas, fotomatones y demás. Hay ambiente navideño por todas partes y un montón de panaderías donde venden una especie de croissant salado por el que la gente hace unas colas tremendas. Vale, está rico, pero no haría mas de 10 minutis de cola para ello. Iksadong tiene un paseo mucho mas agradable que Bukchon.
Cuando nos hemos hartado de dar vueltas, hemos ido andando hasta la plaza de Gwanghwamun, donde nos hemos topado con una manifestación contra el presidente. Era una cosa rarísima: gente sentada con banderas de Corea y de Estados Unidos, turnándose para dar discursos en un escenario, alternados con música y cantos. Un toque todo muy raro para ser una manifestación contra un golpe d estado.
La plaza esta decorada con motivos navideños, y mañana empieza el gran mercadillo navideño de luces... Nos lo perdemos por un día. De allí hemos ido al mercado de Namdaemun. No es gran cosa. Me lo imaginaba lleno de puestos de comida, pero resulta que es más de ropa y artículos coreanos. El mercado termina en el paseo de Seoullo 7017, una antigua autovía convertida en paseo peatonal. Desde ahí hay unas vistas chulísimas de la antigua estación de tren, con los rascacielos de fondo.
El paseo desemboca en la calle donde está nuestro alojamiento. Hemos descansado un rato para entrar en calor antes de prepararnos para el último paseo nocturno. Como tenemos la parada de metro al lado y solo tardamos 15 minutos en llegar a Itaewon, hemos decidido ir hasta allí para ver el lugar donde ocurrió el desastre de Halloween en 2022. La calle del incidente es aún más pequeña de lo que me imaginaba. Hay un pequeño memorial, pero la vida sigue como si nada. Imagino que terminarán haciendo algún memorial más grande en el futuro. Han puesto un cartel luminoso en la entrada indicando el nivel de congestión de la calle, supongo que para evitar que se repita lo que pasó hace dos años. La zona sigue siendo un lugar de bares y discotecas, parecido a Hongdae pero con más ambiente de discoteca. Aun así, estaba bastante desangelado, y fuera de la calle principal no había mucho que ver.
Volvemos al metro y tiramos para Myeongdong. Al ser viernes, hay como tres veces más gente que los días anteriores. Fácilmente estamos bajo cero, así que nos hemos metido en un restaurante random a comernos un bibimbap y unos dumplings. Con el cuerpo caliente, hemos salido a dar un último paseo. La cantidad de gente en la zona de comida callejera llega a ser agobiante con tantos estímulos: música, luces, pantallas, olores, tiendas... Hemos terminado comprando las últimas cosas del viaje y una mochila para facturar todo lo que llevamos.
Tras despedirnos de la catedral y de los puestecitos ponemos fin al día. Mañana cogemos el avión a las 14:30. Aún nos queda tiempo para un último paseo por la mañana, pero esto ya es como sacarle la última gota al limón.