Nos levantamos para ver el amanecer desde el rooftop del hotel, como estaba nublado no vimos mucho de sol, más bien nubes tapándolo.
Pero si que vimos más de 100 monos en familias de todas las edades despertando la ciudad de tejado en tejado. Monas con sus crías a cuestas y monitos pequeños haciendo travesuras, saltando de tejado en tejado y tirando al suelo la ropa que la gente tenía tendida en la azotea.

También vimos familias enteras que dormían en la azotea por el calor. Vimos como se iban despertando todos, se daban un baño con los mismos saris puestos, todos lavándose los dientes y cepillándose las largas melenas.

Dormimos un poco más y empezamos el día intentando de nuevo conseguir una SIM para estar conectados y tener ubicación, ¡lo conseguimos!
Gracias a los trabajadores del hotel Monalisa, nos recomendaron un “tienda”, la más pequeña del mundo en la misma esquina del hotel. Dirección: Bangali Tola Rd, Pandey Ghat, Bangali Tola, Varanasi, Uttar Pradesh 221001, India
En esa tiendita tan mini consiguieron que tuviésemos una SIM para todo el viaje.

Mientras esperábamos a que nos configurasen la SIM, un sadhu que caminaba haciendo eses se nos acercó y empezó a escribir cosas en el suelo con una tiza (llevaba un hueso de un fémur y una calavera humana colgando) quería bendecirnos, pero el chico de la tienda de SIMs y todos los demás vendedores de al lado lo echaron a gritos y gestos. Nos explicaron que, en el intento de ser sadhus, muchos enloquecen. "Un buen Sadhu no te pedirá dinero y te respetará si le pides que no te bendiga" Nos dijeron.

Llegó la hora de perderse por Benarés, una ciudad dónde la espiritualidad parece tomar cuerpo y poderse palpar.
En los pocos ghats que pudimos visitar vimos como la gente se aseaba en el Ganges, se cepillaban el pelo y los dientes. Habían familias Hindús de turismo, compraban unas garrafas vacías que venden en los ghats para poder llevar agua del Ganges a sus familiares que no han podido desplazarse.

Los turistas hemos de ir con mucho cuidado, es un río muy contaminado y puedes coger cualquier bacteria que te deje KO el resto del viaje, cosa que seguro no queremos que pase…
Visitamos el templo dorado, Kashi Vishwanath, nos costó mucho encontrar la oficina para comprar las entradas, muchos trabajadores no hablaban inglés y fue un poco lioso, pero divertido.
En las oficinas compramos la entrada y nos colocaron una banda de tela que indicaba que no éramos creyentes sino visitantes, eso nos daba derecho a ver los rezos y las performances pero no a participar en ellas. Un guía se encargaba de llevarte a un sitio del templo y te decía: mirar tu aquí, ahora mirar allí, ahora ver performance. Un devoto que estaba con su familia nos fue explicando la performance que hacen ofreciendo leche a las deidades para purificarse espiritualmente y obtener bendiciones. Fue una experiencia única sobre todo por ver como los monos intentaban robar las ofrendas que la gente trae para los dioses y cómo conviven todos con todos.
Al salir fuimos a comer un Lassi al más recomendado de la ciudad, Baba Lassi, lo puedes buscar en Google. Nosotros nos hinchamos a Lassi en este viaje pero hay que ir con cuidado con el calor, es un lácteo y hay gente que no tiene neveras.

Al salir nos dirigimos a buscar el crematorio. Tuvimos que andar y andar entre calles de máximo medio metro de ancho. Como los Ghats estaban bajo el agua, íbamos por calles que tenían salida directa al río y no podías seguir el camino por el agua. Google maps tampoco es que sea muy verídico en esta ciudad. Así que después de caminar más de una hora sin éxito un chico nos preguntó dónde íbamos. Se ofreció a llevarnos pero le quisimos aclarar que no le íbamos a pagar nada, queríamos llegar nosotros. Nos quiso llevar aún así, nos explicó que es voluntario del crematorio y que podía explicarnos algunas cosas. Nos llevó hasta allí, nos explicó el funcionamiento y el propósito y nos subió al único crematorio que había en funcionamiento en esos momentos, pese a que íbamos cubiertos con pañuelos el humo era tan desagradable que no te dejaba respirar ni ver. Nuestra visita fue breve, no queríamos incordiar. Normalmente puedes ver la situación con un poco de distancia desde los Ghats, pero como ya he explicado, en nuestro caso el nivel del río estaba tan alto que solo podías ver el crematorio entrando directamente.
Las familias mojan a sus difuntos en el agua del Ganges y posteriormente los incineran. Es una zona que has de visitar con el mayor respeto del mundo, cada familia está despidiéndose de sus seres queridos.
Personalmente al final decidimos dejar una donación económica.
Esta experiencia fue realmente revolucionaria y profunda en nuestro interior. Vives en tu propia piel la generosidad y hospitalidad de la gente india. Te abren las puertas sin prejuicios a su cultura. Realmente les gusta que vayas a aprender de su cultura y explicarte cómo lo hacen.