La terracita de la habitación está ideal para desayunar. A primera hora no se oyen ni pájaros. El mar, un espejo, y una tranquilidad pasmosa. A Cosita le hemos puesto su camita y ha seguido durmiendo arropada mientras desayunamos.
Hoy dormimos en Split. Está cerca de aquí, pero vamos bordeando la costa visitando dos pueblos. El primer pueblito ha sido Primošten. Es un pueblo enclavado en una mini península con una iglesia en lo alto. Tiene playa a ambos lados. Una playa artificial de aguas transparentes y, en vez de arena, piedras como de cantera. A primera hora hay poca gente y hemos podido pasear por la playa con la perra para que se moje las patas. El pueblito parece un pueblo museo. Tiene vida de pescadores, pero la mayoría son tiendas y restaurantes enfocados a un turismo que debe ser importante en verano, viendo las dos playitas. Primošten se ve rápido.
Al salir del pueblo, la carretera te lleva a un mirador con una especie de virgen gigante en la cima y unas vistas a la costa dálmata preciosas. Toda la costa está llena de pequeñas islas, con Primošten destacando en el medio y varios puertitos dentro de bahías serpenteantes a prueba de huracanes.
Del mirador seguimos al pueblo de Trogir, Qarth en Juego de Tronos. El casco antiguo del pueblo es Patrimonio de la Humanidad y tiene una configuración parecida a la de Zadar. Un núcleo histórico sobre una pequeña isla, conectada por puentes con el continente y la isla de Čiovo. Hasta ahora, es donde más turismo nos hemos encontrado. Se nota que por esta zona ya mandan los cruceros: el pueblo está a reventar. Imagino que Dubrovnik será igual o peor.
El pueblo es bastante bonito. Muy medieval. Pueblo cien por cien turístico, sin vida local más allá de las tiendas de souvenirs, pastelerías o restaurantes. Calles laberínticas rodeadas por muralla y el puerto. Aun habiendo muchísima gente, hay tantas callecitas que llegas a tener un respiro. Una cosa que no me gusta es que cada plaza es un restaurante. Literalmente el restaurante se come la plaza entera con las sillas y sombrillas, habilitando pasillos pequeños para el peatón. Es una pena porque al final privatizan las plazas y lo peor es que anulan las vistas. Una pena ver como maltratan un patrimonio de la humanidad de esa manera.
Mareando hemos terminado comiendo en un sitio de pescadito frito junto a una pareja canadiense que nos preguntaban cómo habíamos llegado hasta aquí con Cosita. Cuando le he dicho que son 2500 kilómetros desde España, al hombre ya no le ha parecido tanto. Yo creo que no son conscientes de lo pequeño que es Europa comparado con Canadá o EEUU.
Después de comer le hemos vuelto a dar otra vuelta al pueblo y hemos tirado para Split.
Split, Meereen en Juego de Tronos, es una ciudad que cuando llegas te la encuentras literalmente invadida por coches. Tiene un casco antiguo peatonal y todos los alrededores están llenos de coches aparcados en cualquier sitio, es como una invasión de coches. Nos ha costado encontrar aparcamiento la de dios. Encima tienes que aparcarlo de cualquier manera porque al final están todos los coches así. Qué burrada. Sitio donde cabe un coche, ahí que hay un coche. Vaya problemón tienen aquí. Distópico.
Con el coche aparcado, encima de un parque, hemos conseguido llegar al alojamiento. Una vez accedes al casco antiguo, la locura de coches desaparece y vuelves a un pueblo medieval, como Šibenik pero más grande. Tenemos el alojamiento en un lateral del casco antiguo. Hemos dejado las cosas, Cosita ha comido un rato y a pasear por Split.
Yo no había leído nada de Split y ha sido una sorpresa. Es un casco antiguo formado por los restos de un palacio, con varias localizaciones de Juego de tronos levemente reconocibles. Al final en Juego de Tronos meten tanto CGI que aunque la Daenerys metiera los dragones en la mazmorras de Split el parecido con la realidad es super sutil. Aquí el turismo recuerda al de Verona, hay muchísimo. Los restos del palacio se unen a restos romanos, iglesias posteriores y casas con ropa tendida entre muros, bajo las que se sitúan terrazas de restaurantes. Fuera del casco antiguo tiene un paseo marítimo peatonalizado enorme desde el que se llega a unas escaleras que te suben hasta un mirador que da a toda la ciudad.
Aunque algo saturado está bonito Split y merece la pena. Ya de noche vamos rendidos, así que no hemos mareado mucho. Paseo por el paseo y por las calles, mas vacias que a la tarde. Hemos pillado una especie de kebab local, que se llama ćevapi, con forma de salchichitas de carne, acompañado de pan tipo lepinja y una salsa roja que llaman ajvar.
Nos hemos comido el kebab en el alojamiento y a descansar. Mañana, día de playa en una isla que se llama Brač. A ver si acompaña el sol.