Amanece un nuevo día y ya estamos atracados en Nápoles, cuna del sin par tenor Enrico Caruso.
Escribía Miguel de Cervantes en el Viaje del Parnaso:
Y díjeme a mí mismo: «No me engaño;
esta ciudad es Nápoles la ilustre,
que yo pisé sus rúas más de un año;
de Italia gloria, y aun del mundo lustre,
pues de cuantas ciudades él encierra,
ninguna puede haber que así le ilustre:
apacible en la paz, dura en la guerra,
madre de la abundancia y la nobleza,
de elíseos campos y agradable sierra.
Ya estamos a viernes y la semana se está pasando en un suspiro. Como es dicho de estas tierras que chi dorme non piglia pesci (el que se duerme, no pesca o algo así), volvemos a levantarnos pronto aunque ya ajustamos más por la experiencia de los dos días anteriores.
[align=center]UBICACION DEL ALLURE OF THE SEAS EN EL PUERTO DE NAPOLES
Escribía Miguel de Cervantes en el Viaje del Parnaso:
Y díjeme a mí mismo: «No me engaño;
esta ciudad es Nápoles la ilustre,
que yo pisé sus rúas más de un año;
de Italia gloria, y aun del mundo lustre,
pues de cuantas ciudades él encierra,
ninguna puede haber que así le ilustre:
apacible en la paz, dura en la guerra,
madre de la abundancia y la nobleza,
de elíseos campos y agradable sierra.
Ya estamos a viernes y la semana se está pasando en un suspiro. Como es dicho de estas tierras que chi dorme non piglia pesci (el que se duerme, no pesca o algo así), volvemos a levantarnos pronto aunque ya ajustamos más por la experiencia de los dos días anteriores.

Hoy volvemos al Windjammer a desayunar y nos servimos unos buenos platos pero sin abusar por aquello de evitar efectos secundarios derivados de un posible mareo en el ferry que nos llevará desde Nápoles a la isla de Capri. Nos recordamos mutuamente el pasar a la vuelta al camarote por el stand de toallas dado que la idea es coger un par de ellas para usarlas en la Playa de Marina Grande de Capri puesto que hoy parece que sí va a hacer buen tiempo. Porque sí, en esta escala nuestro destino va a ser visitar dicha isla.

Cogemos los pertrechos, me calzo la tobillera para que el posible esguince de ayer no vaya a más y bajamos a pie de puerto, volvemos a subir porque hay que salir por la terminal y por fin estamos fuera. Le he advertido a mi acompañante que va a tocar el primer agobio del día: taxistas, vendedores de excursiones y demás servicios al turista se agolparán y serán muy insistentes (experiencia de tres escalas anteriores). Nada como pasar de largo y negar con la cabeza.
Los ferries que van a Capri salen de Mollo Beverello, a la izquierda de la salida de la terminal a unos cinco minutos caminando. Mientras avanzamos observo que ya han finalizado las obras de la explanada exterior ya que la última vez que estuve por estos lares aquello parecía un campo de minas. A lo lejos el Castel Nuovo nos contempla.
El servicio de ferries a Capri lo prestan varias empresas privadas y el coste es muy similar. Según la hora pues se contrata con quien interese. Los horarios de ida y vuelta que manejamos fueron los siguientes
A la ida:
Nápoles - Capri
08:35 - 09:25
NLG
Nápoles - Capri
09:10 - 10:00
SNAV
Nápoles - Capri
09:30 - 10:20
NLG
A la vuelta:
Capri - Nápoles
12:40 - 13:30
NLG
Capri - Nápoles
13:45 - 14:35
NLG
Capri -Nápoles
14:50 - 15:40
SNAV
Para maximizar el tiempo de visita en la isla optamos por coger el ferry de las 09:10 con SNAV y regresar con NLG en el de las 13:45 para comer en el Windjammer.

Los billetes se pueden comprar en taquilla o por internet de manera anticipada. Para evitar colas y garantizarnos pasaje los compramos la semana anterior previa confirmación del posible estado de la mar, que parecía correcto y no impediría la realización del viaje.
Llegamos a Mollo Beverello y ya hay un trasiego importante. Buscamos el punto de atraque de SNAV y ya hay bastante gente esperando teniendo en cuenta que quedan unos 25 minutos para zarpar. Nos ponemos en la cola, la misma va aumentando y un sol de justicia empieza a darnos de lleno. Quedan diez minutos para salir y aún no han abierto las puertas por lo que la gente empieza a apretujarse y a agobiarse. Por fin permiten acceso, enseñamos los billetes y pies para qué os quiero. Nosotros buscamos unos asientos centrados en el medio de la embarcación para minimizar mareos y con algo de retraso partimos para la isla de Capri.
La isla de Capri es una isla de Italia localizada en el mar Tirreno, en el lado sur del golfo de Nápoles, frente a la península de Sorrento. Administrativamente pertenece a la ciudad metropolitana de Nápoles, en la región de Campania. La isla tiene una superficie de 10,36 km², y un perímetro aproximado de 17 km. Fue la isla predilecta del emperador Octavio Augusto que la frecuentó durante cuarenta años y en el año 27, su sucesor Tiberio se trasladó permanentemente a Capri, desde donde gobernó el Imperio hasta su muerte en el 37. En los años 50 del siglo pasado, la isla se convirtió en un destino popular para la jet set internacional.
El trayecto nos lleva unos 50 minutos con una travesía bastante movidita. Por fin arribamos a la isla y el Puerto de Marina Grande se despliega ante nuestros ojos.

Bajamos en procesión y toca seguir optimizando el tiempo. Dado que queremos subir a Capri pueblo la mejor opción es el funicular. Por tanto, le indico a mi acompañante que vaya a guardar la fila, porque salen cada quince minutos, mientras yo me acerco a comprar los billetes porque la taquilla está según vienes del muelle a la derecha. Ya hay cola en la misma y aguardo pacientemente mi turno, compro los billetes a 2,40 euros el trayecto (allí también venden los billetes de bus que dan servicio a la isla y en una cola diferente) y salgo raudo a la entrada del funicular.

Mi acompañante está algo tenso porque ha tenido que dejar pasar a gente pero ya está casi al inicio del acceso. La gente forma tapón y por muchos "esquiusmis" que profiero no me dejan pasar por lo que toca acudir a la milenaria táctica del hombro ariete, abrir un espacio en cuña y penetrar por el mismo. La gente se queja pero ni me paro por lo que acabo sorteando al gentío y me reúno con él.
Afortunadamente sólo tenemos que esperar unos minutos y el teleférico llega, subimos al aparato y nos deleitamos con las vistas durante la ascensión. El cielo está despejado y el sol arranca destellos de las montañas circundantes. Pasados unos minutos alcanzamos la cima, bajamos con cierto orden y deambulamos por los alrededores de la plaza Humberto I, más conocida como la Piazzetta.

Pese a que son como las 10:30 de la mañana ya hay bastante gente por las inmediaciones. Personal de los hoteles con maletas se mezclan con turistas despistados, grupos de excursiones con algún lugareño con prisa. Alegría y alboroto, otro perrito piloto.
De lo pasó a continuación se dará buena cuenta en la siguiente e isleña etapa.[/align]