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Para no perder la costumbre, a las 7h00 estábamos despiertos (alguna que yo me sé, un poco antes, incluso). En el cielo compartían espacio por igual, nubes y claros. La temperatura un poco más fresca de lo que veníamos teniendo, tan sólo 5 °C.
A las 8h bajamos a desayunar al comedor del hotel. Estamos nosotros solos, aunque algún otro huésped entra para coger agua y algún sobre de ramen.
Cuando estábamos para irnos, la persona que estaba en la recepción, nos preguntó a ver si íbamos a llevarnos el coche. Al decirle que no, nos pidió que le dejáramos las llaves por si lo tenían que mover de sitio. Aunque nos dio un poco de apuro, después de ver lo de Suwon, parecía una práctica habitual. Eso sí, “medio en broma, medio en serio”, le dijimos que lo cuidara bien porque era de alquiler. El chico asintió con una gran sonrisa…
Habíamos leído que las tarjetas de transporte se podían comprar en las tiendas de conveniencia, así que, como había un GS25 al lado del hotel, aprovechamos para enterarnos de cómo funcionaba y compramos una T-Money para cada uno. Por lo que vimos, vienen precargadas con algo de dinero (las nuestras con 3.000 krw / 3,92€), pero las recargamos antes de utilizarlas, 15.000 krw (9,80 €).
A las 8h bajamos a desayunar al comedor del hotel. Estamos nosotros solos, aunque algún otro huésped entra para coger agua y algún sobre de ramen.
Cuando estábamos para irnos, la persona que estaba en la recepción, nos preguntó a ver si íbamos a llevarnos el coche. Al decirle que no, nos pidió que le dejáramos las llaves por si lo tenían que mover de sitio. Aunque nos dio un poco de apuro, después de ver lo de Suwon, parecía una práctica habitual. Eso sí, “medio en broma, medio en serio”, le dijimos que lo cuidara bien porque era de alquiler. El chico asintió con una gran sonrisa…
Habíamos leído que las tarjetas de transporte se podían comprar en las tiendas de conveniencia, así que, como había un GS25 al lado del hotel, aprovechamos para enterarnos de cómo funcionaba y compramos una T-Money para cada uno. Por lo que vimos, vienen precargadas con algo de dinero (las nuestras con 3.000 krw / 3,92€), pero las recargamos antes de utilizarlas, 15.000 krw (9,80 €).

No sé si os pasa a vosotros, pero a nosotros cuando vamos a otros países donde hay metro, siempre te da un poco de respeto al principio. ¿Estaremos en la línea correcta? ¿Iremos en la dirección correcta? Y no os decimos nada si, encima, los carteles están en un idioma que no conoces. En nuestros dos viajes a Japón lo tuvimos bien, porque viajábamos con Raquel (mi cuñada favorita) y ella ya había estado varias veces.
Pues bien, gracias a toda la señalización que había en las estaciones, utilizar el metro de Busan nos pareció súper intuitivo y sencillo. En el suelo hay “pegatinas de colores” indicando enlaces hacia otras líneas o la dirección hacia las diferentes salidas.
Pues bien, gracias a toda la señalización que había en las estaciones, utilizar el metro de Busan nos pareció súper intuitivo y sencillo. En el suelo hay “pegatinas de colores” indicando enlaces hacia otras líneas o la dirección hacia las diferentes salidas.

Otra gran ayuda, fue el navegador de Naver. Además de la navegación para el coche, dispone de un apartado especial para los metros de Busan y Seúl. Igual que con el coche, metes origen y destino y te muestra en pantalla la mejor combinación.
Todas las estaciones por donde anduvimos (tanto en Busan como en Seúl), tenían los andenes protegidos con cristales de seguridad. Además de prevenir caídas accidentales a la vía, previenen de posibles intentos de suicidio (de todos es sabido, que Corea del sur tiene una tasa muy elevada de suicidios). Al igual que en Japón, a determinadas horas, hay vagones reservados exclusivamente para mujeres.
Todas las estaciones por donde anduvimos (tanto en Busan como en Seúl), tenían los andenes protegidos con cristales de seguridad. Además de prevenir caídas accidentales a la vía, previenen de posibles intentos de suicidio (de todos es sabido, que Corea del sur tiene una tasa muy elevada de suicidios). Al igual que en Japón, a determinadas horas, hay vagones reservados exclusivamente para mujeres.

Una cosa que nos llamó la atención, para bien, es que en todas las estaciones había equipos de ayuda contra incendios. Agua para beber, mascarillas para el humo y por supuesto, extintores. Además, tanto en las pantallas de los vagones como en las de las estaciones, mostraban videos explicativos sobre lo que había que hacer en caso de una emergencia. Buena idea ¿no?

Como comentamos al principio del diario, lo que nos animó a venir a Corea del Sur en estas fechas (mediados de marzo, principios de abril) fue poder disfrutar del espectáculo de la floración de los cerezos y en Busan, estaba uno de los puntos donde más expectativas teníamos. Si se cumplían los pronósticos (se pueden consultar aquí) los días que íbamos a estar en Busan, la floración estaría en su punto perfecto.
Nuestro destino era el Samnak Ecological Park y para llegar hasta allí, cogimos la línea 1 en Jagalchi Station hasta Seomyeon y luego la línea 2 hasta Sasang. Por cierto, la experiencia con la T-money, perfecta.
Nuestro destino era el Samnak Ecological Park y para llegar hasta allí, cogimos la línea 1 en Jagalchi Station hasta Seomyeon y luego la línea 2 hasta Sasang. Por cierto, la experiencia con la T-money, perfecta.

Desde el metro hasta el parque, apenas había 1 km, así que fuimos dando un paseo. Mientras cruzábamos un puente por encima de una carretera de varios carriles, tuvimos la oportunidad de ver de cerca y en directo, lo que os comentamos sobre los giros de 180° para hacer un cambio de sentido.

Cuando llegamos al parque, nos dimos que, una vez más, los surcoreanos no dejan nada al azar. Todo estaba perfectamente organizado para que los visitantes pudiéramos disfrutar de un paseo entre cerezos en plena floración.


Aunque el parque es muy grande, el paseo de los cerezos tiene aprox.1,5 km y está preparado para compartir el espacio entre caminantes y ciclistas, aunque predominan los primeros.
Nosotros no habíamos estado en Japón en esta época, ni tampoco en el Jerte, así que el espectáculo de ver cientos y cientos de cerezos florecidos, fue increíble. Daba igual para donde miraras, que la mezcla del color blanco y rosa, lo inundaba todo.
Nosotros no habíamos estado en Japón en esta época, ni tampoco en el Jerte, así que el espectáculo de ver cientos y cientos de cerezos florecidos, fue increíble. Daba igual para donde miraras, que la mezcla del color blanco y rosa, lo inundaba todo.

A mitad de camino, vimos un pequeño mirador con bastante gente y subimos a echar un vistazo. Había una cuadrilla (sobre todo de hombres) que parecía que habían venido también a disfrutar del espectáculo de los cerezos. Estaban aprovechando la parada en el mirador para almorzar.
La verdad es que no sé cómo, pero de repente me vi en medio de ellos, participando de su festín. Para comer, me ofrecieron tortilla de vegetales y para beber… ¿a qué no sabéis que llevaban? Pues el famoso vino de arroz o como se dice en coreano, makgeolli.
Aunque nosotros no bebemos alcohol, no rechazamos su invitación y probamos de dos tipos diferentes. Otra experiencia que guardaremos para siempre.
La verdad es que no sé cómo, pero de repente me vi en medio de ellos, participando de su festín. Para comer, me ofrecieron tortilla de vegetales y para beber… ¿a qué no sabéis que llevaban? Pues el famoso vino de arroz o como se dice en coreano, makgeolli.
Aunque nosotros no bebemos alcohol, no rechazamos su invitación y probamos de dos tipos diferentes. Otra experiencia que guardaremos para siempre.


Después del “almuerzo improvisado”, seguimos camino y llegamos, a lo que nos pareció, el final del paseo. Como necesitábamos hacer una “parada técnica”, aprovechamos un Starbucks que había cerca y nos tomamos unos cafés (puro vicio, pero qué buenos están). 13.000 krw (8,45 €).

Una cosa curiosa que no habíamos visto en ningún otro sitio (o por lo menos, no nos habíamos fijado) fue el sistema que tienen para facilitar a los ciclistas cuando tienen que bajar la bici en una zona donde hay escaleras.

Después de descansar un ratito sentados en la cafetería, hicimos el camino de vuelta por el mismo paseo. Debido a que ya era mediodía, había mucha más gente, por lo que apenas nos paramos para sacar fotos, simplemente disfrutamos.


Por cierto, en el paseo de vuelta, nos volvimos a cruzar con la cuadrilla de “andalaris” (expresión coloquial vasca que se suele utilizar para describir a los que les gusta pasear) y nos hizo mucha ilusión que nos reconocieran y que nos saludaran.
Al finalizar el paseo, probamos los takoyakis de un puesto callejero que había de camino a la estación de metro. 6.000 krw (3,92 €).
Al finalizar el paseo, probamos los takoyakis de un puesto callejero que había de camino a la estación de metro. 6.000 krw (3,92 €).

Nuestra siguiente actividad era visitar el barrio de Hocheon Village en el distrito de Busanjin-gu. Este tranquilo barrio es conocido por sus casas de colores y se hizo famoso tras aparecer en varias series y películas, como el drama surcoreano “Fight My Way” de 2017.


Además, cuenta con la Plataforma Cultural de Hocheon Village, donde residentes y artistas locales pueden vender sus creaciones, organizar actividades educativas y participar en experiencias culturales. Está abierto todo el año y la entrada es gratuita.
Un dato importante es que no hay aparcamiento por lo que, si o si, hay que ir en trasporte público. Hocheon Village es mucho menos conocido que Gamcheon, por lo que el tiempo que estuvimos recorriendo sus callejuelas, no vimos a ningún turista y sólo nos cruzamos con algunas personas mayores que vivían allí y que parecían no entender, qué hacíamos allí.
Un dato importante es que no hay aparcamiento por lo que, si o si, hay que ir en trasporte público. Hocheon Village es mucho menos conocido que Gamcheon, por lo que el tiempo que estuvimos recorriendo sus callejuelas, no vimos a ningún turista y sólo nos cruzamos con algunas personas mayores que vivían allí y que parecían no entender, qué hacíamos allí.


Nuestra siguiente parada fue la playa de Gwangali, donde llegamos pasadas las 17h. La playa tiene forma de media luna perfecta y tiene una longitud de 1,4 km. Sus aguas son muy tranquilas y esto hace que sea un lugar ideal para nadar, pasear o simplemente contemplar el paisaje.


Pero lo que realmente la hace especial es la vista directa al puente Gwangan (Diamond Bridge), que se ilumina por las noches y también por el espectáculo de luces realizado con drones se puede ver todos los sábados.

Como todavía faltaba un rato para el atardecer, dimos un paseo por la playa hasta Namcheon-dong donde se encuentra una calle muy famosa por tener arboles de cerezos que, en primavera, lucen con todo su esplendor. Aquí, vimos toda la gente que no habíamos visto en Hocheon Village.

Cuando vimos que se aproximaba la hora del atardecer, volvimos por el paseo (en vez de por la playa) y elegimos el mejor sitio para fotografiar el puente y su iluminación. Como se puede ver en la foto, no sólo iluminan el puente de forma estática, sino va variando en colores y formas.

Una vez que el color del cielo, se volvió demasiado oscuro, buscamos un sitio para cenar porque después, queríamos ver el espectáculo de drones en la playa. Esta vez no nos complicamos mucho y comimos una “socorrida” hamburguesa con patatas fritas. La cena nos salió por 27.800 krw (18,18 €).

A las 20h en punto empezó el espectáculo y lo gracioso, es que casi no lo vemos empezar. Y es que nosotros estábamos grabando la iluminación del puente y no nos dimos cuenta que los drones estaban más hacia la izquierda. Menos mal que una pareja que estaba al lado nuestro, nos avisó. El espectáculo duró aproximadamente unos 12 min y la verdad es que estuvo muy bien.


Para que os hagáis una idea de lo que se puede ver, os dejamos un video que hemos encontrado en YouTube y que corresponde al día que nosotros estuvimos en Busan, el 29 de marzo de 2025.
Y para dar fe de que estuvimos allí, aquí va nuestra versión...
Con la emoción del espectáculo, no nos dimos cuenta del frío que hacía y es que el móvil decía que había 6°C (con una sensación térmica de tan sólo 2°C). Para intentar entrar en calor, compramos unas bebidas calientes en una tienda de conveniencia que había junto a la playa.
De camino al metro, entramos en una tienda de suvenires donde, además de las típicas cosas para regalar, había una zona de cosas de croché hechas a mano. Como nos gustaron tanto, nos trajimos estos girasoles que lucen así de bonitos, junto a una haenyeo de Jeju.
De camino al metro, entramos en una tienda de suvenires donde, además de las típicas cosas para regalar, había una zona de cosas de croché hechas a mano. Como nos gustaron tanto, nos trajimos estos girasoles que lucen así de bonitos, junto a una haenyeo de Jeju.

Al final, cuando llegamos al hotel, eran casi las 22h. Lo primero que hicimos fue comprobar que el coche estaba allí. ¿Recordáis que habíamos dejado las llaves al personal del hotel? La temperatura había bajado hasta los 3°C.
*** final del día 9 ***
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