Entre los picores y los nervios de la moto he dormido fatal, unas pesadillas rarísimas que me han hecho desvelarme a las 7. He dejado todo lo que no me hace falta en la mochila grande, que se queda en el hotel, y lo básico lo he metido en la mochila pequeña, para dos semanas no hace falta mucho. Me he bajado a desayunar con toda la tranquilidad del mundo. Me da cosilla coger la moto porque sé que al principio no me voy a aclarar, he ido alargando el desayuno hasta que se han hecho las 9 y no me ha quedado otra que ponerme al lío.
Ya tendré mala suerte que justo al lado de mi moto hay un grupo de 4 turistas pakistaníes que están esperando a un amigo para irse en coche. Pues nada, yo en mi momento de aturullamiento máximo y se ponen a hacerse fotos conmigo y preguntarme cosas, mientras intento enganchar la mochila con las cuerdas que me dio Isaaq y poner el soporte del móvil. Viendo que me tocaba arrancar ya la moto y que tenía a los 4 colegas encima de mí mirándome con los brazos cruzados, me he disculpado y me he ido para el hotel a esperar a ver si se iban. A los 10 minutos se han ido y, por fin, ya solo, me he podido aclarar con la moto.
Lo que más me ha costado ha sido cogerle el truco a arrancarla con la pata de cabra y a que no se me calara al meter primera. Tras calarseme un par de veces he conseguido mantener la moto en primera moviéndola solo con el embrague y ya me he visto animado para salir a la calle. Skardu, lo bueno, es que no tiene mucho tráfico. Al principio iba tenso y en cuanto he tenido que parar, se me ha calado la moto. En Pakistán basta con que estés dos minutos parado para que se te acerque alguien. Con toda la buena intención, eso sí, pero en momento de agobio te vuelven aún más torpe. A medio pueblo ya le he cogido el ritmo y he superado el tema de que se me cale. En 20 minutos me he hecho con la moto, la curva de aprendizaje es muy rápida ya que realmente es algo tremendamente simple.
Saliendo del pueblo con la motillo la sensación es la leche. La gente me saluda, los niños me gritan cosas, muy como en Uganda. El paisaje, además, le suma ese toque de aventura a la moto que para mí es totalmente nuevo. Habré cogido moto 5 veces en mi vida, imagino que quien esté acostumbrado no le será tan novedoso.
La carretera va todo el rato siguiendo el río Indo. Hoy hace un día feo, con cielo encapotado, pero el paisaje no desmerece. Me he ido parando en miradores y donde veía que podía descansar un rato. En todo mirador que me paraba, alguien se me acercaba para echarse un selfie. Modo India total. En uno de los miradores sobre Skardu ya ha sido lo máximo. No solo se han hecho un selfie, sino que serían una especie de youtubers pakistaníes y me han pedido permiso para echarse una foto. El colega se ha puesto a mi lado mientras el otro grababa con una cámara y, cogiéndome la mano, hablaba en urdu hacia la cámara, sin enterarme yo de nada y sonriendo como un idiota. A saber qué estaría diciendo el colega en el vídeo. Tipo: “Aquí tenemos un guiri. Es inconfundible: blanquito, sonrisa perpetua, cámara de fotos y a todas luces torpe”. Después de hablar un rato delante de la cámara me ha dicho “gracias” en inglés, que se alegra de que visite su país y hasta luego. Estos han sido los más surrealistas. Lo normal es que se te acerquen, te pregunten de dónde eres y te hagan un selfie. Un padre me ha hecho las fotos con sus dos hijos: los dos críos pequeños y yo con el casco de montaña subido en la moto. Yo no puedo evitar reirme todo el rato de lo ridículo de la situación, pero imagino que les hace gracia ver un extranjero solo, en la moto típica del pais, en medio de la carretera.
Hoy he ido desde Skardu hasta Raikot Bridge. Es el día que más kilómetros hago con la moto. La moto va de lujo, eso sí, no pasa de 70 km/h, por lo que se hace lento avanzar. La primera parte, hasta llegar a la Karakorum Highway, se alterna con asfalto bueno y tramos destrozados por desprendimientos que hacen que tengas que ir con bastante atención. A medio camino he parado a comer. Es fácil: entras en lo que parece un restaurante, te sonríen, te dicen cosas que no entiendes, les dices "yes" y te traen arroz con pollo. 1,5 € que me ha costado, con Coca-Cola incluida. De lujo.
Para las 15 he enganchado con la Karakorum Highway. Se ve algo más de tráfico de turistas, pero muchos menos coches de los que me esperaba. He parado en un mirador que es un punto donde se supone que se juntan las tres cordilleras más altas del mundo: el Himalaya, el Karakórum y el Hindu Kush. El mirador tiene un paseo bonito con puesto de Coca-Colas y me ha servido para relajar el culo, que lo cierto es que la motillo la más cómoda no es.
Para las 17:00 he llegado por fin a Raikot Bridge. Es el punto desde donde salen los jeeps que te llevan a la zona de Fairy Meadows, desde donde se anda al campamento base del Nanga Parbat. Es una especie de pueblo minúsculo de carretera, feo, polvoriento y lleno de jeeps. Hay tres hoteles. He visto los dos más baratos y son de película de serie B. Viendo la noche que me han dado las pulgas, he ido al caro. Me han enseñado la habitación y casi se me cae la lágrima al verla. Una habitación de estándares europeos, aire acondicionado, con ducha caliente y WC normal. Me dice que 45€ y yo haciéndome el remolón, para que no se me note que habría pagado 60 sin dudarlo, le he dicho que ok. Caro, pero me vale. De los otros dos solo he visto uno y, nada más ver la moqueta de la entrada y el arte que se gastaba el personal, ni he preguntado el precio de las habitaciones, dudo que costaran mas de 5 euros la noche eso sí. Me he dado la vuelta y me he ido. Ya tenemos una edad.
He echado el rato en el jardín idílico escribiendo el diario, duchita caliente, cena y a dormir. Mañana, a Fairy Meadows. Hago check en lo de hacerme con la moto, que me tenía nervioso, y al final no ha sido para tanto.