He desayunado para las 7:30. Mientras esperaba, un hombrecillo del alojamiento ha llegado con una vara enorme y se ha puesto a varear los albaricoqueros. Me ha dicho que coja albaricoques, que los pruebe. Están caídos del árbol, por lo que no hay problema. Parecen mermelada de lo dulces que están, se deshacen con la lengua. Me he comido unos cuantos. Son pequeñitos, de hueso mucho más pequeño que los de España.
El desayuno hoy ha sido muy top. Este sitio es una joyita. Me han puesto una tortilla tipo pakistaní, enrolladita con una especie de salsa de tomate dentro, con cilantro, unos chapatis dulces con mermelada de albaricoque y un té de rosa. Excepcional. Me ha costado todo: alojamiento, cena y desayuno 30 euros. Me parece de lujo.
Hoy la idea es visitar el campamento base del Rakaposhi. Lo del "campamento base" es realmente un poco marketing, porque dejó de serlo hace ya tres años. Hoy día las subidas se hacen por la otra cara. Aun así, parece ser que las vistas son muy espectaculares y se puede acampar en un camping donde te alquilan todo. No es mal plan.
La ruta comienza saliendo del pueblo para llegar al río Minapin, que surge del glaciar del Rakaposhi. El río baja con una fuerza tremenda, y eso que son las 9 de la mañana. La primera parte ha sido un poco sufrida por el calor: cielo despejado, sin apenas sombras y un desnivel constante. Hasta el camping son 8 kilómetros y 1000 metros de desnivel, por senda cómoda constantemente. Una vez pasada la zona de sol, se anda por medio del bosque y se hace más llevadero, pero he sudado de lo lindo
En la subida solo me he encontrado con un hombre que subía con una garrafa de aceite de 5 litros en la mano. Resulta que es el dueño del camping y me ha dicho que sin problema, que me prepara una tienda. El hombre sube a un ritmazo inalcanzable. A poco de llegar al camping hay una mini aldea de 10 casitas. Aquí, en el rio, me he topado con un hombre con un palo metiéndolo y sacándolo de una especie de barril alargado. Me he acercado y creo entender que está haciendo mantequilla. Tiene garrafas de lo que parece leche en el rio y va mezclando lo que está en el barril, me ha dicho que si quiero probar pero eso ya es jugársela mucho porque no se ni que es.
He llegado para las 11 al camping. Está bastante bonito: una explanada verde con vistas al valle de Minapin y montañas nevadas al fondo. Me han dado mi tienda ya montada y me he tomado un té mientras descansaba las piernas. Del camping al campamento base hay 2 kilómetros y 500 metros más de desnivel. El día está bastante despejado y es tan temprano que, aun siendo un poco muerte y destrucción, a las 12 he hecho cuerpo y me he puesto a andar. Menos cargado al haber dejado las cosas en la tienda.
Es llamativo que hay muy pocos turistas, ninguno pakistaní, y los que me encuentro son o asiáticos o algún europeo. Me he parado a hablar con una pareja de surcoreanos que bajaban del campamento base. El hombre encantador: le he estado contando mi viaje a Corea del Sur y él, el suyo a Alicante a un campeonato de vela, hemos estado hablando de la comida coreana y dicen que lo que peor llevan de Pakistán es la comida, que echan de menos su jamppong.
Al kilómetro, la ruta ya por fin arroja vistas preciosas. Se han hecho de rogar, porque hasta los 1200 metros de desnivel no se deja ver ni un poquito el Rakaposhi. Al llegar arriba, la vista consiste en una especie de anfiteatro enorme, con el pico Dirán a la izquierda y el Rakaposhi a la derecha, con un glaciar enorme bajando entre ambos. Aquí la ruta llanea hasta el "campamento base", un llano verde bajo la montaña, lleno de vacas y cabras. En el medio del campamento, una bandera de Pakistán y un chaval que justo acababa de rezar cuando yo he llegado. Me ha invitado a un té y me ha contado que se encarga de gestionar el camping y las comidas. Está aquí 20 días y luego se baja y viene otro compañero. Veinte días aquí metido... es bonito, pero esto está aisladísimo. Eso sí, todos los días tiene el entretenimiento de los turistas.
Del campamento base he vuelto para el camping. La bajada mucho más cómoda, aunque con el cansancio acumulado llevo las piernas temblando. He llegado a las 15:30 y el hombre del camping me ha preparado unos noodles, un plato de arroz y una tortilla. He podido lavar los pantalones, que iban ya críticos, y poco más. Vida contemplativa hasta el anochecer. Viendo el quehacer del camping: los burritos subiendo leña, las vacas pastando, las cabritas... Ha estado el día bonito, tranquilo. Algo dura la subida, pero con vistas que compensan. Eso sí, si está nublado, no merecería la pena sin vistas porque es una buena pateada.
Aprovechando que hay internet he estado mirando qué hacer los próximos días. Tengo el plan más o menos montado, pero dejé días de colchón, por lo que son días que tendré que rellenar. Mañana bajo para Karimabad y duermo en un valle que se ve que tiene un glaciar bonito. Pocos kilómetros de moto, en principio