El día ha dado de sí lo suyo y también tengo que pensar que es el primero del viaje por lo que no conviene darlo todo así de inicio y conservar fuerzas para el resto de las jornadas venideras. Por tanto, doy por finalizada la vista a Carcassonne, en conjunto, y decido irme yendo para la estación con vistas a coger el tren anterior al previsto y llegar a Toulouse recién anochecido.
Bajo de nuevo por la rue Cros-Mayrevieille, que sigue de bote en bote, hasta llegar a la Puerta de Narbona, entrada a la Cité que la mayoría de los visitantes utiliza para introducirse en la misma.
La Puerta Narbonnaise fue construida a finales del siglo XIII, durante el reinado de Felipe II de Borgoña (Felipe el Atrevido), rey de Francia en aquellos entonces. Consta de dos torres de treinta metros de altura cada una y están construidas en forma de espolón y unidas en el segundo piso por una gran sala de guardia. Este complejo además servía de almacenes, uno con cisterna y el otro con bodega. La puerta Narbonnaise está a su vez protegida por la barbacana o revellín Saint-Louis, adelantada a ésta.
[align=center]PUERTA DE NARBONA EN LA CITÉ DE CARCASSONNE
Bajo de nuevo por la rue Cros-Mayrevieille, que sigue de bote en bote, hasta llegar a la Puerta de Narbona, entrada a la Cité que la mayoría de los visitantes utiliza para introducirse en la misma.
La Puerta Narbonnaise fue construida a finales del siglo XIII, durante el reinado de Felipe II de Borgoña (Felipe el Atrevido), rey de Francia en aquellos entonces. Consta de dos torres de treinta metros de altura cada una y están construidas en forma de espolón y unidas en el segundo piso por una gran sala de guardia. Este complejo además servía de almacenes, uno con cisterna y el otro con bodega. La puerta Narbonnaise está a su vez protegida por la barbacana o revellín Saint-Louis, adelantada a ésta.

Aunque el solazo pega justo de frente se puede contemplar la magnificencia de la estructura de la Cité y la sensación de inabordable que despertaría en cualquier ejército desplegado a sus puertas. Recorro con la vista todo el lienzo delantero y no tengo por más que rendirme ante tamaña obra de ingeniería.
En el exterior se observa una escultura desgastada cuya leyenda reza “SUM CARCAS”. Se trata de la archiconocida Dama Carcas, cuyo sucedido siempre aparece cuando se habla de esta villa y del cual doy unas pinceladas.
Se dice, se comenta que en el siglo VIII, Carlomagno ya llevaba 5 años asediando la ciudad en un intento de conquistarla dado que estaba en poder de los sarracenos (pueblos árabes de confesión musulmana en la época medieval). Comandaba la plaza el rey Balaak, el marido de Doña Carcas, la cual heredó el mando tras la muerte de su marido. Para salvar la villa y sus habitantes, que empezaban a pasar hambre, ideó una serie de estratagemas para desanimar a los atacantes y así levantaran el sitio. La que nos atañe a nuestro efectos fue que como sólo quedaba un saco de trigo y una cerda para alimentar a los habitantes, decidió cebarla con esta última reserva de trigo y la arrojó al otro lado de las murallas. Al caer, el animal fue destripado, dejando al descubierto todo el cereal que había comido. Carlomagno dedujo entonces que su asedio era inútil y que la plaza no se iba a rendir por inanición ya que incluso tenían víveres de sobra como para alimentar a los cerdos. Así que levantó el sitio y se retiró. La Dama Carcas entonces hizo sonar las campanas para anunciar el fin del asedio, y los soldados de Carlomagno, que se marchaban, gritaron “¡ Carcas suena ! (Carcas sonne). De ahí, se dice, deriva también el nombre de la ciudad.

Como toda leyenda es muy bonita y suena muy bien, nunca mejor dicho, pero si escarbamos en la historia no es oro todo lo que reluce. Por varios motivos:
- En aquellos años Pipino el Breve, padre de Carlomagno, ya había arrebatado la ciudad a los sarracenos, por lo que Carlomagno nunca habría sitiado la ciudad de Carcassonne.
- Si la ciudad estaba en poder de los sarracenos de religión musulmana resulta extraño que conservaran ganado porcino como fuente de alimentación.
- Del mismo modo, no cuadra que sonaran las campanas al marcharse los de Carlomagno puesto que no habría iglesias, sino mezquitas.
- Por último, la anécdota de arrojar un animal cebado a los sitiadores para demostrar excedente alimentario en un asedio parece que no es un hecho aislado en el acervo cultural europeo. Sin ir más lejos, en la ciudad aragonesa de Borja (la del célebre, a su pesar,“Ecce Homo”) existe un cuento ancestral con el mismo argumento pero en el cual lo que se tira es una vaca en vez de una cerda. De hecho en el escudo de la ciudad hay una vaca y en este cuento la que lo protagoniza es una tal “astuta vieja carcayona”, lo cual extendería sus lazos a la ciudad occitana objeto de nuestro relato. Historias de la Historia.
Finaliza el periplo por Carcassonne y hay que concluir que ha merecido mucho la pena. Puede decir que tengo más suerte que aquel anciano al que daba voz el autor decimonónico Gustave Nadaud en su poema "Carcassonne":
Je me fais vieux, j’ai soixante ans,
J’ai travaillé toute ma vie,
Sans avoir, durant tout ce temps.
Pu satisfaire mon envie.
Je vois bien qu’il n’est ici-bas
De bonheur complet pour personne.
Mon vœu ne s’accomplira pas :
Je n’ai jamais vu Carcassonne !
Me estoy haciendo viejo, tengo sesenta años,
He trabajado toda mi vida,
Sin haber podido, durante todo este tiempo,
Satisfacer mi deseo.
Veo claramente que aquí abajo no existe
La felicidad completa para nadie.
Mi deseo no se cumplirá:
¡Nunca he visto Carcasona!
Puesto que a la ida me he enfrentado a unas buenas cuestas ahora toca cuesta abajo en la rodada y el descenso a la Bastida se hace más llevadero. Poco a poco los visitantes que han acudido a pasar el día van dejando la ciudad amurallada e inician su particular procesión hacia sus medios de transporte. En mi caso mis pasos me conducen de nuevo al puente viejo desde el cual se vislumbra la silueta de la amurallada villa. Una de esas vistas que se te quedan en la retina durante mucho, mucho tiempo.

Continúo camino y cruzo la Plaza Gambetta, donde está la entrada al Museo de Bellas Artes que he visitado esta mañana y que parece que ha pasado una eternidad desde entonces. Allí está una de las manifestaciones artísticas de Richard Orlinski, "el cocodrilo y el hombre".
La ficha de la exposición comenta que Richard Orlinski es un artista francés de renombre internacional que se dio a conocer a principios de la década de 2000 gracias a su estilo inmediatamente reconocible, que mezcla formas angulosas, colores vibrantes y figuras poderosas inspiradas en el mundo animal. En la encrucijada entre el arte pop, la estética urbana y la cultura popular, su trabajo cuestiona nuestras emociones primarias: miedo, fascinación, instinto, fuerza, al tiempo que celebra la belleza bruta de la naturaleza. Ha colaborado con marcas de renombre como Puma, Disney, Lancôme y Hublot, y ha expuesto en las mayores capitales del mundo, desde Miami hasta Dubái, desde París hasta Hong Kong.
Su voluntad de hacer el arte accesible al mayor número de personas es el centro de su enfoque. Es por eso que elige regularmente exponer sus obras en espacios públicos, al aire libre porque, para él, el arte debe ir al encuentro de los transeúntes, integrarse en la vida cotidiana y formar parte del entorno urbano. Y blá, blá, blá…..

Está curiosa la escultura, sin más. Del mismo estilo y autor he podido ver a un oso polar junto a la estación de ferrocarril y a King Kong al lado de la Dama Carcas. Simpático.
Al hilo de esto hablábamos antes de la polémica con las restauraciones de Viollet-Le-Duc en el siglo XIX pero cuando pusieron estas estatuas de Orlinski este año en Carcassonne "ardieron las redes", como se dice ahora, porque hubo mucha gente que no estuvo de acuerdo con su ubicación junto a edificios antiguos y emblemáticos. La historia se repite.....
Desde allí me encamino a un supermercado Monoprix que pilla de camino a la estación y compro alguna cosa para llevar de recuerdo. Mientras estoy allí, dado que experimento cierto cansancio, decido comprar algo preparado y cenar en la habitación. Sinceramente, no me apetece hoy salir a buscar un lugar para cenar después de la paliza que llevo de todo el día. Una ventaja de viajar solo, todo hay que decirlo, es que no hay que consensuar este tipo de temas y uno hace y deshace según vienen las cosas.
Una vez que me aproximo a la estación se ve un trozo del Canal de Midi, que también pasa por Carcassonne. Como es un tema que trataré en su momento con más profundidad me limitaré a indicar que dicha infraestructura del siglo XVII es un canal artificial de 241 kilómetros de longitud que conecta el océano Atlántico con el mar Mediterráneo.
En esta ubicación hay una serie de embarcaciones turísticas que recorren esta parte del Canal a través de esclusas y que parece que tienen bastante éxito.

Por fin llego a la estación y toca encarar el desafío de sacar el billete correcto. En primer término me acerco a la taquilla y la misma ha cerrado hace media hora. Por tanto, hay que tirar de las máquinas expendedoras. Esta vez me voy a las rojas de Occitania, elijo destino y fecha y esta vez sí me aparece la opción de aplicar el descuento Futé por lo que el billete al final sale con el precio que tiene que tener, que son los 10 Euros. ¡Misión cumplida!
Ahora toca esperar a que llegue mi tren, el de las 18:47.

El tren llega a su hora (y de hecho sale treinta segundos antes de lo previsto) y bastante repleto de pasajeros. Consigo un sitio y sesteo hasta que llegamos a Toulouse, con la única novedad de coincidir con un revisor, que hacía lustros que no veía uno en el tren, al menos aquí en España. Con todo el convoy llega a Toulouse-Matabiau cuando aún no se ha hecho de noche.
Como curiosidad, Matabiau, nombre del barrio donde está enclavada la estación de ferrocarril, proviene del occitano “mata buòu” (matar al buey) porque aquí se situaba un antiguo matadero de reses.
Me allego al hotel y allí está el recepcionista que me acogió ayer cuando llegué del aeropuerto. Aquí toca la “franchutada” del viaje, porque en algún momento tenía que llegar. Mi habitación es la 407 y me limito a solicitarla diciendo dígito a dígito. El hombre me replica que aquí en Francia no se dice así sino que hay que decirlo como un número completo. Es decir, que no le vale “quatre, zéro, sept” (4, 0, 7) y lo que le sirve es “quatre cent sept” (407). Le sigo el juego, ¡qué remedio!, y obedientemente le desgrano centena, decena y ordinal haciendo hincapié en el “catrrrrrr” unas cuantas veces para que se quede contento.
La situación es un tanto surrealista pero es que ellos, los franceses, son así. Me dan ganas de recomendarle la visualización de la mítica actuación del dúo cómico Tip y Coll al respecto de cómo llenar un vaso de agua con traducción simultánea.
Como ya hemos cogido confianza le pregunto acerca de la jornada de huelga que se va a desarrollar mañana en toda Francia y que en Toulouse, que haya leído a lo largo de los últimos días, va a implicar cortes en los transportes y manifestaciones multitudinarias. El señor me corrobora la información, me señala que por la mañana estará todo tranquilo pero me aconseja que por la tarde esté próximo al hotel y me aleje del centro en previsión de algaradas entre manifestantes y antidisturbios que provoquen daños colaterales a terceros como pueda ser mi persona si me encuentro por las inmediaciones. ¡Pues me lo pinta bien…! Tengo que darle una vuelta al tema para ver qué hago mañana.
Subo a la habitación, me pongo cómodo y doy cuenta de una aceptable ensalada y unas galletas de chocolate muy chocolateadas. Mientras devoro los manjares pongo la televisión y me hace ilusión coger en un canal un reportaje de la serie documental “Des racines et des ailes” que muestran el patrimonio y la historia de éste nuestro mundo y cuyos programas he visto a menudo cada vez que he pensado en viajar a Francia. En esta ocasión hablaban del Castillo de Amboise, en el Valle del Loira, y se hizo entretenido.
Tengo que consultar con la almohada, a falta de persona física con quien interactuar, al respecto de cómo enfocar la visita turística de Toulouse en el día de mañana porque la semana anterior, que también se llevó a cabo el “bloquons tout”, hubo problemas en el Boulevard Jean Jaurès con lanzamientos de gas lacrimógeno, detenciones y disolución por las bravas de la manifestación por la actitud agresiva de los manifestantes. O eso decían los medios franceses en internet.... Que no pase nada porque, hay que decirlo, el tema me preocupa bastante y me tiene desasosegado.
Buenas noches.
Conclusiones que nos deja el día:
. Por mucho que lleve uno las cosas preparadas y remiradas siempre hay aspectos que se escapan al control, como ha sido el caso de los billetes de tren. Ni se me hubiera podido ocurrir en la vida que había varios tipos de máquinas que expendieran diferentes tipos de billetes y con tarifas diferentes en unas y otras. Pagada la novatada, a aprender para el futuro.
. Carcassonne ha sido una visita plenamente satisfactoria y tengo que decir que me gustaría algún día volver a esta ciudad pero esta vez con un plan de tarde-noche y así pasear por la Cité a la luz de la luna. Debe tener un encanto inigualable. Apuntado, queda. De todas formas, he venido deleitado, gozoso, apabullado, encantado, maravillado y hasta sorprendido de lo que la ciudad, tanto alta como baja, me ha ofrecido.
. Haciendo memoria de otros viajes a Francia creo que corrobora la impresión que me ha quedado esta vez en cuanto al tema de las raciones de comida que sirven los restaurantes. No sé si es que aquí en España estamos mal acostumbrados pero las cantidades que sirven allí tienden al minimalismo. Si a ello le sumamos los precios, pues sales con la impresión de que te has dejado un buen pico y no has salido saciado del establecimiento. Por el contrario, el tema del agua sin coste que te sirven sin tener ni que pedirlo es algo que es un punto a favor y a destacar.
. Reflexionando acerca del día transcurrido he de decir que, como ha sido tan ajetreado, tampoco me ha dado tiempo a sentirme en general muy solo. Sí, ha habido momentos en los que el tiempo se me ha hecho eterno como esperando al tren de vuelta a Toulouse o el propio trayecto en el vagón y hubiera agradecido haber podido estar con alguien y departir de la jornada pero, en general, lo he llevado bien sin más. Luego, aparte, son pequeñas cosas que va a ir tocando pulir a lo largo de los días:
- No hay posibilidad de confrontar informaciones, opiniones o valoraciones por lo que lo que uno piense o diga de hacer se hace con todas las consecuencias, para lo bueno y para lo malo.
- Las fotos que se traen del viaje son las que son y las que uno ha hecho. No hay ese margen de error de que si uno no ha captado un detalle, el acompañante sí lo haya hecho y entre ambos se complementan. Del mismo modo, los recuerdos que se forman de lo experimentado son los que uno ha vivido y no existe forma de añadirles otro punto de vista que puede aportar el compañero de fatigas.
- Lo de compartir platos en la comida para probar de todo pues también pasa a no formar parte de la experiencia. Sí me hubiera gustado tener esa posibilidad de degustar más manjares, la verdad. Por el contrario, si un postre te gusta, te lo comes entero y no tienes que pasar por el “trance” de las dos cucharillas.[/align]