Recogimos nuestra cabaña y fuimos hasta el Fjord Centre, desde donde sale una pasarela para ver la cascada Fossevandring. Se puede recorrer a diferentes alturas, está muy bien.
Habíamos reservado el ferry de Geiranger a Hellesylt (2 adultos y coche 1095 NOK), no nos queríamos perder la experiencia de navegar por el fiordo. Tuvimos un poco de mala suerte con el tiempo, ya que la mañana amaneció soleada, igual que los días anteriores, pero justo a la hora del barco estuvo lloviendo todo el trayecto. Aun así, estuvimos en cubierta todo el rato y mereció la pena. El paisaje es espectacular incluso con lluvia.
En Hellesylt paramos a ver una “pequeña” cascada que hay justo donde desembarca el ferry y pusimos rumbo a nuestro siguiente alojamiento, que estaba al final del lago Oldevatnet.
La carretera que recorre el lago es una auténtica preciosidad, con las montañas, glaciares y cascadas y el reflejo en el lago. Paramos mil veces hasta llegar a nuestra cabaña en el camping Melkevoll Bretun. Una cabaña pequeña pero muy bonita, con tejado de turba, donde pasaríamos dos noches en un entorno precioso junto a una cascada y con vistas a un glaciar.
Muy cerca de nuestro alojamiento sale la ruta hasta el glaciar Briksdalsbreen. Esta ruta suele estar muy concurrida, sobre todo por los cruceros, incluso se puede llegar en unos carritos, pero nosotros preferimos hacerla a pie. La ventaja de hacer la ruta por la tarde es que ya la mayoría de cruceristas estaban de regreso.
Nos gustó mucho, a pesar de lo retraído que está el glaciar. Se pasa por una cascada impresionante, en la que acabas empapado sin remedio. La ruta es preciosa, contemplando la fuerza del río y las montañas coronadas por glaciares.
Para ese día teníamos también prevista una ruta a otro glaciar cercano, el Brenndalsbreen, pero parecía que la lluvia nos había respetado lo justo para la ruta anterior, así que nos fuimos a descansar a la cabaña.