Hicimos noche en el Hotel North Point de la ciudad de Denizli, a unos 20 kilómetros de Pamukkale. Su situación en el centro no nos sirvió de mucho, pues solo paramos para cenar y dormir… poco.


A la mañana siguiente teníamos reservada la excursión en globo que no habíamos podido hacer en la Capadocia. Parecía que en esta ocasión el tiempo la permitiría, pues los pronósticos aseguraban que a partir de medianoche dejaría de llover, condición indispensable para que salieran los globos. Vinieron a buscarnos a las cinco y media de la madrugada.

Fue una decepción comprobar que seguía lloviendo. Las previsiones habían fallado. No obstante, los de la excursión insistieron en que la lluvia cesaría en breve. Todavía era de noche cuando llegamos a los travertinos, donde vimos los globos desplegados y preparados. Teóricamente, íbamos a disfrutar de un bello amanecer, pero solo vimos el cielo negro y la lluvia que no dejaba de caer. Los globos podían subir en un intervalo de tiempo concreto previa autorización de los controladores del aeropuerto. Tocaba esperar. Entretanto, hice unas fotos mientras veía que estaban inflando algunos globos.


Al cabo de más de una hora, la lluvia seguía cayendo incansable, pero nos dijeron que salíamos. No entendíamos nada. Nos llevaron a otra “pista de despegue” con más globos. Llovía y llovía. Llevábamos más de hora y media aguardando y nos empezábamos a impacientar: si no podíamos salir, queríamos marcharnos de allí ya. Pero, claro, si la empresa cancelaba tenía que devolver el dinero, y no les apetecía nada. Al fin, no les quedó más remedio que suspender la actividad porque se les pasaba la hora y los controladores no concedían el permiso. No sabíamos si con más decepción o alivio (daba cierta cosa subir en globo con semejantes condiciones meteorológicas), regresamos al hotel a tiempo para desayunar en el buffet. A continuación, le dijimos adiós a Denizli.
