Amanece un nuevo día y hoy finaliza el viaje a tierras occitanas. Pero antes de partir mi idea es aprovechar la mañana lo máximo posible. Por tal motivo madrugo, preparo la maleta, hago el check-out y dejo los pertrechos en recepción para recogerlos más tarde cuando marcharé al aeropuerto. Tras pasar por el Carrefour de debajo del hotel y pillar algo para comer, porque la agenda no me va a permitir una comida sentado y tranquilo, comienzo la jornada.
El itinerario previsto para el día de hoy es el siguiente:
. Canal de Midi.
. Palacio de Assezat para ver la colección de arte la Fundación Bemberg.
. Visitar el claustro del Convento de los Jacobinos.
. Hotel du Grand Balcon
. Visitar la Iglesia de Notre Dame de Taur.
. Visitar el Museo de historia de Saint Raymond.
. Disfrutar de las recreaciones históricas en la Plaza de Saint-Sernin.
Salgo del hotel y justo enfrente se despliega ante mis ojos un pedacito del Canal du Midi, el más próximo a la esclusa Riquet.
[align=center]TRAMO DEL CANAL DU MIDI EN TOULOUSE
El itinerario previsto para el día de hoy es el siguiente:
. Canal de Midi.
. Palacio de Assezat para ver la colección de arte la Fundación Bemberg.
. Visitar el claustro del Convento de los Jacobinos.
. Hotel du Grand Balcon
. Visitar la Iglesia de Notre Dame de Taur.
. Visitar el Museo de historia de Saint Raymond.
. Disfrutar de las recreaciones históricas en la Plaza de Saint-Sernin.
Salgo del hotel y justo enfrente se despliega ante mis ojos un pedacito del Canal du Midi, el más próximo a la esclusa Riquet.

Existen muchos proyectos históricos para conectar el océano Atlántico con el mar Mediterráneo, y los primeros datarían de la Antigüedad. Sin embargo, todos se enfrentaban al mismo problema de abastecimiento de agua, ya que el canal debía cruzar un punto elevado. Pierre-Paul Riquet encontró la solución al proponer la recogida de las aguas de la Montagne Noire para abastecer su canal. Convenció a Jean-Baptiste Colbert, administrador de finanzas del rey Luis XIV, de que su proyecto de canal permitiría enriquecer Languedoc y Francia al desarrollar el comercio y la obra se llevó a cabo entre entre 1667 y 1684 (12.000 obreros trabajaron al mismo tiempo: excavadores, albañiles, canteros, herreros, carpinteros...) con el establecimiento de 78 esclusas que permitían cruzar, mediante pasos sucesivos, el desnivel del canal. La excavación y el terraplén del canal du Midi, así como la creación de su sistema de abastecimiento de agua (esclusas, acueductos, presas, túnel de navegación...), algunas de las cuales inéditas para la época, constituyen una gran proeza técnica. Junto con Versalles, es el mayor proyecto de ingeniería del reinado de Luis XIV, el Rey Sol.
La IA de Google nos recita sobre el particular:
En la Occitania que el sol ilumina,
un canal serpentea, obra de la vida.
El Canal del Mediodía, con agua cristalina,
una historia en su cauce, bella y extendida.
Barcos que navegan con calma su extensión,
entre alamedas y puentes con gracia.
Toulouse a Sète, una dulce narración,
que el navegante siente con audacia.
Las esclusas se abren, un arte de ingeniería,
descienden los barcos, un paso vital.
A la sombra de árboles, la gran arteria,
un encanto que dura más allá del portal.
Por el sur de Francia, joya de la historia,
un viaje que el alma siempre guardará.
El Canal del Mediodía, en cada memoria,
un recuerdo sereno que jamás se irá.
Esta magna obra de ingeniería no deja indiferente y lo que se puede contemplar no es ni la mínima parte de lo que supone pero uno se hace a la idea de lo que al viajero le pueda aportar si siguiera su cauce.
Toca continuar las visitas de la mañana, las cuales se van a ver amparadas por las Jornadas Europeas del Patrimonio, que se suelen celebrar el tercer fin de semana del mes de septiembre.
Las Jornadas Europeas de Patrimonio (JEP) son un programa de sensibilización sobre el patrimonio cultural, cuyo origen se encuentra en Les Journées Portes ouvertes des monuments historiques de 1984. Su internacionalización en marco del Consejo de Europa se produjo un año después, celebrándose desde 1999 en acción conjunta con la Unión Europea. En la actualidad son el mayor evento cultural europeo de carácter participativo: se celebran anualmente en los Estados signatarios de la Convención Cultural Europea y acogen más de 70.000 actividades, recibiendo con carácter anual a treinta millones de visitantes. Durante las Jornadas Europeas de Patrimonio, miles de monumentos y sitios abren sus puertas, algunas de ellas normalmente cerradas al público el resto del año. Esto permite a los ciudadanos visitarlos de forma gratuita, aprender acerca de su patrimonio cultural común y participar en la protección del patrimonio de Europa para las generaciones presentes y futuras.
Se da la circunstancia de que me enteré de estas Jornadas por casualidad mucho después de programar el viaje en estas fechas y hay que decir que no es la primera vez que me han pillado aquí en Francia. La anterior vez, visitando los Castillos del Loira en un viaje organizado, paramos en la ciudad de Angers y la guía nos comentó que ese día la visita al Castillo de la ciudad, no previsto el verlo, el cual contiene el Tapiz del Apocalipsis, era gratuito por estas Jornadas y que si estábamos interesados reprogramaba la visita del día. La adhesión fue unánime y así pudimos visitar, sin comerlo ni beberlo, el interior del Castillo y el tapiz medieval historiado más antiguo del mundo.
Una vez conocedor de que mi visita, al menos el sábado, iba a coincidir con estas jornadas, me programé el dejar para esa mañana los lugares con coste de entrada y ese dinerillo que me ahorraría, amén de poder asistir a algún evento especialmente diseñado para estas jornadas.
Por tanto, mi primer destino va a ser la visita de la colección de arte de la Fundación Bemberg en el Palacio de Assézat.

El palacete fue encargado en 1555 por Pierre d’Assézat, un acaudalado capitoul de la ciudad. El arquitecto tolosano más importante del Renacimiento, Nicolas Bachelier, se ocupó de su construcción que finalizaría en 1562. Se trata de una obra maestra de la arquitectura renacentista tolosana, destacando su patio de honor y sus fachadas que exhiben elegantemente la expresión de la arquitectura clásica, con la superposición de tres órdenes en cada una de las plantas: dórico, jónico y corintio.
Llego al Palacio como unos diez minutos antes de la hora de apertura y ya hay gente esperando. Me pongo en la cola y mientras esperamos se suceden dos anécdotas:
. En un momento dado irrumpen en el patio un grupo de jóvenes que tienen toda la pinta de venir directamente de farra de la noche anterior y que han accedido para ver qué era aquel edificio. Su actitud plasma perfectamente aquel proverbio que se decía en el instituto en mis tiempos (el saber me persigue, pero yo corro más). Efectivamente, al informarles de que aquello es un museo dan inmediata vuelta y se van por donde han venido como alma que lleva el diablo.
. Unos cinco minutos antes de la apertura de puertas se abre una puerta lateral y muchos de la cola se van disparados para allá pensando que ya se puede acceder. En la puerta aparece un señor y desmiente el hecho indicando que aquello no es el museo sino la entrada a un ciclo de conferencias especializadas de la Academia de Ciencias de Toulouse que se va a celebrar esa mañana. El hombre baja al patio y muy bonachón él nos comenta que es el Secretario honorario de la Academia, que las charlas no son para todos los públicos por su especificidad y sentencia, por último, señalando al museo para animarnos a su visita, “el museo es eterno, la Ciencia es fugaz”, que nos arranca una amplia sonrisa a los que allí estábamos.
Por fin parece que van a abrir la puerta pero antes en la escalinata anterior al acceso se sitúa una vigilante con un detector manual de metales. Uno a uno, cada visitante, debe despojarse de sus pertenencias, abrir mochilas y dejarse rodear a cuerpo entero por el detector lo que me constata que he visto menos celo en muchos aeropuertos. Entiendo que es una fundación privada y quieran evitar que se introduzcan elementos que puedan dañar las obras de arte pero me parece excesiva la exhaustividad con que nos revisan. De hecho, a un chaval que está un poco antes que yo le requisan una botella de refresco de plástico y el hombre está en un lateral trasegándola para no tener que dejarla allí tirada en el exterior. Todo ello influye en que se retrase la entrada al museo. Ver para creer.
Por fin podemos entrar a la Colección de la Fundación Bemberg. El horario de apertura es de 10:00 a 18:00 y el coste de la entrada es de 18 euros (en el día de hoy, sin coste).
A finales de los años 80 del pasado siglo, el coleccionista de arte argentino Georges Bemberg buscaba un lugar para exponer su colección al público. La ciudad de Toulouse puso a su disposición una gran parte del palacete de Assézat, que recibió la prestigiosa colección; el museo se inauguraría en 1995, tras la realización de diversas obras. La primera planta presenta obras antiguas, cuadros, muebles, bronces, objetos de arte, así como las principales escuelas europeas de pintura, con obras de Tiépolo, Canaletto, Cranach, Clouet, Tintoretto, etc. En la segunda planta se exponen obras modernas, impresionistas y posimpresionistas, Manet, Picasso, Dufy, Vlaminck, Monet, Renoir, Sisley, Sérusier, Gauguin, Cézanne, etc.
Las taquilleras están expediendo billetes con un código de barras a los que llegamos pero los mismos no activan los tornos de entrada a las salas de exposiciones. Se ve que al ser un día de entrada gratuita los códigos deben ser distintos y tienen que volver a generarlos. Ello sigue provocando un nuevo tapón, unido al control de acceso ya mencionado. Por fin lo solucionan y ya podemos pasar a las diferentes salas.

Recorro las estancias bajo la atenta mirada de los vigilantes. Si lo de la entrada ha sido concienzudo lo de estos señores es de marcaje individual con patrullas constantes por la sala para que en ningún momento pierdan el contacto visual con los visitantes. No he visto cosa igual en ningún museo y la sensación de incomodidad empieza a crecer en mi interior. Mientras tanto prosigo la visita recreándome en algunos Cranach y Sérusier.
Hay que decir que estamos hablando de una colección privada acorde a los gustos del dueño de la misma. Ello supone que si estás en la misma onda de lo que contemples te placerá pero si tus gustos artísticos no casan mucho con lo que allí se expone no apreciarás en su justa medida la visita en su conjunto. Conclusión, recorro las salas más rápido de lo que pensaba y ya las últimas con desgana. Me siento permanentemente observado y vigilado por los empleados que, todo hay que decirlo, tienen una percha más parecida a portero de discoteca que a vigilante de museo. No lo he disfrutado demasiado por la colección en sí y por el ambiente creado y me marcho aunque me queda la satisfacción de que me he ahorrado los 18 euros que me hubiera costado la entrada cualquier otro día.
A continuación me dirijo al Convento de los Jacobinos para visitar el claustro que me dejé sin ver el jueves. A la entrada el sol incide directamente en los vitrales y crea en el interior una escena de color que invita a detenerse y deleitarse.

Seguidamente entro en el claustro, cuya entrada es libre hoy (y esos cinco euros que también me he ahorrado) y contemplo las salas adyacentes, el refectorio, la capilla de San Antonin y el jardín.
El claustro, construido entre 1301 y 1306, presenta arquerías formadas por arcos apuntados de ladrillo sobre columnas pareadas de fustes cilíndricos delgados. Estas columnas son de mármol y sus capiteles tienen esculpidos diversos motivos florales muy propios del gótico salvo un puñado que son figurados, especialmente de temática zoomorfa. Se observa desde una de sus galerías el espigado campanario de ladrillo que se parece al de Saint-Sernin por su planta octogonal y sus característicos arcos de perfil triangular. Otras dos estancias a visitar son el enorme refectorio y muy especialmente la llamada Capilla de San Antonin que está decorada con diversas pinturas murales góticas que, de forma general, representan escenas del Apocalipsis, ubicadas en el techo y, por otro lado, escenas de la vida del santo en los muros de la capilla.

La visita merece la pena por todo lo que ofrece y me tiro un buen rato recorriendo cada rincón. En varios puntos se ven avisos de visitas guiadas o conferencias enmarcadas en las Jornadas del Patrimonio y me da pena no poderme quedar a asistir a las mismas pero el tiempo es el que es y, me consuelo, porque mi manejo del idioma tampoco me va a permitir comprender el 100% de lo que se cuente.
Tras haber dado buena cuenta de lo que el edificio ofrece me dirijo al siguiente punto de interés. De camino paso por la Plaza del Capitole y debe haber también alguna actividad relacionada con las Jornadas del Patrimonio porque hay una cola tremenda para entrar en el Capitole.
Llego al Hotel du Grand Balcon porque, de alguna manera, hay que rendir homenaje al autor de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry, que vivió unos años en la ciudad de Toulouse.
Antoine de Saint-Exupéry nació en Lyon, Francia, en 1900, en una época donde la aviación estaba en sus primeros días de desarrollo. Desde joven, mostró un interés apasionado por volar, lo que lo llevó a convertirse en uno de los pioneros de la aviación comercialen la compañía Aeropostale. Esta compañía estaba dedicada a establecer rutas de correo aéreo en América del Sur y África, áreas donde Saint-Exupéry pasaría a tener experiencias decisivas en su vida. Sus rutas incluían vuelos desde Toulouse hasta Casablanca, y luego hacia Dakar y Buenos Aires. Estos vuelos no sólo eran físicamente extenuantes, sino también mentalmente agotadores, enfrentando condiciones climáticas severas y navegación sin los beneficios modernos de la tecnología.
Pues bien ,en el Hotel du Grand Balcon se alojaban los pilotos de la compañía Aeropostal y allí se rinde un homenaje al autor dedicando la habitación número 32, donde siempre dormía, a su memoria. En la cafetería del hotel también se conmemora aquellos emocionantes tiempos en los que todo parecía posible, a través de varias fotografías de otros pioneros de la aviación como Henri Guillaumet y Pierre-Georges Latécoère.
Se le atribuyen a Saint-Exupéry las siguientes citas:
•“On ne voit bien qu’avec le coeur. L’essentiel est invisible pour les yeux.” Lo que significa: "Solo vemos con el corazón. Lo esencial, es invisible para los ojos". (incluida en el Principito).
•"Le premier amour est plus aimé, le reste est mieux aimé". Lo que significa: Al primer amor se le quiere más, al resto se le quiere mejor.
•"Vous êtes maître de votre vie et de vos émotions, ne l’oubliez jamais. Pour le meilleur et pour le pire". Lo que significa: Eres el dueño de tu vida y tus emociones, nunca lo olvides. Para bien y para mal.
De seguido cojo la rue Taur y me acerco la Iglesia del mismo nombre, Notre Dame du Taur.

Esta iglesia está particularmente vinculada al martirio de Saint-Sernin a manos de los romanos en el siglo III. El mismo consistió en que lo ataron a un toro y lo arrastraron a través de la ciudad antigua. Después de franquear la muralla, continuó por la vía romana (la actual calle Taur, o Toro), al final de la cual se encuentra la Basílica de Saint-Sernin. La iglesia de Notre-Dame du Taur se edificó donde, según la leyenda, el cuerpo del mártir se separó del toro que lo arrastraba. La historia del martirio se ve plasmada en el gran fresco dorado que está encima del altar mayor. Aquí también se venera una Virgen Negra, Notre-Dame du Rempart, que está vestida de bro-cado.
Esta Iglesia lleva cerrada tiempo porque está en proceso de restauración pero este fin de semana, por las Jornadas del Patrimonio, la han abierto para que la gente pueda visitarla y contemplar los trabajos que se están realizando. Hay bastante gente y también bastantes voluntarios que ayudan e informan a los interesados. Hay andamios por doquier, paños que tapan sacos de materiales y restos de obra pero lo que cuenta es el arte que se atesora en el interior.
Realizo la visita y pongo rumbo al siguiente punto de interés de la jornada.
Todo ello será contada en la próxima y vibrante etapa.[/align]