El trayecto ha resultado rápido y cómodo. Ha sido una gozada andar sin prisas. Observamos el mostrador que nos corresponde para facturar, y horreur, un montón de críos. Escolares de dos centros, de viaje de estudios a Islandia. Nos adjudican los asientos 25E y 25F después de preguntarnos si queremos pasillo o ventanilla. Pasamos Seguridad sin grandes problemas, y aunque me he soltado las botas al ver descalzarse a la gente, no ha sido necesario quitármelas. Nos corresponde la puerta 3, y para ello hay que tomar el trenecillo.
Una vez visto el percal, a desayunar. Había una mesa libre en un bar, hemos dejado las cosas en ella y nos hemos acercado a la barra a ver que hay. Al final han caído un hot dog y un sándwich de beicon acompañados de una cerveza y un café con leche que no debía estar muy bueno. 11,15 libras. No problem, pues nos queda pasta. A las 11:30 pasadas nos dirigimos a la zona de embarque.
Coger el trenecillo, nos bajamos en la primera parada y hacia la puerta 3. Previamente, hemos hecho acopio de bebida y nos damos una vuelta por el baño. Nos apalancamos en la sala de espera y comenzamos nuestro particular Festival del Humor con la videocámara, un jevi lector y el doble de Cristóbal Colón. Los escolares han aparecido todos a la vez y han entrado los primeros.
Como nos ha correspondido la fila 25, hemos tenido que atravesar todo el avión entre chiquillos. En el asiento libre contiguo se ha sentado un gay con pintas de humorista, que al ver que en la fila de atrás había sitio, se ha pasado allá con su pareja. Menos mal. Así queda espacio para estirar las piernas.
Por más que lo he intentado, ha sido difícil dormir. La chavalería desde el momento que se han podido soltar el cinturón de seguridad ha estado dando el coñazo durante todo el vuelo…¡¡y son tres horas!! Menos mal que ha salido puntual al menos. A las 12:45 ha despegado.
Se nos ha hecho un tanto largo el vuelo, a mí al menos sí, y he notado dolor en la espalda. En una que he abierto el ojo, he cazado a un chaval mirándome…al final, hemos empezado a ver Islandia desde el avión. No parece que haya demasiada nieve, en la costa al menos no. Tampoco se ve verde.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El vuelo ha llegado con 20 minutos de adelanto. Las vistas alrededor bastante inhóspitas, tierra yerma. Como dije antes, nada de hierba, todo volcánico. El aspecto del edificio de la Terminal no está nada mal, es moderno y pequeño. Como hemos guardado las mochilas en los compartimentos correspondientes a otras filas, hemos tenido que esperar a que desalojaran los chiquillos para poder cogerlas, pero como no hay prisa, esperamos sentados. Al final, tomamos lo nuestro y afuera. El diseño interior de la Terminal bastante majo, suelo de madera, estructura de piedra…Iraitz se ha dado una vuelta por el reservado y hemos sido los últimos en pasar el control de pasaportes. El señor nos recibe con un “halo”, y al ver los pasaportes “hola”…
Salimos tranquilos pues. No hay mucho movimiento en el aeropuerto. Al pasar la zona de recogida de equipajes, nos han hecho pasar las mochilas por el escáner. Todo OK.
Voucher en mano, hemos ido al mostrador de Flybus y nos lo han canjeado por un billete para dos para Reykiavik, 3400 IKR (21€) los dos. A los 45 minutos de llegar cualquier vuelo, sale un bus hacia la capital. La señora de ventanilla muy rancia por cierto. Salimos por fin a la calle, y notamos el fresco. El cielo no tiene mala pinta, pero el viento está fresquito. Dejamos las mochilas en los compartimentos inferiores, le decimos al coger que vamos al BSI, y nos subimos al bus. No ha subido mucha gente, la verdad. Abandonamos el aeropuerto, y tomamos la carretera hacia la capital. Deben ser unos 50 kilómetros, recorridos bastante rápido. Se me hizo corto al menos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El paisaje, lo dicho, yermo; ni árboles ni verde. A los 45 minutos de partir hemos entrado en el BSI (estación central de buses de Reykiavik). Desde aquí, se ve la torre de la catedral, cubierta de andamios; está en obras, por desgracia. En la misma estación, una señora muy agradable nos ha vendido dos billetes para mañana, para la excursión del Golden Circle; 9800 IKR cada. Mismo precio si te pasan a recoger por el hotel, por lo que mañana nos pasarán a buscar a las 8:30.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Estación de buses BSI
El Golden Circle lo forman tres de las atracciones más importantes de los alrededores de Reykiavik: Las cataratas Gullfoss, Geysir y el parque Þingvellir.
Una vez solucionado el tema de la excursión, hemos emprendido camino hacia el hotel. Desde BSI tomamos a la derecha, y la primera perpendicular a la izquierda hacia el mar. Llegamos a la calle Laugavegur, calle comercial de Reykiavik, y giramos a la derecha. En un momento estábamos en el hotel Phoenix. Comentar que reservé dos noches por anticipado, habitación doble con baño y desayuno por 180€.
El hombre de recepción parece un poco peculiar. Aunque habla muy rápido en inglés, le pillamos bastante bien. Pago con la Visa, y el hombre me saca un papel para que declare que me comprometo a pagar una muta de 500$ si alguien fuma en la habitación. No problem.
El hombre nos acompaña hasta nuestra habitación e insiste en llevarle la mochila a Iraitz. Y se la lleva. Después hemos podido saber porqué: Al ser su mochila más voluminosa que la mía, la estrechez de la escalera en el giro hace que la figura decorativa del descansillo corra grave peligro. Qué cosas.
Nos ponemos cómodos, picamos algo, y a la calle. El tinto que tienen en el mini-bar de la habitación es un rioja, y cobran un huevo. Es muy significativo el repugnante olor que se extiende al abrir los grifos. El olor es debido al sulfuro, y es normal en este país. El señor nos ha dado un plano de la ciudad, con el que nos hemos movido muy bien, aunque la verdad, la ciudad no tiene como para perderse. Bajamos por Laugavegur, después giramos a la derecha, y bajamos por la calle anterior hacia el mar. Pega bastante viento, y aunque hay bastante más tráfico del que me imaginaba, está todo muy tranquilo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Reykiavik es la capital y la ciudad más grande de Islandia. La capital más septentrional del mundo. Tiene alrededor de 120.000 habitantes, pero con su área metropolitana casi llega a los 200.000. Iraitz ha definido con una palabra Reykiavik: Rara. Y estoy de acuerdo. Llegamos a la altura de una especie de escultura que recuerda al armazón de un barco vikingo. La escultura se llama “barco del sol”, y el autor es Jon Gunnar Arnarson. Desde la escultura hay unas vistas magníficas. Poco a poco nos hemos adentrado en la ciudad y los edificios son cada vez más curiosos. El ambiente fresco y un tanto soso.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El "barco del sol".
Encontramos una gran librería, y nos adentramos en ella. Aquí, las librerías se mantienen abiertas hasta bastante más tarde que los comercios normales. Después de un buen rato, nos vamos a la calle sin comprar nada. Cuando hemos llegado al lago Tjörnin, han empezado a caer unas gotas, nada grave. Hemos rodeado el edificio apedreado del parlamento, la iglesia adyacente…por lo visto estábamos en la zona vieja. Debido a la lluvia y el hambre, nos metimos en Tabasco, restaurante mejicano (otra vez picante, es que no aprendemos). Muy bueno todo. 8450 IKR (52,35€). Fuera mientras, llueve.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Salimos de cenar hasta el gorro de Santana, y enfilamos hacia Laugavegur. Topamos un súper en el camino y aprovechamos para comprar dentífrico, galletas y bebida para la excursión de mañana. Enfrente del súper, otra maxi-librería. Se me hace llamativo el gran número de libros en inglés que hay, y la inversión que hacen en traducción en un país de 300.000 habitantes. Ya podían aprender algunos. Comentar, que en Islandia utilizan la Corona Islandesa (IKR), y que durante el viaje, el cambio ha oscilado entre 160/170 IKR x €, casi como la peseta.
Anochece tarde, a las 21h aun hay luz, y en esta época, el día se va alargando 5 minutos al día. Aunque lloviznaba al salir del restaurante, es bastante llevadero. Encontramos Laugavegur y en ella el bar “11” que llevaba apuntado en el cuaderno. Cerrado. No ha pasado igual con el “Dillon”. Subimos las escaleras, vamos directos a la barra y le hemos pedido dos birras al camarero de “rostro alegre”. 1500 IKR las dos pintas.
Poca luz dentro del bar; nos alumbran velitas que el agradable mesonero se ha encargado de poner. En la mesa de enfrente un pedazo de jevi con pantalones de camuflaje y una chavala, en la de detrás, tres tíos de cháchara, y en la esquina un veterano borrachín con 5 o 6 vasos vacíos encima de la mesa. La verdad que pensé que era un bar jevi, y aunque el camarero llevaba largas greñas, y entre la clientela los había similares, sonaba el pelma de Dylan a volumen bajísimo. ¿Queriendo dormir a la clientela?
El borrachín del corner ha tenido la mejor idea del día y ha decidido irse. Hemos vigilado como bajaba las escaleras y, aunque dudamos por un instante, ha bajado sano y salvo. Poco a poco se ha ido espantando la clientela, y nosotros, que veníamos de un largo día, nos hemos dado el piro a las 22h. Dicho y hecho.
Tocamos el timbre del hotel, y nos abre el mismo señor que nos ha recibido. Le decimos que nos llame mañana a las 7:30. Tras pasar por el baño, a escribir un ratito.
Iraitz hace rato que se ha dormido, y yo voy de camino, escribiendo incoherencias debido al sueño. Curioso, hemos encontrado la luz de la habitación encendida, las camas arregladas, y un bombón de menta en cada almohada…
Una vez visto el percal, a desayunar. Había una mesa libre en un bar, hemos dejado las cosas en ella y nos hemos acercado a la barra a ver que hay. Al final han caído un hot dog y un sándwich de beicon acompañados de una cerveza y un café con leche que no debía estar muy bueno. 11,15 libras. No problem, pues nos queda pasta. A las 11:30 pasadas nos dirigimos a la zona de embarque.
Coger el trenecillo, nos bajamos en la primera parada y hacia la puerta 3. Previamente, hemos hecho acopio de bebida y nos damos una vuelta por el baño. Nos apalancamos en la sala de espera y comenzamos nuestro particular Festival del Humor con la videocámara, un jevi lector y el doble de Cristóbal Colón. Los escolares han aparecido todos a la vez y han entrado los primeros.
Como nos ha correspondido la fila 25, hemos tenido que atravesar todo el avión entre chiquillos. En el asiento libre contiguo se ha sentado un gay con pintas de humorista, que al ver que en la fila de atrás había sitio, se ha pasado allá con su pareja. Menos mal. Así queda espacio para estirar las piernas.
Por más que lo he intentado, ha sido difícil dormir. La chavalería desde el momento que se han podido soltar el cinturón de seguridad ha estado dando el coñazo durante todo el vuelo…¡¡y son tres horas!! Menos mal que ha salido puntual al menos. A las 12:45 ha despegado.
Se nos ha hecho un tanto largo el vuelo, a mí al menos sí, y he notado dolor en la espalda. En una que he abierto el ojo, he cazado a un chaval mirándome…al final, hemos empezado a ver Islandia desde el avión. No parece que haya demasiada nieve, en la costa al menos no. Tampoco se ve verde.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El vuelo ha llegado con 20 minutos de adelanto. Las vistas alrededor bastante inhóspitas, tierra yerma. Como dije antes, nada de hierba, todo volcánico. El aspecto del edificio de la Terminal no está nada mal, es moderno y pequeño. Como hemos guardado las mochilas en los compartimentos correspondientes a otras filas, hemos tenido que esperar a que desalojaran los chiquillos para poder cogerlas, pero como no hay prisa, esperamos sentados. Al final, tomamos lo nuestro y afuera. El diseño interior de la Terminal bastante majo, suelo de madera, estructura de piedra…Iraitz se ha dado una vuelta por el reservado y hemos sido los últimos en pasar el control de pasaportes. El señor nos recibe con un “halo”, y al ver los pasaportes “hola”…
Salimos tranquilos pues. No hay mucho movimiento en el aeropuerto. Al pasar la zona de recogida de equipajes, nos han hecho pasar las mochilas por el escáner. Todo OK.
Voucher en mano, hemos ido al mostrador de Flybus y nos lo han canjeado por un billete para dos para Reykiavik, 3400 IKR (21€) los dos. A los 45 minutos de llegar cualquier vuelo, sale un bus hacia la capital. La señora de ventanilla muy rancia por cierto. Salimos por fin a la calle, y notamos el fresco. El cielo no tiene mala pinta, pero el viento está fresquito. Dejamos las mochilas en los compartimentos inferiores, le decimos al coger que vamos al BSI, y nos subimos al bus. No ha subido mucha gente, la verdad. Abandonamos el aeropuerto, y tomamos la carretera hacia la capital. Deben ser unos 50 kilómetros, recorridos bastante rápido. Se me hizo corto al menos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El paisaje, lo dicho, yermo; ni árboles ni verde. A los 45 minutos de partir hemos entrado en el BSI (estación central de buses de Reykiavik). Desde aquí, se ve la torre de la catedral, cubierta de andamios; está en obras, por desgracia. En la misma estación, una señora muy agradable nos ha vendido dos billetes para mañana, para la excursión del Golden Circle; 9800 IKR cada. Mismo precio si te pasan a recoger por el hotel, por lo que mañana nos pasarán a buscar a las 8:30.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Estación de buses BSI
El Golden Circle lo forman tres de las atracciones más importantes de los alrededores de Reykiavik: Las cataratas Gullfoss, Geysir y el parque Þingvellir.
Una vez solucionado el tema de la excursión, hemos emprendido camino hacia el hotel. Desde BSI tomamos a la derecha, y la primera perpendicular a la izquierda hacia el mar. Llegamos a la calle Laugavegur, calle comercial de Reykiavik, y giramos a la derecha. En un momento estábamos en el hotel Phoenix. Comentar que reservé dos noches por anticipado, habitación doble con baño y desayuno por 180€.
El hombre de recepción parece un poco peculiar. Aunque habla muy rápido en inglés, le pillamos bastante bien. Pago con la Visa, y el hombre me saca un papel para que declare que me comprometo a pagar una muta de 500$ si alguien fuma en la habitación. No problem.
El hombre nos acompaña hasta nuestra habitación e insiste en llevarle la mochila a Iraitz. Y se la lleva. Después hemos podido saber porqué: Al ser su mochila más voluminosa que la mía, la estrechez de la escalera en el giro hace que la figura decorativa del descansillo corra grave peligro. Qué cosas.
Nos ponemos cómodos, picamos algo, y a la calle. El tinto que tienen en el mini-bar de la habitación es un rioja, y cobran un huevo. Es muy significativo el repugnante olor que se extiende al abrir los grifos. El olor es debido al sulfuro, y es normal en este país. El señor nos ha dado un plano de la ciudad, con el que nos hemos movido muy bien, aunque la verdad, la ciudad no tiene como para perderse. Bajamos por Laugavegur, después giramos a la derecha, y bajamos por la calle anterior hacia el mar. Pega bastante viento, y aunque hay bastante más tráfico del que me imaginaba, está todo muy tranquilo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Reykiavik es la capital y la ciudad más grande de Islandia. La capital más septentrional del mundo. Tiene alrededor de 120.000 habitantes, pero con su área metropolitana casi llega a los 200.000. Iraitz ha definido con una palabra Reykiavik: Rara. Y estoy de acuerdo. Llegamos a la altura de una especie de escultura que recuerda al armazón de un barco vikingo. La escultura se llama “barco del sol”, y el autor es Jon Gunnar Arnarson. Desde la escultura hay unas vistas magníficas. Poco a poco nos hemos adentrado en la ciudad y los edificios son cada vez más curiosos. El ambiente fresco y un tanto soso.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El "barco del sol".
Encontramos una gran librería, y nos adentramos en ella. Aquí, las librerías se mantienen abiertas hasta bastante más tarde que los comercios normales. Después de un buen rato, nos vamos a la calle sin comprar nada. Cuando hemos llegado al lago Tjörnin, han empezado a caer unas gotas, nada grave. Hemos rodeado el edificio apedreado del parlamento, la iglesia adyacente…por lo visto estábamos en la zona vieja. Debido a la lluvia y el hambre, nos metimos en Tabasco, restaurante mejicano (otra vez picante, es que no aprendemos). Muy bueno todo. 8450 IKR (52,35€). Fuera mientras, llueve.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Salimos de cenar hasta el gorro de Santana, y enfilamos hacia Laugavegur. Topamos un súper en el camino y aprovechamos para comprar dentífrico, galletas y bebida para la excursión de mañana. Enfrente del súper, otra maxi-librería. Se me hace llamativo el gran número de libros en inglés que hay, y la inversión que hacen en traducción en un país de 300.000 habitantes. Ya podían aprender algunos. Comentar, que en Islandia utilizan la Corona Islandesa (IKR), y que durante el viaje, el cambio ha oscilado entre 160/170 IKR x €, casi como la peseta.
Anochece tarde, a las 21h aun hay luz, y en esta época, el día se va alargando 5 minutos al día. Aunque lloviznaba al salir del restaurante, es bastante llevadero. Encontramos Laugavegur y en ella el bar “11” que llevaba apuntado en el cuaderno. Cerrado. No ha pasado igual con el “Dillon”. Subimos las escaleras, vamos directos a la barra y le hemos pedido dos birras al camarero de “rostro alegre”. 1500 IKR las dos pintas.
Poca luz dentro del bar; nos alumbran velitas que el agradable mesonero se ha encargado de poner. En la mesa de enfrente un pedazo de jevi con pantalones de camuflaje y una chavala, en la de detrás, tres tíos de cháchara, y en la esquina un veterano borrachín con 5 o 6 vasos vacíos encima de la mesa. La verdad que pensé que era un bar jevi, y aunque el camarero llevaba largas greñas, y entre la clientela los había similares, sonaba el pelma de Dylan a volumen bajísimo. ¿Queriendo dormir a la clientela?
El borrachín del corner ha tenido la mejor idea del día y ha decidido irse. Hemos vigilado como bajaba las escaleras y, aunque dudamos por un instante, ha bajado sano y salvo. Poco a poco se ha ido espantando la clientela, y nosotros, que veníamos de un largo día, nos hemos dado el piro a las 22h. Dicho y hecho.
Tocamos el timbre del hotel, y nos abre el mismo señor que nos ha recibido. Le decimos que nos llame mañana a las 7:30. Tras pasar por el baño, a escribir un ratito.
Iraitz hace rato que se ha dormido, y yo voy de camino, escribiendo incoherencias debido al sueño. Curioso, hemos encontrado la luz de la habitación encendida, las camas arregladas, y un bombón de menta en cada almohada…