.
Ese día que lleva impreso el billete de vuelta, es hoy. Nos amaneció un cielo con nubes y claros acompañados por 3°C solitarios. No nos dimos madrugón porque conseguimos cerrar las maletas por la noche. Algo que, en algún momento, dudamos. Bueno, Raquel es la que menos titubea en ese sentido.

Contamos con dos maletas más que cuando vinimos y las mochilas así que al no tener la JRPass nos decantamos por ir a la estación de metro de Yotsuya Sanchome de la línea Marunouchi que es la que más cerca teníamos del hotel. Nos acercamos a la estación de Tokio y desde allí, en monorraíl, hasta la terminal de Haneda.

Y en el fondo, sabíamos que estas serían las últimas fotos del viaje, de este. Porque no teníamos claro la vez anterior que volviésemos, y aquí estamos.

Según lo habíamos planificado, una vez en el aeropuerto lo primero que hicimos fue devolver el Pocket Wifi. La devolución es tan sencilla como meter el dispositivo junto con su batería y cables, en un sobre de cartón que te facilitan ellos cuando lo recoges. Se introduce en uno de los buzones de correos que hay en el aeropuerto. Al de unos días, nos llegó un mail confirmando que lo habían recibido y que todo estaba correcto.
Siguiente paso, localizar el mostrador de facturación para hacer el check-in de las maletas. No teníamos claro qué sucedía, pero tardamos bastante en hacer el trámite. Había un grupo y creemos que estaban teniendo algún problema con ellos.
Siguiente paso, localizar el mostrador de facturación para hacer el check-in de las maletas. No teníamos claro qué sucedía, pero tardamos bastante en hacer el trámite. Había un grupo y creemos que estaban teniendo algún problema con ellos.

Tras hacer el trámite, salimos al mirador exterior con el que cuenta el aeropuerto para ver a los aviones y sus operaciones varias. Tomamos café. Pero principalmente nos dedicamos a disfrutar de las vistas con otro montón de gente haciendo lo mismo a nuestro alrededor.


Y cuando nuestro vuelo apareció en las pantallas, inhalamos profundamente aire japonés y nos dirigimos diligentemente a la puerta de embarque donde ya nos esperaba el Boeing 747-8 que nos iba a llevar hasta Frankfurt.


Al montar en el avión vimos a quienes serían nuestros vecinos más cercanos por unas cuantas horas y entre ellos se encontraban varios bebés y niños pequeños. Y sus respectivos progenitores, claro …jaja
En lo que se hacía la maniobra de desacople (seguro que tiene otro nombre más técnico pero lo desconozco y me da pereza googlearlo) sacamos algunas fotos a los aviones de alrededor ...umm, uno era de Korean Air. ¿Sería una señal? Se oyen rumores …jeje
En lo que se hacía la maniobra de desacople (seguro que tiene otro nombre más técnico pero lo desconozco y me da pereza googlearlo) sacamos algunas fotos a los aviones de alrededor ...umm, uno era de Korean Air. ¿Sería una señal? Se oyen rumores …jeje

Poco más tarde de las 13h15, nos dirigimos a la pista de despegue (34-R) y tras esperar a un avión que tenía prioridad para aterrizar, cogimos velocidad y en pocos segundos estábamos en el aire.


No llevaríamos ni una hora de viaje cuando al mirar hacia afuera, estaba comenzando a atardecer. Pero, sí íbamos hacia el oeste, no se debería hacer de noche, sino que iríamos hacia el amanecer …Umm evitando el espacio aéreo ruso como en el viaje de ida…

Y entonces pusimos en la pantalla la info sobre el vuelo y nos llevamos una sorpresa porque estábamos yendo hacia el norte … ¡íbamos a sobrevolar el ártico atravesando el estrecho de Bering! ¡qué pena que lo haríamos de noche!

Para que os hagáis mejor una idea de cómo fue la ruta, os dejamos esta recreación hecha a partir de una imagen de Google Earth.

No tardaron en traernos la comida. Pasta para mí y arroz para ellas que aún no querían cambiar de estilo de menú. Intentamos después descansar un poco, yo cerrando los ojos y dormitando, otras, viendo pelis).

Entre rato y rato echábamos un vistazo a las pantallas de info de ruta para ver por dónde íbamos y sobre las 18h30 estábamos atravesando Bering. Y nos dimos cuenta entonces de que en este viaje íbamos a ver atardecer dos veces. Porque al comenzar a descender hacia el sur, nos encontraríamos con el atardecer en Europa. Ya veis que encontramos entretenimiento fácilmente… jaja

Así que cuando en una de estas que miré por la ventanilla para ver sí se distinguía algo de algo, vi unas luces a lo lejos que no supe identificar. Ni corto ni perezoso, me giré para comentárselo a Anna. ¿Primer pensamiento que se te cruza? Jaja... ¡ese! … ¡pues no! En cuanto se asomó lo tuvo claro, muy claro ¡es una aurora boreal! ¡No me fastidies! A mí me entró el nerviosismo estilo al que me entró cuando vi mi primer oso grizzly en Canadá. (Podéis verlo en nuestro diario por las Canadian Rockies).
No teníamos la cámara a mano por que estaba en el compartimento superior y puede que solo duren unos segundos, minutos a lo mucho. Así que, no podéis imaginaros (o sí, conociéndonos un poco) la que montamos para conseguir, aunque solo fuese una foto. Y es que las luces del interior del avión a pesar de ir en modo noche, se reflejan en el cristal y para evitarlas, allí que montamos una especie de tienda de campaña con las mantas de dormir. Nos daba igual todo. Mirábamos al resto del pasaje y la mayoría iba dormido ajeno a las auroras y a nuestro revuelo … jaja. Raquel ya está acostumbrada así que se dedicó a mirar también y a ayudarnos.
No teníamos la cámara a mano por que estaba en el compartimento superior y puede que solo duren unos segundos, minutos a lo mucho. Así que, no podéis imaginaros (o sí, conociéndonos un poco) la que montamos para conseguir, aunque solo fuese una foto. Y es que las luces del interior del avión a pesar de ir en modo noche, se reflejan en el cristal y para evitarlas, allí que montamos una especie de tienda de campaña con las mantas de dormir. Nos daba igual todo. Mirábamos al resto del pasaje y la mayoría iba dormido ajeno a las auroras y a nuestro revuelo … jaja. Raquel ya está acostumbrada así que se dedicó a mirar también y a ayudarnos.

Y después del subidón de la aurora boreal, el resto del vuelo transcurrió tranquilo y sin novedades. Sobre las 21h nos dieron un tentempié… ellas pidieron un onigiri (se resistían) y yo pedí un bizcocho.

Pasadas las 00h30, poco después de sobrevolar Groenlandia, vimos tímidamente el segundo atardecer. Lo más curioso es que como llegábamos a él tras estar en completa oscuridad, daba la impresión de estar en un amanecer, pero la luz apenas duró unos minutos y de nuevo nos sumergimos en la noche.

A las 2h15 (18h15 hora de Europa) cuando estábamos sobrevolando las costas de Noruega, nos trajeron un “bocata” de queso y vegetales a modo de merienda. A estas alturas, teníamos un buen jaleo de horas y de comidas! Jaja…

A las 19h30, hora de España, nuestro avión tomó tierra sin incidencias en Frankfurt. Una vez en la terminal, lo primero que hicimos era verificar que nuestro vuelo a Bilbao aparecía en pantallas. Porque llegados a este punto, ya solo quieres llegar a destino. El tiempo de transito era de 1h30 así que prácticamente no nos dio tiempo a mucho.
Por cierto, nuestros bebés vecinos, se portaron dentro de lo previsto y tuvimos nuestros ratitos de intercambio de saludos y juegos, porque dormir no entraba mucho en sus planes. El de justo delante, asomaba de vez en cuando la cabeza entre los asientos para pedirnos “guerra”… Y ¡guerra le dábamos!… jajaja. Su madre al despedirnos nos pidió perdón por sí el niño nos había molestado y le dijimos que podía estar tranquila porque no había sido el caso.
Por cierto, nuestros bebés vecinos, se portaron dentro de lo previsto y tuvimos nuestros ratitos de intercambio de saludos y juegos, porque dormir no entraba mucho en sus planes. El de justo delante, asomaba de vez en cuando la cabeza entre los asientos para pedirnos “guerra”… Y ¡guerra le dábamos!… jajaja. Su madre al despedirnos nos pidió perdón por sí el niño nos había molestado y le dijimos que podía estar tranquila porque no había sido el caso.

A su hora despegamos de Frankfurt y en poco más de 2h estábamos en Bilbao. Alberto había vuelto a hacernos el favor de ir a recogernos. Y menos mal que trajo su coche porque las dos maletas extra no eran de tamaño cabina precisamente… creo que ya lo habríais imaginado a estas alturas.

.