Hoy es nuestro último día de la aventura en Tailandia. Decidimos no madrugar ya que el día va a ser muuuuy largo. Tenemos que dejar la habitación por la mañana y hasta las 02:50 (por la noche) no sale el vuelo.
Nuestra idea inicial fue reservar un hotel cerca del aeropuerto para relajarnos por la tarde y pasar la tarde/noche en el hotel tranquilamente y que el trayecto al aeropuerto fuera corto. Viendo que nos va la marcha y que nos gusta más la calle que el hotel decidimos hablar con Lampuhouse y ver qué nos ofrecen. Tienen el hotel completo (o eso dicen) y no nos pueden dejar una habitación durante ese día (ni gratis, ni pagando). Lo que sí pueden hacer es dejarnos unas toallas (previo pago) para que nos podamos duchar en los baños comunes (a la hora que queramos) y nos guardan las maletas sin coste alguno.
No nos parece mal plan así que aceptamos y así ahorramos un dinerillo en una reserva extra de hotel que, realmente, tampoco íbamos a usar.
Y lo dicho, nos levantamos tarde, desayunamos en el hotel (pedimos de todo y nos cuesta 210 bath) y volvemos a la habitación para dejar hechas las maletas y bajarlas a recepción y que nos las guarden.
Miramos en Grab cuánto cuesta ir al parque Lumphini y nos pone 130 bath. Paramos a un taxista (más bien se para él a nuestro lado) y le preguntamos si nos lleva a Lumphini por 150 bath. Acepta y nos montamos. Realmente no hemos usado nunca Grab (creo que sólo una vez) para pillar un taxi. Casi siempre lo hemos hecho para tener una referencia del precio y luego coger un taxi normal.
Llegamos al parque en busca de relax y de varanos y rápidamente los vemos. Están en el agua y si andamos un poco más los vemos en la hierba paseando.

Vemos unos cuantos comiéndose algo y les hacemos fotos sin parar. Es un espectáculo. Los niños están flipando.

Después vamos a un parquecito para que los niños se tiren por el tobogán y jueguen. Compramos algo de beber en un puestecillo. ¡Hace mucho calor!, y buscamos un sitio para comer.
Aquí comenzamos a dar vueltas, nada nos convence y todo lo de alrededor es carísimo. Nos ponemos a andar y acabamos en una calle donde hay un restaurante español (“Taburete”) que tienen albóndigas en la carta (que está en una pizarra en la puerta) y los niños insisten tanto y mi marido está insoportable y decidimos entrar.
Yo soy un poco anti restaurantes españoles en el extranjero (y más si es el día antes de volver) pero ya no voy a discutir. Hace calor, estamos cansados y no hemos visto nada apetecible por el camino así que, ¡para dentro! Reconozco que comimos fenomenal, aunque fue bastante caro (1600 bath).
Cuando terminamos de comer, damos una vuelta por el barrio de Silom. A mí, personalmente, no me gusta nada. Me quedo 1000 veces con la zona de Khao San Road pero entiendo que es cuestión de gustos.
Se pone a llover (qué digo llover, ¡diluviar!) y nos vamos a la parada de metro más cercana. Compramos unos tickets y el metro nos lleva hasta cerca de Wat Pho. Esperamos dentro de la estación un buen rato hasta que deja de llover y cuando salimos decidimos dar un paseo hasta el hotel. Nos lo tomamos con calma ya que no tenemos prisa y antes de llegar al hotel nos tomamos una cervecita por el camino.
Al llegar al hotel les pedimos toallas (20 bath cada una) y nos vamos a los baños comunes (en el hotel hay habitaciones sin baño privado). Nos damos una ducha y nos cambiamos de ropa. Las maletas las dejamos allí mismo y nos vamos a cenar.
Volvemos a los puestecillos del día anterior (que nos han gustado mucho) y de ahí a un sitio al lado donde tomamos unas cervezas (nuestras últimas Singha y Chang de nuestro viaje).
Damos un último paseo por la calle Rambuttri y gastamos los últimos bath que nos quedan en varias compras.
A las 23.30 h. llega el taxi que habíamos reservado con la agencia (la misma de la excursión a los mercados) y que nos cuesta 450 bath.
Tardamos 1 hora en llegar al aeropuerto y allí hacemos el check-in, pasamos los controles y damos una vuelta.
Gastamos los últimos bath en unas chuches y esperamos pacientemente a que abran la puerta de embarque para montar en el avión. Es tarde y estamos cansados. Los niños casi casi dormidos.
Los vuelos son puntuales y sin incidencias. La escala en Dubai es sólo 1 hora 40 minutos que se pasan rápido.
Aterrizamos en Madrid a la hora prevista y cogemos un taxi y ponemos rumbo a nuestra casa.
Nuestra aventura en Tailandia ha terminado para la familia pero lo hemos pasado genial.
Hemos llenado nuestra mochila con nuevas aventuras, experiencias y vivencias.
¿Y ahora qué?
¡A por el siguiente viaje!

Subo una última foto (con nosotros como protagonistas) que me apetece compartir. Muchas gracias por leer el diario. Espero que sirva de ayuda a futuros viajeros

