Nos despertamos pronto para la excursión del día, desayunamos en el hotel (hay bastante variedad y está todo muy rico) y ponemos rumbo al punto de encuentro donde hemos quedado para comenzar la excursión (que está justo al lado del hotel).
Nos damos cuenta de que somos muchísimos y nos dividen en grupos. Montamos en una lancha rápida directamente desde la playa de AoNang y nos vamos hacia una isla pequeña que se conecta con otra por una lengua de arena. Lamentablemente, cuando llegamos, aún hay marea alta y no podemos cruzar a la otra isla. Además, hay carteles que advierten de su peligrosidad.
Nos hacemos fotos y pasamos un rato pero realmente no hay mucho que hacer y los niños se aburren. Además, el sol pega bastante.
De ahí nos vamos a hacer snorkel a otra isla. El snorkel es muy muy regulero. Mi hija estaba muy decepcionada porque pensaba que vería otra cosa y no “más de lo mismo”. (Claro, viene de ver tiburones y tortugas y aquí sólo hay pececillos...)
De ahí nos llevan a Poda Island que es donde comeremos. De camino vemos que la lengua de arena de la primera parada ya se puede cruzar pero a nosotros nos han llevado antes de que se pudiera. Le preguntamos al guía y nos dice que es mejor así. Que ahora se llena de gente y no está planificado. Nos quedamos un poco chof porque nos hubiera gustado cruzarlo pero bueno…
En Poda Island nos dejan bastante rato. Allí comemos y hacemos snorkel, además de bañarnos en las aguas turquesas dignas de postal.
Vemos al fondo que se acerca una tormenta y rezamos porque no nos pille.
La última parada del día es Railay. El barco nos deja en medio del mar (a unos metros de la orilla) y tenemos que llegar a la orilla caminando por un lodazal. Sinceramente, bastante asqueroso.
De ahí vamos por un camino lleno de monos y terminamos en la playa donde está cueva de Phra Nang.

Y, de repente, llega una tromba de agua. Nos resguardamos y hacemos alguna foto. Como toda tormenta en Tailandia, dura poco más de 15 minutos y, aunque luego no sale el Sol y sigue lloviendo, lo hace muy muy poquito y muy fino lo que nos permite salir a pasear por la orilla y disfrutar de las vistas.
Y como ya había poco que hacer, volvemos al barco y de ahí al puerto de AoNang (que no está cerca de la playa donde lo cogimos por la mañana).
Cuando llegamos nos están esperando unas furgonetas y en función del hotel nos montamos en una o en otra.
Nos dejan en el hotel a media tarde, lo justo para continuar el día en la piscina. De hecho, es lo que hacemos.
Después de unos cuantos baños en la pisci, salí a la calle principal a comprar algo de dulce para la merienda. Hay un puestecito donde hacen “Roti de banana con nutella”. Me llevo uno por 60 bath y pillo algo de fruta en el puesto de al lado. Unas cerves (cómo no) en el 7eleven y ¡a merendar en la piscina!
Después del descanso piscinero y de una buena ducha, salimos a cenar. Encontramos un sitio muy chulo y muy autóctono llamado “Family Thaifood&Seafood” que se encuentra en un callejón sin salida y que lo regenta una familia tailandesa. Cenamos súper bien (ojo que las raciones son grandes) y de ahí nos fuimos a tomar unas cervecitas a un bar por la zona.


