VUELTA A CHRISTCHURCH – WANAKA, HOKITIKA, CHRISTCHURCH ✏️ Diarios de Viajes de Nueva Zelanda

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Seis y media de la mañana y el sol a punto de salir. Compañeros de cuarto tirados y pestazo de alcohol en el ambiente. Hago maletas y salgo de la habitación. Ducha. Comedor vacío, bien. Café cargadito y contemplación de la salida del sol sobre el lago Wanaka desde la terraza del hostel, fantástico.

Finalmente había decidido coger la carretera de los glaciares. Las previsiones de tiempo volvían a ser pésimas para esa zona pero decidí seguir el consejo de los backpackers de Timaru “Don’t care about the weather, just keep moving, it will change” (no te preocupes del tiempo, tan solo sigue moviéndote, ya cambiará). Era un trayecto bastante largo por lo que no podía salir muy tarde si quería hacerlo con calma y era la última posibilidad de ver el glaciar Fox que tanto se estaba resistiendo.

A las siete y media aparecen los surferos galés y canadiense y desayunamos juntos aprovechando que el solecito está de muerte. Se une Nathan, otro surfero de California que llegó ayer a última hora. Tras una hora de conversación decido levantarme y empezar ruta. “Goodbye guys, have a nice trip!”.

Silver Bullet esperaba pacientemente. Hoy le tocaba una buena tunda. Introduje “Hokitika” en el GPS y marcó 395 kilómetros. El sol lucía a la salida de Wanaka pero 40 kilometros después ya se avistaban densos nubarrones sobre el Haast Pass que nos debería llevar a la costa oeste, al otro lado de la cordillera.

Salida de Wanaka. Radiante. *** Imagen borrada de Tinypic ***

Hacia el Haast Pass. Chungo. *** Imagen borrada de Tinypic ***

La carretera del Haast Pass desde Wanaka hasta Haast es increíble. El tramo Wanaka-Makarora discurre entre los lagos Wanaka al oeste y Hawea al este. Desde Makarora hasta Haast el paisaje cambia completamente y aparece un bosque tipo tropical exuberante que va flanqueando la carretera durante 150 kilómetros. Verde y más verde, parece no querer acabarse nunca. A diferencia del Arthur’s Pass (su hermano del norte) el Haast Pass no se encuentra a tanta altura por lo que el bosque se mantiene durante todo el trayecto sin dar paso a los paisajes alpinos que se pueden observar en el Arthur’s Pass. Empezaba a llover.

Carretera hacia Haast. *** Imagen borrada de Tinypic ***

La carretera de los glaciares discurre entre Haast y Greymouth. 275 kilómetros que bordean los glaciares Fox y Franz Joseph y permiten ver el mar de Tasmania de vez en cuando. La lluvia no remitía. Me encontraba un poco cansado después de tres horas de conducción y decidí parar frente al mar. El sitio era curioso. Imagino que hace tiempo, a alguien se le ocurrió dejar un montón de piedras apiladas con gracia y desde entonces todos hacen lo mismo al llegar a este punto. El resultado es una especie de galería de arte al aire libre con montones de piedras de diferentes formas y colores. La lluvia empezaba a ser preocupante.

Glaciers Road. Mar de Tasmania. *** Imagen borrada de Tinypic ***

Estaba ahí. Había llegado al Glaciar Fox o por lo menos eso creía por el cartel. No se veía un carajo. Nublado a más no poder y con un tormentón de narices. Me tuve que contentar con la foto del cartel y poca cosa más. Me cogió una sensación mezcla de cabreo e impotencia mientras miraba como las gotas resbalaban sobre el cartel “Fox Glacier”. No había nada que hacer excepto calmarse un poco y pensar. Continuaba el trayecto hacia el norte y había que decidir en donde parar para dormir.

Fox Glacier (segundo intento). Mi gozo en un pozo. *** Imagen borrada de Tinypic ***

No paraba de llover y ya empezaba a estar hasta las bolas. Decidí apurar kilómetros al máximo para no conducir demasiado al día siguiente. Hokitika no tenía nada de especial excepto que era el sitio más cercano a Christchurch donde podía llegar a una hora razonable. Recordé el episodio de la borrachera de aquellos chavales la noche anterior en Wanaka y decidí no buscar habitación en el pueblo sino en alguna zona alejada y más tranquila. El Birdsong BBH, a unos tres kilómetros al norte de Hokitika, parecía un buen sitio. Llegué sobre las 8 de la tarde bastante cansado de tanto kilómetro y tanta lluvia. El hostel tenía buena pinta y en mi habitación sólo dormía una chinita muy callada, genial. Cena rápida y a dormir…y apareció Bernd, el alemán de los mejillones que conocí en el Mountain View de Wanaka. Estuvimos hablando un rato y pude conocer a los amigos que tanto le estaban “chafando” el viaje, parecían buena gente. Tras una hora de sobremesa nos fuimos todos a dormir.

Silver Bullet ronroneaba suavemente mientras avanzaba ajeno a los mensajes del GPS. Quedaban sólo 180 kilómetros, eran las 8 de la mañana y ya estábamos en carretera, perfecto. Nos podíamos permitir pasar por el Arthur´s Pass tranquilamente, parar para un café, volver a admirar los paisajes alpinos sublimes y volver a tomar todas las fotos que fueran necesarias. El GPS iba dictando de forma inexorable los kilómetros que quedaban para que mi aventura con Silver Bullet llegara a su final. 180, 170, 160, 150….

Llegamos a la tienda de alquiler de coches (Jucy Rentals). Silver Bullet paró delicadamente. Marcaba 3.782 kilómetros cargados de aventurillas y grandes momentos por la isla Sur. Entré y devolví las llaves. Una chica muy amable me preguntó “Ha ido todo bien?”, “De maravilla”, le contesté. “Bien, ahora lo voy a llevar atrás para que verifiquen que todo está correcto”. Estuve a punto de soltar un “Con cuidado, trátenlo bien”, pero preferí ahorrarme una mirada de extrañeza (uno que es un sentimental).

Me dejaron en el aeropuerto de Christchurch y en el momento de facturar me llevé la sorpresa de que había cambiado el día de vuelo con JetStar pero, sin querer, también el tipo de tarifa, por lo cual no podía facturar mi maleta de gratis (con razón había salido tan barato el cambio). Al final, facturar la maletita me costó lo mismo que el propio vuelo (40 euros), cojonudo.

Tenía ganas de volver a ver la isla Sur desde el aire. Ahora me la conocía más y podía identificar los sitios que íbamos a sobrevolar. No contaba con el tiempo (de nuevo) y el mar de nubes que había encima de la isla sur era monumental. Tan sólo se podían vislumbrar las cimas de unas montañas que identifiqué como las que flanquean Kaikoura. La hora y media de viaje se pasó rápida.

Vuelo Christchurch-Auckland. Mar de nubes. *** Imagen borrada de Tinypic ***

Vuelo Christchurch-Auckland. Montañas Kaikoura. *** Imagen borrada de Tinypic ***

Ya en Auckland, al ir a buscar mi equipaje tenía un par de chicos delante de mí y me pareció escuchar “joder y ahora no salimos de Auckland hasta las 4 de la mañana, vaya paliza!”. Efectivamente, eran españoles. Antonio (sevillano) y Rubén (Cádiz) llevaban 3 semanas viajando por la isla sur y venían de Christchurch para enlazar con el vuelo de vuelta a casa. Ninguno de los tres tenía ninguna prisa por lo que nos quedamos una hora charlando en la zona de fumadores del aeropuerto.

Mientras esperaba el autobús para ir al YHA International de Auckland donde iba a pasar la noche me encontré a otra pareja, él de Aranda de Duero y ella de Madrid. Parecía que los españoles estaban empezando a aparecer. Una vez en el hostel ya era tarde, las 10 de la noche. Me preparé la cena y mientras cenaba escuché un familiar “Si mama, estem molt be. Ara ens quedarem per Nova Zelanda 2 setmanetes”. Una pareja de Barcelona que llevaba un año viajando por el mundo y les quedaban 3 meses para volver a España e iniciar la aventura de buscar trabajo. Alargamos hasta las once y media y nos fuimos a dormir. Coincidió que dormíamos en la misma habitación.

Había que dormir bien. Mañana empezaba el palizón surfero.

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