Manzanares el Real es uno de los pueblos más conocidos a nivel turístico de la Comunidad de Madrid en lo que a los propios madrileños se refiere, sobre todo al tratarse del punto de referencia para visitar La Pedriza, maravillosa zona geológica, Reserva Mundial de la Biosfera, integrada en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, donde se pueden realizar numerosas rutas de senderismo. Los relatos de algunas de las que hemos hecho figuran en otras etapas de este diario, cuyos enlaces he puesto al final de esta narración.
Manzanares el Real desde La Pedriza.
Sin embargo, en esta ocasión, a principios de enero, apenas un par de días antes de la llegada de nuestra recordada borrasca Filomena, fuimos a Manzanares el Real para visitar otro de sus grandes atractivos, el Castillo de los Mendoza, uno de los mejor conservados de nuestra región y cuyo exterior habíamos visto una infinidad de veces, aunque sin haber entrado nunca.
UBICACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
ITINERARIO DESDE MADRID CAPITAL.
Manzanares el Real se encuentra a unos 54 kilómetros por carretera del centro de Madrid capital y se tarda poco más de tres cuartos de hora en llegar, siempre que no haya complicaciones de tráfico, naturalmente. Normalmente, como itinerario más rápido en los navegadores, por ejemplo Google Maps, aparece la opción de la M-607 (Colmenar Viejo) y luego, sucesivamente, la M-609 y la M-608, que es la que pasa por la localidad. No obstante, dependiendo del punto de partida, puede compensar ir por la A-6 hasta Collado Villalba y allí tomar ya la M-608. Éste suele ser nuestro caso, aunque también es muy frecuente que vayamos por un sitio y volvamos por el otro para variar el recorrido y hacerlo más ameno.
ALGUNOS DATOS PREVIOS.
Situado a 809 metros de altitud sobre el nivel del mar, a los pies de la Sierra de Guadarrama, la capital del quinto término municipal más extenso de la Comunidad de Madrid presenta como telón fondo la fantástica imagen pétrea de La Pedriza, que llama la atención de no solo de los que visitan la localidad sino de casi todos los que la divisan a distancia, especialmente cuando la ilumina el sol. Confieso que ese amasijo enorme de rocas descolocadas, que aparentan haber caído del cielo al azar, esculpidas la mayoría en formas inimaginables, es una estampa que siempre me ha atraído como un imán. Del mismo modo, al circular por las inmediaciones, se me iba la mirada hacia el castillo que preside la localidad, un recuerdo vivo y casi único, aunque bastante bien conservado, de su insigne pasado medieval.
Pese a que estos lugares ya estuvieron habitados durante la prehistoria, hecho confirmado por recientes hallazgos arqueológicos, que incluyen pinturas rupestres, fue a finales del siglo XIII cuando empezaron a mencionarse estas tierras en documentos con motivo de la repoblación llevada a cabo en tiempos de Fernando III. Como consecuencia de los movimientos de personas, surgieron conflictos entre sus primitivos pobladores y las gentes procedentes de Segovia que se expandieron hacia el sur, todo ello en el marco habitual para la época de luchas entre los nobles entre sí y de éstos con la realeza.
Para acabar con tal situación, Alfonso X incorporó este territorio a la Corona, con la denominación de El Real de Manzanares, hasta que Juan I se lo entregó a Pedro González de Mendoza a finales del siglo XIV. Y fue bajo el predominio de los Mendoza, cuando vivió su época de mayor esplendor, entre los siglos XV y XVI
. Actualmente, la localidad cuenta con casi 9.000 habitantes en un censo que no ha dejado de crecer, a lo que han colaborado las numerosas urbanizaciones y segundas residencias en sus inmediaciones, lo que incrementa mucho su población en fines de semana y durante el verano. Otro hecho reseñable es que en el Castillo de Manzanares el Real se proclamó la autonomía madrileña en el año 1982, pues allí se celebró la constitución de la Asamblea de parlamentarios de Madrid y la aprobación de la ponencia que había redactado el Estatuto de Autonomía.
NUESTRA VISITA AL CASTILLO-FORTALEZA DE LOS MENDOZA.
A la hora de visitar el castillo, lo primero que hay que conocer es el horario y los días de cierre. Así que antes que nada consulté la siguiente página web, en la que, además de obtener todo tipo de información, se pueden descargar folletos y mapas: www.comunidad.madrid/ ...nares-real
Descartando el lunes, ya que es el día de cierre, optamos por acudir una jornada laborable, ya que en fines de semana hay mucha concurrencia. Incluso así, nos encontramos con bastante gente, ya que a primeros de enero todavía estábamos en plenas vacaciones navideñas y los niños no tenían colegio; lo cual se notaba y mucho. Por lo demás, la mañana amaneció con un sol radiante y una temperatura prevista de unos quince grados a medio día, justamente lo que necesitábamos para poder cumplir nuestra idea de comer al aire libre. Además, la nieve adornaba el horizonte, cubriendo las cercanas cumbres de Guadarrama, lo cual embellecía mucho el panorama.
Dejamos el coche en un aparcamiento que hay al lado de la carretera, frente al castillo, y nos dirigimos hacia la entrada de visitantes, que está por la parte de atrás, si bien desde la misma carretera ya pude sacar alguna bonita foto del castillo.
Pese al control de aforos por la Covid, no tuvimos problema en acceder, pues, como he comentado, aunque había más gente de visita de lo normal en un martes laborable, la afluencia no resultaba agobiante ni mucho menos. El precio de la entrada normal es de 5 euros, si bien cuesta 3 euros para mayores de 60 años, niños, parados, etc. También hay posibilidad de hacer visitas teatralizadas, de las que se puede obtener información en la página web que he citado anteriormente.
Antes de entrar al castillo, se realiza un pequeño recorrido auto-guiado por el exterior y los jardines, que cuentan con paneles explicativos y miradores desde los que se puede contemplar tanto las fachadas como el Embalse de Santillana y sus alrededores. Como sucede con la mayor parte de las fortalezas medievales, cuyo abandono a partir de que perdieran su razón de ser a partir del siglo XVII propició un profundo deterioro, este castillo fue restaurado dos veces, una en 1919 y otra en 1965. En la actualidad, sigue siendo propiedad de los Duques del Infantado, aunque su gestión la lleva a cabo la Comunidad de Madrid.
Las obras del castillo las inició en 1475 el I Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza, y las prosiguió su hijo Iñigo López de Mendoza, quien confió el proyecto a Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos y uno de los más representativos del gótico tardío castellano.
Durante esta fase, a la primitiva fortaleza se incorporó un conjunto palaciego interior dotado de los espacios necesarios para las actividades públicas y privadas de una familia del más alto rango social, cuyo escudo de armas aparece en la fachada. Igualmente constituyen elementos dispuestos para realzar su linaje, la antigua Iglesia parroquial de Santa María de la Nava, convertida en capilla privada, los arcos góticos que enmarcan unos grandes ventanales, la fantástica galería sur de estilo gótico flamígero, las torres rematadas con bolas isabelinas y el juego de colores de la piedra. En definitiva, una mezcla de estilos medievales y renacentistas que también observaríamos posteriormente en el interior.
El castillo dispone de una barbacana y cámaras de tiro con saeteras, rematadas por la Cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén. De planta cuadrada, cuenta con tres torres circulares con almenas y una torre del homenaje ochavada. Todo ello lo pudimos apreciar muy bien desde el exterior, con la ayuda de un panel informativo que presenta un gráfico muy descriptivo.
Después de sacar unas cuantas fotos, entramos al patio por la puerta principal, flanqueada por sendas torretas, y tras girar a derecha e izquierda, pasamos al interior, donde nos pusimos el consabido gel desinfectante. Además, tuvimos que esperar un par de minutos, ya que la sala contigua es pequeña y tenía el aforo completo. A lo largo de todo el recorrido está permitido hacer fotos sin flash.
El Centro de Interpretación incluye una serie de pantallas y paneles informativos, en los que se relata cómo era la vida en los castillos y la historia de éste, en particular. Luego, subimos por unas escaleras, que nos condujeron a una sala audiovisual donde se exhibía un video, y, después, salimos al Patio de Armas, que cuenta con dos plantas y está provisto de galerías de estilo gótico tardío. El patio se encarga de distribuir las estancias y un cartel informativo nos recomienda fijarnos en que la piedra caliza que se utilizó para los arcos y las balaustradas es muy diferente de la roca granítica de las fachadas.
Tras visitar las salas de la planta baja, que se abren en torno al patio, subimos hasta la planta superior, donde se encuentran la Alcoba y el Oratorio, los únicos recintos decorados con muebles y vestuario de época, aunque no se trata de objetos originales del primitivo castillo.
A continuación, ascendimos por una escalera de caracol de madera para iniciar la parte más interesante del recorrido, que nos llevaría a las galerías, el adarve y las torres, utilizando otras escaleras.
Recorriendo la galería sur pudimos contemplar su preciosa arquitectura y también unas vistas espléndidas del Embalse de Santillana.
Luego, según fuimos avanzando, al girar, las vistas cambiaron hasta llevarnos a divisar las cumbres de la Sierra de Guadarrama, que aparecían un poco en la distancia pero perfectamente reconocibles en una mañana totalmente despejada, con el aderezo especial de la gran cantidad de nieve que la cubría. Y por si no se conocen, un panel informativo enumeraba los picos que estábamos viendo y sus alturas: la Maliciosa, el Alto de Guarramillas (al que casi todos en Madrid llamamos la Bola del Mundo), Cabeza de Hierro Menor, Cabeza de Hierro Mayor, El Reloj…
Detalle
Y, por fin, las vistas de La Pedriza, a tiro de piedra, nunca mejor dicho, eran espléndidas, si bien un poco condicionadas por el gran número de urbanizaciones de veraneo que han proliferado en Manzanares en las últimas décadas. De nuevo, el panel explicativo enumeraba los lugares más destacados: El Yelmo, Peñas Cagás, Peña El Gato…
Ya solamente nos quedaba asomarnos desde arriba a la zona oriental, en la que se encuentra la capilla, adonde no se puede acceder, pues se están acometiendo obras de rehabilitación.
En definitiva, una visita muy interesante, con buenas vistas, si bien no se trata de un castillo amueblado y acondicionado en plan “de época”, al estilo francés, lo que puede decepcionar a algunas personas. Por eso es complicado aconsejar a quienes directamente preguntan "si merece la pena pagar la entrada para ver el interior". Si se va con niños, posiblemente les guste más la visita teatralizada.
RECORRIENDO MANZANARES EL REAL.
Después de visitar el castillo, viendo el día tan espléndido que hacía, decidimos quedarnos a comer en la terraza de algún restaurante, ya que no queríamos meternos en ningún comedor interior. No resultó tarea fácil, pues las mesas exteriores estaban casi a tope. Al fin encontramos sitio en el restaurante La Charca Verde, donde estuvimos muy a gusto, al solecito. No disponían de menú del día, así que pedimos a la carta, caldos de cocido, cabrito, calamares en salsa, postres y cafés. La cuenta ascendió a 45 euros.
El Ayuntamiento.
La Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves.
El río Manzanares a su paso por la localidad que lleva su nombre.
Luego fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Además del Castillo de los Mendoza, en Manzanares el Real existe otro castillo de época anterior y estilo mudéjar, llamado castillo viejo, del que solamente se conservan dos muros en un recinto ajardinado. Por lo demás, cabe destacar la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, cuyos antecedentes se remontan al siglo XIV, si bien fue reconstruida a finales del siglo XV, por lo cual quedó con una mezcla de estilos entre románico y gótico. Su torre data del siglo XVI y está coronada por varios nidos de cigüeñas. En mis numerosas visitas, curiosamente no me ha coincidido para visitar el interior. A las afueras de la localidad, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de la Peña Sacra, del siglo XVI, con añadidos del XVII. Desde su ubicación, se tienen unas vistas estupendas de La Pedriza. Muy cerca, se encuentra el aparcamiento de El Tranco, desde donde salen varias rutas senderistas.
Vista del Embalse de Santillana desde la Pedriza.
Para completar la jornada, fuimos hasta el Embalse de Santillana o de Manzanares El Real, por cuyas orillas se puede hacer una pequeña ruta de senderismo. Esta obra tiene su origen a finales del siglo XIX, cuando Joaquín de Arteaga y Echagüe, XVII Duque del Infantado patrocina esta gran empresa para abastecer de agua y luz a los barrios del norte de la capital. La Presa Vieja se construyó en 1907 y el pantano fue inaugurado por el rey Alfonso XIII un año después. Sin embargo, con el aumento de las necesidades por el incremento de la población, se acometió una ampliación en 1969, que dejó prácticamente sumergida la parte original del embalse.
Actualmente, tiene una superficie de 1.052 m2, la distancia entre las orillas opuestas es de 30 kilómetros y su capacidad total es de 91 hm3.
Y así terminó nuestra jornada en Manzanares el Real, adonde volveremos pronto para hacer nuevas rutas por nuestra querida Pedriza, sobre la cual el sol empezaba a languidecer al caer la tarde, cuando la brusca bajada de la temperatura nos vino a recordar que estábamos en pleno invierno.
Rutas de senderismo en los alrededores de Manzanares el Real.
- Desde el aparcamiento de El Tranco:
RUTA CIRCULAR AL ELEFANTITO DE LA PEDRIZA, MANZANARES EL REAL (MADRID).
- Rutas desde el aparcamiento de Canto Cochino:
. EN BUSCA DE LA CHARCA VERDE. LA PEDRIZA. SIERRA DE GUADARRAMA (MADRID).
. LOS CHORROS DEL MANZANARES EN LA PEDRIZA, SIERRA DE GUADARRAMA (MADRID).