Suiza en tren con Swiss pass ✏️ Blogs de SuizaUn viaje a Suiza en tren con la Swiss passAutor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (4 Votos) Índice del Diario: Suiza en tren con Swiss pass
01: Recorrido
02: DATOS PRÁCTICOS
03: GINEBRA
04: LAUSANNE, VEVEY Y MONTREUX
05: FÁBRICA DE QUESO, GRUYÈRES, CHOCOLATE CALLIER, CHILLON, ROCHERS DE NAYE
06: MONTREUX Y PASEO DE LAS FLORES AL CASTILLO DE CHILLON, TREN GOLDEN PASS A
07: LAUTERBRUNNEN, CATARATAS DE TRUMMELBACH, TELEFÉRICO A GIMMELWALD (subida
08: TREN A ZERMATT. VISITA AL PUEBLO. SUBIDA AL GORNERGRATBAHN (Cervino)
09: TREN GLACIER EXPRESS A CHUR. VISITA A CHUR. VISITA A AROSA.
10: VISITA A VADUZ ( Liechtenstein), MAIENFELD (Pueblo de Heidi), SAN GALLEN
11: BERNINA EXPRESS. TIRANO . AUTOBÚS BERNINA EXPRESS. LUGANO
12: BELLINZONA. TREN y BARCO WILHELM TELL. LUCERNA
13: MONTE PILATUS. STANSERHORN.ALTDORF. BÜRGLEN. SCHWYZ
14: BERNA Y ZURICH
15: BASILEA. REGRESO A BARCELONA DESDE ZURICH
Total comentarios: 4 Visualizar todos los comentarios
Etapas 7 a 9, total 15
Por la mañana salimos temprano y fuimos caminando bajo la lluvia los 15-20 minutos que separan el hotel de la estación de Intelaken Ost. Una vez allí cogimos un tren a Lauterbrunnen.
«Lauter Brunnen» significa "solo fuentes". Eso ya nos da una pista de lo que nos vamos a encontrar. Y es que en el valle Lauterbrunnental hay nada menos que 72 cataratas. Un monumento característico es el Staubbachfall, que cae casi 300 metros a la profundidad desde una pared rocosa impresionante, una de las cataratas de caída libre más grandes de Europa. El poeta Johann Wolfgang von Goethe, que visitaba el valle en 1779, se hizo inspirar por las masas de agua, escribiendo el poema "Canto de los espíritus sobre las aguas". A la salida de la estación cogimos el autobús a la cascada de Trummelbach (tiene una parada con su nombre). Para llegar a la cascada sólo se tiene que cruzar la carretera y caminar un poquito. Abren a las 10. Cuesta 11 CHF pero con la tarjeta que nos regalan en el hotel nos hacen un descuento de 1 CHF. Para acceder a la cascada, que es subterránea, primero tienes que subir en un ascensor interior (que supera una altura de 100 metros) y después ir haciendo el recorrido. La cascada baja con mucha fuerza y es fácil mojarse. 20.000 litros de agua por segundo nada menos.También es conveniente ir a primera hora (abren a las 10) para que no haya demasiada gente. Las Cataratas de Trümmelbach constituyen la única cascada de origen glaciar con acceso subterráneo. Sus saltos conducen las aguas de deshielos provenientes del glaciar del monte Jungfrau hacia el valle. Su corriente, aparte de agua, también arrastra anualmente más de 20.000 toneladas de piedras y guijarros, provocando así un estruendo en toda la montaña ( a nosotros si llegamos a caernos dentro). Los Saltos de Trümmelbach forman parte de las 72 cascadas del Valle de Lauterbrunnen, al que también pertenece el Salto de Staubbach, como comentaba. Es espectacular. Un sendero relativamente plano conduce desde Lauterbrunnen hasta Stechelberg, pasando por paredes verticales de varios cientos de metros de altura y desde las cuales se precipitan estos impresionantes saltos de agua. Hecha la visita volvimos a cruzar la carretera y cogimos de nuevo el bus en dirección a Stechelberg. Nos bajamos en la parada del teleférico (enorme, caben unas 60 personas) a Schiltorn (Schilthornbahn). La subida al Piz Gloria no valía la pena porque desde la TV que tienen en la oficina donde compras los billetes ya se veía todo cubierto de niebla así que subimos sólo la primera parte, la que lleva al bonito y tranquilo pueblo de Gimmelwald, con preciosas vistas a las montañas. Con buen tiempo, sin vértigo y con ganas se puede llegar al pico Schilthorn, de 3.000 metros, más conocido como Piz Gloria, con un teleférico que recorre 7 km., en cuatro etapas, desde Stechelberg y pasa por Gimmelwald, Mürren y Birg. En la cima encontramos el restaurante giratorio “Piz Gloria”, revestido de aluminio, que aparece en la película de James Bond “007 Al servicio de su majestad”, protagonizada por un mediocre George Lazenby, ante el que las damiselas retenidas por Telly Savalas caían rendidas con una sola mirada. Una exposición permanente se encarga de revivir y recordar esos momentos de rodaje de una película que fue un fiasco comercial (y con razón aunque tenga grandísimos defensores). Volviendo a hablar de Gimmelwald decir como curiosidad que dispone que una tienda de recuerdos self-service en todo, hasta para pagar. Tiene las puertas abiertas, coges lo que te guste y colocas en unos sobres el precio estipulado. No apto para ladrones. Tampoco es que estemos muy bajos. El pueblo se sitúa a 1.400 metros de altitud. A mí me pareció muy bonito. Y nada de coches. Solo se puede subir en el teleférico. Después de un paseo, viendo casas, paisajes y terneritos que me chupaban los dedos con ansia, volvimos a coger el teleférico y luego el bus a Lauterbrunnen. Ya de regreso a la estación de Interlaken Ost fuimos a la estación de los ferries y cogimos uno a Brienz. En el camino tuvimos la oportunidad de ver casi al final del trayecto la espectacular cascada de Giessbach. Tiene una altura de 500 metros. Allí se encuentra también el precioso Hotel Giessbach, de 1874-1875. Hasta la Primera Guerra Mundial en ese hotel se alojaban familias realez, diplomáticos, artistas o jefes de Estado. Pero después de las dos guerras empezó a caer su popularidad hasta que se vio obligado a cerrar las puertas en 1979. Se quería construir en su lugar un edificio de hormigón pero Franz Weber lo compró y hoy sigue abierto, renovado y con éxito. El establecimiento está situado a los pies de la cascada de Giessbach y está conectado con el muelle de Giessbach a través del funicular más antiguo de Europa. En la estación de Brienz cogimos un tren que nos llevó en pocos minutos a la estación de Meiringen. Llegar al centro es sencillo y no tardas en encontrarte con la estatua de bronce de Sherlock Holmes. Está justo delante de una antigua iglesia anglicana que en 1991 instaló en su sótano un museo dedicado al genial detective. Gracias a un audioguía disponible en varios idiomas es posible visitarlo cómodamente, viendo varios objetos de la época que podrían haber pertenecido al personaje y a su compañero Watson así como una espectacular recreación del salón de la casa del 221 b de Baker Street. Una curiosidad. El confitero italiano Gasparini creó más o menos en 1600 un postre hecho de azúcar y clara de huevo, el cual llamó deformando el nombre del lugar «Meiringen», de ahí el nombre de merengue. Forma parte de la leyenda y hay varias teorías pero no deja de ser una gracia para explicar. Para llegar a las cataratas de Reichenbach, escenario de la “muerte” de Sherlock Holmes en su pelea con el profesor Moriarty en El problema final, es necesario seguir la calle Alpbachstrasse y cruzar al otro lado del río Aare. Encontrar el funicular no es cosa sencilla pero debemos dirigirnos hacia la parte de la montaña, por detrás de unas pistas de tenis, y allí lo veremos, algo escondido. El precio del funicular ida y vuelta es de 10 euros y es pequeño, apenas caben 24 personas. La duración total del trayecto es de poco más de 7 minutos. Decir que en las cascadas te mojas es quedarse corto. Sólo haciéndote una foto en la imagen de Holmes de cartón piedra ya acabas empapado. Luego los que se animen, que deberían ser todos, deben iniciar un ascenso por la montaña hasta alcanzar un mirador, subir un poco más y colocarse encima de la cascada misma. La fuerza con la que cae es espectacular y alguien que caiga dentro muere seguro. Las cataratas tienen una altura de salto de 250 metros; son unas de las cataratas más altas de los Alpes. El agua proviene del río Aar. Ya de regreso a Meiringen cogimos de nuevo un tren (la frecuencia de paso es alta) para ir a Brienz, donde dimos una vuelta corta antes de coger otro tren a Intelarken. Brienz es famosa por sus tallas en madera. Cerca del lago vimos buenas muestras de ello. Probablemente la parte más romántica de Brienz es la "Bruhngasse", conocida más allá de las fronteras del país como el "callejón más bello de Europa". La mayoría de las casas del callejón datan del siglo XVIII, estando adornadas por esculturas en madera. En Interlaken West, detrás de la estación, fuimos al embarcadero para coger un barco que nos haría el recorrido por el lago de Thun, el doble de largo que el de Brienz (dos horas frente a una del primero). Este crucero ya lo había hecho en sentido inverso hace once años en mi primera visita a Suiza pero vale la pena porque los paisajes son hermosísimos. En el camino se pasa por Spiez y por el precioso castillo de Oberhofen, haciendo una parada en ambos lugares para recoger y dejar gente (lo que facilita hacer las fotografías). El castillo de Oberhofen es bastante conocido y su estampa suele aparecer en las fotografías del lago de Thun. Destaca la torre de homenaje medieval pero también la pequeña torrecita en medio de las aguas del lago. La construcción, que data de principios del siglo XIII, alberga en su interior un museo y su parque está considerado como uno de los más suntuosos de la región alpina. Es realmente fotogénico. Se considera que es uno de los castillos mejor conservados de Suiza. En el barco, muy cómodo, es posible comer y estuvimos a punto de coger un menú de cena que no estaba mal de precio y que, a la vista de los platos de otras personas que viajaban, parecía estar bueno. Una vez en Thun dejamos el barco al pie de la estación de trenes y nos dirigimos al centro de la población, que estaba en plenas fiestas. Nuestra parada en el lugar iba a ser breve, un rápido vistazo a sus calles principales y a la fortaleza que está en todo lo alto. El imponente castillo, con la torre de defensa construida entre 1180 y 1190, fue levantado por orden de los duques de Zähringen. Fue restaurado en el siglo XV. En las salas de la torre hay un museo histórico que exhibe hallazgos que datan de la Prehistoria, la Protohistoria, además de objetos de la Edad Media y armas y uniformes de los siglos XVIII y XIX. La obra maestra del castillo es, sin embargo, la Gran Sala del siglo XII que ha sido completamente restaurada. Nosotros solo vimos el exterior. La iglesia, con su torre octogonal, es del siglo XIII y el Ayuntamiento es del siglo XVI. Por cierto, me llamaron la atención dos puentes de madera llenos de flores, muy parecidos (en pequeño) al famoso Puente de la capilla de Lucerna. Imagenes relacionadas Etapas 7 a 9, total 15
Después de coger varios trenes (y se sufrir la avalancha de montones de chinos despistados que a última hora despertaban y echaban a correr en dirección a las vías correspondientes) llegamos a Zermatt. Iba con algo de recelo porque, a pesar de estar situado en un lugar idílico, en poco más de 100 años ha pasado de ser un villorrio de campesinos a un centro exclusivo de turismo mundial. Pero por suerte el montón de gente no era tan agobiante como en Taormina, preciosa ciudad siciliana a la que tanto turista convierten en un agobio, y las tiendas y restaurantes no desmerecen su encanto.
Una curiosidad de Zermatt es que están prohibidos los vehículos a motor pero eso no quiere decir que podamos caminar tranquilamente por la calle ya que a menudo pasan por tu lado “taxis” y otros transportes eléctricos que llevan turistas a sus hoteles y mercancías diversas. Por lo tanto, mucho cuidado al deambular. Nuestro hotel estaba un poco retirado del centro de la ciudad y eso implica tener que caminar 15 minutos aproximadamente (con alguna cuestecita en el tramo final). Pero el esfuerzo vale la pena porque el local es francamente bonito y tranquilo. Dejamos las maletas en una de las habitaciones (la otra aún no está disponible) y nos vamos a callejear por Zermatt. De momento parece que la niebla cubre bastante las montañas y el Cervino se resiste a dejarse ver. Visitamos el museo Matterhorn, Zernattlantis, que tiene un amplio resumen de la vida rural así como de los ascensos a la célebre montaña (se conserva, entre otros objetos, el trozo de cuerda que se rompió durante el descenso y causó la muerte a cuatro de las primeras personas que alcanzaron la cumbre en 1865; la primera ascensión estaba capitaneada por el inglés Edward Whymper y terminó en tragedia al fallecer cuatro alpinistas (Douglas, Hudson, Hadow y Croz). Están recreadas distintas estancias tradicionales como el granero, la casa del párroco o la recepción del hotel Monte Rosa, donde se alojó Whymper. El museo es subterráneo y está dentro de una especie de pirámide de cristal. Está muy céntrico. El museo también expone interesantes objetos que los hielos de los glaciares han devuelto con el paso de los siglos. Entre los hallazgos se encuentra un hacha de piedra del Neolítico (3000-5000 aC) y el "Söldner" (aprox. del siglo 16), los restos de un hombre fuertemente armado conocido como el "mercenario". Yo lo encontré muy interesante. Al otro lado del museo se encuentra la iglesia y a sus pies el cementerio donde están enterrados los alpinistas que han fallecido intentando subir al Cervino y otras montañas de su entorno. Para Zermatt, la Iglesia inglesa ocupa un papel importante en la historia de la localidad. Consagrada en 1870, también representa la "edad de oro del alpinismo". Durante los días pioneros del turismo en Zermatt en el siglo XIX, los huéspedes ingleses constituían la mayor parte de los visitantes extranjeros. La idea surgió en 1865 y empezó a forjarse en base a donaciones, incluso de dos importantes hoteleros católicos (que seguramente velaban por su clientela). El marqués de Queensberry, jefe de la familia de Lord Francis Douglas, y los familiares de Douglas R. Hadow hicieron inmediatamente después de la tragedia grandes donaciones. La primera piedra de la Iglesia Inglesa fue colocada el 29 de junio de 1869, sólo cinco años después del inicio de la lista de donación. El primer servicio se produjo un año después, el 29 de junio 1870. Los restos del reverendo Charles Hudson están enterrados bajo el altar principal. La iglesia parroquial de Zermatt está consagrada a San Mauricio. El primer registro histórico de la iglesia parroquial de San Mauricio data de 1285. Entonces era una iglesia pequeña. Durante los siglos siguientes, la fue ampliada y renovada varias veces. La predecesora de la actual iglesia parroquial fue construida probablemente en 1587. Originalmente la iglesia parroquial tenía tres altares góticos. Siguiendo la costumbre de la época, estos fueron sustituidos por altares barrocos en el siglo XVIII. En el lado sur de la iglesia están el cementerio y el osario de 1651. El arquitecto Adolf Gaudy de Rorschach elaboró los planos para una nueva iglesia y el 6 de junio 1916, monseñor Joseph Marietán, el Obispo de Belén y el abad de San Mauricio consagraron la nueva iglesia. La iglesia fue pintada en 1920,y el reloj instalado en la torre en 1925. Inauguración del gran órgano en 1926 y tres nuevas campanas en 1932 marcó el final de la construcción. A la hora de comer nos decantamos por el restaurante Stadel, en la misma calle de la estación, la Banhoffstrasse, de la amplia oferta gastronómica que Zermatt ofrece. Allí es posible comer comida tradicional bastante buena (caro pero no tanto como imaginaba que sería por estar donde estábamos). Probé la fondue moitié moitié (mezcla de queso Vacherin y Gruyère, que dicen que así no es tan fuerte) y el rosti con salchicha. Con los estómagos llenos llegamos a la estación de trenes. Aunque se planteó la posibilidad de dejar la subida al Gornergratbahn para la mañana siguiente a causa de la niebla, al final decidimos arriesgarnos. Y menos mal… La estación de dicho funicular se encuentra frente a la de trenes normal, no tiene pérdida. El ascenso debe ser bonito en otras circunstancias, cuando la niebla no hace su aparición, pero igualmente se disfruta. El tren, de un inconfundible color rojo, sube a la cima del Gornegrat (3.089 m.) y es todo un clásico. Desde su terraza panorámica a 3.100 metros se pueden 29 picos de más de 4.000 metros, entre los cuales se encuentra obviamente el Cervino, pero también otras cimas míticas como el Monte Rosa, el Liskamm o el Weisshorn. También puede verse el segundo glaciar más largo de los Alpes, el Gorner. Es clásica la foto del tren con el Cervino de fondo. Y está pero si hay niebla desde el tren no se verá mucho. Una vez arriba ves los glaciares de muy cerca y, con suerte y paciencia, la niebla se va apartando y puedes empezar a ver las montañas que los rodean, entre ellos el Cervino o la Punta Dufour, la montaña más alta de Suiza (que no vimos, por cierto). La vista es espectacular a pesar del frío (cuando salía levemente el sol hacía hasta calor) pero el Cervino se sigue resistiendo. Después de haberlo localizado seguíamos sin verle la famosa punta que le ha hecho tan famoso. Pero allí seguíamos, esperando… hasta que se tuvo que ir el último tren. En la bajada seguíamos atentos en las pocas paradas que tiene el funicular a ver si la tímida montaña se atrevía a enseñar algo más… Nada. Nosotros no podíamos pero desde esas paradas pueden hacerse interesantes excursiones. Una es Riffelalp (2.211 m.), desde dónde se puede llegar en cinco minutos al hotel Riffelalp Resort y disfrutar de una vista del Matterhorn espectacular (si se deja). Otra es la estación de Rotenboden (2.815 m.). A unos pocos mi utos caminando se encuentra el lago Riffelsee, con el famoso monte al fondo y reflejándose en el agua. O eso es lo que se ve en las fotos turísticas. Por la zona no faltan los teleféricos. Antes de irnos a la cama paseamos por la parte más antigua del pueblo, inmerso en fiestas. Antiguas casas de madera dan testimonio de un pasado no tan lejano. El monte Cervino (en italiano) o Matterhorn (en alemán) es la montaña más conocida de los Alpes por su espectacular forma de pirámide. Hoy en día es uno de los símbolos de Suiza a pesar de no ser la montaña más alta del país. Su cumbre, de 4.478 metros, es una de las más altas de los Alpes. El nombre de Matterhorn deriva de las palabras “matte” que significa “prado” y “horn” que significa “cuerno”. En esa zona es bastante normal definir a los picos como “prados”. En italiano el nombre de Cervino deriva de Mons Silvius, que proviene de la palabra latina “silva” que significa “bosque”. El cambio de la primera letra de una “s” a una “c” se debe a un error, al pensarse que se referían a un ciervo. También se cree que Silvius, de quien recibiría el nombre, puede ser un líder romano, probablemente Servio Galba, a quien Julio César ordenó abrir los pasos alpinos. El Cervino aparece a menudo cubierto por nubes, debido a su posición y altura. Tiene dos cimas diferenciadas, la cumbre suiza (al este, con 4.477,5 metros) y la cumbre italiana (al oeste y con 4.476,4 metros). Reciben ese nombre por la nacionalidad de las personas que subieron primero a cada cumbre, no por su posición geográfica. Tiene forma piramidal, con cuatro caras que apuntan a los cuatro puntos cardinales. Todas son muy escarpadas y a ellas se aferran pequeños parques de nieve y hielo que suelen provocar avalanchas y que forman glaciares. Su forma es debida a la erosión. Fue una de las últimas montañas principales de los Alpes en ser escalada, no sólo por su dificultad técnica sino por el miedo que inspiró en los primeros montañeros. Las primeras tentativas serias tuvieron lugar en 1858 por el lado italiano pero al ser la parte más dura siempre acababan desistiendo. El primer ascenso se logró en 1865 y terminó con la muerte de cuatro de los expedicionarios cuando ya bajaban. Uno de ellos resbaló, golpeó a otro y arrastraron a dos más con ellos. Se encontraron los cuerpos de tres y se enterraron en la capilla de Zermatt. Tres días más tarde se alcanzó la cumbre por el lado italiano y en 1871 llegó a la cima la primera mujer. Hasta la fecha han perdido la vida 450 personas intentando subir al Cervino. El teleférico más alto de Europa, el Klein Matterhorn, por su parte, lleva a una plataforma panorámica a 3.883 metros desde donde se pueden ver 38 picos de más de 4.000 metros, 14 glaciares y un restaurante en el Matterhorn glacier Paradise. Allí está también la pista de esquí más larga de Europa. Para aquellos a los que les guste caminar, desde Zermatt parten unos 400 km. de senderos y caminos y existe la posibilidad de ver cinco lagos en los que se refleja el Cervino. Imagenes relacionadas Etapas 7 a 9, total 15
Qué preciosa habitación en aquel hotelito de montaña. En la buhardilla, con cuatro camas, un cuarto de baño amplio, un sofá y un balcón donde se helaban los pajaritos en plena noche pero desde el que se tenían buenas vistas…
Esa mañana me levanté, me arreglé y al asomarme al balcón vi tras los árboles una enorme pirámide blanca y brillante. Sí, era él, el Cervino. Desde el centro del pueblo, cargados con maletas, ya dispuestos a abandonar el pueblo, lo vimos. Había despertado temprano para despedirnos. Poco a poco la niebla amenazaba con taparlo de nuevo pero ahí estaba, radiante, diciéndonos adiós. Felices por haber conseguido la tan ansiada foto seguimos nuestro camino hasta la estación de trenes para tomar el Glacier Express que nos llevaría a la ciudad de Chur. Precisamente acaban de anunciar que ha habido un descarrilamiento en la zona cercana a San Moritz (a la que no llegamos) y se han caído dos vagones, causando 11 heridos. La causa ha sido presuntamente un corrimiento de tierras a causa de la lluvia abundante. Pese a eso los trenes en Suiza son muy seguros. El trayecto es muy largo pero no se hace para nada pesado porque de vez en cuando te ofrecen explicaciones de los lugares por los que vas pasando y es posible comer dentro. Nosotros optamos por nuestra propia comida pero el menú del tren (30 CHF) es abundante y tiene muy buen aspecto. De haberlo sabido antes seguramente lo habríamos cogido. El tren realiza una larga parada en Disentis, frente al precioso monasterio, que es posible fotografiar si bajas un rato a las vías. Por lo menos puedes llevarte a casa inmortalizada la estampa de su fachada pintada. Este enorme complejo benedictino en realidad se llama Monasterio de San Martín y fue fundado en el siglo VIII. De medieval ya no queda nada y lo que se ve ahora es puramente barroco. Hacía 1581 la abadía fue visitada por San Borromeo y en 1617 se convirtió en miembro de la Congregación Suiza. Hacia finales del siglo XVII el edificio entero se renovó en estilo Barroco. En 1799 fue incendiado por los soldados de Napoleón y mucho de su valioso contenido (libros, archivos y un manuscrito del siglo VII) se destruyó por completo. En ese mismo incendio también se perdió parte de la imprenta que funcionaba allí y con los tipos que se rescataron y demás metales terminaron haciendo los tubos del órgano de la iglesia de San Martín de Disentis que todavía hoy está en uso. Es uno de los monasterios benedictinos mas antiguos de Europa y uno de los monumentos religiosos más atractivos de la zona. Es una pena ver solo el exterior desde la distancia. Chur (en alemán; Coira, en italiano) es la capital de los Grisones, situada en el valle del Rin. Sus habitantes se consideran ciudadanos de la ciudad más antigua de Suiza, cuyas raíces datan de hace más de 5.000 años, en tiempos de los celtas réticos. La ciudad de Chur fue construida alrededor de la Catedral de Santa María, cerca del palacio episcopal. La catedral se consagró en 1272 (se había empezado a construir en 1150) y es de estilo románico y gótico con añadidos barrocos (la torre es del 1600). Se encuentra en la parte alta de la ciudad así que no queda más remedio que esforzarse un poco. En lo alto de esta colina ya estuvo la fortificación romana. Los capiteles románicos contrastan con las pinturas de las bóvedas. En su altar veremos un impresionante tríptico, con la Virgen María en el centro. La torre la remata una cúpula en forma de bulbo. La sacristía custodia el Tesoro, un repertorio de cofrecillos, cruces con incrustaciones de pedrería, cálices, códices miniados y piezas litúrgicas, todo de la época carolingia. El palacio episcopal del obispo de Chur está al lado de la iglesia. La catedral afirma poseer las reliquias de San Lucio de Gran Bretaña, que según la tradición fue martirizado cerca de finales del siglo II. Durante la Reforma suiza, la población católica de la ciudad fue confinada a un gueto cerrado en torno a la sede del obispo junto a la catedral. La entrada y salida sudoccidental del casco histórico es una de las últimas tres torres de la muralla de la ciudad. La plaza Ochsenplatz, directamente detrás de la puerta Obertor, era el último lugar para comerciar antes de atravesar los Alpes. Junto con las torres Malteser Turm y Sennhofturm, la puerta Obertor se cuenta entre las torres aún conservadas de la muralla medieval. Debido a su aspecto bello, el Obertor se convirtió pronto en símbolo de Chur. El edificio de cuatro pisos, más estrecho en su parte superior, se integra en la estructura residencial similar a la antigua muralla. Las pinturas en el arco de la puerta datan del siglo XX, basándose en parte en viejas vistas de la ciudad. Por su parte, la iglesia de San Martín (1491) fue construida sobre la planta de una antigua basílica carolingia. Se iglesia carolingia en el siglo VIII. Fue consagrada en 769, llevando el nombre de San Martín, Obispo de Tours. En el gran incendio de la ciudad de 1464 la iglesia sufrió destrozos importantes. La reconstrucción se efectuó en estilo gótico tardío, utilizando partes del edificio anterior. Se convirtió en el edificio más grande de Grisones de la época gótica tardía. La iglesia está en el casco histórico. Fue el centro y punto de partida de la Reforma en Chur a partir de 1523. Desde 1919 tiene tres ventanas de cristal del artista Augusto Giacometti que cuentan la historia de la Navidad. Enfrente encontramos la fuente de St. Martin, del siglo XVI. Cerca está situado el Ayuntamiento Viejo (“Altes Rathaus”) (1464), de estilo gótico civil tardío. El casco antiguo atesora bellas fachadas barrocas y clasicistas en las calles estrechas, mansiones acompañadas de torreones e irregulares plazas esbozadas con manantiales esculpidos en piedra, En la mansión Buol, construida en el siglo XVII, hay un museo dedicado a los réticos. Contiene piezas arqueológicas que nos muestran la cultura de los celtas réticos. El hotel de Chur está muy cerca de la estación, apenas unos minutos caminando y en pleno casco antiguo de la ciudad. Se trata del funcional Hotel Comfort Post, que dispone incluso de una máquina de café y té a disposición de los clientes en la primera planta (y que usamos por supuesto). Visitar la ciudad es sencillo por nuestra situación y sus pequeñas dimensiones. Optamos por entrar en el Museo rético, una especie de museo arqueológico situado en una mansión barroca, la casa Buol de la que hablaba antes. La casa es de estilo barroco y fue construida en 1675 por el Barón Paul von Buol zu Strassberg und Rietberg (1634–1697). El jurista, historiador y político Peter Conradin von Planta-Zuoz (1815–1902) inició la constitución de una fundación a favor del «Bündnerisches Museum für Wissenschaft und Kunst» (Museo de Griones para ciencia y arte). El 8 de junio de 1872 se consiguió inaugurar el museo con una biblioteca así como una colección de productos de la naturaleza y antigüedades. La exposición permanente actual fue modificada completamente en los últimos años. La planta baja se dedica a la arqueología bajo el título «Funde und Befunde» (Hallazgos y resultados), el primer piso a «Macht und Politik» (Poder y política), el segundo a «Arbeit und Brot» (Trabajo y pan) y el tercero a «Glaube und Wissen» (Fe y saber). Es interesante para dar una vuelta. Junto al museo encontramos la escalera que conduce a la catedral. Después de un rápido pero no por ello menos interesante paseo por la ciudad nos encaminamos a la estación de trenes para ir a Arosa. Esta ciudad tan turística es la gran decepción que he tenido en este viaje. Creo que sólo vale la pena para ver los hermosos paisajes de los que se puede disfrutar en el trayecto pero la ciudad en sí no vale nada (por lo menos no si no practicas algunas de las actividades que ofrece). El cantón de los Grisones es el mayor de Suiza y el menos poblado. Es el único cantón en el que sus habitantes hablan en tres idiomas: alemán en el norte, italiano en el sur y en el centro el romanche. Éste es el territorio de los antiguos pueblos celtas réticos. Los Grisones son una región montañosa, la región de Heidi, una zona de pequeños pueblecitos, pintorescas cabañas de madera y unos paisajes increíblemente bonitos. Desde la capital de los Grisones, Chur, hay unos 32 km. hasta el pueblo de Arosa. Es uno de los complejos de esquí considerados más encantadores (ya digo que a mí no me gustó nada) y más populares de Suiza. Está rodeado de bosques y pequeños lagos y queda resguardado entre las montañas, lo que le permite disfrutar de muchos días de sol. El pueblo se extiende a los pies del Weisshorn (2.653 m), al que se puede subir en teleférico. De regreso a Chur cenamos en el restaurante Rätushof, de camino al hotel, en la misma calle de la estación, que venía anunciado en nuestra Guía azul de Suiza como de buena relación calidad-precio. La comida era buena, sin duda. Etapas 7 a 9, total 15
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.8 (4 Votos)
Últimos comentarios al diario Suiza en tren con Swiss pass
Total comentarios: 4 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados Viaje a Suiza, un pequeño bocado en 14 días
Nuestra aventura suiza en 14 días de agosto, con breve escapada a Chamonix-Mont...
⭐ Puntos 4.97 (31 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 268
Suiza: nueve días en transporte público.
Recorriendo en agosto la mitad oriental de Suiza gracias a su fenomenal red ferroviaria.
⭐ Puntos 5.00 (3 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 257
SUIZA, DISFRUTANDO DEL PAISAJE PERFECTO
12 días por Suiza con presupuesto ajustado, pero no por ello sin dejar de visitar los...
⭐ Puntos 4.92 (51 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 191
Suiza y sus pueblos-2019
Buscando destinos para mis vacaciones de verano me saltó un pantallazo de las muchas páginas que estoy subscrista de viajes y sin querer, de nuevo voy a un...
⭐ Puntos 4.00 (4 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 181
Madrid a Suiza en coche - AGOSTO 2018 - 3800km- 7 dias
Viaje con niños 1 semana a suiza
⭐ Puntos 4.50 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 177
Galería de Fotos
|