![]() ![]() Namibia: 9 días de aventura africana con niños ✏️ Blogs de Namibia
Ruta de 9 días por Namibia, dos adultos con 2 niños (de 9 y 7 años) en 4x4 con tienda en el techo: Windhoek, Sesriem (Desierto del Namib), Walvis Bay, Swakopmund, Costa de los Esqueletos (Cape Cross), Spitzkoppe, Twyfelfontein, Parque Nacional de Etosha, Okahandja, Aeropuerto de Windhoek.Autor: Spainsun Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (45 Votos) Índice del Diario: Namibia: 9 días de aventura africana con niños
01: Preparativos Viaje a Namibia
02: Windhoek - Klein Aub - Sesriem
03: Parque nacional de Namib-Naukluft: Sesriem, Sossusvley, Deadvlei
04: Camino de Sesriem a Walvis Bay y Swakopmund
05: Swakopmund, la ciudad más germana de África
06: Costa de los Esqueletos: Naufragios, Henties Bay y las focas de Cape Cross
07: Spitzkoppe: la montaña de granito y sus pinturas rupestres
08: De Spitzkoppe a Twyfelfontein
09: Twyfelfontein: Pinturas Rupestres y Paisajes Marcianos
10: Twyfelfontein: en busca de los Elefantes del Desierto
11: De Twyfelfontein a Etosha: Damara Living Museum y Bosque Petrificado
12: Okaukuejo, Etosha: La noche que vino a cenar la cobra y la tormenta perfecta
13: Etosha: Adamax y Bosque Encantado, buscando leones y elefantes.
14: Tarde de Leones, leopardos y rinocerontes en Etosha
15: Atardecer inolvidable en Halali
16: Centro de Etosha: el Pan y praderas al norte de Halali
17: Pinchar en Etosha en territorio de leones
18: Campamento de Namutoni - Etosha
19: Este de Etosa: Safari por Namutoni
20: De Namutoni a Okahandja, camino de Windhoek
21: Okahandja-Windhoek: la vuelta a casa
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Etapas 10 a 12, total 21
![]() Twyfelfontein: en busca de los Elefantes del DesiertoExcursión desde Twyfelfontein, en busca de los famosos elefantes del desierto, una de las variedades de elefante más amenazadas del planeta.
Amanece y me voy a dar un paseo con la cámara. Me siento con esa autoconfianza del aventurero. ¡Hoy va a ser un gran día!
En el bolsillo llevo los pasteles que compramos en un supermercado de Swakopmund y que no hay quien les hinque un diente porque está duros como una piedra. Dejo caer un trozo y, de un pisotón, lo convierto en miguitas. Espero a unos metros y pronto acudan los pajarillos: gorriones del cabo, dos clases de estorninos (el pálido y el brillante), tejedores (sociable y el de pecho negro) y, por último, un tímido tucán de cola roja. Me entretengo en hacer las fotos hasta que acuden los niños que han descubierto mi escapada, acuden con sus cámaras y se meten en medio. Aunque los pájaros no se escapan están inquietos por esos pequeños monstruos atosigadores, que los persiguen intentando echarles comida en trozos cada vez más grandes. Tiene su lógica: cuanto más grande es el cebo, más grande es la presa. Como sigan así, algún trozo podría atraer a los buitres. Suena el teléfono y es Arthur qué pregunta si vamos a ir a buscar elefantes. Reconfirmo el precio y le digo que adelante, estamos dispuestos para la búsqueda de los elefantes del desierto. Quote::
Los elefantes del Desierto
Solo quedan unos 1000 elefantes del desierto en el mundo, repartidos entre dos países: Mali (casi extintos) y Namibia. Al igual que sus hermanos de sábana su población está en claro retroceso, pero siendo aún más delicada en su caso por lo reducidas que son sus poblaciones. En realidad los elefantes del desierto se diferencian de sus primos de sabana por sus costumbres, su capacidad para encontrar agua, su memoria para encontrar los lugares y alimentos en un entorno tan hostil. Los grupos familiares están formados por hembras (normalmente con varias hermanas y tías adultas) y adolescentes o bebes. Los machos suelen llevar un vida solitaria y solo se acercan a las familias para aparearse. La matriarca juega un papel muy importante para la supervivencia de la familia, pues es la que guarda en su memoria los lugares donde se puede encontrar los alimentos y agua, desde tiempos remotos. Recorren enormes distancias para evitar muchas veces de noche, agotar los recursos de una zona y, también a diferencia de sus familiares de sabana, tratan a las plantas de las que se alimentan con cuidado, intentando no dañarlas en exceso, para poder volver al lugar pasado unos meses y seguir encontrando alimento. Bueno finos, finos tampoco son... Yo no los invitaría a mi jardín. Físicamente, la mayor diferencia es la planta de sus patas que es más ancha que la de los elefantes normales, adaptada para no hundirse en terrenos blandos. Su relación con las poblaciones locales, no siempre ha sido fácil, pero parece que ha mejorado con la concienciación de las comunidades. La excursión para ir a ver los elefantes suelen durar entre 4 y 6 horas, depende de donde estén en la cuenca del Huab. Normalmente en la zona de De Riet, hay muchas probabilidades. Pero nunca está asegurado en contrarlos al 100%. Recogemos al guía en la puerta del Centro de Visitantes de Twyfelfontein y tomamos camino a De Riet. Pasamos frente a un bonito Lodge, encastrado en la montaña, el Twyfelfontein Country Lodge, donde teóricamente podríamos haber comido anoche. De pronto sale nuestra pista hacia la izquierda es una pista con tramos de arena que nos obliga en alguna ocasión a meter el 4x4, que todavía ni siquiera habíamos utilizado. Es camino para todoterreno, dudo que un coche a dos ruedas pueda pasar alguno de lo s tramos. Arthur, que se ha puesto como copiloto, hace indicaciones con suaves gestos de manos de que pista hay que ir tomado. Nos cruzamos con varios vehículos con turistas locales, una familia de kudus (antílopes del tamaño de una vaca mediana), algunos avestruces, cebras… pero todos se mantienen lejos, y nosotros hoy vamos a elefantes. Las únicas que no nos tiene miedo son unas vacas hostiles que no nos quieren dejar pasar. El paisaje es bonito y en varias ocasiones pasamos el terreno de diferentes colores con una vegetación extrema. El blanco de algunas hierbas contrasta aún más con el negro de la tierra probablemente de origen volcánico. ![]() Llegamos al poblado De Riet, una aldea en el cauce del río Huab y en el borde del área de Conservación de Torra, una subsección interior y montañosa, de la Costa de los Esqueletos. A la entrada del pueblo hay un cartel que indica De Riet Rest House… hasta aquí llega ya el turismo. Tras un largo saludo, el guía pregunta a una señora por los elefantes y nos dicen que río abajo. Seguimos bajando por una pista cada vez más arenosa entre árboles (ana tree) con semillas en forma de vaina retorcida, que sirven de alimento tanto para elefantes como para el ganado de los pastores. De vez en cuando nos cruzamos con una caca de elefante un grupito de bolas cada una del tamaño de un balón de balonmano. También se observan los estragos de los elefantes sobre las ramas de arbustos y árboles. ![]() Paramos junto a una pickup donde las familias están recogiendo bajo la sombra de un árbol semillas para los animales domésticos. Los elefantes acaban de pasar por aquí nos indica más o menos para dónde han ido. ![]() Seguimos la pista río abajo y a unos 10 o 5 minutos nos encontramos con la primera familia, qué ramonean junto a la orilla del que fue un día río. La vista es perfecta hay varios adultos se supone que todos hembras algunos adolescentes y bebés elefante. Bajamos los cristales y paramos el motor. Nos quedamos casi en silencio. Tan en silencio qu ea veces se escuchan los codazos entre el niño y la niña, para hacerse con un poco más de espacio en la ventanilla trasera. ![]() La que toma las decisiones dentro de la familia de elefantes es la matriarca de grupo. Los demás le siguen allí donde vaya. De vez en cuando se paran a recoger tierra del suelo y espolvorear arena sobre sus espaldas formando nubes de polvo. Es un modo de protegerse del sol y de los insectos. ![]() Bajamos un poquito más por el río y no encontramos con una segunda familia o parte de la primera. Hay una gran hembra, una cría y dos adolescentes. La cría se deja caer por el terraplén y pasa cerca de nosotros. La madre cuando observa la proximidad, se dirige a nosotros advirtiendonos de su poderío. Los elefantes son animales que no dudan en embestir a un vehículo sí sienten amenazados a sus crías. Nosotros permanecemos más o menos inmóviles y sin hacer ruido, excepto por Antonio que cuando miro para atrás, veo que anda con su cámara, empeñado en hacerse un selfie con los elefantes. Con 7 años hacen falta pruebas para que tus compañeros de clase se crean que has vivido una aventura como esta. ![]() Dejamos un poco a la familia de lado y observamos cómo se acerca un macho por la otra orilla del río. El guía nos advierte de la peligrosidad del animal. Miro la hora y veo que se nos está haciendo tarde, así que decimos a nuestro guía que va siendo hora de volver. El se sorprende y nos dice: ¿Ya está? Sí ya. ¿Otra vez creándonos dudas? Volvemos con la impresión de que nos falta por ver algo. No hay nada mejor que una duda bien planteada en el último momento para minar autoconfianza. A la vuelta vamos un poco más rápido porque ya conocemos el camino coma pero en algunos sitios damos unos cuantos botes porque la carretera es ondulada y está dañada. Paramos a hacer algunas fotos y a perseguir a unos avestruces. Dejamos de nuevo nuestro y en el Centro de Visitantes y le pagamos los 400 dolares namibios que habíamos estipulado y le dejamos otros 20 de propina. Estamos plenamente satisfechos de nuestra mañana. Ha sido toda una aventura y conseguimos nuestro objetivo, ver los elefantes del desierto. Etapas 10 a 12, total 21
![]() De Twyfelfontein a Etosha: Damara Living Museum y Bosque PetrificadoUltima visita en Twyfelfontein (el Damara Living Museum) y camino a Etosha por Khorixas, visitando el Bosque Petrificado. El mal tiempo nos acecha.
El Damara Living Museum
Antes de abandonar Twyfelfontein, todavía paladeando el sabor de la aventura de buscar los elefantes del desierto, bajo un sol de castigo, nos acercamos a ver el Damara Living Museum, un lugar donde personas de la tribu damara enseñan cómo era su modo de vida tradicional. Tuvimos dudas por si era una turistada más, pero al menos son sinceros: dicen que en realidad son actores que viven en los poblados cercanos y que pertenecen a este grupo étnico. www.lcfn.info/damara/home ![]() Es una actividad entretenida pero tampoco podemos perder mucho tiempo... asi que intentamos que la chica que nos hace de guía abrevie lo más posible. Pero una cosas es tu deseo y otra lo que sucede: cuando estamos a media visita, nos cruzamos con otro grupo de niños que están visitando el centro (30 o 40 niños y algunos adultos). Por la chica que no lo está explicando nos enteramos de que son un grupo de un colegio de Outjo y que son de la tribu San. Nos invitan a unas danzas que van a hacerles como bienvenida. Al final nos enrollamos y nos quedamos un rato más. Viene además con un par de acompañantes españoles que deben de ser cooperantes, pero no habla mucho. Sociables, muy sociables no parecen... o están muy metidos en el papel de acompañantes. Los damara les enseñan cómo hacen fuego y luego hacen en su honor, unas danzas tradicionales damara. Los damara visten con ropas tradicionales. En agradecimiento los sam le hacen unos bailes típicos de su tribu, eso si estos con camisetas modernas y de colores chillones. ![]() Al final de la representación, ambos grupos se juntan y hacen bailes en común, dando como resultado una representación tan folclórica, como de sorprendente contraste. ¿Por qué serán todas estas ceremonias tan lentas? Hay un dicho africano que dice que los europeos tenemos el dinero y ellos el tiempo. Evidentemente nosotros nos hemos quedado si tiempo y lo que era un aparada de media hora se convierte en hora y pico… Con mucha prisa pasamos por la tienda dónde nos ofrecen bonitos colgantes y pulseras tradicionales de la tribu. Muchos de ellos están hechos con huesos de animales. Los collares suelen costar unos 150 dólares namibios y las pulseras unos 50, pero no podemos pararnos, así que nos saltamos el área de compras. Salimos el campamento en dirección Khorixas, pero extrañamente el GPS nos quiere llevar por la misma ruta que vinimos ayer. Tras recorrer 5 o 6 km nos damos cuenta del error y nos volvemos atrás, porque queremos pasar por el bosque petrificado. Es posible que está sea la ruta más corta pero si la hacemos no tendremos la oportunidad de ver los árboles fósiles del bosque petrificado. Se nos ha hecho demasiado tarde y encima de todo hemos perdido tiempo con él error en la ruta. El paisaje es bonito pero me doy cuenta de un detalle en el cielo: por primera vez aparecen nubes, al principio dispersas pero en el horizonte comienzan a compactarse, tienen un color grisáceo que hace temer que la situación pueda ir a peor en la tarde. Cuando eché un ojo al pronóstico del tiempo en Swakopmund, se preveían tormentas en los días de Etosha. Yo suelo leer con escepticismo los pronósticos del tiempo. Considero que la meteorología no debería ser ciencia, pues el resto de ciencias suelen tener sus antecedentes en sabios, eruditos, científicos… mientras que los meteorólogos hunden sus raíces en el brujo o chamán de la tribu. Con esos precursores, uno no puede tomarse en serio una predicción. Vuelvo a mirar al cielo y me digo. ¿Y si han acertado? Pienso en los elefantes de Etosha, que se dispersan cuando llegan las lluvias. No podemos tener tan mala suerte. Aquí no llueve desde hace ni se sabe cuento. Lo siguientes kilómetros las nubes se harán más amenazantes. ![]() Para ser la C39 una carretera principal, el piso es bastante irregular, con algunos tramos de piedras traicioneras y grava. Tampoco es una carretera recta todo el tiempo, como nos tiene acostumbrados en Namibia. Bosque Petrificado y la welwitschia mirabilis Llegamos sobre las 3 PM, al Centro Visitantes del Bosque Petrificado, situado como a 40 km de Khorixas. Hemos pasado al menos cinco o seis carteles señalando otros bosques petrificados y wielitza mirabilis, sin embargo, solo éste es el oficial. No tenemos tiempo para restaurantes, así que nos comemos unos sándwiches en el aparcamiento. Nos observan como pensando: ahora vendrán estos turistas a fastidiarnos la siesta. A ratos el sol se nubla, para luego salir más intenso, como dando un golpe sobre tu sombrero. Cogemos agua y el guía comienza acompañarnos por una ruta de más o menos un kilómetro. La visita es guiada. La welwitschia mirabilis, la planta milagrosa Lo primero que paramos a ver son varios ejemplares de welwitschia mirabilis, señalizados en el camino con pequeñas piedras alrededor. Es una planta con dimorfismo sexual, es decir hay planta macho y hembra y son de aspecto diferente. Su nombre viene del botánico que la descubrió, pero su apellido “mirabilis” viene de milagrosa y es que es una planta excepcional: se cree que puede vivir más de 1000 años. Es endémica de estos desiertos y los especímenes de mayor tamaño están cerca de Swakopmund y beben de las brumas que el mar trae al desierto. Su mayor enemigo son los herbívoros que devoran sus hojas. Es una especie completamente protegida de la que está incluso prohibido su comercio, sin embargo en esta zona es muy abundante, aunque de porte más modesto que sus familiares juntos que viven junto al mar. ![]() Con esto ya os he contado, más de lo que nos contó el guía. El hombre explicaba de carrerilla, poniendo la misma pasión que un funcionario del registro, al poner el sello de entrada en un taco de documentos. Luego pasamos a los troncos fósiles son árboles impresionantes de hasta 40 metros completamente petrificados. Comienza a caer algunas gotas, aunque a ratos vuelve ese el sol que fulmina. Por último día nos enseña algunas de las plantas típicas del desierto. ![]() A la salida del recinto hay una interesante tienda de artesanía, pero el vendedor tiene todavía menos interés, que el guía. Nos despedimos y continuamos por esta carretera. Comienza a caer la primera tormenta, pero la tierra se bebe cada gota que vierte el cielo. Hasta las piedras parece que tiene sed. Las gotas se esfuman al llegar al suelo, porque la tierra tiene meses de sed y años sin saber lo que es la saciedad. Corremos para que no nos cierren las puertas del parque de Etosha. A lo lejos vemos dos pequeños tornados y una tormenta, pero por suerte no van en nuestra dirección. Khorixas, es la antigua capital del Damaraland, un pueblo venido a menos. No paramos, aunque es donde yo había planeado rellenar el tanque de combustible y revisar la presión de las ruedas. Prefiero adelantar kilómetros y echar en Okaukuejo. A partir de esta localidad la carretera está asfaltada y es completamente recta hasta el mismísimo corazón del parque. Es muy rápida. En algunos tramos nos cae algún chapetón, pero tampoco demasiada cosa. Al fondo se ven algunos pequeños tornados la noche puede complicar. ![]() Nos llaman también la atención los termiteros que no son rojos como la mayor parte de África si no blancos debidos al tipo de subsuelo muy calizo. Algunos son altos como árboles. Antes de las 6 alcanzamos la entrada del parque de Etosha por Anderson Gate, la más cercana al campamento de Okaukuejo. Rellenamos los documentos de entrada al parque y nos internamos camino del camping. ¿Tan solo nos quedan 17km, pero pensáis que se nos han acabado las aventuras por hoy? En África la aventura siempre viaja escondida en tu mochila. Etapas 10 a 12, total 21
![]() Okaukuejo, Etosha: La noche que vino a cenar la cobra y la tormenta perfectaCampamento de Okaukuejo y su magnífica charca: elefantes, rinocerontes y jirafas. La noche que vino a cenar una cobra y la tormenta que nunca desearás cuando estes de camping.
A las 6 de la tarde alcanzamos las puertas del parque de Etosha en Anderson Gate. Los guardias con cierta parsimonia nos dan un papel con las tasas del parque, que tenemos que pagar una vez lleguemos a la oficina del campamento de Okaukuejo, a 17 km de esta puerta.
Comenzamos a cruzar los bosques del parque todavía por una carretera asfaltada. En los claros nos cruzamos con manadas de cebras, ñus y gacelas. A lo lejos también se ven jirafas. Los niños quieren parar a hacer fotos, pero yo prefiero continuar hasta el campamento, acabar con los formularios y ya veremos si podemos ver algunos animales en la charca del campamento. Mi mayor preocupación son los elefantes, pues ha comenzado la época de lluvia y en esta época los animales se dirigen hacia el norte del parque, una zona donde apenas hay caminos y quedan fuera del alcance de los turistas. Durante la época seca, se concentran en el sur del parque, dónde hay numerosas charcas en las que pueden beber. Esta zona la verdaderamente accesible para el turista, ya que está surcada por pistas de tierra por las que pueden circular los vehículos. Fuera de las pistas está prohibido conducir. Etosha es un parque enorme, el más antiguo de #Namibia y que antes llegaba hasta la Costa de los Esqueletos. Nosotros “solo” visitamos la parte este, que tiene más o menos 180 km de ancho, por unos 100 de norte a sur. El centro de #Etosha es un gran lago salado, seco y blanco: el Pan de Etosha, uno de los lugares más crueles del planeta. El resto, son bosques bajos y sabanas y sobre todo charcas, unas naturales y otras hechas por la mano del hombre, donde el agua se extrae con motores eléctricos movidos por energía solar. Esas charcas son las que en época seca, concentran la vida de los grandes mamíferos y donde cazador y potencial presa, se dan cita cada día. Y esas charcas atraen a animales y turistas de todo el mundo, a un lugar extremo, pero bendecido con una increíble biodiversidad. ![]() El Campamento de Okaukuejo es el más antiguo del Parque Nacional de Etosha. Sus instalaciones son las menos modernas, sin embargo es el más cercano a Windhoek y además el camino para llegar está completamente asfaltado. Todo esto lo convierte en el campamento más popular de Etosha y uno de los dos más demandados de Namibia. El campamento posee edificios administrativos, supermercado, un restaurante, piscina, gasolinera, zona de hotel, camping y unos bungalows, alrededor de su charca, que son las joyas del campamento. En la oficina tienen el ordenador roto o la conexión no se sabe muy bien... Así que pagamos las tasas, damos el boucher y mañana nos darán los papeles. Luego me los mandarán con un chico y se perderán por el camino. En temporada alta, #Okaukuejo es uno de los campamentos más demandados de Namibia y hay que reservarlo con mucha antelación, pero nosotros estamos en temporada baja. Nos asignan una plaza del camping. Cuando la veo, a mí no me gusta porque está completamente al descubierto y sin sombra, pero como es solo para dormir nos aguantamos. Tampoco es que haya libre ninguna más apetecible, ni nadie a quien protestar. La plaza es enorme(cabrían un par de autobuses) y tiene un enchufe, una luz y una barbacoa. Ponemos el coche en una esquina pero como no nos acaba de gustar, lo cambiamos a la otra y, por último, nos vamos a la esquina de la barbacoa que aunque no pensamos utilizarla esta noche nos parece el mejor sitio para dejar el coche. Ni siquiera abrimos las tiendas de campaña porque está atardeciendo y queremos llegar a la charca antes de la última luz. La charca de Okakuejo es una de las mejores de Etosha. Para mí la segunda mejor, después de la de Halali. La charca es amplia y está en zona despejada de vegetación donde ocultarse, con un suelo endemoniado de piedras medianas sueltas, que hace que un animal a la carrera tenga más posibilidades de acabarla con una pata partida, que de tener un final feliz. Los duelos entre cazador y victima deben ser dramáticos en este contexto. Es un poco laberíntico encontrar el camino a la charca y eso que nos dieron un mapa en la oficina pero al final lo conseguimos. Hay un par de jirafas temerosas bebiendo y muchos turistas. No sabemos si el miedo es por los turistas o por algún depredador que ande cerca. La jirafa no es presa para un león, excepto si agacha la cabeza para beber. Por eso, cuando van a beber dan muchas vueltas oteando los alrededores. Las jirafas son torres de observación en la sabana y una señal de que algo está sucediendo o puede suceder en kilómetros a la redonda. Cuando ven un peligro, ponen recto el cuello e indican la dirección con su mirada. Si están tensas es que hay un peligro cerca. El sol está tapado por una nube del horizonte así que no va a haber suerte con la luz... o si porque las nubes tiene bellos colores. ![]() Se me ha olvidado el trípode en el coche, así que llega la hora de la inventiva. Los niños son nerviosos por naturaleza intentan hacer las fotos a pulso por mucho que yo les explique que con esa luz solo pueden hacerlas buscando un apoyo. Al final todas las fotos que hicieron fueron un churro. Yo tuve más suerte porque yo busqué el apoyo sobre una barandilla de piedra. Viendo que la charca tampoco estaba muy animada, nos acercamos al restaurante a ver si nos dan de comer. El restaurante solo tiene una opción: comer de buffet y cuesta unos 250 dolares namibios por cabeza (algo menos de 20 €). Aunque los niños pagan la mitad, no nos compensa, así que volvemos a nuestro coche, a esquilmar el fondo de la nevera. Vamos a intentar acabar con lo que compramos en el supermercado de Swakopmund. Lleva tres días en la nevera y si no se nos echará a perder. Volviendo hacia nuestra plaza de camping nos cruzamos con una serpiente que se mete en un agujero de riego. Es negra con rayas marrones y grises más bien fina y de unos 80 centímetros de largo. Nosotros con cierta prudencia la evitamos. Me da muy mala espina, pero está como a unos 50 metros de nuestro coche, no nos preocupamos más. Montamos sillas y mesas, pero como no tenemos madera para encender la barbacoa, abrimos de nuevo los embutidos y exprimimos el fondo de la nevera. Miramos con una cierta envidia a unos que están haciendo una barbacoa, no muy lejos de dónde estamos nosotros sentados. Al final de la cena, los niños descubren que la serpiente se acerca a donde estábamos sentados. Se recta a un metro y medio de nosotros y se mete en un agujero que hay en la parte baja de la barbacoa de piedra. Advierto a los niños que vigilen al bicho mientras cerramos la mesa y las sillas. Cuando me doy cuenta, el enano está a medio metro del agujero, mirando hacia mí y le grito que se aleje del agujero. Después le explico que se vigila de frente al animal, a la distancia suficiente para poder reaccionar y nunca se le da la espalda. ![]() Al ratito, el bicho sale del agujero, se da una vuelta alrededor de la barbacoa y vuelve al agujero. Por la tranquilidad con la que se mueve, me da que el animal es consciente de su peligrosidad. A la mañana siguiente se lo comentamos al guardia y al momento vino con otro compañero a buscar “la cobra”. ¿Cobra? Sí, cobra. Nosotros como todavía no éramos conscientes de lo que era el animal, decidimos no molestarlo, pero tampoco hacerle mucho caso. El resto de la noche fue era el vecino ese “con el que no te hablas”. ![]() Todavía cogemos las linternas para acercarnos de nuevo a la charca. Ahora sí que estaba mucho más animada: habían llegado varios elefantes, media docena de jirafas, un par de rinocerontes y un chacal tontaina, que andaba por entre medias, a ver si algún pollo despistado acababa debajo de las plantas del elefante. Me salieron unas cuantas fotos bonitas esa noche. ![]() ![]() A regañadientes, amenazando a los niños, nos volvimos al coche a dormir. ¿Pero pensáis que se han acabado las aventuras por hoy? La tormenta perfecta Los relámpagos iluminaban el cielo del horizonte y se oía el estruendo de los truenos, cada vez estaba más cerca. El cielo está nublado y negro. Me agarro a la esperanza de que aquí solo llueve cuatro días al año y no me va a tocar a mí. Pues sí que me tocó. Como una o dos horas más tarde el coche comenzó a bambolearse, el viento parecía querer arrancar las tiendas del techo del coche. Empezó a caer un aguacero de los que solo caen en los sitios donde solo llueve una vez al año. Los relámpagos y los truenos sonaban como cañonazos, mientras el relumbrar del relámpago se metía por las rendijas de la tienda. La niña empezó a llorar, se abrazó mi y yo me sentí mal padre. La intentaba tranquilizar susurrándole al oído: La torre del campamento tiene un pararrayos que nos protege, no te preocupes. Uno de los hierros laterales que hacen de viento de la tienda, se soltó y decidí bajar del coche, a ver si lo podía reponer porque la tela de la capa lateral golpeaba en la pared de la tienda. El campamento se había quedado sin luz por alguno de los rayos que acababan de caer. Cor la linterna conseguí encontrar el hierro que se había soltado y volver a ponerlo. Sin embargo, analicé el peligro de la situación y deduje que era más inteligente que nos metiésemos dentro del coche. Los coches son jaulas de Faraday, si le cayese un rayo, la electricidad teóricamente no debiera de afectar a su ocupantes. Mientras que la niña baja temblando, el niño baja dormido y ni se entera. La madre por la cara que tiene, probablemente está pensando en pedirme el divorcio. La verdad es que incluso yo, me he asustado. Dentro del coche se quedan todos dormidos menos yo que no encuentro la postura. Pasada una hora y, viendo que el viento ha remitido un poco, le digo a Eva que voy a subir a dormir arriba. Ellos prefieren seguir durmiendo abajo. Faltan pocas horas para el amanecer y el amanecer es el comienzo de toda la actividad en el parque. Voy a dormir bastante poco. Mañana va a ser un día muy duro y los ánimos no van a estar muy allá después de tan agitada noche. Etapas 10 a 12, total 21
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