Llegamos al campamento y nos registramos. Como se está nublando y veo relámpagos en el horizonte, pregunto por la posibilidad de cambiar nuestra plaza de camping por una d ela cabañas familiares. Me dicen que lo pierdo todo, pero que cuesta unos 900 N$. Me parece un chollo: unos 60 euros. Pero si le sumamos lo que hemos pagado por el camping, no es tan chollo.
Después de la tormenta de la noche anterior, no puedo permitirme el lujo de repetir experiencia. Por la paz familiar, más que nada.
La zona de acampada de Halali es mucho mejor que la de Okaukuejo: tiene árboles altos que dan sombra, la instalación parece más moderna y las zonas comunes tienen sitios para hacer picnic y unos baños mejores que los el otro campamento. Además están mas cerca de la charca.
Como nos falta algo de cena, nos vamos a comprar en el supermercado. Los pillamos cerrando. Mi mujer se extraña cuando me ve aparecer con unos filetes de carne de caza y un saco de leña. Esta noche hacemos barbacoa. Bueno si no llueve. No dice nada. Está demasiado cansada. ¡Santa mujer, que merece un monumento por su paciencia!

Nos vamos a la zona de acampada. Eva quiere montar la tienda, pero yo prefiero acercarme a la charca porque los últimos rayos de sol iluminan el horizonte.
La charca de Halali está a unos 250 metros del campamento. Para mi es la mejor charca de Etosha: por su altura sobre la charca y el paraje. La zona que lo rodea es bosque y los puestos de observación están en una ladera de la montaña, tiene una vista perfecta para observar a los animales.

Hay bastante gente pero no se ven animales de gran tamaño, así que nos sentamos. Al par de minutos llegan tromba una gran familia de elefantes parece un espectáculo programado. La pista de un circo justo en el momento que salen los artistas. Es impresionante todo el mundo se queda en silencio.

Bueno todo el mundo menos los dos niños. Están discutiendo porque se les ha quedado la cámara sin batería. Al final se la tengo que dejar la mía un poco. Conseguimos que también me llame la atención a mí.
El espectáculo es increíble la manada tendrá 16 o 18 miembros muchos de ellos crías pequeñas. Las últimas luces del sol iluminan la charca justo antes de que enciendan los focos. Después aparecen varios rinocerontes hasta tres al final de la escena. Sin embargo los elefantes adultos advierten a los rinocerontes de que no se acerquen demasiado. Un rinoceronte es como un tanque, pero un elefante es como un tren y todavía hay categorías y jerarquía en la charca.

Aparece una segunda familia de elefantes justo cuando sale la primera de la charca. A los rinocerontes le vuelve a tocar esperar... Mientras los rinocerontes discuten entre ellos y marcan también su propia jerarquía.
Una vez la segunda familia se ha alejado le toca los rinocerontes el baño.

Nos vamos a montar la tienda de campaña. Mientras nos dirigimos andando hacia la zona de acampada el cielo se pone más gris y comienza a caer un chubasco.
Le digo a Eva qué preguntemos en recepción, a ver si nos pueden alquilar uno de los chalecitos de la entrada. Nos supone perder el dinero de la plaza de camping, pero después de la movida de la noche anterior casi que lo veo mejor.
Pregunto de nuevo el precio del chalet y es tan bueno (quizás sea por la temporada baja) que aunue perdemos el dinero del camping no vale la pena arriesgarnos. Además incluye el desayuno, así que convenzo a mi mujer y aceptamos.
Cuando me dan la cuenta el precio triplica lo que me había dicho la chica. Cuando le pregunto qué porque no coincide con lo que me habia dicho antes, me dice que era precio por persona y que los niños pagan la mitad. ¡Estoy de vacaciones, no importa! Decido pagar con tarjeta, porque eran unos 2800 $N, pero tenían el TPV ya desconectado, así que me dicen que vuelva por la mañana y me dan la llave del chalet.
Al menos me queda el consuelo de que el chalet estaba muy bien. Teníamos nuestra propia plaza de aparcamiento a la puerta, barbacoa, dos dormitorios, un cuarto de baño muy espacioso y un saloncito. Las camas tiene mosquitera de dosel, un lujo porque hasta ahora solo hemos visto un par de mosquitos en Okaukuejo. Ni nos han picado, pese a que estamos tomando la profilaxis de la malaria para este parque.
La barbacoa es exterior y está cubierta, con una pequeña terracita para comer. Cenamos en esa terracita y luego nos vamos a dormir, que la verdad es que estamos muy cansados.
Las camas son grandes (king size) y acogedoras. Dormimos a pierna suelta.
Amanece y aunque nos teníamos que levantar con las primeras luces, me hago el remolón. ¡Es tan cómoda la cama! Además tengo que amortizar lo que cuesta.
No ha llovido esta noche. Sobre las 8 nos vamos a restaurante a desayunar.
Luego nos acercamos a la charca, que ya no queda ningún turista, pero en la charca hay una manada de cebras bastante nerviosa y que salen en estampida. Tiene que haber un motivo para es espantada. Nos fijamos entre los arbustos y descubrimos a una leona que intentaba emboscar a algún miembro de la manada. Está claro que los sentidos de los animales son mucho mejores que los nuestros.
Tras pagar la cuenta, me acerco al libro de los avistamientos de otros viajeros: y busco una palabra Cheetah. Tengo una espina clavada con ellas.