![]() ![]() Una semana de octubre en Nueva York con excursión a Washington. ✏️ Blogs de USA
Relato muy visual con opiniones y experiencias de un viaje de una semana a Nueva York, en el que también hicimos una excursión a Washington.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Índice del Diario: Una semana de octubre en Nueva York con excursión a Washington.
01: Preparativos del viaje.
02: Viajamos a Nueva York.
03: Un paseo por Nueva Jersey y llegada a Manhattan.
04: Mañana en el Alto Manhattan y Midtown.
05: Tarde en el Bajo Manhattan.
06: Tour de contrastes.
07: Crucero alrededor de la isla d Manhattan: Best of New York.
08: Empire State, Estación Central, Teleférico a la isla de Rosewelt...
09: Sábado por la noche en Times Square.
10: Top of the Rock, Portaaviones Intrepid y Museo Metropolitano.
11: Observatorio Edge, The Vessel, High Line, Catedral de San Patricio...
12: Excursión a Washington.
13: Regreso al Bajo Manhattan, Civic Center y Battery Park.
14: Central Park y fin de viaje.
15: Conclusiones.
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Etapas 10 a 12, total 15
![]() Top of the Rock, Portaaviones Intrepid y Museo Metropolitano.Tras subir al espectacular Observatorio TOR, dedicamos la mañana a dos museos, el Portaaviones Intrepid y el Metropolitano de Arte. Este día también fruimos por nuestra cuenta, ya que no nos interesaba la excursión opcional que incluía un recorrido por Harlem con Misa Gosspel, algo que ni siquiera nos atraía para hacer por libre. Sí que aprovechamos la oferta del guía de acercarnos a Manhattan en el autocar. Pese a ser domingo y muy temprano, las calles y plazas ya estaba bastante animadas.
![]() Sobre las nueve y media llegamos al complejo Rockefeller Center para subir al Observatorio Top of de Rock, que se encuentra en el Comcast Building, un edificio de estilo Art Déco, construido en 1933, y que también se conoce como 30 Rock. Como era festivo, las oficinas no abrían, y, a esa hora, las tiendas aún estaban cerradas. Al contrario que la tarde anterior, delante solo teníamos un pequeño grupo personas, con lo cual entramos rápidamente tras canjear los pases de la tarjeta en la taquilla por las correspondientes entradas y decir un "no photo". Lo mismo que en el resto de observatorios, antes de tomar el ascensor se puede visitar una exposición sobre la construcción del edificio, el entorno y su época, en cierta manera similar al del Empire State. Resulta impactante ver a esos obreros a tales alturas sin apenas medidas de seguridad.
![]() ![]() El observatorio está entre las plantas 67 y 70, y ofrece unas vistas de Manhatan en 360 grados. Aunque no dejan de parecerse a las del Empire (creo que en general son peores por la posición del propio rascacielos) hay un par de detalles que convierte su panorámica en diferente y meritoria: el tener de frente al propio Empire (hacia el sur) y una preciosa perspectiva sobre Central Park casi al completo.
![]() ![]() El nivel inferior está rodeado de paneles de cristal, si bien separados por unas ranuras entre las que se puede colocar el objetivo de la cámara (si no es muy grande) para que no molesten los reflejos, mientras que en el piso 70 hay una terraza al aire libre, desde donde contemplar sin apenas trabas el inmenso horizonte urbano, con edificios, calles y lugares que en gran medida ya éramos capaces de identificar. Muy bonita la vista. Además, tiene algunos lugares especiales para los amantes de los "souvenirs".
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() El mirador superior no es muy amplio, así que no me quiero imaginar lo que puede suponer estar allí a la hora de la puesta del sol, con una multitud queriendo hacer fotos. En fin, esto es muy subjetivo, una decisión de cada cual. Por nuestra parte, disfrutamos mucho moviéndonos a nuestro aire y tomando fotografías tranquilamente. Y eso que en cuestión de minutos comenzó a llegar mucha más gente a las terrazas.
![]() ![]() Al salir, fuimos hacia el Muelle 85 del río Hudson, junto a la terminal de cruceros de Circle Line, donde habíamos estado la mañana anterior. Allí se encuentra el histórico Portaaviones Intrepid, que alberga el Museo del Mar, el Aire y el Espacio, fundado en 1982, y que se refiere a la historia militar, marítima y espacial de los EE.UU. Figura incluido en la tarjeta Go City y, aunque no requiere reserva previa, hay que ponerse a la cola para obtener la entrada. Había bastante gente, más de media hora de espera.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Al margen del tema militar (todo muy preparado para mayor gloria norteamericana, como es lógico) el principal atractivo de este Museo es ver de cerca muchos aviones y helicópteros, así como el trasbordador espacial Enterprise. También resulta interesante recorrer el portaviones, sus cuatro cubiertas, el puente de mando, las cocinas, los dormitorios…
![]() ![]() Sin embargo, lo que más llamativo es acceder al submarino Growler (hacen un pequeño test para probar que no se padece claustrofobia), que fue retirado del servicio en 1964. Se recorren sus dependencias, camarotes, servicios, cocinas, salas de torpedos y guiado de misiles… Todo es muy angosto y agobiante, lo que pone en evidencia las duras condiciones de vida que llevaban sus tripulantes.
![]() ![]() El Museo es bastante más grande de lo que parece y verlo todo lo esencial requiere tiempo, como mínimo dos o tres horas. Si no se desea entrar, desde el exterior se puede apreciar la estructura del barco y una parte de los aviones.
![]() ![]() Luego nos dirigimos hacia Central Park, para visitar el Museo Metropolitano de Arte. A las puertas, en la Quinta Avenida nos encontramos con la sorpresa de que se estaba celebrando el Desfile del Día de la Hispanidad, con carrozas, bailes y banderas de varios centros españoles y de otros países latinos. Resultaba curioso escuchar el soniquete de gaitas y pasodobles en pleno corazón de Nueva York.
![]() Volviendo al Metropolitan, no lo oferta ninguna tarjeta turística, con lo cual hay que desembolsar los 30 dólares de la entrada, que se adquiere en las taquillas automáticas del majestuoso Great Hall. Hay indicaciones en español y se puede pagar con tarjeta de crédito. Lo de abonar la voluntad, como se hacía antaño, ahora solo es para quienes residan en el Estado de Nueva York.
![]() ![]() Fundado en 1880, el Museo ha ido incrementando su colección, que abarca 5.000 años de historia e incluye más de dos millones de obras de arte de todo el mundo, con arquitectura, escultura, pintura, grabados, fotografía, armas, armaduras... Tiene la ventaja de que se trata de una especie de museo todo en uno y el inconveniente de que, al ser enorme, se necesitarían varios días para verlo en condiciones. De modo que intenté tomármelo con calma, dispuesta a disfrutar de lo que pudiera y me diese tiempo.
![]() ![]() ![]() En las escaleras exteriores que dan acceso al edificio se agolpaba la gente, pero dentro no había colas y pasé enseguida, empezando hacia la derecha, donde se encuentra la zona dedicada al Arte Egipcio, que tanto me gusta, y a la que dediqué bastante tiempo, quizás demasiado, porque luego me faltó en otras salas.
![]() Entre lo mucho que vi, destaco la Tumba de Perneb, el Templo de Dendur, del año 15 a.C., un regalo de Egipto a los EE.UU. en agradecimiento por su ayuda para salvar de las aguas los monumentos nubios que hubieran quedado sumergidos por la construcción de la Presa de Asuán; vamos, el Templo de Debod de Madrid a la neoyorquina. Está en una gran sala (Sacker Wing) acristalada y cubierta, junto a otras valiosas piezas de arte egipcio. Me pareció más pequeño que el de Madrid, no se puede acceder al interior y tiene multitud de grabados e inscripciones. Muy bonito.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Por lo demás, no puedo detallar todo lo que vi porque casi me volví loca, yendo de un lado a otro, procurando que me cundiera el tiempo. Entre lo que recuerdo, citaré los vestidos de los indios en el Ala de Historia Americana, la Sala con la fachada neoclásica del Branch Bank, la Sala de Armas y Armaduras, las exposiciones de pintura clásica con una amplia colección de casi todos los grandes maestros europeos (Rubens, Velázquez, Goya, Tiépolo, Caravagio…), la pintura moderna e impresionista, el Arte Asirio…
![]() ![]() Por la parte que nos toca, me llamaron especialmente la atención la Reja de la Catedral de Valladolid (comprada en 1929 por el magnate de la prensa norteamericana William Randolph Hearst) y el patio del Castillo de Vélez Blanco en Almería. Tuvimos la ocasión de visitarlo hace un par de años y nos contaron la historia de su patio de honor, construido en 1510 con mármol blanco y estilo neoclásico, que fue vendido por la Casa de Medina Sidonia a un anticuario francés en 1904, y en 1913 acabó en la casa de Manhattan de unos coleccionistas americanos. En 1941, lo donaron al Museo Metropolitano, si bien no sería instalado en sus dependencias hasta 1959, tras un meticuloso estudio, visitando incluso su ubación original.
![]() ![]() ![]() Al salir, tenía pensado pasarme por el Museo de Historia Natural, que está muy próximo, cruzando por Central Park, pero me enrollé tanto en el Metropolitan, que se me pasó la hora y cuando llegué ya no se podía entrar. Etapas 10 a 12, total 15
![]() Observatorio Edge, The Vessel, High Line, Catedral de San Patricio...Por la tarde nos tocó caminar y caminar, visitando el espectacular mirador Edge, el nuevo barrio de Hudson Yards, el paseo de High Line... También pude entrar a visitar la Catedral de San Patricio. Por la tarde, fuimos al barrio de Hudson Yards, un lujoso complejo de edificios y centros comerciales construido en los últimos años entre las calles 30 y 34 y las avenidas 1ª y 2ª, sobre lo que era un depósito de trenes (todavía se ven las vías en algunos sitios), cuyo antiguo aspecto de zona industrial ha cambiado completamente. En su entorno hay varios sitios interesantes, como la gigantesca escultura llamada The Vessel, el paseo High Line y el Observatorio Edge.
![]() ![]() El Edge está en el piso 100 del rascacielos de Oficinas 30 Hudson Yards, que se halla cerca de otro edificio no menos impresionante, el 10 Hudson Yards.
![]() ![]() El Edge casi más vertiginoso desde abajo que desde arriba. ![]() Nos costó encontrar la entrada y tuvimos que pasearnos por todo el centro comercial, entre cuyas tiendas localizamos una sucursal de la famosa joyería Tiffany, cuyos escaparates de su tienda en la 5ª Avenida no pudimos ver porque están en obras. También nos fijamos en una llamativa perspectiva de The Vessel.
![]() ![]() Por las escaleras mecánicas creo recordar que subimos a la quinta planta, donde está el acceso al Edge. Había bastante cola, pero no muchísima. Tardamos como un cuarto de hora. Tras los consabidos efectos especiales en los pasillos de acceso, el ascensor nos elevó a velocidad supersónica hasta el piso 100, desde donde pasamos a un mirador interior acristalado con vistas fantásticas, pero aquejado del típico problema de los reflejos.
![]() ![]() Tras rodearlo haciendo fotos, salimos al "vértice", la famosa terraza colgante que sobresale del edificio, dando la impresión de que caminas en el vacío. Bueno, eso no es así exactamente, ni siquiera al pisar encima del pequeño tramo donde el piso es transparente, porque al mirar hacia abajo aparece una estructura inferior del propio edificio que rompe la verticalidad. Mucha gente se tumbaba en el suelo para hacer fotos con efecto, pero no le vi demasiada gracia por lo que acabo de contar. Al mirador exterior se accede bajando unas escaleras desde la que se vislumbra un impactante panorama. Como suele pasar, dos de las esquinas estaban muy solicitadas para sacarse fotos, hasta el punto de que se guardaba una cola rigurosa que todo el mundo respetaba paciente y escrupulosamente. Si se desea salir en la foto, es más rápido sacar la esquina mientras unos van y vienen.
![]() ![]() ![]() ![]() Las vistas son estupendas, ya que por su posición ofrece el panorama de las dos orillas del río Hudson (Nueva Jersey y Nueva York), gran parte los edificios emblemáticos de Manhattan e incluso se adivina la imagen de la Estatua de la Libertad, al fondo, a lo lejos, hacia el sur. Y de cara al Midtown, la estampa es también impresionante.
![]() ![]() ![]() Sin embargo, pese a que presume de ser el observatorio al aire libre más alto del Hemisferio Oeste, no deja de estar rodeado de paneles de cristal, con lo cual no se libra del incordio que suponen los reflejos para las fotos; por no hablar de lo molestas que resultan las azoteas de otros edificios más bajos que se encuentran muy próximos y que cortan, incluso afean, algunas perspectivas.
![]() ![]() Por lo demás, un piso cien es un piso cien, y ciertamente te da la impresión de que estás en la cima del mundo… civilizado.
![]() The Vessel está justo enfrente. No sé lo que lo que representa, pero es verdad que no deja indiferente esta gran estructura en forma de colmena, con escaleras entrecruzadas y un color cobre brillante que produce todo tipo de efectos cromáticos tanto en el exterior como en el interior. Hubo un tiempo en que era posible ascender por su laberinto de plantas y escaleras entrecruzadas, pero el acceso a los pisos superiores se cerró en 2021 porque se produjeron varios suicidios. Ahora solo se puede visitar la planta baja, donde hay aforo y controlan. Tuve que ponerme a la cola, pero fue muy rápida, pues el interior se ve en nada y menos.
![]() ![]() ![]() De nuevo en el exterior, hice unas fotos "futuristas" con la colaboración de The Shed, un edificio que parece un cubrecama acolchado, cuya estructura exterior tiene ruedas y puede moverse para dejar a la vista otro edificio interior, que alberga un centro cultural.
![]() ![]() ![]() ![]() A continuación me encaminé hacia la entrada de High Line, que se encuentra a escasos metros. Ojo porque tiene horario, aunque es muy amplio.
![]() ![]() High Line es un parque lineal, construido en alto sobre unas antiguas vías de ferrocarril, que aún se pueden ver a tramos. Consta de jardines laterales con bancos y miradores y un paseo peatonal no muy ancho, que puede resultar un tanto agobiante si hay mucha gente, tal cual era el caso entonces.
![]() Va de norte a sur, mide unos dos kilómetros de largo y solo se puede salir o entrar por lugares determinados. Es curioso recorrerlo porque va entre edificios, algunos nuevos y lujosos, de arquitectura casi espacial, entremezclados con casas antiguas, que parecen reivindicar su sitio en una ciudad cuya historia han conformado. Se puede salir a la popular zona de Chelsea y su mercado y regresar por la 10ª Avenida.
![]() ![]() ![]() Quería ver un par de cosas pendientes en Central Park antes de que se me hiciera de noche, pero eso lo cuento en otra etapa que le dedico al Parque. Cuando terminé allí, de camino hacia el Hotel Newyorker hice algunas fotos en la 5ª Avenida.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Y descubrí varias iglesias embebidas entre unos rascacielos que parecían añadirse a sus fachadas como improvisados campanarios. Me resultó curioso pensar que, en otras partes del mundo, las iglesias suelen ser los edificios más altos, mientras que en Nueva York a duras penas consiguen hacerse sitio y dejarse ver.
![]() ![]() En la fachada de la Catedral de San Patricio vi ondear las banderas americana y española, probablemente como reconocimiento del día nacional de nuestro país. Estaba abierta y aproveché para entrar, pues la vez anterior estaban dando misa y apenas pude verla. En esta ocasión, la recorrí de arriba abajo. Por la falta de luz exterior no se veían las vidrieras, que sí pude apreciar el día anterior.
![]() San Patricio es un templo católico de estilo neogótico, construido entre 1858 y 1865 en ladrillo revestido de mármol blanco. Ocupa toda una manzana, con una longitud de 120 metros y una altura de 100. Ha sido remodelado varias veces y el Altar de San Juan de la Salle es uno de los pocos originales que se conservan. Los tubos del órgano primitivo también fueron reemplazados.
![]() En el exterior, volví a sacar las fotos típicas, esta vez de noche, de la fachada principal sola y con la Escultura del Atlas de Rockefeller Center en medio.
![]() ![]() ![]() Seguí caminando hasta la Plaza de Rockefeller Center, donde había instalada una pista de patinaje, que estaba muy concurrida. El buen tiempo animaba a permanecer al aire libre. ![]() ![]() Era domingo y en Times Square había mucha gente, pero nada parecido a lo de la noche anterior.
![]() ![]() En el restaurante Trattoria Bianca me reuní con mi marido para cenar. Nos pusieron ensalada, salmón con verduras y tarta de manzana. Se me había agotado la batería del móvil y casi no me tenía de pie. Cuando miré el contador de lo que había caminado durante la jornada apenas me lo podía creer: 30 kilómetros y 170 metros. ![]() No es que fuese la primera vez que me doy tales palizas visitando una ciudad y también suelo andar habitualmente más de diez kilómetros diarios, pero en aquel momento me sentí tan cansada que hasta agradecí que el día siguiente fuese distinto. Etapas 10 a 12, total 15
![]() Excursión a Washington.Después de pensárnoslo mucho, decidimos hacer esta pequeña escapada a Washington, más larga de viaje que de recorrido. Nos costó mucho tomar la decisión de si hacer o no la excursión a Washington, pues, además de muy cara, era una paliza considerable de autobús. Casi a última hora, nos decidimos. Bueno, en realidad fue mi marido quien tomó la iniciativa, pues me dijo que él se apuntaba tanto si iba yo como si no.
![]() ![]() Además de la excursión que nos ofreció nuestro guía, estuve mirando otras posibilidades (Civitatis la ofrecía algo más barata, pero sin almuerzo y teniendo que trasladarnos a Manhattan por nuestra cuenta), y también miré para hacerla en trasporte público, pero el menor precio no compensaba en absoluto la mayor incomodidad y la pérdida de tiempo añadida. Por lo demás, el recorrido organizado que ofrecen las agencias es similar en todos los casos que consulté. Así que nos unimos al resto de los integrantes del grupo que compraron esta visita opcional.
![]() ![]() Salimos puntualmente del hotel a las seis de la mañana. Pese a que no habían abierto para el desayuno, tuvieron la amabilidad de prepararnos unas bolsas de picnic con huevos revueltos, salchichas, una botella de zumo, una fruta, un yogurt y una madalena, además del café que cogimos de las cafeteras que prestan servicio permanente y gratuito en el vestíbulo. Tomamos un tentempié en el autobús y el resto en un área de servicio donde pararíamos hora y media después. De camino, dejamos a nuestra espalda el skyline de Nueva York envuelto en la penumbra de un hermoso amanecer. Qué pena no haber podido captar una mejor la imagen con la cámara.
![]() Durante la excursión circularíamos por cuatro Estados: Nueva Jersey, Delaware, Maryland y Virginia. El viaje hasta Washington duró cuatro horas largas, pasamos cerca de Baltimore y cruzamos varios puentes sobre grandes ríos, pero de los detalles del itinerario no recuerdo gran cosa, pese a las profusas explicaciones del gruía local que nos acompañaba, que no era el que teníamos en Nueva York. Además, el autobús iba a tal velocidad por la autopista que resultaba casi imposible hacer alguna foto decente.
![]() ![]() Itinerario de Nueva York a Washington en Google Maps. ![]() Nada más llegar, pasamos de largo Washington, atisbando lugares emblemáticos como el Pentágono, el río Potomac y el Obelisco.
![]() ![]() ![]() ![]() Entramos en el Estado de Virginia para visitar el Cementerio Militar de Arlington, fundado durante la Guerra de Secesión americana en un terreno que pertenecía al general confederado Robert E. Lee, de cuya mansión se conserva una réplica. Allí pueden ser enterrados soldados muertos en combate, quienes ostenten la Estrella de Plata, los Presidentes y Vicepresidentes de EE.UU. y otras personalidades. Es muy extenso y constituye una estampa muy llamativa la gran cantidad de lápidas blancas que se asientan sobre los verdes campos de césped.
![]() ![]() Sin embargo, su principal interés para los extranjeros reside en visitar las tumbas de los Kennedy, diferentes del resto. Junto a la llama eterna, bajo la réplica de la casa de Robert Lee, se hallan las lapidas de John F. Kennedy, su esposa Jacqueline y dos de sus hijos. No muy lejos están las de sus hermanos, Robert y Edward. A su alrededor hay varias losas con fragmentos de los discursos más destacados del presidente asesinado. También vimos un museo.
![]() ![]() Seguimos después hasta el Monumento a Iwo Jima, tributo al Cuerpo de la Marina estadounidense y que recuerda el episodio más cruento de la Guerra del Pacífico durante la II Guerra Mundial, llevado a la pantalla por Clint Eastwood en la película “Cartas desde Iwo Jima” de 2006. Esta escultura tiene la particularidad de que, por un efecto óptico, la bandera americana que sostienen los soldados inclinada, va enderezándose hasta quedar prácticamente vertical según la perspectiva en que se mire.
![]() Luego, volvimos a Washington D.C., que se denomina oficialmente Distrito de Columbia, y se administra como un distrito federal, con un sistema diferente al de los otros 50 Estados. Su población actual se acerca a los 670.000 habitantes. En cuanto empezamos a recorrerla, nos dimos cuenta (bueno, ya lo sabíamos) que representa la antítesis de Nueva York, una ciudad planificada en el siglo XVIII para convertirse en capital, tomando a París como ejemplo, con amplias avenidas, extensas zonas verdes y plagada de monumentos, museos y edificios tanto gubernamentales como de organizaciones internacionales. No tiene rascacielos, los edificios altos que vimos no creo que superen las quince plantas. Los que se ven desde el puente, a lo lejos, pertenecen a otro Estado. Como curiosidad, decir que aquí los taxis son de color rojo y gris.
![]() ![]() Entre otros muchos sitios con edificios monumentales, pasamos por las sedes de la Cruz Roja Internacional y de la Organización de Estados Americanos (OEA), en cuyo exterior vimos una curiosísima escultura dedicada a Isabel la Católica, obra del escultor almanseño José Luis Sánchez.
![]() ![]() Nos bajamos a dar un paseo en Lafayette Square, un bonito parque dedicado al general francés que luchó contra los ingleses en la Guerra de Independencia de los EE.UU. y que está considerado un héroe en este país. Cuenta con varias esculturas, aunque su principal atractivo para los turistas reside en que, a través de una verja, se ven los jardines y la fachada principal de la Casa Blanca, residencia del Presidente. En las inmediaciones, se encuentra la Iglesia Episcopal de San Juan, de color amarillo, muy visitada por los presidentes y sus invitados, dada su cercanía a su residencia oficial.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Una vez tomadas las inevitables fotos, volvimos a recorrer la ciudad, pasando junto al Teatro Ford, donde en 1865 Abraham Lincoln recibió un disparo en la cabeza por parte de uno de los actores, simpatizante del sur. Se puede visitar. De hecho había bastante cola. El presidente murió en una casa que está enfrente del teatro y en cuya fachada hay una placa conmemorativa. También vimos el enorme edificio donde tiene su sede el FBI.
![]() ![]() ![]() ![]() Desde allí, pasando por una zona de museos, fuimos a almorzar al restaurante del Hotel Holiday Inn, donde tomamos un buffet libre estupendo. Sin duda, por calidad fue la mejor comida del viaje, todo muy bien cocinado y abundante. Había ensaladas, pasta, arroz, pescado, carne, pollo, verduras, frutas, dulces… Uff, las mezcolanzas que montamos cuando hay buffet... ![]() ![]() ![]() ![]() Ya con el estómago lleno, nos encaminamos hasta el National Mall, también llamado Explanada Nacional, un enorme parque lineal que integra jardines, fuentes monumentales, museos nacionales y esculturas, y que se extiende desde el Capitolio, en un extremo hasta el Memorial a Abraham Lincoln en el otro, con el Obelisco (monumento a George Washington) en el centro. El Obelisco se une con el Monumento a Lincoln por un estanque y al Capitolio por una inmensa pradera. Desde cada extremo se divisa el contrario. Para hacerse una idea, lo mejor es mirar el mapa que aparecía en uno de los paneles informativos, que comprende también otras zonas del centro de la ciudad.
![]() En primer lugar, nos dirigimos al Capitolio, uno de los platos fuertes de la visita a la capital federal. Sin embargo, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que gran parte de su fachada principal estaba tapada por un horrible toldo, pues se está llevando a cabo una restauración integral del edificio. ¡Vaya chasco! Ya podían haber puesto en la lona un dibujo con el perfil del edificio, como están haciendo últimamente en Madrid y que de lejos da un poco el pego. Menos mal que la cúpula permanecía al descubierto… Logré una imagen poco habitual y sin andamios por un lateral.
![]() ![]() ![]() Delante del Capitolio, desde un gran mirador, se contempla la Fuente del Senado, a un lado. Y, de frente, mirando hacia el Obelisco, se divisan el monumento a la Paz y los memoriales dedicados a los presidentes Grant y Garfield. Otro sitio típico de fotos.
![]() ![]() ![]() A continuación, pasamos junto al Obelisco y vimos el Templete Clásico dedicado a Tomas Jefferson, que se halla junto a un lago, llamado Cuenca Tudal. En sus orillas se han plantado cerezos, regalo de Japón, que, a juzgar por las fotos que he visto en internet, ofrecen un fantástico espectáculo de color rosa en la época de floración, pero que en octubre no decían demasiado, así que pongo el monumento por el otro lado, que me quedó mejor.
![]() ![]() Ya a pie, fuimos hasta el Lincoln Memorial. Construido en 1922, el edificio, al que se asciende por una escalera cuyo número de escalones se corresponde con los años que tenía cuando fue asesinado, semeja un templo griego de estilo dórico, en cuyo interior hay una gran escultura del presidente sentado, que, por cierto, ha sido vandalizada en varias ocasiones. También se incluyen inscripciones con fragmentos de sus discursos más conocidos.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Desde el monumento se divisa una vista espectacular, sobre la Reflecting Pool, un estanque rectangular en línea recta hacia el Obelisco, que queda reflejado sobre sus aguas. La foto desde aquí y desde la base del estanque es una de las más bonitas y típicas que se pueden tomar en Washigton D.C., ya sea divisando el Capitolio o de frente.
![]() ![]() Finalmente, visitamos varias esculturas y memoriales que hay en los alrededores: el de los veteranos de la Guerra de Corea, el monumento solemne a los soldados de la Guerra de Vietnam, el las mujeres en la guerra y algunos otros que no recuerdo. Significativo el mensaje “freedom is not free”.
![]() ![]() En torno a las cinco de la tarde, nos despedimos de la capital para emprender el largo viaje de vuelta. Desde la autopista, en un puente cerca de Baltimore, nos sorprendió la puesta de sol. Cuatro horas y media después nos estaba esperando la cena en nuestro hotel con mejillones en salsa y todo.
![]() ![]() Como resumen, dejando aparte la forma en que lo visitamos, Washington nos gustó, especialmente por el contraste que supone con Nueva York, y no nos hubiera importado pasar una noche allí para verlo todo más detenida y tranquilamente. En cuanto a la excursión en sí, surgen dos cuestiones. ¿Compensa? Dado el alto precio y que se pasan más horas de viaje que en la propia ciudad, seguramente no. ¿Merece la pena? Eso ya es más subjetivo, pues depende de factores como el número de días que se pasen en Nueva York, si se piensa regresar a Estados Unidos, etc. En nuestro caso, a toro pasado, puedo decir que no nos arrepentimos. Además, las horas de autobús nos sirvieron en cierto modo para recuperarnos un poco de las interminables caminatas que nos dimos en Nueva York, si bien en Washington tampoco nos quedamos cortos y recorrimos a pie unos diez kilómetros. Etapas 10 a 12, total 15
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