![]() ![]() Vuelta a Islandia con Landmmanalaugar en 9 días. ✏️ Blogs de Islandia
Relato del circuito que hice a mediados de julio, dando la vuelta a Islandia por la "ring road", con una excursión a Landmannlaugar. Además de los lugares que visité, he querido reflejar en fotos la que fue para mi una de las mejores experiencias del viaje: los fantásticos paisajes que fui contemplando y disfrutando.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (18 Votos) Índice del Diario: Vuelta a Islandia con Landmmanalaugar en 9 días.
01: El viaje, su por qué y su cómo. Itinerario.
02: Vuelo y llegada a Islandia.
03: Cráteres, geiseres y cascadas del sur. Cráter Kerid, Geysir y Gullfoss.
04: Paisajes del sur. Cascadas Sedjalandsfoss y Skogafoss. Playa de Réynisfjara.
05: Glaciares del sur: Svinafellsjokull y Fjallsjökull. Jökusárlón y Diamond Beach.
06: Recorriendo los fiordos del este.
07: Hacia el norte: Cascada Detifoss, Hverir, lago Myvatn, Dimmuborgir...
08: Alrededores del Lago Myvatn: Pseudocráteres de Skútustaðagígar. Cráter Viti.
09: Cascada Godafoss. Akureyri.
10: Por la ruta del norte, de camino hacia Laugarbakki.
11: Eriksstadir. Península de Snaefellsness: Grundarfjordur, Kirkufell...
12: Rodeando la península de Snaefellness. Snæfellsjökull. Arnastapi. Borgarness.
13: Parque Nacional de Thingvellir
14: Reikiavik.
15: Landmannaulaugar y sus espectaculares montañas de colores.
16: Pequeño resumen y conclusiones.
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Etapas 13 a 15, total 16
![]() Parque Nacional de ThingvellirAunque forma parte del Círculo Dorado, el lugar donde se reunió el primer parlamento islandés quedó para esta jornada. Se puede recorrer por senderos y miradores, y también llegar hasta la cascada Oxararfoss. Y, entre unas cosas y otras, habíamos llegado a la jornada final del circuito, completando así la vuelta a la isla, y que incluía el Parque Nacional de Thingvellir y la capital, Reikiavik. En total, 157 kilómetros, con el siguiente perfil en Google Maps.
![]() De Borgarnes al Parque Nacional de Thingvellir pasando por el Fiordo de las Ballenas. La ruta turística del Círculo Dorado está compuesta por Geysir, la Cascada de Gullfoss y el Parque Nacional de Thingvellir. Los dos primeros destinos los habíamos visitado el primer día, mientras que Thingvellir quedó pendiente para la primera parada de la jornada final con objeto de optimizar la planificación del circuito, según nos comentó la guía. Y creo que fue un acierto.
![]() Aunque la temperatura era buena, el día amaneció algo feucho, con ese toldo de nubes bajas que a veces cubre Islandia, pero que no llega a formar niebla espesa, lo que permite contemplar el paisaje, si bien un poco difuminado. Lo cierto es que esa mañana fue la peor con diferencia para hacer fotos un poco decentes.
![]() Desde Borgarnes, hay dos rutas principales para ir al Parque Nacional de Thingvellir, la tradicional, por la carretera 47, rodeando Hvalfjordur (el Fiordo de las Ballenas), y la moderna y más rápida, por la carretera 1, tomando el túnel submarino. Inaugurado en 1998, con 5.762 metros de longitud y una profundidad máxima de 165 metros, permite cruzar el fiordo en 7 minutos, acortando la distancia entre Reikiavik y el norte y el oeste del país en unos 45 kilómetros. Sin embargo, el túnel ha recibido críticas internacionales en cuanto a sus medidas de seguridad.
![]() Por el motivo que fuese, hicimos el recorrido antiguo, rodeando el fiordo, que tiene 30 kilómetros de longitud y 5 de ancho y cuyo nombre se debe a la abundancia de ballenas jorobadas que deambulaban por la zona antes de su caza masiva. Aquí también se encuentra la cascada más alta de Islandia, llamada Glymur, de 198 metros de altura. Otra curiosidad histórica de este sitio es que fue una importante base naval del ejército norteamericano durante la II Guerra Mundial, cuyo muelle ahora ocupa el único centro ballenero de Islandia. ![]() ![]() Parque Nacional de Thingvellir (Pingvellir). Se trata del lugar más simbólico en la historia de Islandia, pues allí, en el año 930, se fundó el Alþingi, primer parlamento islandés y uno de los primeros del mundo; también fue donde, en el año 1000, se adoptó el cristianismo como religión oficial del país y donde se proclamó la República de Islandia el 17 de junio de 1944.
![]() ![]() Declarado Parque Nacional en 1928, también es muy importante a nivel geológico, ya que está lleno de fisuras, producidas por la separación de las placas tectónicas de Nortemérica y Eurasia en su emplazamiento. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en al año 2004 y se utilizó como escenario en varios episodios de la serie Juego de Tronos.
![]() ![]() ![]() El autobús nos dejó en el Centro de Visitantes, desde cuyo mirador se contempla una vista general del conjunto, con el lago Lago Thingvallavatn, el más grande del país, justo enfrente, y la falla Almannagjá, a la izquierda. Las nubes volvían el paisaje un poco desvaído, aunque en vivo se apreciaba todo mejor que en fotos. Lo malo fue que las mosquitas que no nos atacaron en Myvatn aparecieron aquí, fastidiando un poco la visita. No lo había previsto y me dejé la mosquitera de cabeza en la maleta, mientras los vendedores de los tenderetes se llenaban los bolsillos vendiéndoselas a los asombrados turistas. Así que, ¡ojo!, que aquí también hay moscas y mosquitos de lo más pesados y peleones.
![]() Al formar parte del Círculo Dorado, aquí acuden muchas excursiones desde Reikiavik y estaba bastante concurrido. A partir del mirador, se inicia un sendero, a la izquierda, que recorre las paredes verticales de la grieta Almannagjá hasta llegar a un mirador que se asoma a un promontorio donde está izada la bandera islandesa, señalando el Lögberg (la roca de la ley), bajo la cual se supone que se reunían los parlamentarios primitivos.
![]() Esa piedra en medio de las otras, ¿no recuerda a otra, en Noruega? ![]() ![]() Entre los varios caminos que se pueden tomar desde este promontorio, me dirigí a la derecha, retrocediendo hasta Thingvallakirkja, una pequeña iglesia luterana erigida en 1859 en el lugar donde estuvo la primera iglesia de Islandia, que se construyó por iniciativa del rey noruego Olaf II el Santo tras la cristianización del país.
![]() ![]() ![]() Avancé de nuevo por el sendero hasta un mirador sobre la fisura de Peningagjá, por entre cuyas paredes corre un manantial de aguas cristalinas.
![]() ![]() Finalmente, seguí hasta el aparcamiento, desde donde sale un sendero a la izquierda que conduce en subida hasta la cascada de Oxararfoss, que me pareció un poco más menguada de lo que la había visto en algunas fotos.
![]() Excepto por las moscas y porque había, quizás, un exceso de gente, encontré este paseo bastante entretenido, si bien no está a la altura de otros destinos en Islandia, por lo cual seguramente gustará más viéndolo al principio del viaje. Pero, bueno, tampoco puedo decir que me decepcionase, y eso que lo vi al final.
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![]() Reikiavik.La capital de Islandia me pareció una ciudad que merece dedicarle al menos media jornada. Sobre todo me sorprendió su buen ambiente para pasear y tomar algo en las numerosas terrazas de verano. La capital del país suele estar un poco denostada por los visitantes, que no dudan en sacrificarla para poder acudir a otros sitios, lo que me parece comprensible pero no justo, ya que Reikiavik, en mi opinión, sin ser ninguna maravilla, sí que se merece al menos un paseo. Además, está muy cerca del Círculo Polar Ártico y siempre “mola” decir que has visitado la capital más septentrional del mundo de un estado soberano.
![]() Con unos 125.000 habitantes es, de muy lejos, la ciudad más poblada del país, pues acoge a un tercio de la población islandesa, mientras que su distrito llega a los 200.000, prácticamente la mitad del total. En 870, el vikingo noruego Ingólfur Arnarson fundó un asentamiento al que llamó Reikiavik (Bahía Humeante) por los vapores de las fuentes termales. Fue un territorio eminentemente rural hasta mediados del siglo XVIII, cuando los gobernantes daneses iniciaron su industrialización mediante almacenes de algodón, factorías pesqueras y fábricas de construcción naval a pequeña escala. El comercio progresó con la liberalización de los mercados a partir de 1880 y, al ser la única ciudad del país, fue donde se fomentaron los ideales nacionalistas, que fraguaron en 1918 cuando se convirtió en un estado soberano de la Corona de Dinamarca con capital en Reikiavik. Tras la declaración de Islandia como República en 1944, la ciudad creció al recibir a emigrantes de otras zonas del país.
![]() Nos alojamos en el Centers Hotel Plaza, en la plaza Ingolfstorg, a un par de minutos a pie del Ayuntamiento, una ubicación excelente. Antes de hacer el registro, la guía nos llevó a ver algunos lugares algo retirados del centro, entre los que me llamó la atención una de las playas donde se baña la gente de Reikiavik, con su arena dorada y todo. Se llama Nauthólsvík, y cuenta con un par de piletas termales al aire libre. Como el día estaba nublado, casi no había nadie en los arenales, pero las piscinas estaban muy concurridas, aunque de allí no hice fotos, como es lógico.
![]() También vimos la Universidad, el Museo Perlan, la Mezquita Central, la Iglesia Católica y la mansión Hofdi, donde se reunieron Reagan y Gorbachov en octubre de 1986, en un encuentro que supuso el primer paso hacia el fin de la guerra fría. Anteriormente fue sede del consulado francés y su interior no se puede visitar.
![]() ![]() ![]() Después de comer en un restaurante del centro, fuimos al hotel y cada cual pasó la tarde como quiso, incluido este gatito que me encontré tan ricamente en la calle. ¡Mira qué feliz...!
![]() ![]() ![]() Por mi parte, primero fui a un supermercado para comprar la comida para mi excursión del día siguiente: pan de molde, un paquete de 100 gramos de salchichón, otro de jamón york, una cestita de tomates cherry y un bote de coca cola por el módico precio de ¡veinte euros! Bueno, cosas de Islandia. Ya con las viandas en la nevera de la habitación, salí a recorrer la capital, guiándome por el plano turístico que me entregaron en el hotel.
![]() La plaza donde se encuentra el hotel es lugar de reunión de jóvenes los fines de semana y a su alrededor hay muchos bares, restaurantes y terrazas, más concurridos de noche que de día. Muy cerca, está también uno de los puestos de Bæjarins Beztu Pylsur, que, según se asegura, sirve los mejores perritos calientes de Europa. Aunque los puso de moda el expresidente estadounidense Bill Clinton en su visita de 2004, el negocio lleva funcionando desde 1937 y se pueden degustar en varios puntos de la ciudad. Aunque no lo parezca por la hora en que tomé las fotos, otro lugar muy animado es la Plaza Laekjartorg, un parque con bancos, terrazas y puestos de comida y bebida.
![]() ![]() ![]() ![]() En la Plaza Austurvóllur, una de las más tradicionales, se encuentran el Parlamento, un palacete marrón construido en 1881 (se está haciendo una ampliación al lado, frente al Ayuntamiento) y la Casa de Gobierno, de mediados del siglo XVIII. Me llamaron la atención las hamacas que la gente utiliza para tomar libremente el sol en parcelas de césped rodeadas de flores. En el centro, está la estatua dedicada a Jon Sigurdsson, líder de la independencia del país.
![]() ![]() ![]() ![]() También se encuentra allí la Catedral luterana, uno de los edificios más antiguos de la ciudad, pues data de 1787, si bien tuvo que ser reconstruida a finales del siglo XIX por defectos estructurales.
![]() Doblando una esquina, me topé con el Ayuntamiento, junto al cual está la parada de autobuses nº 1, a la que me referiré después. Y, a unos pocos pasos, el lago Torj, rodeado de casas de colores, con bonitas vistas y mucho sitio para pasear. Reflejadas en el agua, se pueden descubrir la silueta verde y blanca de la Iglesia Libre y la de color pastel de la Galería Nacional. Curiosa también me resultó la escultura del burócrata desconocido, con su cartera en la mano y la mitad superior del cuerpo incrustado en una roca.
![]() ![]() ![]() Laekjargata es una avenida amplia que lleva hasta el mar, donde se encuentran varios museos y edificios oficiales muy vistosos, como un antiguo instituto de educación secundaria y la Oficina del Primer Ministro (Primera Ministra, en la actualidad), delante de la cual hay un par de esculturas de reyes.
![]() ![]() La calle Laugavegur es la más famosa de la capital, pues allí se concentra la mayor parte de sus tiendas, bares, terrazas, restaurantes y galerías de arte, además de un buen surtido de atractivas casas de colores. Es peatonal, bastante larga y muy entretenida para dar un paseo y cotillear escaparates; eso sí, los precios no son baratos precisamente. Un jersey de lana merina de calidad, con el dibujo típico islandés, rondaba los 200 euros; y rebuscando en plan chollo no bajaba de los 130. Así que solo compré un par de mochilas Ice Wear, que no estaban mal de precio. Por cierto, en compras a partir de 60 euros (creo recordar) reintegran el IVA (o su impuesto equivalente) entregando el ticket y cumplimentando un formulario en el aeropuerto.
![]() ![]() Por la derecha de Laugavegur, asciende Skolavordustigur, una calle muy chula, su la calzada pintada con los colores del arco iris (en Islandia se dan muchos guiños al mundo LGTBI).
![]() En esta calle también se ven numerosos ejemplos de casas de madera revestidas de chapa ondulada, un material que en otras latitudes solo se usa con fines industriales. Y tiene su explicación. Las casas más antiguas del país suelen ser, como mucho, de finales del siglo XIX, pues los islandeses solían vivir en turberas, ya que la madera era escasa, había que importarla y solo estaba al alcance de las clases adineradas. Sin embargo, la madera no era un material apropiado para el duro clima islandés, por lo que se empezaron a cubrir los exteriores con láminas de metal corrugado protegidas contra la corrosión por galvanización. Muy curioso este detalle. Vale la pena fijarse.
![]() La misma calle, al fondo, cuenta con la silueta de uno de los edificios más representativos de la capital: Hallgrímskirkja, una iglesia de aspecto sorprendente, pues el arquitecto Guðjón Samúelsson se inspiró al diseñarla en las columnas basálticas tan abudantes en el país. Tiene 74,5 metros de altura y se tardó 38 años en construir, desde 1948 a 1986.
![]() ![]() La entrada es gratuita. El interior resulta muy austero, algo habitual en las iglesias luteranas. Lo más destacado es el gran órgano de tubos; además, impresiona comprobar las enormes dimensiones que te envuelven.
![]() ![]() ![]() ![]() Se puede subir en ascensor (hay un tramo de escaleras) hasta un mirador cubierto en el campanario, desde donde se contemplan unas vistas en 360 grados sobre toda la ciudad. Eso sí, cuesta 1300 coronas por persona, así que cada cual decidirá si le compensa pagar.
![]() ![]() ![]() Justo delante de la iglesia, hay una gran estatua de Leif Eriksson, el primer europeo que llegó a América. Fue un regalo de los Estados Unidos al pueblo islandés. A un costado de la iglesia, se encuentra el Museo de Escultura Einar Jónsson.
![]() Recorrí después Fraskasstigur, otra calle con casas muy llamativas, algunas de sus fachadas decoradas con grafitis y donde se encuentra también una heladería muy conocida.
![]() ![]() ![]() Al final de la calle, después de pasar junto al antiguo hospital francés, llegué hasta el paseo marítimo, en busca de Solfar, la escultura del Viajero del Sol, otro de los iconos de Reikiavik. Fue diseñada en los años 80 del pasado siglo por Jón Gunnar Árnason para conmemorar el bicentenario de la constitución de la ciudad. Su idea era colocarla en una colina, frente al sol, pero finalmente se reubicó en el centro de la ciudad para que más gente pudiese admirarla. Su estructura de acero recuerda a un barco vikingo y pretende representar el viaje que imaginaría hacer en él cada persona que lo mira. Muy bonitos los destellos del acero, que cambian según la intensidad de la luz.
![]() Justo enfrente, hay unos cuantos edificios altos y modernos, de color gris, un tanto feotes, que son los “rascacielos” de Reikiavik, aunque no pasen de la quincena de plantas. También los hay otros blancos un poco más aparentes.
![]() ![]() Después de darme una buena paliza caminando por otras calles, cuya localización no recuerdo, fui al punto de cita para la cena, un restaurante-parrilla de la peatonal Laugavegur. Al salir, me acordé de que aún me faltaba un edificio emblemático por visitar y allá que fui. Callejeando por aquí y por allá, tras pasar de nuevo por Hallgrímskirkja -no muy iluminada ya de noche-, salí a una especie de colina-jardín, donde está la Founder Statue, el monumento dedicado a Ingolfur Arnarson, el fundador de la ciudad.
![]() Desde allí, sorteé las obras de la avenida Kalkofnsvegur, donde se está construyendo un hotel de lujo, hasta llegar al Harpa, Centro de Conciertos y Conferencias, inaugurado en el año 2011 tras varias demoras en su ejecución por su alto coste y la crisis financiera de 2008. Con una altura máxima de 43 metros y ubicado junto al puerto viejo, el entramado de hexágonos de cristal de las fachadas forman juegos de reflejos dependiendo de la luz. Su nombre alude tanto al instrumento musical como al nombre del mes en que daba comienzo el verano en el antiguo idioma islandés.
![]() ![]() Y ya, casi a rastras por el cansancio, me dirigí al hotel, pues al día siguiente tendría que madrugar para no perder la costumbre. Etapas 13 a 15, total 16
![]() Landmannaulaugar y sus espectaculares montañas de colores.Exursión a Landmannaulaugar y sus montañas de colores, en las Tierras Altas, uno de los paisajes más sorprendentes y espectaculares de Islandia. Este es el perfil que presenta en Google Maps el recorrido desde la parada de autobuses número 1 de Reikiavik hasta Landmannaulaugar y que supone una distancia aproximada de 218 kilómetros (solo ida), teniendo en cuenta que es uno de los itinerarios posibles (por la F225). Creo que fue el que hicimos, ya que vadeamos al menos tres ríos, mientras que el recorrido de abajo (por la F208) es más largo, pero no hay que cruzar ríos (según he leído).
![]() ![]() Algunos compañeros de viaje dedicaron la jornada a moverse por la ciudad, a hacer excursiones de avistamientos de ballenas, a visitar el Museo Perlan, a bañarse en Blue Lagoon… Incluso un par de parejas contrataron una excursión en avioneta para sobrevolar el volcán Fagradalsfjall, que se hallaba en plena erupción. Todo un lujo. Por mi parte, desde el principio, tenía decidido que mi día libre en Reikiavik lo iba a dedicar a ese lugar donde las montañas se tiñen de colores, el sitio que me conquistaba cada vez que veía alguna de sus fotografías en cualquier revista, si bien tenía claro que muchas de las imágenes están muy retocadas con un exceso de saturación; porque no es posible que existan esos colores naturales en ningún sitio; o... ¿sí?
![]() ![]() En cualquier caso, tenía que aprovechar que las pistas que conducen hasta las Tierras Altas solo están abiertas en verano, desde finales de junio hasta septiembre. Así que, nada más contratar el viaje, reservé plaza en la excursión que ofrece Civitatis al nada módico precio de 160 euros y que, luego supe, opera la empresa local Arctic Yeti, al menos en mi caso. Aun sin disponer de coche, hay formas más baratas de ir desde la capital, por ejemplo, tomar el autobús regular que hace varios recorridos de ida y vuelta al día, pero como iba sola, preferí la comodidad y la tranquilidad de un tour guiado en español. Salía a las 8 de la mañana y regresaba a las 8 de la noche, doce horas, por tanto. Mi avión para España despegaba a las 0:45, así que, supuestamente, me daba tiempo de sobra.
![]() Sin embargo, como podía cancelar gratuitamente hasta el día anterior, al ocurrir lo del volcán, le di muchas vueltas a qué hacer aquel día libre, pues también me atraía muchísimo la posibilidad del trekking para contemplar la erupción y no era difícil de contratar ni de hacer, pero las autoridades locales abrían y cerraban el sendero según las condiciones meteorológicas, la afluencia de gente y la emisión de gases; algo que no se podía prever con antelación mayor a un día o, a lo peor, ni siquiera eso. Así que preferí no arriesgar y ceñirme a mi primera idea, no fuera a quedarme sin nada.
![]() Los autobuses tienen limitada la circulación por el centro de Reikiavik y solo pueden acceder a ciertas paradas, identificadas por números. Según el comprobante que me enviaron al teléfono móvil, tenía que estar a las 7:30 en la parada de autobuses número 1, situada junto al Ayuntamiento, a unos pocos metros de mi hotel, donde también vi el panel informativo del autobús regular, con sus horarios. Para quien tenga coche alquilado que no sea un 4X4 o que no quiera arriesgar, una buena opción es coger el autobús o el tour guiado en Hella, con lo cual se ahorra parte del billete y, lo más importante, el par de horas de ida y vuelta de más que comporta el viaje desde Reikiavik.
Ayuntamiento de Reikiavik, junto al cual está la parada 1 de los autobuses.
![]() ![]() Mientras esperaba en la parada, estuve conversando con una pareja de americanos jubilados, de Oregón, quienes me contaron que habían estado en España haciendo, entre otros recorridos, el Camino de Santiago por siete itinerarios diferentes. Este año les tocaba ir de vacaciones a Noruega, aunque habían hecho una escala intermedia en Islandia. La charla sirvió para amenizar la espera, ya que el autobús todoterreno (artefacto, más bien) que nos recogió no se presentó hasta las ocho y veinte
![]() Horarios del autobús regular y foto del de nuestra excursión.
![]() ![]() Fuimos por la carretera 1, atravesando una zona que ya conocía, si bien la mañana nublada, casi brumosa, hacía que los paisajes no tuvieran los colores brillantes que tanto disfruté el primer día, haciéndolos un poquito menos espectaculares. En fin, esto puede ocurrir en cualquier momento en Islandia. Y hay que tenerlo en cuenta. Menos mal que no llovía. Pasamos por Selfoss sin detenernos y llegamos a Hella casi dos horas después de salir de la capital. Allí hicimos una parada técnica para ir al baño y para recoger al resto de excursionistas. En total íbamos 21 personas más los dos guías, un chico y una chica, que eran españoles, aunque el tour se hacía también en inglés.
![]() Desde Hella, se retrocede por la carretera 1 para tomar la carretera 26, que está asfaltada y en buenas condiciones hasta llegar al cruce con la pista que conduce a Landmannaulaugar, donde hay un aparcamiento y unos indicadores. En el panel informativo de la entrada a la ruta Sprengidandur/Fjallabaksleid, ponía claramente -incluso en español- que no está permitida la circulación de vehículos de alquiler que no sean 4X4.
![]() Yo pensaba que era la carretera 26, y que luego tomamos la F208 y, finalmente, la F224 hasta el camping. Sin embargo, he leído que algunos viajeros afirman que por esta ruta no se vadean ríos, salvo uno muy al final que se puede obviar. Como nuestro bus vadeó tres ríos, incluido el del camping, no puedo decir si seguimos esa ruta o nos metimos por otra pista. Actualización: por el comentario de Lapilvi, al repasar su estupendo diario de Islandia, en el que se describe perfectamente el paso de los ríos, he comprendido que fuimos por la pista F225 y no por la 208. Muchas gracias!
![]() ![]() ![]() En cualquier caso, ante de circular por este tipo de carreteras es mejor informarse previamente, pues Google Maps suele recomendar la vía más rápida y te puede meter en un buen apuro. En adelante, empezaron los tremendos baches de una pista de tierra entre lavas que nos iba a deparar un paisaje sorprendente.
![]() ![]() ![]() En el trayecto del bus eché de menos un poco de información por parte de los guías sobre lo que íbamos viendo. Por ejemplo, ignoro si alguno de los volcanes era el famoso Hekla. Quizás, el de allí, al fondo, con la cima tapada por la niebla. No sé. ¿Y aquello? ¿Es una cascada? Pues sí, Raudufossar, según leí después en un mapa. ¡Ohh! Pero ¿en qué planeta estoy?
![]() ![]() ![]() La pista no resulta nada apropiada para esqueletos delicados, pues el traqueteo es constante, incluso casi insufrible por momentos, pero el paisaje lo compensa todo, por lo menos a mí. Impresionante, impactante, descarnado, brutal… No sabría cómo definirlo, así que no lo haré.
![]() ![]() ![]() ![]() Estaba nublado, pero se trataba de una especie de toldo traslúcido, que permitía distinguir el disco solar, con lo cual había bastante más luz de lo que sugieren las fotos que saqué, ya que los cristales de las ventanillas tenían un tintado muy oscuro y estaban bastante sucios. Podría haber dado más color, pero he preferido dejarlas tal cual. Afortunadamente, la temperatura era buena, no llovía y tampoco hacía viento.
![]() ![]() ![]() ![]() En uno de los ríos que vadeamos, nos encontramos a varios ciclistas que participaban en una competición. Y, más adelante, vislumbramos un lago, con un reflejo maravilloso en sus aguas. Había gente en el mirador. Entonces no entendí que el autobús no se detuviese allí al menos cinco minutos, más si cabe siendo, según creo, una parada programada.
![]() ![]() Más tarde, me di cuenta de que el tiempo disponible está marcado casi a fuego: tres horas y cuarenta y cinco minutos desde Reikiavik, cuatro horas y media en Landmannaulaugar y tres horas cuarenta y cinco minutos para la vuelta a la capital. Doce horas en total. En estas excursiones, no hay más cáscaras. Y gracias.
![]() ![]() Vadeando uno de los ríos.
![]() ![]() Un tercer y último vadeo nos llevó al aparcamiento del camping o refugio. Si alguien no quiere vadear este río, no lo necesita, pues puede dejar el coche antes, a unos 500 metros. Habíamos tardado una hora y cuarenta minutos en cubrir los 60 kilómetros de la pista. Y nuestra conductora había ido segura, pero no lenta.
![]() ![]() ![]() Una vez en tierra, los guías nos explicaron que podíamos utilizar los baños y los merenderos comprando una pulsera por tres euros en la oficina de información. Se podía pagar con tarjeta. Miré unos paneles informativos, donde se detallaban las rutas. No saqué demasiado en claro, aunque sabía que aquí comienza Laugavegur, una de las rutas de senderismo más espectaculares de Islandia. Con 54 kilómetros de distancia, acaba en la cascada Skogafoss y se suele completar en cuatro jornadas.
![]() Los guías nos comentaron que haríamos un trekking de unas tres horas y media, cuyo itinerario definitivo dependería del viento. Nos dividieron en dos grupos de diez y once personas, respectivamente, uno rápido y otro lento. Elegí el lento porque en el rápido iban un grupo de treintañeros, y, a mi edad, su ritmo ya no es el mío. No tardé en arrepentirme.
![]() ![]() ![]() ![]() Con un sinfín de algodonosas flores blancas alfombrando los campos de verde musgo, cruzamos el río y subimos por un empinado pero sencillo sendero que nos llevó hasta un mirador, desde donde vislumbramos el camping y las montañas perdiéndose como una hilera por el valle. Muy bonito, pese a que faltaban los neveros y buena parte del caudal del río que aparece en algunas fotos muy difundidas.
![]() ![]() ![]() Los senderos están marcados por estacas con colores que indican las diferentes rutas, con algunos tramos comunes. Al ir con guía, no sabía qué íbamos a hacer ni por dónde. Era una sorpresa para mí, algo que no me suele pasar, pues acostumbro a llevar muy preparadas las caminatas que hago.
![]() ![]() ![]() ![]() Para una única jornada, según las condiciones meteorológicas y las fuerzas y la habilidad de cada cual, hay varias opciones que también se pueden combinar: la garganta de Grænagil, Brenninsteinsalda (fumarolas y/o ascensión a la cima), subida a Bláhnúkur, paseo por los campos de lava de Laugahraun… En nuestro caso, se trataba de hacer una ruta circular, alcanzando –quien quisiera- la cima de Brennisteinsalda, conocida como la montaña rosa y cuyo nombre significa "ola de azufre" por los manantiales sulfurosos que emanan de su interior.
![]() ![]() ![]() ![]() Al avanzar por el sendero, las montañas de colores empezaron a surgir en todo su esplendor, bueno, un esplendor algo nublado, pero esplendor, al fin y al cabo. Estábamos en el fondo de un gigantesco cráter, que se fracturó hace milenios, según nos comentaron, rodeados por los restos de unas paredes rotas y desgajadas, componiendo montañas que parecían pintadas con acuarelas. Este derroche de colores se debe a la presencia de riolita, una roca volcánica rica en sílice, junto a vetas de obsidiana.
![]() ![]() Mientras el “grupo rápido” se perdía en el horizonte, el de los “lentos” parecíamos una tortuga que no avanzaba tres pasos sin pararse para examinar cada flor, palpar las piedras, hacerse selfies y demás.
![]() ![]() Así que entablé una animada charla con la guía, que, además de explicarme lo que veíamos, entre foto y foto, me contó mil cosas de sus experiencias en Islandia mientras esperábamos a los demás en todos y cada uno de los miradores.
![]() ![]() ![]() Y, aunque las panorámicas eran espectaculares, me estaba empezando a impacientar porque quería hacer el trekking completo y los “rápidos” estaban cada vez más lejos. Menos mal que se estableció un punto de encuentro, donde cada cual decidía si continuaba o no, con lo cual me pude unir al grupo que hizo la subida hasta el punto geodésico de la cima de Brennisteinsalda.
![]() ![]() ![]() Pasamos por sitios fantásticos, desde donde se divisaban cráteres y glaciares; y fumarolas ante las cuales había que taparse la nariz por el fuerte olor a huevos podridos.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Tras una corta subida, llegamos a un punto elevado donde se abren varios caminos y desde el que los senderistas parecían minúsculas motas salpicando paisajes sensacionales: de frente, montañas ocres y marrones, lagunas azules de los deshielos y un pequeño glaciar, mientras que detrás quedaba un inmenso campo de lava.
![]() ![]() ![]() ![]() Desde allí, se encara la subida a la cima, no muy larga pero exigente, ya que el sendero es muy empinado, recto y estrecho, de tierra volcánica suelta y gravilla, donde resulta fácil resbalarse. Afortunadamente, el suelo estaba seco y no hacía viento, muy peligroso allí, según nos comentó el guía, quien nos recomendó que no volviésemos la vista hasta la cumbre, donde nos aguardaba un panorama que nos dejaría boquiabiertos. Y, así fue.
![]() ![]() ![]() En torno al hito, hay un espacio muy amplio para moverse y verlo todo en 360 grados. Ni estorbas a nadie ni corres ningún riesgo, así que es posible demorarse un buen rato; bueno, más bien es imposible no demorarse un buen rato.
![]() ![]() ![]() Soy incapaz de expresar lo que sentí al contemplar lo que tenía a mis pies: decenas de montañas con unos relieves inenarrables, colinas de cien colores, la más completa gama de verdes, ocres, marrones, amarillos, incluso azules. Cráteres grises, lavas de color azabache, cascadas brillando entre las grietas, regueros blancos de neveros y glaciares… Y eso que no daba el sol, lo que, quizás, tenía la ventaja de que no se formaban sombras ni reflejos, con lo que la estampa no era tan clara pero sí más uniforme. En fin, parecía un escenario irreal; sin embargo, era auténtico y allí estaba yo. ¿En qué planeta? Pues no sé.
![]() ![]() ![]() ![]() Entonces pensé que me hallaba en uno de esos lugares que marcan la diferencia en los viajes; ese sitio distinto que solo se puede contemplar allí, precisamente, o que, al menos, no has visto antes. Por eso, esa panorámica nunca se me olvidará, en particular se me quedó grabada la vista hacia la montaña negra de Bláhnúkur.
![]() ![]() Tras descender, completamos una ruta circular, cruzando el extenso campo de lavas de Laugahraun. Al final, volvimos a la zona del camping, donde tomamos nuestros bocatas en el merendero.
![]() ![]() Quien quiso se bañó en las aguas termales del río. Es gratis, pero en plan rústico, sin los servicios que ofrecen otras piscinas. Yo tuve suficiente con el baño en Myvant y pasé, limitándome a dar una vuelta por los alrededores antes de irnos. Aunque no amenazaba lluvia, las nubes se habían vuelto más espesas y empezaba a soplar un viento fuerte. De repente, noté bastante frío. Y es que, tal como nos advirtieron, aquí el tiempo puede cambiar muy deprisa.
![]() ![]() ![]() A las cuatro y veinte, estábamos listos para partir, pero el autobús no arrancaba y, tras muchos intentos, no arrancó: evidentemente, ya no lo haría. Me empecé a preocupar porque mi avión salía a las 00:45 y estábamos a cuatro horas de Reikiavik, con casi dos por aquella pista… Imposible recibir asistencia técnica rápida. No me lo podía creer, tras las de Uzbekistán y Rumanía, otra peripecia el día de regreso. Intenté no ponerme nerviosa. El guía me aseguró que llegaría a tiempo, aunque me tuviesen que pagar un taxi al aeropuerto. Pero, claro, antes había que alcanzar el asfalto… La solución surgió cuando apareció el autobús regular, que volvería a salir para la capital a las seis de la tarde. Afortunadamente, había sitio para todos. Por lo demás, la excursión estuvo bien, el lugar me dejó sin palabras, los guías fueron sumamente amables y reaccionaron deprisa ante la avería. No obstante, deberían cuidar muy mucho el estado de los vehículos para que no se repita -que se ha repetido- la situación de incertidumbre que vivimos esa tarde.
![]() En cuanto a recomendarla, aunque a mí me encantó, no es una excursión para todo el mundo. Aparte de ser muy cara, estás más tiempo en la carretera que en el lugar, la pista es muy incómoda y a algunas personas no les merecerá la pena una vez hecha, como oí comentar en el autobús a la vuelta. Hay que saber a lo que se va y, sobre todo, cómo se va. No pasa nada porque esté nublado, pero no la aconsejaría con lluvia o mucho viento. Además, hay que subir a alguno de los picos, Brenninsteinsalda o Bláhnúkur, o a los dos, si se dispone de tiempo, para disfrutar de los paisajes en su verdadera dimensión. En fin, volvemos a lo de siempre: todo esto es muy particular. ![]() Llegué al hotel a las diez de la noche, dos horas después de lo previsto. Me perdí la cena, pero no el transfer al aeropuerto, que salía a las diez y media. El avión de Iberia Express despegó en hora y aterrizó con un poco de antelación a Barajas, así que mi periplo por Islandia terminó sin incidencias y con unos recuerdos estupendos de un país espectacular. ![]() Etapas 13 a 15, total 16
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