![]() ![]() Egipto: toda una experiencia ✏️ Blogs de Egipto
8 días de agosto en Egipto, 3 de crucero y 4 en el Cairo con TravelplanAutor: Anaró Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (9 Votos) Índice del Diario: Egipto: toda una experiencia
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Etapas 4 a 6, total 9
Hoy tocó diana muy temprano, y cómo los anteriores días, con una llamada de telefóno desde recepción. Nos arreglamos a duras penas y metimos todo en las maletas, pues las debíamos dejar en la puerta de la habitación antes del desayuno y bajamos.
Al salir del barco nos estaba esperando un bus, que nos llevaría al Valle de los Reyes. El paseito duró una media hora, más o menos. LLegamos temprano, casi no había nadie en la entrada, ni siquiera vendedores. Entramos en un hall enorme dónde Agmed nos enseñó una maqueta de metacrilato con la silueta del valle, la disposición de las tumbas y la profundidad excavada de cada una. La verdad es que resultaba alucinante ver cómo aquella tierra esta sembrada de hipogeos, algunos tienen una profundidad enorme y llegaban icluso a comunicarse con otro. El guía nos dio una explicación bastante completa para que nos quedara claro cuales eran las primeras tumbas que descubrieron y por qué. Una vez terminada la explicación salimos al otro lado del hall, donde se encontraba la taquilla y el guía compró las del grupo y los demás pagamos la entrada opciónal a la tumba de Ramses. Nos estaba esperando un trenecito que nos subió una cuesta muy empinada, algo que agradecimos, pues el calor en pleno valle era ya importe a esas horas de la mañana. Al bajar del Tren nos sentamos bajo un techado de madera con bancos, preparados para las explicaciones resguardadas del sol. Esto es así por que a los guías no les dejan entrar con el grupo dentro de las tumbas. Así que nos hizo las recomendaciones necesarias, ya que la entrada al valle permite la visita de 3 tumbas, a escojer entre todas las que se encuentran abiertas. Nosotros queríamos ver la de Turmosis IV, que es la que tiene un escalera metálica muy larga para llegar a la entrada, pero resulta que no hubo suerte. El día anterior se vieron obligados a cerrarla por un desprendimiento de rocas, así que entramos en otras tres. Ahora mismo no recuerdo los nombre, pero parece ser que son dónde entran todos los visitantes. La impresión fue buena, algunas están mejor conservadas que otras, los restos de pinturas en techos y paredes te hacen viajar en el tiempo, se te pone los vellos de la nuca de punta, no puedes creer dónde estás, pero así es. La que más me impactó fue la de Ramses VI, la que compramos a parte, pues tiene una pintura de la diosa NUT en el techo de la cámara del sarcófago que es impresionate, preciosa, de colores muy vivos, represeneta a la diosa del cielo. A esta pintura se le conoce como el libro del día y yo ya estaba enamorada de ella desde COU, cuando la vi en una diapositiva en la clase de historia del arte.(www.egiptologia.org/ ...ipcion.htm en este enlace se explica bastante bien) Cuando salimos de las tumbas el calor era aplastante,nos esperaban auctóctomos con cubitos llenos de botellines de agua y refrescos con hielo picado para conservarlos frescos. Nosotros llevabamos una bolsa isotérmica para botellas de agua con una fresquita dentro, que habiamos comprado en el barco. La verdad es que es una gran idea llevar dicha bolsa, pues cuando compras agua, no te recomiendan que te la bebas toda de un tirón, pero se calienta muy rápido, así que de esta forma puedes beber sorbos cuando te apetezca. Los baños eran casetas prefabricadas, vigiladas con un hombre que al darle la propina te daba un trozo de papel y un cubito con agua, para que luego lo arrojaras por la taza. Un hombre muy simpático que nos cambió dos L&M por 3 Cleopatra, tabaco rubio de Egipto, y que al parecer se deja fumar. Una vez repuestas la fuerzas y cambiada el agua al canario, salimos en busca del trenecito para que nos levara a a la entrada. El calor apretaba y todos ibamos coloraditos, por el sofoco, bueno, los catalanes y vascos más qe los sevillanos, ya se sabe la falta de costumbre. Entonces saqué mi pulverizador pequeñito lo llene con agua de la botella fraquita y pulverizaba pequeñas gotitas de agua, que con ayuda del abanico creaban un micro clima que se agradecía mucho. (Esta idea la saque de otra forera que lo había visto en su viaje a Egipto, y la verdad es que es muy aconsejable.) Nos montamos en el bus y nos llevó al Valle de las Reinas, a la entrada de la Tumba de la Reina HATSHEPSUT, LA REINA FARAON. Allí tomamos otro trenecito que nos dejó a los pies de la escalinata. La verdad es que el templo impresiona, incluso es más brutal desde lejos, pues a medida que te acercas, vas perdiendo perspectiva. Antes de entrar y cómo teníamos tiempo hicimos una parada en el chiringuito, para tomar unos jugos, refrescos y que Agmed nos contar la historia de esta reina tan peculiar, y todos los lios de cuernos e incestos de su familia. Luego empezamos a subir por las escalinatas y a ver las distintas terrazas, enormes, desde ellas se aprecia el contraste entre el desierto y la zona del río, los camellos con sus dueños caminando por la arena blanquecina y por un momento dejas de sentirte turista y sólo eres parte de aquel maravilloso escenario. Ya se nos hacía tarde, pues Fernando y yo pillabamos el avión hacia el Cairo a las 14.30 y nos trasladaban desde el barco a las 12.30, así que el guía decidió que la vuelta no la haríamos entera en bus, sino que cruzariamos el río en barca. Cuando llegamos al barco que estaba atracado antes del nuestro nos dicen que no podemos salir, que estamos atrapados en su interior por más de 30 minutos, ya que uno de las motonaves tenía que salir y todos los demás que estaban unidos debían moverse. Al rato pudimos acceder a la Moondance, en recepción nos iformaron de que el barco tenía 5 habitaciones de cortesía, para las personas que ya habían dejado las habitaciones, por si se querian dar una ducha. Fernando y yo nos paresuramos a nuestras maletas que aun estaban en recepción, pillamos lo necesraio y corrimos al camarote 119, aun no habia entrado nadie, asi que estaba super limpio. Nos duchamos a toda prisa y teniamos 15 minutos picar algo. Bajamos en una carrera imposible hacia el comedor, pillamos unos sanwich y unas manzanas y nos montamos en el bus dirección al aeropuerto. Puf que estrés, nunca había hecho tantas cosas en tan poco tiempo. Casi no nos dio tiempo de despedirnos de los compañeros y el guia, aunque intercambiamos los correos y teléfonos. Una vez en el aeropuerto buscamos nuestra puerta de embarque y al poco pudimos subir al avión. Era pequeño, pero parecía nuevo. El avión iba atestado de españoles, cargados de chirimbolos, a mi me recordaba a las peliculas donde aparecen la guagua de la República Dominicana, toda llena de gallinas, y otro tipo de animalillos y enseres. Nosotros casi no compramos nada, no sólo por falta e tiempo, sino por que esperabamos al Cairo. En pleno vuelo al comandante se le ocurre decir que los pasajeros que están sentados a la izquierda pueden divisar las piramides de Gize. Creo que no volverá a hacerlo en toda su vida, pues por poco no hacemos un tirabuzón en el aire, todos los pasajeros se pusieron en pie y aplastaron a los que estabamos en ese lado del avión. Hubo una llamada de atención bastante seria y todos volvieron a sus asientos. La verdad es que la panorámica merecía la pena. Te podías hacer una idea de la grandiosidad de estos colosos, a tanta altura y aún así se veían perfectamente. El viento empujaba las dunas creando aureolas de polvo amarillento. Todo un espectáculo. La ciudad vista desde el cielo también es fantástica, enorme, llena de vida, de colores, de movimiento. Cuando bajamos del avión nos dieron un paseo en tartana (bus de la aerolinea) durante un buen rato. El aeropuerto es super cutre. De la cinta transportadora desde la que salían las maletas, también salían cucarachas del tamaño de un puño, yo creo que eran capaces de darte la bienvenida y llevarte las maletas a la puerta. Al salir de la zona restringida estaban el personal de travelplan, nos separaron por hoteles. A nosotros nos tocó un guía muy joven y simpático, se llamaba Rami. En nuestro micro-bus sólo ibamos 3 personas, un hombre que iba al Gran Hyat y nosotros al Sofitel El Gezira. Nuestro hotel era impresionante, nunca hubiera soñado que fuera así, sin palabras, super moderno, pero a la vez muy acogedor, enorme, decorado con lujo y estilo, vamos una pasada. Rami nos acompañó a recepción, solucionó lo de la habitación, le pedimos que gestionara el salir un poco mas tarde de la habitación el último día, pues el avión salia a las 9 y teniamos que dejar la habitación a las 12 y no nos podrimos dar una ducha si saliamos por la mañana. Nos dio su móvil por si teniamos alguna duda o problema. Nosotros a partir de aquí sólo teniamos incluida la excursión de las piramides y cómo le comentamos que iriamos a nuestra bola se ofreció a solucionarnos cualquier problema. Nos dijo que incluso lo podiamos llamar si estabamos perdidos o no nos podiamos entender con un taxista. Al día siguiente me envió un sms a mi móvil, para decirnos qe teniamos la habitación disponible hasta las 15.30 del último día y lo agradecimos mucho. Entonces empezó nuestra aventura en el hotel, la primera traba llegar a la habitación, estaba en un 5º piso, pero había 5 ascensores dirigidos por un ordenador central, que nos costó un ratito averiguar como funcionaba. Un vez en la planta encontramos rapido la habitación, y allí nos estaba esperando el botones, le dimos su propina y listo. Un vez dentro creía que me moría de la emoción, era enorme, quizás mas que mi salón, preciosa, el baño, muy completo y entonces fue cuando llegó el siguiente problema. Busco la camara para hacerle una foto con todo limpio y recogido y no la encuentro. Fernando se la había dejado en el micro-bus. Que pena más grande me entró al pensar que había perdido todos los recuerdos y fotos de ese inolvidable cucero por el Nilo, pero entonces me acorde de Rami, lo llamé desde le teléfono de la habitación, pues los moviles no funcionaban y me dijo que no había problema que al día siguiente en la excursión de las piramides me la entregaba. Uffffff por poco, pero salimos del entuerto. Un vez más tranquilos decidimos que iriamos al mercado Khan el Khalili, para verlo de noche, ya que habiamos leido que era la mejor forma de aprecier su esencia y no estaba lleno de turistas. Al salir del hotel, por la puerta trasera, se nos ofreció un hombre a llevarnos donde quisieramos, nos llevaba 100 libras por llevarnos, esperarnos y traernos de vuelta y decidimos que al ser de noche no queriamos ariesgarnos y aceptamos. El tráfico no es caótico, es ... indescriptible. Había leido mucho sobre el tema, pero nunca llegas a imaginarlo, te pasas el rato frenando con los pies, que parece que vas a sacarlos por abajo como los picapiedras, pero ellos en cambio tan tranquilos. Al llegar al mercado nos adentramos por una de las calles laterales y encontramos un garito, muy pequeño, donde hacían una cosa parecida a las pizzas, pero que es típico de allí. El horno era tradicional de leña. Como pudimos le explicamos lo que queriamos y él por señas nos iba indicando lo que era cada ingrediente, nos hacía la vaca para la carne de ternera, nos eseñaba los tomates y pimientos, hacia la gallina para los huevos, un espectaculo, de veras, nos lo pasamos los 3 de miedo. Nos dijo que tardaba 10 minutos y dimos un rodeo, compramos 1 litro de agua y la cena nos salió por menos de 2 € los dos. Aquella cosa estaba riquísima, impresionante, nos la comimos sentados en el suelo de la plaza de Hussein, frente a la mezquita, escuchando la llamada a la oración. Aún se me pone los vellos de punta cuando lo recuerdo, una de las impresiones más bonitas que me llevé del Cairo fue aquella. Con el estómago lleno entramos en le mercado, alí puedes comprar de todo, recuerdos y cosas del día a día. El regateo es un vicio, Fernando hacía de bueno y yo de mala y le decía siempre no, es muy caro, vamonos y ellos se reían y me llamaban catalana. Me quisieron cambiar varias veces por camellos, pero Fernando insistía en que prefería burros y los vededores se reían muchísimo. Lo hacen como un piropo a la mujer, nunca me sentí acosada o con miedo, en nungún mometo. Salimos del mercado con recuerdos para casi todo el mundo y volvimos al hotel, por el camino acordamos con el taxista que dos días después nos estaría esperando en el hotel para llevarnos al Sakkara y Dashur por 200 libras. El día había sido eterno y ya no podíamos más. Etapas 4 a 6, total 9
A las 4.30 de la mañana me despertó lo que Fernando denominó la saeta y yo la llamada de la selva, vamos la llamada a la oración. Desde esa hora hasta las 7.00 dormimos a saltos por miedo a quedarnos dormidos, pues en el hotel no dimos la orden de que nos despertaran a ninguna hora.
El desayuno espectacular, había de todo, hasta chicharos, madre que panzadas de comer. El autobus de travelplan llegó más tarde de lo acordado, pues el tráfico estaba muy mal, más de lo normal. A las 9.00 llegamos al recinto de las pirámides, y el guía, que fue de nuevo Willi, nos dijo que podíamos comprar por nuestra cuenta la entrada al interior de la pirámide de micerinos. Muchos lo hicieron, pero nosotros estabamos pensando en un plan para el día siguiente que era bastante más tentador, así que pasamos de las colas, el calor y los agobios. Cuando todos habían comprado sus entradas pasamos por el torno y accedimos al pie de la primera pirámide y la más grande, la de keops. Impresionante, enorme, colosal, pero no te haces consciete de sus dimensiones hasta que no te acercas y comprouebas el tamaño de cada sillar de piedra. Podías escalar por ellos y hacerte una foto, en la que no se ve toda entera, pero si se pueden apreciar esas dimensiones de las que os hablo. Antes de bajarnos del bus Willi nos hizo varias recomendaciones, entre ellas que no nos alejaramos mucho y que no nos montaramos en los camellos, ni aceptaramos regalos. Al parecer te ofrecen montar en camello por 1 €, pero luego te piden 50€ para bajar, o te regalan algo y luego se lleban horas detrás de ti para cobrarlo. Es cierto que vimos a una pareja que iba por su cuenta bastante agobiados, pues ella esta arriba de un camello y él le exigía al dueño que la bajara y el otro le afirmaba que quería más dinero, la verdad que se les veía apurados. Después del tiempo acordado volvimos al bus, y pasamos al segundo aparcamiento para ver la pirámide mediana, la de Kefren y la última. Aquí había muchos puestos de cachivaches y recuerdos y vendeores de agua fresca. Los compañeros que entraron el la pirámide decían que no les había merecido la pena, volvieron todo agobiados, sudando, colorados, decían que no se podía respirar, que había bajando, dentro y subiendo demasiada gente, que no se disfrutaba. Una vez que estabamos todos en el bus, Willi nos llevó a un mirador, una elevación natural en el terreno, desde donde se pueden ver las tres pirámides y hacerse fotos graciosas, de esas que tienes la piramide en la mano, o estás sentado encima, etc. Algunos se dieron paseos e hicieron fotos en camello, con un hombre que era conocido del guia y era de fiar, vamos un negocio para el guía y su amigo. Luego pasamos a ver la esfinge y tomamos algo fresco en el chiringuito. Un vez que estabamos todos reunidos nos llebaron en bus a un museo de papios, lo que en España se llama una tienda. La verdad es que había cosas muy bonitas, y te explicaban en tu idioma cómo se hacían los papiros, se pintaban y cómo se podía saber si era auténtico y no, de plátano. Basta con arrugarlo dentro de la mano, si vuelve a su ser es bueno, de otro modo es imitación. Nos interesó uno de la diosa Nut, pero era demasiado grande y no lo tenían de otras dimensiones, así que pasamos de la fiebre consumista que sufrieron los demás. Bueno es cierto que en las pirámides compre por 1 € 10 marcapáginas de plátano, muy monos y otros 10 de tamaño mucho mayor por 1.50 € y 2 chicles de fresa. Cuando salimos del museo la sigueinte parada era un restaurante para comer marisco, para quienes hubieran contratado esa excursión opcional y la otra opción era vuelta al hotel. Entonces hablamos con Rami y le preguntamos que si sería posible que nos dejaran en un camino intermedio, que no queriamos volver al hotel, sino ir al museo. Entonces nos comentó que nos podiamos montara en el bus 1 de travelplan, que era el que llevaba a los clientes alojados en el Hotel Ramses Hilton, que estaba justo frente al museo y así lo hicimos. Frente al hotel Ramses hay un cenrtro comercial de 7 plantas y en a últimas vimos que había un Mc Donal´s, allí que fuimos a degustar las hamburguesas egipcias. Lo cierto es que los menús son idénticos a los de España, Praga e Italia, pero el sabor de la carne es totalmente diferente, sabe mucho a especias, pero se deja comer y es super barato. Al salir de allí nuestra intención era ir al museo, pero Dios, ahora teníamos que cruzar la calle en varios sitios para llegar al Museo, tardamos lo menos 30 minutos, toda una experiencia, pero lo conseguimos. Al llegar a la puerta del museo se nos ofreció un guía local por 10 €, en español, pero pasamos, nos bastabamos y sobrábamos para ver y reconocer el museo. Antes de entrar debes dejar en una taquilla la cámara fotográfica. No te hagas el listo e intentes entrar con la camara guardada en la mochila, pues pasas por un escaner, la detectan y te mandan fuera, a la taquilla y tienes que volver a empezar. Además es gratuita. Las entradas se compran según se entra a la derecha y la taquilla para las camaras está a la izquierda. Cuando se accede al interior te da la impresión de triste, desangelado, poco cuidado. Debes entrar por la izquierda para hacer el recorrido cronológicamente, sin mirar el nº de las salas. Esto nos lo había dicho Agmed y así lo hicimos. Tienen cosas prodigisas allí dentro, portadas de templos, sarcófagos, ajuares completos, todo lo que se pueda imaginar. El tesoro de Tutancamón es impresionante, enorme, muy bien conservado y puedes apreciar los objetos expuestos desde muy cerca, pues en su mayoría no tiene barraras de protección, en algunos casos no existe ni siquiera un mampara de cristal o metacrilato. Las condiciones no son las más adecuadas, no miden la temperatua, humedad, luz, etc. No es cómo un museo europeo a los que estamos acostumbrados. No tienen los mismos medios, pero tienen lo más importante, arte que exponer y que muchos paises durante años han expoliado y exportado a estos museos de los que hablamos. No accedimos a la sala de las momias, pues a Fernando no le agradan mucho esas cosas. De todas formas hay una fuera, y puedes verla sin pagar nada extra. Vista una momia, vistas todas. En el museo puedes pasar varias horas, tienes para largo, de todas las épocas y regiones de Egipto. Cuando salimos del museo decidimos que nos iríamos al hotel paseando, hacía calor, pero apetecía caminar por aquellas aceras llenas de gente. Casi cuando llegabamos al puente, nuestro hotel estaba en una de las islas del Nilo, se mos ofreció un taxi, le pedimos 5 libras por el trayecto y aceptó. A cambio se llevó todo el camino ofreciéndonos sus servicios para los proximos días. Un vez que llegamos al hotel, nos cambiamos y fuimos en busca de la piscina, uno de los mayores atractivos de este hotel. Se accede desde la 2ª planta del hall, por el spa. El personal super atento, muy amables y solícitos, nos acomodaron en una amaca redonda, tipo cama de matrimonio y nos ofrecieron la carta del bar de las piscina. La piscina está abierta hasta las 11 de la noche, por lo que puedes cenar en ella o llegar de la calle y refrescarte en el agua. El jugo de manzana de Egipto es el mejor que he bebido en mi vida, lo recomiendo. Desde la piscina, que acaba en cascada, se puede ver el Nilo y parte de la ciudad. En esos momentos yo era la única europea de la piscina, por lo cual la única mujer en biquini, las demás con burca, bañadores de cuello vuelto y por la rodilla, no es broma, los bañadores de los años 20 son más eróticos que estos que os digo. Incluso las niñas lucían bañadores de manga larga o pantalon con falda para entrar en el agua. El personal del hotel en ningún momento se escandaliza, o al menos no lo aparentan, lo malo son los jeques que todo gordos y metidos en la piscina con su copa, su puro y sus gafas de sol, no dejan de mirarte, parece que te van a comer. Mientras tanto sus mujeres en burca los fotografían desde fuera de la piscina. Bueno al principio te sientes un poco incómoda, luego te acostumbras y disfrutas de lo que estás viviendo. Luego subimos a la habitación y nos pusimos guapos, pues habiamos reservado mesa en uno de los muchos restaurantes del hotel, uno flotante. Puedes cenar en medio del Nilo por un precio muy razonable y la comida es muy buena. Tras disfrutar de la vistas, la cena y los espectáculos de barcas con luces y música típica de un lado a otro decidimos irnos a descansar. Mañana continuaba la aventura y debíamos reponer fuerzas. ![]() Etapas 4 a 6, total 9
Nos despertamos a las 7.oo a.m. con el tiempo de desayunar y preparar nuestras mochilas para la aventura del desierto (Protector solar, gorras, gafas de sol, bolsa isotónica con agua, abanico, caramelos, la guía y unas galletas). Yo estaba un poco inquieta, no sabía si el hombre que no llevaría a estos sitios era defiar, si nos haría todo el recorrio, o por le contrario querría cobrar más o nos dejaría tirados. Yo me conformaba con ver algunas cosillas, así que con esa esperanza salimos del hotel. Pasamos el control del K-9 que había a la salida del hotel y allí nos estaba esperando nuestro chofer.
Salimos dirección a Sakkara y por el camino en un inglés mediocre, algunas palabras árabes (pues nuestra guía traía un glosario muy completo con la fonética de la palabras) y el idioma internacional que es el de los signos, fuimos todo el camino hablando. Algunas veces no nos entendeiamos en inglés por el acento tan diferente al pronunciar, entonces él sacaba un boligrafo y un papel y yo le escribía la frase o él a mi. Así nos contó que era cristiano copto, que tenía 4 hijas y 1 hijo. Nos enseñó fotos de su familia, en ceremonias religiosas y actos sociales. La verdad es que fue muy atento. La población cercana a el recinto funerario de Sakkara me gustó mucho, las calles de tierra y las casa de adobe, las puertas de colores. Las tiendas, carnicerias, herrerias, todos los oficios que que tenemos aquí y muchos otros que ya se han perdido. Es cierto que sólo por esto merece la pena hacerse los kilómetros. Cuando llegamos a la entrada del recinto le dio dinero a un policia turístico y nos comentó que era muy normal hacerlo, le pasó una libra de una forma muy disimulada. Nos bajamos del coche y acudimos a la taquilla, pagamos la entrada de ambos y la del coche, que si no recuerdo mal eran 2 libras. Una vez pasado los trámites paró en el primer aparcamiento, desde él se accedía al museo de Imhotep. Es muy pequeñito, pero super moderno, con todos los adelantos, humidificadores, control de temperatura, aire acondicionado, detertor de movimientos entro de las urnas, todo lo que estamos acostumbrados a ver en museos modernos. Sakkara es uno de los centros donde se encontraron los restos más antiguos de Egipto, por lo que tiene cosas fascinantes. Tiene una momia muy bien conservada, la puedes ver tranquilamente, sin agobios ni colas y es gratis, pues todo está incluido en la entrada del recinto. Estábamos sólos, salvo por una limpiadora muy simpática que nos preseguía mocho en mano para quitar nuestras pisadas. Pasamos por el aseo antes de ir al coche. Muy limpio, pero como siempre debes dejar una propina. Subimos al segundo aparcamiento, me sorprendió lo tranquilo que estaba el recinto, no se si por la hora, serían las 9 de la mañana, o por que la gente no se arriesga a pillar un taxi por su cuenta. Pero la verdad es que todo nos salió a pedir de boca, y nos ahorramos un pico en excursiones con la agencia. Desde el segundo parking se accede a un conjunto funerario pequeñito, un par de mastabas y una pirámide, la de Titi. La primera mastaba es encantadora, estabamos sólos, bueno acompañados por el guarda que nos acompañaba y explicaba en inglés y gestos las pinturas, la disposición de las estatuas, el sarcófago, etc, ya que todo eso está en el museo del Cairo. Le preguntamos si se podían hacer fotos, pese a que en la puerta lo prohibe, nos hizo el gesto de silencio y nos dijo que por 1 pound nos dejaba. Y así fue. Después caminamos un poco y nos encontramos con la piramide de Titi. Era la primera pirámide en la que ibamos a entrar, se apreciba la rampa de madera con los travesaños de hierro para poder fijar los pies y no rodar hacia abajo. Uff me daba un poco de palo, pero bajamos, eran 10 metros y pasamos rápido. Luego acedeimos por un túnel muy, muy bajo a una sala más amplia y alta, la del sarcófago, iluminada con luces de colores, allí nos esperaba el guarda. Realizamos la misma operación que con el anterior y por una libra hicimos fotos, sin flash, pues están bastante bien iluminados por dentro y para que no se advirtiera desde fuera y no pudieran decir algo los policias que hay a la entrada de cada monumento. A la salida notamos el calor, dentro se está más fresco. Buscamos el coche y nos llevó al tercer a parcamiento. Desde él accedimos a una mastaba, preciosa, muy decorada con pinturas y relieves que ser conservan de forma espectacular. El guía fue muy amable y durante largo rato nos acompañó y explicó todos los grabados y la historia del personaje que mandó contruir dicho enterramiento. Este sólo nos pidió tabaco y chicles. El emiciclo de los filósofos es algo que te puedes saltar, aunque te pilla de paso hasta la siguiente mastaba, la más fascinante. En esta queda muy poco a ras de suelo, casi ni se ve, si no fuera por la reja metálica que marca su perímetro y el puesto de control de la policía turística. Cuando llegamos nos recibió el guarda, muy atento y simpático, nos indicó que había que bajar unas escaleras que casi eran de caracol y pasar por un pasadizo muy estrecho y bajo, hasta llegar a la sala del sarcófago, donde nos hicmos fotos, de todo tipo, juntos, por separado, dentro, fuera, de pie, sentados. Los grabados son muy buenos y aún se conservan estatuas del faraón. A la hora de salir nos costó más trabajo desacernos de él. Nos pedía más dinero, le dimos 3 libras, 5 cigarros, se quedó con un mechero y un poco más y nos saca hasta las tripas. En el siguiente parking creo que se accedía a la mastaba de Inhotep, el arquitecto de la pirámide escalonada de Zoser. El guarda estaba dormido sobre unos cartones y al llegar lo despertamos. Supongo que no muchos turistas llegan hasta aquí y mucho menos los grupos. Los relieves eran muy bonitos y pintados de colores vivos, al parecer murió antes de que se pudiera terminar, por lo quedó inconclusa, toda una pena. Con éste fuimos ya más precavidos y cuando nos ofreció hacernos fotos le contestamos que no teníamos camara, ya no nos fiabamos, estos son muy listos. La pirámide de Zoser la están restaurando, no se puede entrar y tiene un andamiaje montado en la parte baja, pero aún así impresiona y es bonita. Las contrucciones que tenía alrededor si estaban llenas de turistas, pero tampoco es que fueran muy especiales. Cuando llegamos al coche le dijimos que nos llevara a Dashur. Ésta población no se encuentra muy lejos y es aún más pobre que la anterior. En el acceso al recinto se compra la entrada, y también se paga por el coche. Nos surgió un problema, nos habíamos quedado sin moneda o billetes pequeños y en la taquilla no había cambio de 200 libras, así que le pedimos al chofer que nos prestara el pico que nos faltaba y nos lo prestó muy gustosamente. En este recinto hay 5 pirámides, pero la mayoría están derruidas, las más conocidas son la pirámide roja y la romboidal. Cuando llegamos al pie de la pirámide roja me quedé sin habla. Me pareció colosal, no se si las de Gize son mayores, pero con tanto bus, turista, camellos, etc, pierden mucho encanto. Nosotros estabamos sólos, el único coche del parking era el nuestro, fue entonces cuando entendí que no hubiera cambio en la taquilla. El acceso se encuentra a mucha altura, a mi me pareció como subir a un quinto piso sin ascensor. El sol pegaba cómo lo hace en Sevilla a las 3 de la tarde en plena calle de asfalto. Las escaleras zipzaguean por la pirámide, acompañadas de un pasamanos que no es de mucho fiar. Cuando llegamos arriba nos encontramos con un hueco de 70 cm. de ancho y 1.20 cm de alto y la bajada era de vértigo. Al ver la cara que pusimos el guarda, que estaba dando cuenta del almuerzo, afirmó en un inglés muy seco: "They are sixty meters of descent" a lo que yo contesté en un español majuro; "sesenta metrosssss, yo no bajo". La verdad es que me obligaba Fernando, "después de llagar hasta aquí, tienes que bajar". Me sente en la entrada mirando hacia abajo y con más miedo que 11 viejas. Se escuchaba un ruido, un estruendo muy desagradable que provenía de dentro. Comencé a descender, casi sentada, pues soy muy alta y me era imposible hacerlo en cuclillas sin darme un coco. Cuando había bajado unos 10 mtros me di cuenta que era ese ruido. Dentro de la pirámide había tres turistas, ingleses, al ser el suelo de madera los golpes de los pies se acentuaban y se multiplicaban por el eco creado por la propia forma de la pirámide. Entonces me relajé, me senté y esperé que subieran los tres. Nos cometaron que eran impresionante. Cuando llegué abajo me encontré en un pequeño habitáculo que te dejaba imcorporarte y entirar los músculos. Luego tenías que volver a encojerte para pasar un pasadizo corto, pero muy bajo. Una vez superado ... lo indescriptible. Una habitación oscura, con las paredes a dos aguas, formando una pirámide escalonada hueca. La pidra cortada con exactitud, limpia, sobria, sin colores ni grabados, pero sin duda lo que más me impresinó del viaje, fue esta sensación. Cuando me di cuenta me estaba asfisiando. Dentro huele a amoniáco puro, supongo que será por el exceso de dióxido de carbono, la humedad de la respiración y el sudor y la falta de ventilación. Por el túnel que desciende, baja un tubo que se supone que es para ventilar, pero si no le ponen un extrator o un ventilador o algo, lo veo muy complicado. Al fondo de esta estancia hay una estructura de madera, que soporta una escalera de varios cuerpos, es de madera, pero te permite subir cómodamente a una zona idéntica a la anterior, se supone que esta era la camara del sarcófago, lo que no logro entender era cómo lo subían hasta allí. Con el tiempo te acabas acostumbrando al olor, pero notas cómo te vas quedando sin fuerzas, así que decidimos salir de allí. La subida es aún peor que la bajada, imagina, que debes subir con el cuerpo hecho una bola. Las piernas se cargan muchísimo y te obligan a hacer paradas. Cuando llegué arriba estaba empapada en sudor, colorada como un tomate y me temblaban tanto las piernas que me sentí incapaz de bajar las escaleras. Me senté junto al guarda y este se descojonaba igual que Fernando. Al poco decidimos bajar, pero me seguían temblando las piernas. Nos encontramos a un grupito de españoles que viajaban por su cuenta y que estaban interesados en saber que les esperaba. Mi respuesta, "compruebalo tu mismo, esto ha sido lo más impresionante que he hecho en Egipto, aunque me voy a tener que ir para el hotel". El taxista nos esperaba con el motor arrancado y una sonrisa. El viaje de vuelta fue en silencio, ufff, creo que cada uno rumiaba lo que había visto, sentido y padecido. La valoración de esta experiencia, pese a la rampa de subida, un 10. Eran las 15 horas cuando llegamos al Cairo de vuelta y la verdad que lo que necesitabamos era una ducha, comer algo y una siesta. El conductor nos preguntó si queríamos ir al hotel o a un supermercado. Nos pareció buena idea y nos paró en un Neto. Allí compramos bebida, pan, chacina, fruta, galletas y bombones para los hijos de nuestro chofer. Éste muy agradecido por el detalle nos levó al hotel, pasamos de nuevo el control antiexplosivos y subimos a la habitación. De la siesta nos despertamos cerca de las 8 de la tarde, así que nos fuimos a la piscina y subimos a ponernos guapos. Yo estaba muerta, tenía tantas agujetas en las piernas que me costaba bajar el escalón del acerado, Fernando estaba igual que yo, pero no podíamos perder la oportunidad de salir a cenar a la zona del centro. Nos dimos un paseo de nuevo por el mercado, la verdad es que de noche es mágico, no compramos nada, pero nada más que el olor de relaja. Hacía calor, pero yo llevaba mi manga larga, decidí estrenar la chilaba cortita que me había comprado el primer día ane Assuan. Tras el paseo se nos abrió el apetito, le preguntamos a uno de los dependientes de un puesto del principio, que habla español perfecto y que conocíamos del día anterior, dónde podíamos cenar. Nos dijo que pese a ser muy turíatico en la plaza de Hussein había un local muy recomendable, se pronunciaba algo así como "Cuchara", jejeje. Al final nos decidimos un un sito que tenía como sofás tapizados de forma retro, con mesitas. Nos tomamos unas colas, un plato de carne mixta, a la brasa y una ensalada rara. La carne estaba muy rica, venían dos raciones de chuletitas de cordero, churrasquitos de pollo y como una especie de mezcla entre salchicha y albóndiga, que estaba de muerte. Cuando nos dimos cuenta teníamos un gato subido en la mesa, menos mal que habíamos acabado de comer. Nos pedimos una shisha de manzana. Yo no fumo, pero tengo que reconocer que un día lo hice y me gustó recordar aquellos tiempos con tabaquito de manzana. Se agarra un poco a la garganta, y coloca un poquitín, pero quizás fuera por la falta de costumbre, jejeje. La verdad es que se estaba es la plaza muy agusto. Cuando nos cansamos de la shisha pedimos la cuenta y salimos en busca de un taxi para volver al hotel. (Por cierto no lo he cometado antes, pero es muy recomendable llevar el nombre del hotel escrito en árabe, te lo puede hacer algún guía o en el propio hotel, pues muchos taxistas dicen que te entienden y luego no es así, o como en nuestro caso que existen dos hoteles Sofitel en el Cairo) Tardamos muy poco en llegar, pese al tráfico, y nos fuimos a dormir que aún nos quedaba un día y medio en el Cairo y había que reponer las fuerzas perdidas Etapas 4 a 6, total 9
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