Los ojos se abren a las 7:30 a.m., vamos mejorando. Este día tampoco importa, ya que tenemos que madrugar para llegar a tiempo a la misa Gospel, que empieza a las 10'30 a.m.
Tras visitar a nuestros colegas chinos del Sunrise Bakery, cogimos el metro en nuestra parada habitual y, tras un enlace, nos montamos en la linea 1, dirección Uptown, hasta la parada de la 125st. La iglesia que elegimos, basándonos en muchos de los diarios de otros viajeros, fue la Antioch Baptist Church, en el 515W de la propia 125 St. Esta iglesia no está nada lejos de la parada del metro; además seguro que el camino encontráis más españoles que se dirigen hacia allí, como nos pasó a nosotros.
Antes de entrar nos advierten que no se puede comer, beber o sacar fotos, y nos dan un panfleto agradeciéndonos que hayamos elegido su iglesia (la iglesia del corazón) y un sobre para los donativos. Nos sientan a todos los turistas en el gallinero y empieza la misa.
La verdad es que está bastante bien, se ocupan sobre todo de temas de su propia comunidad y cuando se ponen a cantar es impresionante. Una de las cosas que más me gustó fue que cuando el pastor les dijo a todos que podían dar la paz, estuvieron unos 20 minutos, ya que todos saludaban a todos, inclusive a los turistas, mientras sonaba la música y los cánticos. Llega un momento en que pasan un cubo para echar los sobres con los donativos, y ahí es cuando hay que irse (después de dar el donativo
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Concretamente, el trocito de Harlem que recorrimos fue la 125th St. desde la iglesia hasta el teatro Apollo, en el número 253W. Una lástima que el graffiti en el suelo en honor de Michael Jackson ya estuviera borrado, pero en los carteles anunciaban una especie de homenaje al rey del pop.
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Justo al lado del teatro compramos un imán para la nevera un tanto friki, con el famoso 'Yes, We Can' de la victoria de Obama en las elecciones.
Tras una visita a una tienda de deportes en la que no compramos casi nada, nos montamos de nuevo en el metro con dirección a uno de mis destinos más esperados del viaje: el Madison Square Garden y el partido de las New York Liberty contra Connecticut Sun.
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Qué decir del Madison Square Garden... La primera visión nada más entrar es impactante, sobre todo porque nuestras localidades estaban en el cuarto anillo (de cinco que tiene el pabellón) y prácticamente lo primero que se ve es el marcador y el impresionante techo.
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En todo el anillo superior están colgadas camisetas conmemorativas de los distintos equipos que juegan en el pabellón, incluida la del mítico jugador de los Knicks Patrick Ewing
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Ya desde el primer momento hacen caja con los videomarcadores, igual que en el baseball, y la mecánica es la misma.... animación continua, música a todo trapo e invitación a gastar, gastar y gastar
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Pero lo realmente espectacular empieza durante la presentación de los equipos. Nuevamente, el equipo rival es aplaudido y jaleado por la afición local (olé la deportividad, si señor), pero cuando presentan al equipo de casa, el pabellón se cae... qué manera de animar, como si fuera la final de las olimpiadas. Completamente espectacular. Y a continuación mi momento favorito: el himno USA. Todo el mundo en pie, con la cabeza descubierta y la mano en el corazón cantando al unísono (y por si alguien no se lo sabe, lo ponen a modo de karaoke por los videomarcadores).
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Llegados a este punto, empieza el partido y durante el mismo, la megafonía no para de animar y jalear al respetable. Como en el baseball, cada tiempo muerto es un espectáculo.
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En cuanto al resultado, pensábamos que estábamos gafando a los equipos de NY a los que íbamos a ver, porque el partido no empezó nada bien...
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Pero el baloncesto es mágico y vivimos una remontada épica de las NY Liberty
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Una vez acabado el partido, estuvimos sacándonos unas fotos en el hall del MSG. Tienen murales con fotografías de la construcción del pabellón y de los eventos más importantes (como el Happy Birthday de Marylin a Kennedy).
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Del MSG fuimos hacia el este por la 34 st. hasta el Empire State Building. Decidimos que subiríamos por la noche a este edificio y por la mañana al Top of the Rock, básicamente porque era casi de noche y teníamos el ESB al lado mismo del Madison.
A pesar de ser entre semana, había muchíiiisima gente. Menos mal que con el CityPass no hay que hacer colas para comprar las entradas, pero sí hay que hacer colas para subir por los ascensores.... no me quiero imaginar cuando ésto esté lleno....
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Una vez arriba no está mal, pero cuesta una barbaridad hacer buenas fotos por la cantidad de gente que hay. Ya de bajada, tienes que pasar sí o sí por la tienda de $ouvenir$...
Cuando salimos ya era un poco tarde, pero fuimos dando un paseo (a pesar de que nuestros pies estaban a punto de reventar) hasta Times Square para cenar en Bubba Gump. Es uno de los pocos sitios en que puedes comer pescado, y la recomendación que nos hizo el camarero fue bastante acertada (a pesar de que me costó lo mio entenderle, joder qué pronunciación). Además de eso, aros de cebolla (la presentación es muy chula) y hamburguesa completa porque mi hija y el pescado no son amigos, y no era momento de discutir... total $62.22, propina incluida.
Aquí tienen encima de las mesas unas chapas (como las que indican el nombre de las calles) que pone "Run Forrest, Run" en azúl y "Stop Forrest" en rojo. Cuando quieres que el camarero te atienda, pones delante la roja, y el primero que la ve, se acerca y pregunta qué quieres. Unas chicas de la mesa de al lado giraron la chapa sólo para ver cuán rápido se acercaba el camarero que tenían al lado... por eso de las propinas, les siguió el rollo, pero la cara cuando se giró era un poema.
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Tras un día agotador, caminito al hotel a ver si el jet lag me daba una tregua.