Las islas Lofoten es el principal área de pesca invernal de toda Noruega. Es un lugar muy especial, con una luz que no hay en ningún otro sitio, unas montañas espectaculares, es la cuna del bacalao... Por estos, y por otros muchos motivos, reservamos unos días para visitarlas. La pena es que no todo fue como planeamos, pero eso ya os lo iré detallando.
Llegar a las Lofoten no es tan fácil como uno cree. Están muy muy lejos y para llegar hasta allí hay que coger varios aviones. De hecho, desde Oslo tampoco hay vuelos directos y, en nuestro caso, tuvimos que montarnos en tres aviones en la misma mañana para al final pisar las ansiadas Lofoten. Una aventura.
Este fue nuestro recorrido:
ALESUND- OSLO (De 9.00 a 9.45 horas)
OSLO- BODO (De 10.45 a 12.15 horas)
BODO- SVOLVAER (De 12.40 a 13.06)
Los vuelos los cogimos con más de tres meses de antelación a través de la página web de Wideroe, aerolínea de bajo coste. Facturando la mochila, nos costó 3100 NOK (400 euros) entre los dos. Hay otras maneras de llegar a las Lofoten, como coger un tren nocturno en Trondheim, llegar a Bodo y de allí coger un ferry. No teníamos tiempo para hacer todo eso, y de precio tampoco nos ibamos a ahorrar mucho, así que de esta forma en una mañana llegábamos a las islas Lofoten.
Para ir al aeropuerto de Alesund cogimos a las 8,25 horas un autobús desde la propia estación (180 NOK entre los dos, 23 euros, y hay autobuses con bastante frecuencia). El aeropuerto está muy cerquita, en otra isla, así que para llegar hay que pasar por un enorme túnel construido por debajo del agua.
El avión salió puntual, a las 9.00 horas y nos dio tiempo de sobra para facturar. La verdad es que temíamos perder las mochilas con tanto avión en la misma mañana, pero no hubo ningún problema. Facturamos en Alesund y en Svolvaer las volvimos a coger. Genial.
A pesar de que hubo un retraso de más de media hora en el segundo avión, tampoco tuvimos problemas porque el siguiente te espera. A las 13.30 horas pisamos el suelo de las Lofoten. Ahí fue cuando fuimos conscientes de dónde estábamos realmente...¡por encima de la línea del círculo ártico! y no todo el mundo puede decir que ha estado por allí. La primera impresión fue muy muy buena. Hacía frío, pero también el día estaba soleado. Para ir del aeropuerto de Svolvaer a la ciudad (4 kilómetros) no hay servicio de autobuses, es un mini mini aeropuerto, así que tuvimos que llamar a un taxi. No os podemos decir lo que costó porque lo compartimos con dos noruegos que hacían un viaje de negocios y yo creo que nos vieron cara de pobres que les dimos hasta pena y nos invitaron. Nos ahorramos unas pelillas!!!
En las Lofoten no hay ciudades ni nada por el estilo. La localidad más grande es Svolvaer y tiene 4.500 habitantes. No hay albergue de Hi Hostel, así que habíamos reservado en otro diferente que se llama Svolvaer Sjohuscamping. Es de lo más barato que había por allí y la noche en habitación doble con cocina compartida nos costó 540 NOK (67,50 euros). En este caso, la conexión a internet no estaba incluida y costaba unos 50 NOK al día. Os recomendamos este albergue porque está muy muy bien. La casa es como una Rorbuer (las tïpicas casas de madera rojas de estas islas donde vivían los pescadores), está todo muy limpio y es acogedora. Ah, y los pilares de la casa reposan sobre el agua. Desde la habitación teníamos vistas al puerto. ¡Era precioso! Estas son algunas fotos del albergue.



La mayoría de la gente que visita las Lofoten alquila un coche para moverse por allí. Sin duda, es la mejor opción, sobre todo si se recorre la isla fuera de la época de verano. En nuestro presupuesto no entraba alquilar un coche. De hecho, fuimos a preguntar allí cuánto nos costaría coger uno dos días y salimos escopetados (más de 500 NOK por día más otros 1000 NOK por dejarlo en Moskenes, donde íbamos a coger el ferry de vuelta a Bodo. Total: unos 300 euros sin contar la gasolina que allí es más cara que en España).
Desde un principio pensábamos movernos con autobuses (Veolia Transport. Vestfjord Buss Lofoten). En internet habíamos leído que había bastantes horarios en verano, pero no detallaba fechas. Lo que no sabíamos es que allí la temporada de verano para los autobuses empieza el 27 de junio y acaba el 23 de agosto. Desde ese día las frecuencias de autobuses se reducen considerablemente. Nosotros llegamos allí el 2 de septiembre y cuando empezamos a mirar los horarios nos dimos cuenta de que era materialmente imposible ir a todos los sitios que habíamos pensado. Fue un momento de bajón.
Cuadrando lo mejor posible los horarios de los autobuses, hicimos un nuevo itinerario. Por la tarde cogimos un autobús a Henningsvaer, uno de los pueblos más pintorescos de las islas y que es conocido como 'La Venecia de las Lofoten'. Es bonito, sí, pero creemos que se ha exagerado bastante... Además de muchas rorbuer y de una gran tradición de bacalao tiene también una galería de arte donde se exponen cuadros de artistas que han pintado la isla. Y es que la luz de estas islas (incluso en las fotos se percibe que la luz es diferente a la de otros lugares) ha inspirado a muchos pintores a lo largo de la historia.




Por la reducción de horarios de autobuses tuvimos que esperar 4 horas, hasta las 8 de la tarde, para regresar a Svolvaer. Se nos hizo un poco pesado porque el pueblo es muy pequeño y no había nadie...bueno, casi nadie. La tienda de souvenirs la regenta un hombre mallorquín muy agradable que nos estuvo contando sus historietas de cuando era pescador en las Lofoten. Por cierto, vende bacalao migratorio (envasado al vacío, claro) a muy buen precio. El bacalao migratorio es el que migra desde el norte y como nada tanto no tiene nada de grasa. Dicen que es el mejor. Y sólo se lo vende a españoles, así que aprovechad si vais por allá.





Fuimos también a dar un paseo por las afueras del Henningsvaer. Por cierto, los viajes por carretera en estas islas son también una delicia. La carretera va paralela al mar, y los paisajes son muy muy bonitos. La pesca del bacalao termina en junio y es cuando lo cuelgan en plena calle en unas estructuras que hacen con madera para que se seque. Nos perdimos la típica imagen del bacalao colgado, aunque luego en otro pueblo que fuimos sí que lo vimos. Os dejamos fotos.




De vuelta, el autobús pasa por Kavelbag (a 5 km de Svolvaer) otro de los pueblos que se incluyen en todas las guías de viaje. No nos bajamos pero nos pareció que era muy parecido a Henningsvaer.