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Bergen es la segunda ciudad más grande de Noruega (250.000 habitantes) pero también dicen que es la más bonita. Por eso merece la pena dedicarla una visita y al menos un día para pasear por sus calles, su puerto y subir a la cima del monte Floyen (320 metros), que ofrece unas buenas vistas panorámicas de Bergen, el fiordo y las montañas.
Para moverse, lo mejor es ir caminando a todos los sitios. Los puntos de interés están cerca unos de otros y desde el albergue, que como os dije está en el centro, se llega a todos los sitios en pocos minutos. Lo primero que hicimos fue visitar la zona de Bryggen, el antiguo barrio medieval de la ciudad que además está considerado Patrimonio de la Humanidad.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde el puerto, esta es la tan fotografiada imagen que hay de las casitas de Bryggen. Una auténtica maravilla.
Continuando por la zona del puerto se llega a la torre de Rosenkrantztarnet, residencia y puesto defensivo de un antiguo gobernador de Bergen. Se puede subir, pagando, hasta arriba de la torre. Nosotros dimos un paseo por allí y vuelta. Comenzamos a callejear y caminando caminando llegamos a un parque en el que señalizaba que por ahí se podía subir al monte para ver las vistas de Bergen. En principio íbamos a haber cogido el funicular, como hace todo el mundo, pero empezamos a andar por los senderos... y como parecía que no estaba muy lejos, pues al final subimos hasta arriba. La verdad es que agota un poco, pero si el día sale bueno y se tiene tiempo, está bien. El camino es a través de un bosque, todo bien señalizado, y hay mucha gente caminando por allí y haciendo footing. El viaje en funicular cuesta 135 NOK por cabeza ida y vuelta (aunque se puede comprar solo la ida o la vuelta). Por el camino, las vistas ya iban siendo bastante bonitas y hay alguna que otra sorpresa.
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Una vez arriba, todo turista que se precie se hace la foto con este enorme trol. Después ya habrá tiempo para disfrutar de la panorámica de Bergen. Muy bonito, sí señor.
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*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un rato después bajamos otra vez por los senderos (elegimos otro para variar el camino) y en 40 minutos estábamos abajo. Como ya era la hora de comer nos fuimos derechitos al mercado del pescado (frente al puerto y a 1 minuto del albergue) que no hay que perdérselo por dos motivos: por la variedad de pescado fresco que se puede encontrar allí y por la gente que atiende. Hay tantos españoles que te sientes como en casa!!!
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El rey del mercado del pescado es el salmón, por supuesto, y os aseguramos que no sabe igual que el que compramos en España. Allí lo ponen de diferentes formas. El que más nos gustó fue el salmón salvaje. Lo mejor es ir mirando diferentes puestos para ver lo que tienen y comparar precios. Venden bocatas de salmón y gambas (unos 15 euros) así como platos preparados con varios pescados (salmón, gambas, etcétera) y costaban más de 20 euros cada uno. Viendo esos precios, al final nos decantamos por un puesto en el que nos dijeron que nos ponían una mariscada por unos 200 NOK (25 euros) por persona. La verdad es que viendo los precios que había por allí pensábamos que nos iban a poner cuatro gambas y un poco de salmón, pero estuvo muy muy bien y os la recomendamos. Un chico de Madrid que trabajaba allí durante el verano nos explicó todo lo que había en los platos: arenque, buey de mar, cangrejo real, anguila y un plato entero lleno de gambas que estaban deliciosas!! No habíamos comido gambas como esas en nuestra vida!! Ah, y nos dejamos lo mejor. Probamos también las tres clases de salmón que venden allí y por supuesto la ballena. En resumen, que nos pusimos las botas. Fue el único 'lujazo' que nos dimos en el viaje, el resto de los días tocó volver a la realidad...y a comer bocadillos!!
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Después de comer, y con el estómago a reventar, decidimos comprar en ese mismo puesto salmón y ballena para llevar a casa. Por cierto, mucha gente nos pregunta a qué sabe la ballena... La que comimos y la que hemos traido a casa está ahumada (como el salmón) y sabe a cecina. Se come cruda cortada en trocitos o también en carpaccio, echándole por encima un poco de aceite, rúcula, limón y queso parmesano. Está muy rica. En el mercado te envasan al vacío la cantidad de pescado que te quieras llevar y lo meten en unas bolsas térmicas. Sin frigorífico, aguanta en buenas condiciones algo más de una semana, aunque si durante el viaje puedes refrigerarlo te aguantará mucho más. Por cierto, si podeis llevadlo en la maleta que vayais a facturar. Nosotros en uno de los vuelos llevábamos la ballena en la mochila de equipaje de mano y nos la registraron a fondo. No te la quitan, pero es que la bolsa térmica tiene una especie de papel de albal que las maquinas del aeropuerto no reconocen.
La tarde la dedicamos a pasear por el centro de Bergen y la zona comercial. Estuvimos en un parque muy chulo con un estanque enorme y había mucho ambiente. A las 8 ya nos recogimos que al día siguiente había que levantarse temprano.
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