Por fin estábamos en Kyoto, la parte del viaje que más ilusión me hacía, probablemente. La noche anterior nos limitamos a encontrar el hotel, algo más complicado de lo que puede parecer, porque aunque está muy cerca de la estación, ésta es inmensa y salimos por el lado equivocado… pero nada que no se arregle con un amable japonés dispuesto a ayudar al pobre turista. Estábamos tan cansados que decidimos cenar ahí mismo, ya que los Dormy Inn ofrecen ramen gratuitos por las noches (y bien ricos que estaban…). El onsen tendría que esperar.
Por la mañana desayunamos en un starbucks que habíamos visto enfrente de la estación (¥1350, por cierto, no dejéis de probar el macha tea latte, es un latte hecho con té verde japonés en polvo y está de muerte tanto caliente como en la versión frapuchino) y nos fuimos directos a por nuestros pases de bus (¥500 cada uno para usar el bus durante todo el día). Junto con el pase te dan un mapita muy útil, que yo ya había descargado en su día en pdf para planificar las rutas. Los autobuses se cogen justo frente a la estación de tren, y en ese momento pudimos apreciar lo que no habíamos podido ver la noche anterior: la estación es enorme, una mole de acero y vidrio que muchos creen que está fuera de lugar en Kyoto, pero que a nosotros nos encantó, tanto por dentro como por fuera:
El plan del día era recorrer Higashiyama, desde Sanjusangendo hasta Yasaka Shrine, y luego acercarnos a Pontocho o Gion. El primer destino era por tanto Sanjusangendo, así que cogimos el bus y en 10 minutos estábamos ahí. Curiosamente, es uno de los templos más caros (¥600) y encima no se pueden hacer fotos dentro, pero a pesar de eso nos impresionó, y en reflexiones posteriores decidimos que era uno de los que más nos había gustado de Kyoto por lo distinto que es al resto. En su interior hay mil estatuas de Kannon (de los siglos XII y XIII) perfectamente colocadas en filas a lo largo del inmenso pabellón de madera, junto con 28 dioses guardianes y una Kannon central más grande. Es, sencillamente, espectacular, y además tuvimos la suerte de coincidir con los rezos de los monjes.
Os dejo un par de fotos del exterior, pero es muy difícil hacerse una idea de lo grande que es a través de una foto, así que no le hacen justicia…
Siguiente parada: Kiyomizudera, uno de los iconos de Kyoto junto con el pabellón dorado que veríamos al día siguiente. Aunque está relativamente cerca fuimos en bus, que bastante íbamos a andar luego. Desde la parada del bus (Gojo Zaka) hay una pequeña subidita hasta el templo, que habíamos leído que se puede hacer a través de un cementerio pero no lo encontramos, así que subimos por una calle normal y corriente. Al llegar arriba, pagamos la entrada (¥300) y lo primero que vemos es que hay bastante gente, pero claro, es temporada de sakura y ya se sabe que los japoneses se vuelven locos con los cerezos. También nos damos cuenta de que hay muchísimas chicas vestidas con kimono, y algunas incluso estaban haciéndose fotos que parecían profesionales. La verdad es que nos tiramos los 4 días de Kyoto viendo kimonos!! Nos integramos en el mogollón de gente y nos dedicamos a disfrutar de este templo, muy bonito, con buenas vistas de la ciudad y varias curiosidades.
Una de sus curiosidades es que una de las dos terrazas está soportada por vigas de madera que (cuentan) no tienen ni un solo clavo. Llama la atención sobre todo cuando estás ahí arriba y te pones a pensarlo…
Otra de las curiosidades es la presencia de un santuario shinto dentro del templo budista, aquí es donde están las famosas piedras de los enamorados, donde tienes que ir de una a otra con los ojos cerrados. Y la tercera curiosidad son los 3 chorros de agua que representan longevidad, éxito y amor. Se supone que tienes que elegir de cuál quieres beber, pero sólo una! Hay unos palos con cacitos para la gente que se anima (había que pagar creo que ¥200) que luego se esterilizan en una maquinita de ultravioleta que hay al lado. Qué apañados!
Ya casi en la salida, vimos un estanque completamente cubierto de hojas de cerezo, y una tortuga bastante grande que estaba tomando plácidamente el sol. Debía llevar un buen rato porque tenía hojas resecas en el caparazón y al principio dudábamos de si estaba viva de lo tiesa y seca que estaba:
Desde el Kiyomizu fuimos andando por las famosas cuestas llenas de tiendecitas, Sanenzaka y Ninenzaka. Es un buen sitio para hacer compras, no es el más barato pero hay mucha variedad. Por el camino vimos pagodas y kimonos:
La siguiente parada era el Kodai-ji, pero justo antes nos llamó la atención una gigantesca estatua blanca que resultó ser otro templo, el Ryozen Kannon. La estatua es tan grande que no hace falta pagar para verla:
Ahora sí, entramos al Kodai-ji (¥600), un templo budista con un bonito jardín de arena (si os fijais en la foto se ve la estatua del Ryozen Kannon, imaginaos el tamaño):
El recinto es grandecito, pero es un paseo agradable. Aquí vimos nuestro primer bosque de bambú:
A estas alturas estábamos muertos de hambre, y tuvimos suerte porque al llegar al Maruyama Park vimos que había muchos puestos de comida y gente haciendo picnic (otra vez, los cerezos!!), así que decidimos hacernos uno más (bueno, dos más) y comer allí aprovechando el buen día que hacía. Comimos takoyaki (bolitas de pulpo), brochetas de pollo, croquetas (sí sí, en Japón comen croquetas!)… todo muy rico! por ¥1800. También vimos un puesto muy curioso donde hacían pescado (sardinas?) como a la brasa, pero este no lo probamos:
Además de comer pudimos ver el famoso cerezo del parque (el del centro de la foto) y dar una vuelta por el estanque:
La siguiente parada en la lista era el Chion-in (colindante con el parque), el templo con la puerta de entrada más majestuosa de todo Japón, diría yo. Es gigantesca!! La pena es que en la foto no se ve de verdad lo impresionante que es. En este templo también está la campana más grande del mundo (o más pesada? con tanto ranking ya no me acuerdo…).
La última parada del día, por lo menos en cuanto a templos, era el Yasaka Shrine, un santuario shintoísta en medio de tanto templo budista. Está también pegadito al Maruyama Park. Aquí vimos mucha gente tocando unas campanas que tenían una cuerdas enormes colgando, debe ser parte de los ritos shintoístas.
Al salir del Yasaka aprovechamos para hacer algunas compras (amuletos, pulseras budistas…) y con esto pensábamos dar por teminadas las visitas culturales del día. Del Yasaka ya sales prácticamente a Gion, pero era pronto, las 15:30, y queríamos dejar Gion para el atardecer, así que se nos ocurrió coger el bus hacia el castillo Nijo con la esperanza de entrar en el último pase a las 16:00. Qué ilusos! No contábamos con el temible tráfico de Kyoto… Llegamos al castillo a las 16:05 y por supuesto ya estaban las taquillas cerradísimas, así que media vuelta y cambio de planes: al mercado Nishiki! No hay nada como improvisar… Este mercado es una callejuela cubierta paralela a Shijo Dori donde puedes comprar comida, souvenirs, ropa… de todo. La comida preparada era especialmente curiosa, y aquí probamos los famosos pulpitos que tanto se han mencionado en los diarios de otros viajeros. No nos pudimos resistir y tuvimos que probar también unas brochetas de sushi que estaban deliciosas:
Al final de la calle hay un templo con muchas linternas de papel que a esas horas estaban ya iluminadas:
Nos quedamos un rato deambulando por los “arcades” comerciales alrededor del mercado, aprovechando para hacer más compras y haciendo tiempo para acercarnos a Pontocho para terminar el día. Pontocho nos decepcionó bastante: es una calleja estrecha llena de restaurantes en la que en realidad no ves nada. Cenar allí te puede costar un riñón y parte del otro, y si lo que quieres es ver geishas lo llevas bastante crudo, lo tienes mucho más fácil en Gion (contamos hasta 17).
Desde aquí ya cogimos en bus en la esquina de Shijo con Kawaramachi, pero antes aprovechamos para hacer alguna última foto a unas de las zonas comerciales más importantes de la ciudad:
Cuando llegamos a la estación de tren, estábamos tan cansados que lo único que queríamos era cenar y meternos en la cama, pero antes pudimos hacer algunas fotos a la estación de noche y a la famosa torre de Kyoto, que está justo enfrente:
Para cenar entramos al Yodobashi buscando la planta de restaurantes y bingo! Encontramos un restaurante de okonomiyaki con planchas en las mesas en las que te puedes hacer tú mismo la comida (¥2000). Y al hotel, a probar el onsen: nada como un baño en agua a 45ºC antes de irse a dormir! Había sido un día intenso y bien aprovechado, pero nos quedaban otros 3 días en Kyoto así que tocaba descansar!