Es bastante deprimente intentar dormir mientras oyes como llueve sin parar sabiendo que al día siguiente te esperan otros veinte kilómetros de caminata, aunque ésta sea mas suave y llevadera que todo lo anterior. Fue una noche muy fría la que pasé en el Happy camp después de la segunda etapa del Chilkoot. No estaré muy equivocado al pensar que esa noche estuvimos bastante cerca de los cero grados. De todas formas tampoco es cuestión de quejarse por ello. No se va a Alaska a acampar esperando que haga buen tiempo. Simplemente es lo que me tocó esa noche, en la que dormí unas cuantas horas y me desperté en innumerables ocasiones. Aun así descansé bastante. Supongo que por puro agotamiento.
Me levanté poco después de que se hiciese de día. Si se había pasado toda la noche lloviendo el nuevo día no podía ser menos así que seguía cayendo agua. Sin embargo no tenía tan mala pinta como el día anterior y desayuné mirando mas al cielo que a la taza, confiando en que en pocas horas mejoraría. Comentando la jugada con mis compañeros de camping resultó que ellos pensaban como yo, así que opté por ponerme en plan optimista y fiarme de ellos. No en vano eran yukoners y nadie mejor que ellos para conocer las particularidades del clima de la zona.
Recogido y empaquetado todo me puse de nuevo en camino rumbo al lago Bennett, a veinte kilómetros de distancia del lugar en el que me encontraba. Antes de salir estuve comentando un rato mis opciones con los otros tres, pues ellos conocían la zona. Mi problema se resumía en dónde hacer noche ese día, puesto que a la mañana siguiente tenía que estar a primera hora en Log Cabin, donde me recogerían a las diez. Mi primera opción era llegar hasta el final, el lago Bennett, lo que implicaba empezar a andar a las cinco de la mañana para recorrer los doce kilómetros y medio, a lo largo de las vías del tren, que hay desde Bennett hasta Log Cabin; la otra opción era ir a dormir directamente a Log Cabin tomando un atajo pocos kilómetros antes de Bennett, con lo que te ahorrabas varios kilómetros de caminata pero a costa de no ir hasta el final de la ruta. El inconveniente de esta segunda opción era que ese camino está oficialmente cerrado y su uso prohibido por Parks Canadá y los puentes que había para salvar los tres riachuelos existentes desmontados. Esto no sería demasiado problema si no te importase vadearlos con el agua (helada) mas o menos a la altura de la cintura. Sin embargo a mi me apetecía llegar hasta el final, completar el trail, así que me decidí por la primera opción a pesar del madrugón que me esperaba al día siguiente.
Comencé a caminar bajo la lluvia. La mañana estaba bastante fría, aunque a lo lejos se veía un ligerísimo atisbo de sol, apenas una rendija, con lo que mis esperanzas de que se abriese un poco la capa de nubes e incluso despejase por la tarde permanecían intactas. Sin embargo en esos momentos seguía estando bajo la lluvia. Al principio el sendero discurre paralelo al río, resultando bastante incómodo porque va sobre piedras sueltas con lo que los pies te van bailando constantemente. Es fácil dejarse un tobillo si te descuidas un segundo y dejas de mirar por dónde pisas. Toda esta etapa discurre paralelamente al río y a los lagos que se van formando a medida que vas perdiendo altitud, lo que no significa que no haya que salvar algún repecho de vez en cuando. Se salvan fácilmente siempre y cuando no tengas ningún problema físico a estas alturas de la ruta. Desafortunadamente para mi no fue mi caso.
Una primera subida se supera un poco después de salir del Happy camp, cuando la ruta se aleja ligeramente del Long Lake dando un pequeño rodeo, hasta volver a él para alcanzar el punto en el que tenemos que cruzarlo por un par de pasarelas que llevan hasta el camping que hay entre éste y el Deep Lake, justo cuatro kilómetros después de comenzar a andar. En esta zona la vegetación aún escasea bastante, limitándose a pequeños arbustos y matas de arándanos que se agarran como buenamente pueden a un terreno muy rocoso y congelado a muy poca profundidad. Cuando llegué al camping del Deep lake aun llovía bastante. Dos rangers de Parks Canadá estaban allí en ese momento. Hacían el recorrido inverso al mío. Estuve un momento charlando con ellas y opté por continuar pues llevaba poco mas de una hora andando y a buen ritmo, para variar. Además en ese camping no había donde guarecerse, ni una cabaña que hiciese las veces de cocina, así que no tenía nada que hacer allí. Me informaron, eso sí, de que el resto de la ruta estaba en buenas condiciones, que no habían visto osos por la zona y que, además, se preveía mejoría para esa misma tarde, lo que me alegró el resto de la mañana.
Desde este punto el sendero discurre en paralelo primero al lago y después al río que lo comunica con el siguiente, y mucho mayor, lago Lindeman, junto al que se camina durante el resto de la etapa. A partir de aquí vuelve a aparecer la taiga en forma de esmirriados arbolillos que apenas servirían de abeto navideño en la casa de los siete enanitos. El desproporcionado grosor del tronco para su escasa altura puede dar una cierta idea de lo duras que son las condiciones en estas tierras.
Un embarrado sendero bordea el pequeño Deep Lake por su orilla izquierda hasta el estrecho desfiladero en el que éste empieza a desaguar, formando una serie de rápidos que varios kilómetros después desembocan en el bastante mayor lago Lindeman. En este tramo el camino serpentea por lo alto del desfiladero, de tal forma que del río únicamente tenemos el estruendo formado por los rápidos que discurren bastantes metros por debajo nuestro.
Estos rápidos son una de las principales razones que hicieron que descender navegando desde este punto no fuese una opción muy popular durante los veranos de 1898 y 1899. Después del tremendo esfuerzo que suponía ascender el Chilkoot Pass no era cuestión de jugarse el pellejo gratuitamente tan pronto por unos pocos kilómetros, los que había hasta Lindeman City o, todavía mejor opción, hasta el lago Bennett. Durante el invierno, los futuros mineros recorrían este pequeño tramo arrastrando sus pertenencias en trineos o por medio de un sistema de vagonetas que se construyó para comunicar el Happy camp con Lindeman City, a orillas del lago del mismo nombre, algunos de cuyos restos aún son visibles a lo largo de este tramo. Los mas osados, sin embargo, una vez comenzado el deshielo optaban por iniciar la navegación desde aquí, dado que todos estos lagos y ríos son tributarios del Yukón y podían igualmente alcanzar su destino. El inconveniente eran los dos tramos de rápidos que había que salvar antes de llegar al lago Bennett.
En el invierno de 1897 - 1898 Lindeman City era una ciudad de tiendas de campaña y algún que otro edificio de madera con varios miles de habitantes que decidieron esperar al deshielo aquí, en lugar de continuar hasta el cercano lago Bennett. Situada bajo el límite de altitud que marca en esta zona el paso de la taiga a la tundra, la abundancia de madera hizo que bastantes mineros se quedasen aquí para construir sus barcas y balsas con las que iniciar el descenso hasta Dawson City, abundancia que por otro lado fue efímera pues los miles de embarcaciones que, mejor o peor construidas, fueron botadas al agua en estos apenas dos años se construyeron a costa de talar todo árbol existente en muchos kilómetros a la redonda. Hoy día los bosques se han recuperado y el paisaje vuelve a ser prácticamente igual al que había antes de la estampida, si exceptuamos los restos arqueológicos que de aquella época se conservan diseminados por toda la zona. Lindeman City duró apenas un suspiro pues en el otoño de 1899, con la puesta en servicio del ferrocarril del White Pass, la ciudad fue abandonada.
No soy consciente de en qué punto me empezó a incordiar la rodilla. Sólo sé que mientras descendía hacia el lago Lindeman empecé a notar unas molestias que paulatinamente se fueron convirtiendo en un fuerte dolor, hasta el punto de que llegué al camping de Lindeman City cojeando de la pierna izquierda. Para entonces había dejado de llover y empezaba a asomar algún pequeño claro en el cielo. Un pequeño descanso para almorzar y vuelta al camino. En vista de los dolores los aproximadamente doce kilómetros restantes hasta llegar al lago Bennett se preveían complicados, así que no era cuestión de remolonear. Por desgracia no estaba equivocado pues en llano mas o menos podía andar, pero si ir cuesta arriba me costaba un disparate cuesta abajo simplemente veía las estrellas cada vez que apoyaba el pie.
Da bastante rabia que te suceda eso cuando estás andando a buen ritmo y disfrutando de la marcha y del paisaje. Y realmente no te queda mas remedio que seguir adelante pues en el Chilkoot Trail no tienes escapatoria. Una vez que comienzas, o te das la vuelta al principio o llegas hasta el final. No hay otra forma de salir, salvo que consigas que alguien avise a un helicóptero que por un nada módico importe, si no tienes seguro que te cubra, te saque de allí. Aviso complicado porque, por supuesto, no hay cobertura de móvil. Total que comencé a andar de nuevo teniendo claro que llegar al lago Bennett me iba a llevar mas tiempo del que había previsto en un principio y que, además, era muy probable que estuviese sólo el resto del día pues el resto de caminantes que había por la zona habían decidido llegar hasta Log Cabin directamente. Ya me había despedido de los simpáticos yukoners en Lindeman, de donde salían cuando llegué yo y al ritmo que llevaba en ese momento no contaba con volver a verlos ni por casualidad.
Desde Lindeman City la ruta discurre mas o menos en paralelo al lago, que dejamos a unos cientos de metros a nuestra izquierda, durante los aproximadamente doce kilómetros que quedan hasta el final, con pequeñas subidas y bajadas que en circunstancias normales se recorren sin problema pero que a mi se me hicieron duros porque cada paso que daba era como una patada en la rodilla. El paisaje muy bonito, eso sí, pues se atraviesan bosquecillos, riachuelos y pequeños lagos, siempre con el lago Lindeman de fondo. Unos kilómetros antes de Bennett está el pequeño camping del Bare Loon Lake. Los servicios del camping, similares al resto.
Los últimos dos o tres kilómetros del Chilkoot Trail discurren por un terreno arenoso un tanto incómodo para andar. Con el lago Bennett de fondo eché el resto para llegar cuanto antes. Ambos lagos están separados por un tramo de aproximadamente un kilómetro de peligrosos rápidos que salvan el desnivel existente entre los dos. Estos rápidos, junto con los que separan el Deep Lake del Lindeman, hicieron que la mayor parte de los miles de personas que pusieron rumbo al Klondike en los años 1897 - 1899 eligiesen las orillas del lago Bennett como punto de partida. Al igual que en los alrededores de Lindeman City no quedó un árbol en pie en toda la zona, pues todos se talaron para construir las barcas y balsas necesarias para navegar los mas de ochocientos kilómetros restantes hasta Dawson City. A partir de este punto los tramos mas peligrosos del trazado se limitaban prácticamente a los rápidos existentes en la zona de Whitehorse, de los que la ciudad tomó su nombre, y los peligrosísimos “five fingers”, mas o menos a mitad de camino, en los que muchos mineros naufragaron a apenas unos cientos de kilómetros de su destino.
En todos los puntos en los que los mineros iniciaban la navegación la Policía Montada del Noroeste vigilaba porque no se echase al agua ningún bote que, según su criterio, no reuniese las condiciones necesarias para soportar toda la travesía, junto con su carga y sus pasajeros. Si alguna conclusión se desprende de toda la historia que rodeó la estampida al Klondike de fines del siglo XIX, es la muy diferente actitud que mostraron las autoridades de los dos países implicados en ella, pues si por parte estadounidense se optó, conscientemente, por no dotar de ningún tipo de autoridad ni legislación a la región, posibilitando que en ella imperase la ley del mas fuerte (o la del tirador mas rápido, que es casi lo mismo), la actuación responsable de la Policía Montada salvó las vidas de innumerables personas, que se habían lanzado a una aventura sin medios, conocimiento de la región ni de los fundamentos mínimos para su subsistencia.
A media tarde llegué al final del Chilkoot Trail, el lago Bennett. Una estación de tren y una pequeña capilla restauradas son casi todo lo que queda de esa apasionante época. El camping está situado a orillas del lago, junto a unos tocones clavados en el agua, únicos restos del embarcadero desde el que hace poco mas de un siglo se hicieron al agua miles de personas en busca de un oro que a la inmensa mayoría de ellas les fue esquivo.
Estaba cansado después de una etapa de veinte kilómetros mas de la mitad de los cuales había recorrido cojeando. Y desde luego con la pierna hecha polvo. Aun así lo había terminado y por ello estaba contentísimo. El cielo estaba ya prácticamente despejado, apenas unos jirones de nubes como recuerdo de las penurias del día anterior era lo que quedaba de un día que había empezado lloviendo.
Coloqué mi tienda y me preparé para pasar la última noche en el Chilkoot Trail completamente solo a orillas del Bennett. Soplaba un airecillo bastante frío, pero soportable con algo de ropa de abrigo. Se me hizo de noche preparando la cena y, tras dejar todo listo para el día siguiente, me eché a dormir. Para llegar sin agobios a Log Cabin había calculado que tendría que salir a las cinco de la mañana. En otras circunstancias podría haber apurado mas pero con la rodilla en esas condiciones necesitaba mas margen. No tenía intención de quedarme tirado en el último minuto y tenía un vuelo que coger al día siguiente aunque, para ser sinceros, en esos momentos ya tenía otros planes…

Me levanté poco después de que se hiciese de día. Si se había pasado toda la noche lloviendo el nuevo día no podía ser menos así que seguía cayendo agua. Sin embargo no tenía tan mala pinta como el día anterior y desayuné mirando mas al cielo que a la taza, confiando en que en pocas horas mejoraría. Comentando la jugada con mis compañeros de camping resultó que ellos pensaban como yo, así que opté por ponerme en plan optimista y fiarme de ellos. No en vano eran yukoners y nadie mejor que ellos para conocer las particularidades del clima de la zona.
Recogido y empaquetado todo me puse de nuevo en camino rumbo al lago Bennett, a veinte kilómetros de distancia del lugar en el que me encontraba. Antes de salir estuve comentando un rato mis opciones con los otros tres, pues ellos conocían la zona. Mi problema se resumía en dónde hacer noche ese día, puesto que a la mañana siguiente tenía que estar a primera hora en Log Cabin, donde me recogerían a las diez. Mi primera opción era llegar hasta el final, el lago Bennett, lo que implicaba empezar a andar a las cinco de la mañana para recorrer los doce kilómetros y medio, a lo largo de las vías del tren, que hay desde Bennett hasta Log Cabin; la otra opción era ir a dormir directamente a Log Cabin tomando un atajo pocos kilómetros antes de Bennett, con lo que te ahorrabas varios kilómetros de caminata pero a costa de no ir hasta el final de la ruta. El inconveniente de esta segunda opción era que ese camino está oficialmente cerrado y su uso prohibido por Parks Canadá y los puentes que había para salvar los tres riachuelos existentes desmontados. Esto no sería demasiado problema si no te importase vadearlos con el agua (helada) mas o menos a la altura de la cintura. Sin embargo a mi me apetecía llegar hasta el final, completar el trail, así que me decidí por la primera opción a pesar del madrugón que me esperaba al día siguiente.

Comencé a caminar bajo la lluvia. La mañana estaba bastante fría, aunque a lo lejos se veía un ligerísimo atisbo de sol, apenas una rendija, con lo que mis esperanzas de que se abriese un poco la capa de nubes e incluso despejase por la tarde permanecían intactas. Sin embargo en esos momentos seguía estando bajo la lluvia. Al principio el sendero discurre paralelo al río, resultando bastante incómodo porque va sobre piedras sueltas con lo que los pies te van bailando constantemente. Es fácil dejarse un tobillo si te descuidas un segundo y dejas de mirar por dónde pisas. Toda esta etapa discurre paralelamente al río y a los lagos que se van formando a medida que vas perdiendo altitud, lo que no significa que no haya que salvar algún repecho de vez en cuando. Se salvan fácilmente siempre y cuando no tengas ningún problema físico a estas alturas de la ruta. Desafortunadamente para mi no fue mi caso.
Una primera subida se supera un poco después de salir del Happy camp, cuando la ruta se aleja ligeramente del Long Lake dando un pequeño rodeo, hasta volver a él para alcanzar el punto en el que tenemos que cruzarlo por un par de pasarelas que llevan hasta el camping que hay entre éste y el Deep Lake, justo cuatro kilómetros después de comenzar a andar. En esta zona la vegetación aún escasea bastante, limitándose a pequeños arbustos y matas de arándanos que se agarran como buenamente pueden a un terreno muy rocoso y congelado a muy poca profundidad. Cuando llegué al camping del Deep lake aun llovía bastante. Dos rangers de Parks Canadá estaban allí en ese momento. Hacían el recorrido inverso al mío. Estuve un momento charlando con ellas y opté por continuar pues llevaba poco mas de una hora andando y a buen ritmo, para variar. Además en ese camping no había donde guarecerse, ni una cabaña que hiciese las veces de cocina, así que no tenía nada que hacer allí. Me informaron, eso sí, de que el resto de la ruta estaba en buenas condiciones, que no habían visto osos por la zona y que, además, se preveía mejoría para esa misma tarde, lo que me alegró el resto de la mañana.

Desde este punto el sendero discurre en paralelo primero al lago y después al río que lo comunica con el siguiente, y mucho mayor, lago Lindeman, junto al que se camina durante el resto de la etapa. A partir de aquí vuelve a aparecer la taiga en forma de esmirriados arbolillos que apenas servirían de abeto navideño en la casa de los siete enanitos. El desproporcionado grosor del tronco para su escasa altura puede dar una cierta idea de lo duras que son las condiciones en estas tierras.

Un embarrado sendero bordea el pequeño Deep Lake por su orilla izquierda hasta el estrecho desfiladero en el que éste empieza a desaguar, formando una serie de rápidos que varios kilómetros después desembocan en el bastante mayor lago Lindeman. En este tramo el camino serpentea por lo alto del desfiladero, de tal forma que del río únicamente tenemos el estruendo formado por los rápidos que discurren bastantes metros por debajo nuestro.

Estos rápidos son una de las principales razones que hicieron que descender navegando desde este punto no fuese una opción muy popular durante los veranos de 1898 y 1899. Después del tremendo esfuerzo que suponía ascender el Chilkoot Pass no era cuestión de jugarse el pellejo gratuitamente tan pronto por unos pocos kilómetros, los que había hasta Lindeman City o, todavía mejor opción, hasta el lago Bennett. Durante el invierno, los futuros mineros recorrían este pequeño tramo arrastrando sus pertenencias en trineos o por medio de un sistema de vagonetas que se construyó para comunicar el Happy camp con Lindeman City, a orillas del lago del mismo nombre, algunos de cuyos restos aún son visibles a lo largo de este tramo. Los mas osados, sin embargo, una vez comenzado el deshielo optaban por iniciar la navegación desde aquí, dado que todos estos lagos y ríos son tributarios del Yukón y podían igualmente alcanzar su destino. El inconveniente eran los dos tramos de rápidos que había que salvar antes de llegar al lago Bennett.

En el invierno de 1897 - 1898 Lindeman City era una ciudad de tiendas de campaña y algún que otro edificio de madera con varios miles de habitantes que decidieron esperar al deshielo aquí, en lugar de continuar hasta el cercano lago Bennett. Situada bajo el límite de altitud que marca en esta zona el paso de la taiga a la tundra, la abundancia de madera hizo que bastantes mineros se quedasen aquí para construir sus barcas y balsas con las que iniciar el descenso hasta Dawson City, abundancia que por otro lado fue efímera pues los miles de embarcaciones que, mejor o peor construidas, fueron botadas al agua en estos apenas dos años se construyeron a costa de talar todo árbol existente en muchos kilómetros a la redonda. Hoy día los bosques se han recuperado y el paisaje vuelve a ser prácticamente igual al que había antes de la estampida, si exceptuamos los restos arqueológicos que de aquella época se conservan diseminados por toda la zona. Lindeman City duró apenas un suspiro pues en el otoño de 1899, con la puesta en servicio del ferrocarril del White Pass, la ciudad fue abandonada.
No soy consciente de en qué punto me empezó a incordiar la rodilla. Sólo sé que mientras descendía hacia el lago Lindeman empecé a notar unas molestias que paulatinamente se fueron convirtiendo en un fuerte dolor, hasta el punto de que llegué al camping de Lindeman City cojeando de la pierna izquierda. Para entonces había dejado de llover y empezaba a asomar algún pequeño claro en el cielo. Un pequeño descanso para almorzar y vuelta al camino. En vista de los dolores los aproximadamente doce kilómetros restantes hasta llegar al lago Bennett se preveían complicados, así que no era cuestión de remolonear. Por desgracia no estaba equivocado pues en llano mas o menos podía andar, pero si ir cuesta arriba me costaba un disparate cuesta abajo simplemente veía las estrellas cada vez que apoyaba el pie.
Da bastante rabia que te suceda eso cuando estás andando a buen ritmo y disfrutando de la marcha y del paisaje. Y realmente no te queda mas remedio que seguir adelante pues en el Chilkoot Trail no tienes escapatoria. Una vez que comienzas, o te das la vuelta al principio o llegas hasta el final. No hay otra forma de salir, salvo que consigas que alguien avise a un helicóptero que por un nada módico importe, si no tienes seguro que te cubra, te saque de allí. Aviso complicado porque, por supuesto, no hay cobertura de móvil. Total que comencé a andar de nuevo teniendo claro que llegar al lago Bennett me iba a llevar mas tiempo del que había previsto en un principio y que, además, era muy probable que estuviese sólo el resto del día pues el resto de caminantes que había por la zona habían decidido llegar hasta Log Cabin directamente. Ya me había despedido de los simpáticos yukoners en Lindeman, de donde salían cuando llegué yo y al ritmo que llevaba en ese momento no contaba con volver a verlos ni por casualidad.

Desde Lindeman City la ruta discurre mas o menos en paralelo al lago, que dejamos a unos cientos de metros a nuestra izquierda, durante los aproximadamente doce kilómetros que quedan hasta el final, con pequeñas subidas y bajadas que en circunstancias normales se recorren sin problema pero que a mi se me hicieron duros porque cada paso que daba era como una patada en la rodilla. El paisaje muy bonito, eso sí, pues se atraviesan bosquecillos, riachuelos y pequeños lagos, siempre con el lago Lindeman de fondo. Unos kilómetros antes de Bennett está el pequeño camping del Bare Loon Lake. Los servicios del camping, similares al resto.
Los últimos dos o tres kilómetros del Chilkoot Trail discurren por un terreno arenoso un tanto incómodo para andar. Con el lago Bennett de fondo eché el resto para llegar cuanto antes. Ambos lagos están separados por un tramo de aproximadamente un kilómetro de peligrosos rápidos que salvan el desnivel existente entre los dos. Estos rápidos, junto con los que separan el Deep Lake del Lindeman, hicieron que la mayor parte de los miles de personas que pusieron rumbo al Klondike en los años 1897 - 1899 eligiesen las orillas del lago Bennett como punto de partida. Al igual que en los alrededores de Lindeman City no quedó un árbol en pie en toda la zona, pues todos se talaron para construir las barcas y balsas necesarias para navegar los mas de ochocientos kilómetros restantes hasta Dawson City. A partir de este punto los tramos mas peligrosos del trazado se limitaban prácticamente a los rápidos existentes en la zona de Whitehorse, de los que la ciudad tomó su nombre, y los peligrosísimos “five fingers”, mas o menos a mitad de camino, en los que muchos mineros naufragaron a apenas unos cientos de kilómetros de su destino.

En todos los puntos en los que los mineros iniciaban la navegación la Policía Montada del Noroeste vigilaba porque no se echase al agua ningún bote que, según su criterio, no reuniese las condiciones necesarias para soportar toda la travesía, junto con su carga y sus pasajeros. Si alguna conclusión se desprende de toda la historia que rodeó la estampida al Klondike de fines del siglo XIX, es la muy diferente actitud que mostraron las autoridades de los dos países implicados en ella, pues si por parte estadounidense se optó, conscientemente, por no dotar de ningún tipo de autoridad ni legislación a la región, posibilitando que en ella imperase la ley del mas fuerte (o la del tirador mas rápido, que es casi lo mismo), la actuación responsable de la Policía Montada salvó las vidas de innumerables personas, que se habían lanzado a una aventura sin medios, conocimiento de la región ni de los fundamentos mínimos para su subsistencia.

A media tarde llegué al final del Chilkoot Trail, el lago Bennett. Una estación de tren y una pequeña capilla restauradas son casi todo lo que queda de esa apasionante época. El camping está situado a orillas del lago, junto a unos tocones clavados en el agua, únicos restos del embarcadero desde el que hace poco mas de un siglo se hicieron al agua miles de personas en busca de un oro que a la inmensa mayoría de ellas les fue esquivo.

Estaba cansado después de una etapa de veinte kilómetros mas de la mitad de los cuales había recorrido cojeando. Y desde luego con la pierna hecha polvo. Aun así lo había terminado y por ello estaba contentísimo. El cielo estaba ya prácticamente despejado, apenas unos jirones de nubes como recuerdo de las penurias del día anterior era lo que quedaba de un día que había empezado lloviendo.

Coloqué mi tienda y me preparé para pasar la última noche en el Chilkoot Trail completamente solo a orillas del Bennett. Soplaba un airecillo bastante frío, pero soportable con algo de ropa de abrigo. Se me hizo de noche preparando la cena y, tras dejar todo listo para el día siguiente, me eché a dormir. Para llegar sin agobios a Log Cabin había calculado que tendría que salir a las cinco de la mañana. En otras circunstancias podría haber apurado mas pero con la rodilla en esas condiciones necesitaba mas margen. No tenía intención de quedarme tirado en el último minuto y tenía un vuelo que coger al día siguiente aunque, para ser sinceros, en esos momentos ya tenía otros planes…
