Última crónica de este viaje, en un día de sorpresas y descubrimientos que trascienden mucho más allá de esta escapada a Marruecos.
Que el mundo es muy pequeño ya nos ha ido quedando claro a lo largo del tiempo ... pero tan pequeño? Ya es casualidad que hayamos conocido, mientras estábamos esta mañana degustando el exquisito desayuno del riad, los otros huéspedes del "Pequeño Riad", un pequeño grupo de maestros de Vilafranca del Penedès que, acompañados por otra maestra de Manresa, habían aprovechado la semana blanca para hacer unas convivencias con profesores del Valle del Dadés. Ya es casualidad ...
Y podríamos decir Baraka o Qdar pero haber conocido a Mónica, la maestra que acompañaba al pequeño grupo, ha sido una de las casualidades más interesantes que nos han pasado últimamente. Hemos charlado un buen rato y nos ha dicho que ellos iban a hacer una excursión por la montaña y luego hacia Telouet, donde pasarían la noche. Nos ha invitado a unirnos a ellos y hacer la visita a Telouet juntos después de comer, pero nuestra idea inicial era ir directos hacia Marrakech, donde todavía teníamos que hacer algunas compras en la última tarde de nuestras vacaciones. Hemos intercambiado teléfonos y e-mails y nos hemos despedido de ella y de los maestros.
09:30 Salimos de Ouarzazate en dirección a Marrakech a través del Tizi'n Tichka. Estamos en el km 1073,5 de nuestro recorrido.
A medida que hacemos kilómetros empieza a llover ... primero cuatro gotas y poco a poco una lluvia más intensa. Fátima (propietaria de Le Petit Riad) justo nos acababa de decir que hacía 11 meses que no caía una gota y eso nos ha reafirmado en la opinión de que es un día de muchas casualidades. Ha sido curioso en esta conversación cuando le hemos preguntado "¿Y qué hacéis aquí cuando llueve?" Y ella nos ha respondido "Salimos a la calle para disfrutar". Yo hago precisamente lo contrario, me agobia la lluvia ...
Subiendo el Tichka
Y empezando a subir el Tichka decidimos que nuestras compras en Marrakech "tampoco son tan importantes" y cogemos el desvío hacia Telouet, a unos 20 km por una carretera estrecha y con un asfalto bastante pobre...inexistente en algún tramo, de hecho. Pero cuando te vas cruzando con autocaravanas en sentido contrario, acabas pensando que si ellas han llegado, tú también podrás con un turismo, seguro!
Algún tramo de la carretera del Tichka a Telouet
11:50 Llegamos a Telouet en el km 1182 de la ruta y aparcamos frente al Albergue , donde entramos a tomar un té. Hace un frío que pela, los niños llevan la sudadera de algodón y una chaquetilla y necesitan descansar. Un par de teteras nos ayudan a arrancar de nuevo (una entera se la toman casi los niños solos) y nos acercamos hasta la kasbah Glaoui para visitarla.
Nuestros hijos muertos de frío tomando un té a la menta
Es como un castillo de cuento de hadas medio escondido entre la niebla y la lluvia, en medio del silencio, rodeado de campos verdes, ruinoso ... misterioso. Pagamos la entrada al vigilante (20 DH) y entramos en el primero de los patios bajo la lluvia, con las capuchas de las chaquetas puestas y nuestra hija cargada en la mochila. Ella busca la princesa "Fátima Cous-cous" en aquel castillo donde vivía cuando era pequeña ... y nosotros, mientras tanto, ascendemos las escaleras hasta la primera planta y entramos en las primeras estancias. Claramente es un palacio en el que el estado de conservación es muy deficiente, el alma te va resbalando poco a poco, cayendo poco a poco al ver las grietas, las filtraciones y las terribles reparaciones. Esto hasta que llegas a las salas principales del palacio donde el corazón te da un salto cuando ves la maravilla que se esconde en ese edificio, las cámaras ricamente adornadas con arabescos, celosías, alicatados y florituras en ébano.
Exterior de la Kasbah: patio de acceso
La foto del interior que hace todo el mundo
Sala interior
Detalle de los arabescos y las yeserías
Vista de Telouet desde la cubierta
Qué suerte haber venido! Y, al mismo tiempo, qué tristeza al ver el estado de una kasbah tan magnífica en la que, si bien se han invertido algún dinero en reparaciones, éstas han sido, en nuestra opinión de arquitectos, muy poco sensibles con la naturaleza de la edificación.
Estas almenas son un atentado a la vista ...
Después de una hora de visita salimos de Telouet con intención de parar a comer un poco más adelante. Poco después de media hora y justo antes de cruzar el Tichka empieza a nevar y nos empezamos a asustar pensando que van a cerrar el puerto ... (Por la tarde lo cerraron). Las montañas en poco tiempo están blancas y nosotros mañana a primera hora tenemos el vuelo. Nos espavilamos y aplazamos la comida hasta que empezemos a bajar el puerto. Decidimos parar en Assanfou, un lugar curioso y que hay que tener en cuenta en la zona, al ser una buena opción de parada.
Assanfou
Se trata de una especie de pequeño chalet más típico de Suiza que no de Marruecos, rodeado de una gran terraza, con una pequeña cafetería y unos servicios muy limpios en el exterior. Hace mucho frío y hacemos el pedido de la comida con las chaquetas puestas y sin ninguna intención de desprendernos de ellas. El lugar está bastante lleno de gente que, como nosotros, han parado aquí sintiéndose seguros de haberse librado de la nevada. De pronto oímos un fuerte ruido de motores y nos damos cuenta de que un gran grupo de motoristas españoles que ha parado también a comer. No os podéis imaginar el ruido que hacían cuando han entrado en el bar unas 30 personas equipadas con cascos y ropa de motorista todos empapados, ni el follón que han organizado para sentarse todos transportando mesas y sillas. El ruido era infernal y, afortunadamente, nuestro pedido ha llegado suficientemente rápido como para comer rápido y salir pitando.
Bajando el Tichka
14:45 Salimos hacia Marrakech sufriendo porque con la historia de la nevada nos hemos pasado de largo varias gasolineras y el depósito del coche está bastante vacío, lo que ya nos va bien porque hay devolverlo en este estado a la agencia de alquiler. Pero paramos finalmente en una gasolinera cuando vemos que la reserva toca a su fin y aún nos faltan 50 km para llegar, y ponemos 50DH para salir del atolladero. A las 17:00 conseguimos aparcar en un parking de Jemaa-el-Fna (25 DH por toda la noche, abonados directamente al vigilante). Hay que felicitar a mi compañero, porque conducir hasta el centro de la ciudad no es fácil, pero un jueves por la noche es casi suicida!
Rápidamente cruzamos la plaza hasta el Riad Marrakiss de nuevo, donde nos dan la misma habitación, tiramos las mochilas en el interior y salimos bien tapaditos a hacer las compras. Un poco de aceite de argán para mí y nuestras madres, un pañuelo de seda, unos imanes para unos amigos y pendientes y pulseras para las cuñadas. Pronto estamos agotados de gastar dinero y de dar vueltas. A pesar de que hemos intentado comprar algún cuadro bonito para casa hemos desistido porque eran bastante más caros de lo que estábamos dispuestos a gastar. Hamdulillah!
Cenamos en un restaurante "modernillo" que se llama Aqua, entre Chez Chegrouni y el Toubkal, donde tomamos unas pizzas mediocres en una terraza a cubierto de la lluvia y nos despedimos de la ciudad dando una vuelta por la plaza bajo la lluvia y comprando unas pastas para desayunar al día siguiente. Justo de vuelta hacia el riad, en unos soportales al inicio de la Rue Agnaou, vemos un individuo en una silla de camping y una mesita que hacía caligrafías árabes y decidimos que justamente eso es lo que queremos: dos pequeños lienzos con el nombre de nuestros hijos en caligrafía árabe.
Haciendo el lienzo con el nombre de nuestra hija
Al día siguiente todo va muy rápido: atravesamos la plaza desierta de madrugada para llegar a las siete al aeropuerto. El encargado de la agencia de alquiler de coches no se presenta hasta casi una hora más tarde y tomamos el vuelo por los pelos.
Hasta la próxima ...