05.03.11 Marrakech
Volver a una ciudad que ya conoces implica contrarrestar la pereza de la anterior incursión intentando visitar lo "que quedó pendiente". A veces puede ser un error, otras, una oportunidad. Y en esta ocasión, del error ha surgido una oportunidad. El mejor ejemplo de ello es mi insistencia en ir a ver los Jardines Majorelle.
Mientras desayunábamos en el riad Marrakiss en una pequeña sala anexa al patio hemos estado hablando con una pareja gay franco-marroquí que nos han hecho reír mucho contándonos el frío que habían pasado durante la noche. Se les ha puesto una cara cuando les hemos dicho que el mando de la bomba de calor hay que pedirlo en recepción. Pobres, pensaban que era únicamente aire acondicionado ... con el frío que ha hecho!
Justo al salir del riad, sobre las 09:00, nos ha "abordado" un pequeño taxi ofreciendo sus servicios, le hemos dicho que queríamos ir a los Jardines Majorelle y, cuando casi habíamos acordado un precio razonable, el pobre taxista ha tenido que marchar con el rabo entre piernas abucheado por dos taxistas más. Sólo pueden llevar 4 personas los Grand Taxi y se le han dejado bien claro! Por 30 DH hemos ido hasta los jardines en un (McLaren)-Mercedes casi levantando rueda en las curvas.
Jardines Majorelle
www.jardinmajorelle.com
Horario del 1 de octubre al 30 de abril: 8:00 a 17:30
Horario del 1 de mayo al 30 de septiembre: 8:00 a 18:00
Horario durante Ramadán: 9:00 a 17:00
Entrada Jardines: 40 DH adultos
Entrada al Museo: 20 DH adicionales
Los niños en teoría no pagan, pero mejor no preguntar.
En 1919 el pintor francés Jacques Majorelle (desde 1886 hasta 1962) se traslada a la medina de Marrakech donde queda fascinado por las luces, los colores, los olores, la arquitectura, el zoco, la gente ... En 1922 compra una finca de palmeras a orillas del palmeral y, en 1931, se hace construir un chalet de estilo Art Déco de una sorprendente modernidad inspirada en la obra de Le Corbousier. A raíz de un accidente de coche, Majorelle se repatría a París y muere en 1962, dejando su jardín en estado de abandono.
En 1980 Yves Saint-Laurent y su pareja Pierre Bergé fundan la «Association pour la Sauvegarde et le Rayonnement du Jardin Majorelle", readquieren el chalet-taller y el jardín, que hacen restaurar incrementando el número de especies vegetales de 135 a más de 300. Conservan la vivienda para su uso privado y transforman el taller en Museo de arte islámico de Marrakech, abierto al turismo.
Los peces en uno de los estanques
Hasta aquí la teoría, la práctica ha implicado hacer cola para comprar las entradas entre los ocupantes de un autobús de jubilados alemanes y considerar desproporcionado el precio de la entrada. Creo que el principal error ha sido la dirección en la que hemos iniciado el recorrido porque durante un rato me ha decepcionado completamente, he sentido que me habían tomado el pelo y estaba haciendo la turistada. No me mal-interprete, pero: los jardines son un magnífico ejemplo de pulcritud y la variedad de especies es espectacular, pero me he sentido cerrada entre cuatro paredes en un ambiente completamente de cartón-piedra. El punto culminante de esta sensación ha sido el descubrimiento del memorial del célebre diseñador, donde mi compañero ha hecho una "foto triunfal" para un amigo que colecciona "turismo necrológico".
Esta va por ti, Antonio. Supera-la!
A pesar de todo ello, a los niños les ha encantado, no han parado de correr como conejos maravillados por muchas plantas extrañas, cactus, peces, pérgolas y turistas. Debo decir que hacia el final del recorrido, al llegar a la casa-museo, he tenido sentimientos enfrentados: un fantástico edificio heredero de la arquitectura del movimiento moderno pintado de azul llamativo, rodeado de jardines al más puro estilo del romanticismo inglés y coronado con una tienda y una cafetería con precios más adecuados a las galerías Laffayette que al estilo local.
Vista de la casa-taller
Todo ello muy curioso y, sin embargo, el conjunto resulta de lo más fotogénico. Con una hora hay tiempo de sobra para ver el conjunto.
Inscripción en uno de los lavabos, no sé si era "de serie" o creada por un espontáneo.
Pero después de esta ligera decepción, ha venido la oportunidad en forma de paseo desde los jardines retornando a la medina por Bab Doukkala.
Plátanos ... panecillos y crepes.
Acceder a la medina por esa puerta es hacerlo "por la puerta trasera", en una calle muy comercial y menos turisteada. Qué gusto parar a comprar un pan y dos crepes (3 DH) y algo de fruta (7 DH) e irlo comiendo paseando. Los comerciantes, encantadores, siempre tienen una palabra amable para mis hijos y nos acaban enseñando los conejos, palomas y pollos vivos que tienen en jaulas bajo el mostrador a punto para ser vendidos.
Mercado en Rue Doukkala
Pero la gran oportunidad de este magnífico paseo ha sido poder ver un buen grupo de "funduq" que hay en este tramo de la Rue Doukkala, cercano a Dar El Bacha.
Vicente Soriano, en "Arquitectura de tierra en el Sur de Marruecos. El Oasis de Skoura ", define un funduq como un edificio que ofrece alojamiento a viajeros y comerciantes, de planta rectangular o cuadrada con un gran espacio central alrededor del cual se organizan las habitaciones (en las plantas altas) y los almacenes y los estables en la planta baja. De esta palabra árabe ha derivado nuestra tradicional "fonda" y en otros lugares del Islam llama caravansarays (Turquía) o Khan (Egipto).
Funduq Tadlaoui
Funduq el Amri
Actualmente, después de unas décadas en desuso y franca decadencia, estas edificaciones están abriendo sus puertas reutilizando las plantas bajas para el comercio y los talleres. Sin embargo, las plantas altas se ven abandonadas o utilizadas como vivienda, pero en unas condiciones bastante precarias.
Funduq el Mizrane (?)
Hemos entrado en los funduq Tadlaoui, Alamri, el Mizane y Kharbouch, con estados de conservación muy diferentes y con tiendas y artesanos muy diversos, pero todos ellos con la característica común propia de estas edificaciones: un fantástico patio central que enseña, expone e invita el curioso a pasarse un buen rato haciendo el mirón. El último funduq donde hemos entrado, víctima de la transformación en galería comercial con mucho glamour, es el que tiene la "Terraza de las Especias" en su planta superior, cerrada durante nuestra visita.
El colgante recién hecho
De camino hacia el Café de las Especias, en Rahba Kedima, nos ha llamado mucho la atención un artesano que elaboraba con un torno piezas de ajedrez de madera. Lo más curioso es que lo hacía ayudándose con los pies. Los niños se han acercado muy curiosos y ha parado de hacer una elaborada pieza, ha cogido un cilindro de aromática madera de cedro y les ha hecho un pequeño colgante a cada uno. Los niños aún los guardan acompañado de muy buenos recuerdos y nosotros damos por muy bien invertidos los 20 DH que le hemos dado al autor. Desde ese momento relaciono el olor de la madera del cedro con Marruecos, al igual que relaciono el sándalo con Egipto ... curiosas asociaciones.
Mis hijos haciendo pruebas.
Ha pasado el mediodía y, tras un buen rato, un par de tés a la menta y un zumo (32 DH) y mil veces de probarnos los sombreros de paja, hemos continuado nuestro paseo por el zoco Semmarine hasta el maloliente Mercado de los huevos.
Uixx .... el mercado de los huevos
Siento pasarme de refinada, pero este lugar y su olor penetrante acaban conmigo, por lo que prefiero esperar a que mis Indiana Jones lo vean todo mientras yo me miro todas las escandalosas imitaciones de bolsos de Prada.
Comemos los cuatro en el Toubkal por 135 DH y, mientras acompaño a mi hija a echar la siesta en el riad, mi compañero y mi hijo han ido a buscar Riad para la última noche del viaje, para cuando volvamos de la ruta. Han ido a L'Heure d'été, que ya conocíamos, el Basma, Dar Marhaba, Celia, etc. y, después de todo el periplo, hemos decidido volver al riad donde estamos ahora, el Marrakiss: es económico, bien situado, limpio, elegante, tiene wifi y tienen disponibilidad.
Reflexionando en Souk Mouassine
Han aprovechado el camino de vuelta para comprar unas pastas (23 DH) que hemos merendado en la terraza del riad antes de salir de nuevo, hacia las 17:00.
Medersa BEN YOUSEFF
Entrada: 40 DH (60 DH combinada con museo y Kouba)
Horario: 09:00 a 18:30
Los niños no pagan, pero mejor no preguntar.
La madrasa Ben Youssef fue una escuela islámica y se le puso el nombre del sultán almorávide Ali Ben Youssef, que reinó entre 1106-1142, expandiendo considerablemente la ciudad y su influencia. La escuela se fundó durante el período Benimerí (siglo XIV) por el sultán Abu al-Hassan al lado de la mezquita.
El edificio de la madrasa, como es ahora, fue reconstruido por saadita sultán Abdallah al-Ghalib (1.557-1.574). En esta época, Marrakech se transformó en la ciudad más opulenta del mundo árabe. Es la madraza más grande de todo el norte de África. En 1565 se acabaron las obras, como lo confirma la inscripción de la sala de la oración. Sus 130 celdas de dormitorios de estudiantes se agrupan alrededor de un patio ricamente ornamentado abierto en cedro, mármol y estuco.
Patio de la Madraza
Somos unos fetichistas y nos gusta guardar las entradas y tickets de nuestros viajes y, al mismo tiempo, también tenemos costumbre de fotografiarlos justo después de comprarlos. En este caso suerte que fuimos bastante rápidos, porque en este monumento primero pagas y cuando el vigilante te "pica" la entrada se la queda.
La Madrasa me parece una edificación extraordinaria, de una ornamentación rica, elegante y sin estridencias. Me sigue maravillando la tipología de las agrupaciones de celdas alrededor de un patio que a su vez se agrupan en torno a un patio más grande, como una fractal desde la unidad mínima de habitación hasta la estructura urbana. Hemos estado allí aproximadamente una hora.
Yeserías en proceso de elaboración
De camino al Souk de los tintoreros hemos podido ver un artesano que hacía unas yeserías preciosas y, como no!, hemos parado un ratito a mirar. Después de eso hemos continuado, pasando por el Souk los herreros, también de parada obligatoria para ver cómo hacían los miles de agujeros de un farolillo.
Una típica foto de los tintoreros
Finalmente hemos llegado al Souk los tintoreros y hemos hecho "lo que hay que hacer": parar en medio de la calle con cara de "esto debe ser por aquí ..." hasta que sale algún chaval dispuesto a acompañarte a algún taller a cambio de una comisión (20 DH). Le hemos seguido a través de un patio hacia el tejado de una edificación donde, a la vez que las vistas del propio taller y patio eran espléndidas, la peligrosidad del lugar para adultos y niños era igual de aplastante.
Todo preparado para aleccionar guiris!
En el camino de regreso hemos hecho la necesaria parada en el taller donde tenían preparada la típica mesa con pigmentos para hacer el show. Les hemos pedido que se lo explicaran a los niños y, de paso, que también los adornaban a ellos, que nosotros ya sufrimos el trance hace un año. Adjunto la foto de "Fátima Couscous y Mohammed Tajine" antes que su padre se comprara un bonito pañuelo de color berenjena (60 DH).
Después de una buena ducha en el riad hemos decidido (oh sacrilegio!!) Que hoy cenaríamos una pizza. El mejor lugar que conocemos por los alrededores, de momento, es la Pizzería Venezia, en la planta superior del Hotel Islane, justo delante de la Koutubia con unas vistas y unas pizzas magníficas (215 DH).
Las vistas desde la Pizzería Venezia
De momento nos despedimos de Marrakech con esta vista para iniciar mañana nuestra ruta en coche por el sur de Marruecos. Estamos los cuatro muy ilusionados.