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Para intentar llevarnos el mejor sabor de boca de Islandia habíamos dejado la visita al Círculo de Oro, uno de sus mayores atractivos turísticos, para el último día. Este circuito circular tiene tres paradas principales: el parque nacional de Þingvellir, el valle geotérmico de Haukadalur que alberga los famosos geiseres de Geysir y Strokkur y la catarata Gullfoss (“catarata dorada”).
A unos 40 km de Reyjkavik por la carretera 36 nos encontramos con el Þingvallavatn, el lago más grande de Islandia, situado al sur de Þingvellir. Hay una zona de parking donde se puede parar para ver el paisaje y que está plagada de montículos de piedras hechos por las turistas sin una clara finalidad, como casi todo lo que hacen los turistas

Unos 10 km más adelante se encuentra el desvío hacia el centro de visitantes de Hakið de Þingvellir. Además de un centro de interpretación, lavabos y una tienda, desde aquí hay una vista panorámica de todo el parque .Cuando nosotros fuimos estaban de obras y no se podía, pero cuando terminen desde aquí también se podrá iniciar la visita bajando hacia la falla Almanagja. El parque es Patrimomio de la Humanidad de la UNESCO porque en esta falla es donde las placas tectónicas europea y norteamericana se separan y porque es el lugar del primer parlamento europeo.
Área de Thingvellir *** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nosotros tuvimos que coger el coche, volver a la carretera y subir hasta otro centro de interpretación situado más al norte llamado Leirar y bajar desde él hacia el camping y el interior del parque. Aparcamos cerca de la cascada Öxarárfoss a la que accedimos tas un corto paseo, agradable, pero nada espectacular si la comparábamos con todas las que llevábamos vistas. Mi hijo aprovechó para hacer el cabra por los bloques de basalto de la falla.
Öxarárfoss *** Imagen borrada de Tinypic ***
Volvimos al parking y desde allí entramos en la falla Almanagja propiamente dicha donde puedes hacer la típica tonti-foto de “tengo un pie en América y otro en Europa”. Caminando un trecho por la falla se llega al Lögberg o "Roca de la Ley", el lugar donde se reunía el Alþing o parlamento islandés. Es un montículo de tierra señalado con una bandera con la impresionante pared rocosa de la falla a su espalda y que en cuya ladera se sentaban los asistentes al parlamento.
Falla de Almanagja *** Imagen borrada de Tinypic ***
Lögberg *** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde aquí se puede continuar por la falla y subir hasta el mirador de Hakið (en obras en 2012, repito) o bien como hicimos nosotros, continuar hacia el centro del parque, una llanura surcada por las aguas del río Oxará y acercarse a la iglesia de Þingvallakirkja junto a un cementerio con islandeses ilustres. A su lado está la granja de Þingvallabær, residencia oficial de verano del primer ministro, bastante cutre por cierto. Hacia el noreste hay unas fallas más pequeñas: Flosagjá, Nikulasargjá y Peningagjá cuyo fondo está lleno de monedas. Desde aquí se puede continuar en coche hasta la falla de Hrafnagjá que limita Þingvellir por el este.
Þingvallakirkja *** Imagen borrada de Tinypic ***
La siguiente parada fue la zona geotérmica de Haukadalur, a otros 50 km al este de Þingvellir siguiendo la carretera 37. Si te fijas, desde la carretera se puede ver de vez en cuando el chorro de agua del geiser al que te encaminas. Hay un gran aparcamiento junto al Hotel Geysir y una gran tienda de souvenirs y ropa islandesa (preciosa pero carísima) que tiene además una exposición de historia islandesa, un documental sobre volcanes y un simulador de terremotos (de pago) con una cafetería autoservicio donde aprovechamos para comer.
Área de Haukadalur *** Imagen borrada de Tinypic ***
Al otro lado de la carretera está el área geotermal. Un breve paseo entre humeantes solfataras y geiseres dormidos conduce a la gran atracción de la zona, rodeada siempre por un grupo de expectantes turistas: el geiser Strokkur. Este geiser erupciona con una cadencia muy variable entre 2 y 10 minutos a unos 25 metros de altura y alguna vez encadena 2 o 3 erupciones prácticamente seguidas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El geiser está rodeado por una cuerda de seguridad alrededor de la cual se agolpan decenas de turistas formando un semicírculo opuesto a la zona donde el viento deposita el agua hirviendo. No hay forma de averiguar cuando saltará. El agujero en el suelo, de unos 2 metros de diámetro está lleno de agua borboteante que se hincha y deshincha a intervalos irregulares hasta que en una de estas subidas, lanza el agua en un sonoro chorro que se mantiene en el aire unos segundos para deshacerse en una nube de agua nebulizada que el viento deposita en el suelo, dejando toda la zona embarrada y resbaladiza.
Entre que quieres verlo, hacerle fotos, luego un video y que luego el siguiente chorro ha salido más alto que el que grabaste y quieres repetir, etc, lo más normal es que te quedes mínimo 10 erupciones por lo que la visita se prolongará al menos una hora (nosotros estuvimos casi dos).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En los descansos entre chorros aprovechamos para visitar otras pozas en las cercanías con agua hirviendo y el famoso Geysir que da nombre a todos los geiseres del mundo, un agujero de unos 7-8 metros de anchura lleno de agua absolutamente quieta que pasa totalmente desapercibido si no sabes lo que estás buscando. En muchos sitios leímos que el Geysir brota 2 o 3 veces al día pero un cartel informativo en el área decía que sólo está activo después de terremotos y que el último periodo de actividad fue en 2000 y que sólo alcanzó 4-8 metros así que no perdáis el tiempo esperando ver la erupción del día ya que el Strokkur es el que da el espectáculo. Mucha gente subía una colina cercana para ver las vistas pero nosotros no nos lo planteamos.
El durmiente Geysir *** Imagen borrada de Tinypic ***
Por último nos dirigimos a la catarata Gullfoss situada a unos 12 km por la carretera 35. Si sigues la carretera hasta el cartel indicador te lleva a un gran parking y un centro de visitantes. Desde allí hay una caminata de bajada de 300 metros hasta un mirador con otro parking que está vacío y desde el que se desciende propiamente a la catarata. A este parking se llega tomando un desvío no señalizado a la derecha medio kilómetro antes de llegar al parking grande, por si queréis ahorraros la caminata, sobre todo de vuelta que es de subida. Desde el mirador se baja por un camino embarrado otros 400 metros hasta la base de la catarata mientras disfrutas de la ducha que te proporciona la catarata.
Área de Gulfoss
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Gulfoss es espectacular. Lleva mucho caudal aunque probablemente menos que Dettifoss. Hay una primera caída escalonada de unos 15 metros hacia la derecha y luego otra segunda caída hacia la izquierda mucho más alta de unos 40 metros a un estrecho cañón en el que levanta una impresionante nube de agua que empapa todos los alrededores y que en los días de sol (desgraciadamente a nosotros no nos hizo) formará preciosos arcoíris. Hay un segundo mirador en la parte de arriba de la pared de roca a la altura del primer parking desde la que admirar la catarata pero nosotros no subimos.
Gulfoss *** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Volvimos a Reykjavik completando el círculo por la carretera 30 hasta Selfoss y de ahí por la ringroad hasta la capital. En este último tramo, como era viernes por la tarde, la carretera de salida estaba absolutamente atascada con coches de islandeses huyendo de la capital para pasar el fin de semana en el sur de la isla. Así que podemos confirmar que a pesar de ser pocos, en Islandia también hay atascos de tráfico.
En Rejkjavik dedicamos el resto de la tarde a acabar de ver algunas cosas que se nos habían pasado el día anterior. Con el coche nos acercamos a ver la Höfdi House (calle Saebraut con Höfdatun) un edificio histórico de 1909 donde se reunieron en 1986 Reagan y Gorvachov para desmantelar la Guerra Fría y luego nos acercamos a ver la escultura del Sólfar o viajero solar. También nos acercamos a la plaza Ingólfstorg, epicentro de la zona de marcha más animada de Reykjavik, que tiene unas chimeneas por donde sale vapor geotermal y está rodeada de edificios históricos de madera. Luego pasamos otro rato alimentando pájaros en el Tjörnin con los restos de pan de nuestro viaje.
Plaza Ingólfstorg *** Imagen borrada de Tinypic ***
Para despedirnos de Islandia decidimos cenar en el restaurante indio más septentrional del planeta, el Austur India Félagid (Hverfisgata 56). Interior relajado, minimalista y romántico, comida excelente y servicio extremadamente amable. Probablemente el mejor sitio donde cenamos en la isla en dura competencia con el Strikid de Akureyri.
Kilometros recorridos 243 km
Alojamiento: Icelandair Hotel Reykjavik Natura (2ª noche).