Este día teníamos pensado escaparnos a Kanchanaburi, pero estábamos disfrutando tanto en Bangkok que al final decidimos prescindir de esta ciudad.
Nos encontramos varias pegas para ir a Kanchanaburi por nuestra cuenta, salía bastante caro, y no queríamos ir en una excursión guiada. Además, mucha de la gente con la que hablamos nos comentó que el Tiger Temple era un poco desolador y que aunque la ciudad tiene una historia muy interesante en relación a la II Guerra Mundial, no es una ciudad agradable para pasear y pasar el día… Estas eran las excusas que necesitábamos para justificar quedarnos un día más en la capital ☺
Decidimos dedicar la mañana a pasear tranquilamente por Little India y China Town. Visitamos el mercado de Prahurat y el templo hindú Gurwara Siri Guru Singh para adentrarnos después en el Barrio Chino.
En Chinatown realmente se nota el contraste de culturas, y la impresión que nos dio es que la gente en esta zona no era tan amable como en el resto de Bangkok, y desde luego el mercado no está hecho para escrupulosos! Es una zona un poco agobiante, pero muy pintoresca.
Pasamos la mañana paseando por los interminables puestecitos y callejuelas del Talat Mai y aprovechamos para visitar el Wat Traimit.
Volvimos a Khao San para comer algo y darnos un bañito en la piscina del hotel. Y por la tarde, nos pusimos guapos para nuestra última noche en Bangkok!
Tomamos un taxi hasta el Hotel Lebua at State Tower, en Silom, dispuestos a tomarnos una copita en el Sirocco Sky Bar.
Ojo, porque el dress code es bastante estricto. Aunque hay una terraza secundaria donde también puedes tomar algo si vas vestido más de calle, para la terraza del Sirocco sí que hay que ir bastante arreglado, y realmente merece mucho más la pena que la otra.
La gran escalinata iluminada te deja sin palabras, las vistas son una locura, y para rematar cuando entramos había un grupo de soul cantando en directo que ponía los pelos de punta! Los precios no son los del resto de la ciudad, pero las copas no son más caras que en un sitio parecido en Madrid (unos 12€ el gin tonic).
Aunque cenar allí era bastante tentador, teníamos reservada mesa en otro restaurante que nos apetecía mucho y que desde aquí os recomendamos a todos. Se llama Mango Tree, y está también en Silom ya muy cerquita de la zona de Patpong. Es un restaurante tailandés situado en una casa tradicional de madera y con una terraza muy agradable. La cocina cuidadísima (nos recordó mucho al Thai Garden de Madrid), con platos muy elaborados y que poco tenían que ver con la comida thai que habíamos probado durante los días anteriores. Cenamos un plato cada uno, dos entrantes, postre y vino y nos salió por unos 40€ en total.
Después de cenar decidimos dar una vuelta por Patpong, el barrio rojo de la ciudad. No nos gustó mucho… grupos de turistas pasados de vueltas, locales de masajes bastante sospechosos (aquí están los famosos happy endings), todo muy poco sutil! Y vale, lo reconocemos… ya que estábamos allí, decidimos dejarnos arrastrar a uno de los famosos PingPong Shows… todavía estoy en shock por las habilidades que tienen estas chicas jeje. El local estaba lleno de grupos de gente joven, chicos y chicas, el ambiente era divertido y las bailarinas muy simpáticas. Desde luego es toda una experiencia, un espectáculo cómico y nada sexual, la verdad.
Una despedida de Bangkok por todo lo alto!
