Mapa de la ruta del día 4 en PDF
Mapa de la ruta del día 4 en Publisher
Campo Santo Stefano
Por la mañana a las 8:30 ya estábamos en esta plaza delante de la estatua del lingüista, ensayista y nacionalista italiano Niccolò Tommaseo, “il Cagalibri” (el Cagalibros, a la vista está en la foto porque le llaman así) y buscando dónde desayunar algunas cosillas: una especie de napolitanas de crema y unos cornetti, parecidos a los cruasanes, pero fritos, algo caros (80 cts) para su escaso tamaño.
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Campo Santo Stefano
Por la mañana a las 8:30 ya estábamos en esta plaza delante de la estatua del lingüista, ensayista y nacionalista italiano Niccolò Tommaseo, “il Cagalibri” (el Cagalibros, a la vista está en la foto porque le llaman así) y buscando dónde desayunar algunas cosillas: una especie de napolitanas de crema y unos cornetti, parecidos a los cruasanes, pero fritos, algo caros (80 cts) para su escaso tamaño.
Este mismo día fuimos a un supermercado de Rio Terrà Canal, entre Campo San Barnaba y Campo Santa Margherita, muy recomendable, donde compramos unas botellas de leche con cacao y unas galletas que nos servirían para matar el hambre a la hora del desayuno en días sucesivos. Desayunos frugales, pero entre comidas, siempre tomas algunas cosas: pizzas, fruta… y sobre todos los cremosos, estupendos y baratos helados italianos. ¡Eso sí que vale la pena!
Parada San Samuele
Después del Campo Santo Stefano nos dirigimos a la parada de San Samuele, llegando hasta el Palazzo Grassi. Se dice que el fantasma de una desconocida señorita que vivió en este palacio susurra al oído de las mujeres su nombre y una vez salvó la vida a una persona… Si vais por allí o en vuestros paseos por el Canal Grande en vaporetto, fijaos en la extraña escultura que está enfrente de la fachada del palacio que da al Canal Grande, una estatua de bronce de un hombre con el brazo derecho levantado. No sé de qué va o si es uno de los restos de la Bienale. Si alguien lo sabe que me lo cuente.
Nuestra intención era coger el vaporetto número 2 para ir a Rialto a ver los mercados de verdura y pescado. Nos dio tiempo a contemplar las dos hermosas fachadas de los palacios gótico-venecianos de la otra orilla, un poco a la derecha, que están pegaditos, Ca’ Giustinian y Ca’ Foscari (magnífico palacio del XV, sede de la Universidad veneciana). Y, justo enfrente, la espléndida fachada barroca de Ca’ Rezzonico… cubierta de andamios, para variar.
Parada San Samuele
Después del Campo Santo Stefano nos dirigimos a la parada de San Samuele, llegando hasta el Palazzo Grassi. Se dice que el fantasma de una desconocida señorita que vivió en este palacio susurra al oído de las mujeres su nombre y una vez salvó la vida a una persona… Si vais por allí o en vuestros paseos por el Canal Grande en vaporetto, fijaos en la extraña escultura que está enfrente de la fachada del palacio que da al Canal Grande, una estatua de bronce de un hombre con el brazo derecho levantado. No sé de qué va o si es uno de los restos de la Bienale. Si alguien lo sabe que me lo cuente.
Nuestra intención era coger el vaporetto número 2 para ir a Rialto a ver los mercados de verdura y pescado. Nos dio tiempo a contemplar las dos hermosas fachadas de los palacios gótico-venecianos de la otra orilla, un poco a la derecha, que están pegaditos, Ca’ Giustinian y Ca’ Foscari (magnífico palacio del XV, sede de la Universidad veneciana). Y, justo enfrente, la espléndida fachada barroca de Ca’ Rezzonico… cubierta de andamios, para variar.
Santo Stefano
Esperamos un rato por un vaporetto, pero, un poco decepcionados por la espera y con esa energía propia de la primera mañana, con muchas ganas de ver y como que te preocupa poco patear, decidimos ir andando y así adelantar al mismo tiempo algo del sestiere de San Marco, donde estaba nuestro hotel, ruta que íbamos a hacer el día siguiente.
Entramos en la iglesia de Santo Stefano, la que nos quedaba más cerca del hotel (fundamentalmente por eso), que tiene tres obras de Tintoretto en su interior, La última cena, El lavatorio y Cristo en el huerto, algunas muy oscurecidas por el paso del tiempo y me imagino que por otros elementos. Pero quizá llame más la atención su bonita bóveda de madera en forma de quilla de barco que, por otro lado, no es la única de Venecia, aunque esta es imponente.
Esperamos un rato por un vaporetto, pero, un poco decepcionados por la espera y con esa energía propia de la primera mañana, con muchas ganas de ver y como que te preocupa poco patear, decidimos ir andando y así adelantar al mismo tiempo algo del sestiere de San Marco, donde estaba nuestro hotel, ruta que íbamos a hacer el día siguiente.
Entramos en la iglesia de Santo Stefano, la que nos quedaba más cerca del hotel (fundamentalmente por eso), que tiene tres obras de Tintoretto en su interior, La última cena, El lavatorio y Cristo en el huerto, algunas muy oscurecidas por el paso del tiempo y me imagino que por otros elementos. Pero quizá llame más la atención su bonita bóveda de madera en forma de quilla de barco que, por otro lado, no es la única de Venecia, aunque esta es imponente.
Campo Sant’Angelo
Seguimos por Campo Sant’Angelo, desde donde se puede ver el campanile de Santo Stefano, muy inclinado, aunque campaniles inclinados los hay por toda Venecia debido a su altura, muchas veces excesiva, y el sistema de cimentación mediante pilotes de madera clavados en el fango. Hay también bonitos palacios.
Seguimos por Campo Sant’Angelo, desde donde se puede ver el campanile de Santo Stefano, muy inclinado, aunque campaniles inclinados los hay por toda Venecia debido a su altura, muchas veces excesiva, y el sistema de cimentación mediante pilotes de madera clavados en el fango. Hay también bonitos palacios.
En el medio de la plaza aproveché para comentarle a mi mujer cómo era el sistema antiguo de aprovisionamiento de agua pluvial: se excavaba una hondonada bastante amplia y profunda, se aislaba mediante material impermeable y se rellenaba con grava. Después se excavaba un pozo, como los de toda la vida, y el resto de la grava se cubría con losas de piedras salvo alguna con unos pequeños sumideros agujereados (fijaos en el suelo y veréis piedras cuadradas normalmente de otro color con agujeros como taladros) que permitían que se filtrase el agua de la lluvia por unos canales hasta los pozos a través de la grava. Por eso es tan frecuente ver cómo cada campo (plaza) tiene su pozo y sus sumideros, que eran los que aprovisionaban a todo el vecindario próximo.
Palazzo Contarini del Bovolo
Llegamos a Campo Manin, uno de los campi más feos de Venecia (ya es difícil decir eso), sino el que más, gracias a una porquería de construcción moderna que ocupa uno de sus lados y un cubo pétreo en el centro.
Pero nuestro objetivo era otro: desde ahí dirigirnos un poco hacia el sur por una calle (fijaos en un letrero que indica la dirección a seguir) al Corte Contarini del Bovolo para contemplar el Palazzo o Scala Contarini del Bovolo. Es una hermosa joyita que no hay que dejar de ver: el palacio, del siglo XV, tiene una estupenda fachada conocida por su preciosa escalera de caracol (bovolo) exterior, con buenas vistas desde el 5.º piso, pero que ahora está cerrada por restauración. De todas formas, lo más interesante es la fachada que se puede ver perfectamente, aunque el patio es muy estrecho y la tienes prácticamente encima.
Llegamos a Campo Manin, uno de los campi más feos de Venecia (ya es difícil decir eso), sino el que más, gracias a una porquería de construcción moderna que ocupa uno de sus lados y un cubo pétreo en el centro.
Pero nuestro objetivo era otro: desde ahí dirigirnos un poco hacia el sur por una calle (fijaos en un letrero que indica la dirección a seguir) al Corte Contarini del Bovolo para contemplar el Palazzo o Scala Contarini del Bovolo. Es una hermosa joyita que no hay que dejar de ver: el palacio, del siglo XV, tiene una estupenda fachada conocida por su preciosa escalera de caracol (bovolo) exterior, con buenas vistas desde el 5.º piso, pero que ahora está cerrada por restauración. De todas formas, lo más interesante es la fachada que se puede ver perfectamente, aunque el patio es muy estrecho y la tienes prácticamente encima.
Volvimos sobre nuestros pasos para atravesar Campo San Luca
y coger la calle de tiendas Calle dei Fabbri, muy estrecha, a mano izquierda hasta llegar a la Riva del Carbon en el Canal Grande, con la Fondamenta del Vin, sus góndolas y restaurantes turísticos en la otra orilla del canal, y el Ponte Rialto a la derecha.
Ponte Rialto
El Ponte Rialto (1592), centro geográfico de la ciudad, fue el único puente del Canal Grande hasta 1854. Es una construcción genial, con tres pasos, dos con balaustradas desde las que se divisan preciosas vistas del Canal Grande, y uno central lleno de tiendas que parece haber sido pensado sin querer con vistas al turismo actual: sin gran problema absorbe la avalancha turística, permite ir de tiendas o contemplar y sacar fotos desde sus balaustradas. De hecho, ya estaba bastante lleno de gente, a pesar de ser las 9:40 de la mañana. Así que hicimos lo propio de cualquier turista que somos: fotos y vídeos de rigor desde el puente al Canal Grande.
El Ponte Rialto (1592), centro geográfico de la ciudad, fue el único puente del Canal Grande hasta 1854. Es una construcción genial, con tres pasos, dos con balaustradas desde las que se divisan preciosas vistas del Canal Grande, y uno central lleno de tiendas que parece haber sido pensado sin querer con vistas al turismo actual: sin gran problema absorbe la avalancha turística, permite ir de tiendas o contemplar y sacar fotos desde sus balaustradas. De hecho, ya estaba bastante lleno de gente, a pesar de ser las 9:40 de la mañana. Así que hicimos lo propio de cualquier turista que somos: fotos y vídeos de rigor desde el puente al Canal Grande.
Pero no compramos ningún souvenir por la zona de Rialto porque los hay más baratas por otros lados de Venecia.
Se cuentan varias historias sobre su construcción. Tras semanas de intentos infructuosos no se conseguía construir la gran arcada: cada noche un trozo se desprendía y caía al agua. Dirigía a los obreros Sebastiano Bortoloni, un joven capataz muy prometedor, que estaba a punto de tener un hijo de su mujer Chiara. Como los problemas tenían lugar siempre de noche, decidió esconderse a observar. A medianoche se escuchó un estruendo terrible y una gran parte de la arcada se desplomó y cayó al Canal Grande. Detrás de él, el diablo se le dirigió con estas palabras: “Ningún hombre conseguirá construir este puente de piedra. Pero, si lo deseas, yo te puedo ayudar a cambio del alma del primero que lo cruce una vez terminadas las obras”. El joven aceptó y el puente no tardó en ser terminado. Sebastiano, como el diablo no había mencionado que debía ser un ser humano el primero que cruzase el puente, se propuso liberar un gallo de su cesta al amanecer. Pero el diablo se disfrazó de albañil, fue a casa del capataz y dijo a Chiara que debía reunirse con su marido en el puente. Sebastiano cenaba en esos momentos con los obreros, alzó la vista y al ver a Chiara sintió escalofríos. Al día siguiente, después de la inauguración del puente, el niño había nacido muerto y Chiara murió al poco tiempo. A partir de ese día, el alma del niño comenzó a vagar sobre el puente en las frías noches de invierno. Una vez, un viejo gondolero que lo cruzaba escuchó un leve estornudo. A pesar de no haber visto a nadie, dijo como de costumbre: “¡Jesús!”. “¡Gracias!”, respondió una voz infantil: era el alma menuda del niño que así fue salvada y pudo ascender al cielo.
Palazzo dei Camerlenghi
Justo después de cruzar el puente en dirección a los mercados de Rialto está el Palazzo dei Camerlenghi. Buscamos y encontramos los capiteles a los que hace referencia La Venecia secreta de Corto Maltés, que son especialmente curiosos: una especie de ángel (o “ángela”) quemándose sus genitales, un turco con una tercera pierna en el medio de las otras dos (prefiero creer que es una pierna, no otra cosa con pie) y una calavera con algo abajo parecido a una balanza. La imaginación popular los relaciona con la construcción del puente de piedra actual (que sustituyó al último de madera medieval) mediante una serie de leyendas cogidas un poco a contrapelo para intentar explicar el contenido de las imágenes de los capiteles. Las leyendas las podéis leer en el libro citado y no las pongo aquí porque no son especialmente interesantes.
Se cuentan varias historias sobre su construcción. Tras semanas de intentos infructuosos no se conseguía construir la gran arcada: cada noche un trozo se desprendía y caía al agua. Dirigía a los obreros Sebastiano Bortoloni, un joven capataz muy prometedor, que estaba a punto de tener un hijo de su mujer Chiara. Como los problemas tenían lugar siempre de noche, decidió esconderse a observar. A medianoche se escuchó un estruendo terrible y una gran parte de la arcada se desplomó y cayó al Canal Grande. Detrás de él, el diablo se le dirigió con estas palabras: “Ningún hombre conseguirá construir este puente de piedra. Pero, si lo deseas, yo te puedo ayudar a cambio del alma del primero que lo cruce una vez terminadas las obras”. El joven aceptó y el puente no tardó en ser terminado. Sebastiano, como el diablo no había mencionado que debía ser un ser humano el primero que cruzase el puente, se propuso liberar un gallo de su cesta al amanecer. Pero el diablo se disfrazó de albañil, fue a casa del capataz y dijo a Chiara que debía reunirse con su marido en el puente. Sebastiano cenaba en esos momentos con los obreros, alzó la vista y al ver a Chiara sintió escalofríos. Al día siguiente, después de la inauguración del puente, el niño había nacido muerto y Chiara murió al poco tiempo. A partir de ese día, el alma del niño comenzó a vagar sobre el puente en las frías noches de invierno. Una vez, un viejo gondolero que lo cruzaba escuchó un leve estornudo. A pesar de no haber visto a nadie, dijo como de costumbre: “¡Jesús!”. “¡Gracias!”, respondió una voz infantil: era el alma menuda del niño que así fue salvada y pudo ascender al cielo.
Palazzo dei Camerlenghi
Justo después de cruzar el puente en dirección a los mercados de Rialto está el Palazzo dei Camerlenghi. Buscamos y encontramos los capiteles a los que hace referencia La Venecia secreta de Corto Maltés, que son especialmente curiosos: una especie de ángel (o “ángela”) quemándose sus genitales, un turco con una tercera pierna en el medio de las otras dos (prefiero creer que es una pierna, no otra cosa con pie) y una calavera con algo abajo parecido a una balanza. La imaginación popular los relaciona con la construcción del puente de piedra actual (que sustituyó al último de madera medieval) mediante una serie de leyendas cogidas un poco a contrapelo para intentar explicar el contenido de las imágenes de los capiteles. Las leyendas las podéis leer en el libro citado y no las pongo aquí porque no son especialmente interesantes.
Andando un poco más hacia los mercados, hay más tiendas con máscaras, otros souvenirs, pasta para llevar y vasitos de fruta pelada y cortada entre 1€ y 1,50€ muy apetecibles. Aparte de esto, compramos también una botella pequeña de Bellini, cóctel inventado por Harry, el del Harry’s Bar de la Calle Vallaresso, paralela a Piazza San Marco, lugar frecuentado entre otros por Ernest Hemingway. Está hecho con prosecco (vino blanco espumoso veneciano que se suele tomar con los aperitivos o postres) y zumo de melocotón blanco. Lo tomé poco después, pero me imagino que es imperdonable no haberlo podido tomar muy frío en las típicas copas de champán alargadas, enfriadas previamente en el congelador durante dos horas, porque era imposible. El sabor es curioso a pesar de la extraña mezcla: 3 partes de zumo de melocotón (o unos 30 gr de melocotón natural muy bien triturado en la batidora) y 7 de prosecco (o 90 gr), o de cava si no tenéis prosecco, que se revuelven ligeramente en la copa con una cucharilla larga.
San Giacomo de Rialto (San Giacometto)
Pegado al palacio dei Camerlenghi indicado anteriormente está San Giacomo di Rialto, la iglesia más vieja de Venecia (sin contar Santa Maria dell’Assunta en la isla de Torcello) con su pórtico y fachada antiguos, y un reloj de 24 horas que se dice que es poco fiable, pero que ese día marcaba la hora exacta.
San Giacomo de Rialto (San Giacometto)
Pegado al palacio dei Camerlenghi indicado anteriormente está San Giacomo di Rialto, la iglesia más vieja de Venecia (sin contar Santa Maria dell’Assunta en la isla de Torcello) con su pórtico y fachada antiguos, y un reloj de 24 horas que se dice que es poco fiable, pero que ese día marcaba la hora exacta.
Il Gobbo
Justo enfrente de San Giacomo está la estatua del Gobbo (jorobado) di Rialto (de 1541), propiamente un campesino, personaje típico de las comedias jocosas, algo así como el tonto del pueblo, en cuya plataforma se leían anuncios oficiales o se denunciaban abusos e injusticias (como los paschinos de Roma).
Justo enfrente de San Giacomo está la estatua del Gobbo (jorobado) di Rialto (de 1541), propiamente un campesino, personaje típico de las comedias jocosas, algo así como el tonto del pueblo, en cuya plataforma se leían anuncios oficiales o se denunciaban abusos e injusticias (como los paschinos de Roma).
Tal como decía, esta zona de Rialto está llena de tiendas de souvenirs, pero también hay algunas curiosas como la Drogheria Mascari en la Ruga degli Speziali 381 que vende especias, cafés y tés, expuestos como una tienda antigua del lugar, de manera similar a las de los mercados musulmanes. O bares de ombra y cichetti (vinos a granel y tapas) y tiendas típicas en la zona llamada Paragon (una zona curiosa, paralela a la Calle Toscana en dirección hacia el canal).
Erberia
Siguiendo la Ruga dei Orefici se encuentra la Erberia, mercado de frutas y verduras, con una preciosa variedad de productos y colorido.
Erberia
Siguiendo la Ruga dei Orefici se encuentra la Erberia, mercado de frutas y verduras, con una preciosa variedad de productos y colorido.
Cerca, en Calle del Fontego del Curame, está la puerta más torcida de Venecia aunque no la vimos, porque teníamos su referencia mal en el mapa.
Pescaria
Un poco más adelante está la Pescaria y el Campo de la Pescaria, con los puestos de pescado (“Mercato del Pesce al Minuto”), quizá la parte más interesante, arquitectónicamente hablando, de la zona de los mercados.
Pescaria
Un poco más adelante está la Pescaria y el Campo de la Pescaria, con los puestos de pescado (“Mercato del Pesce al Minuto”), quizá la parte más interesante, arquitectónicamente hablando, de la zona de los mercados.
Por un lado de éste hay un bonito puentecillo de madera que va a dar a la puerta de la Antica Trattoria Poste Vecie, un edificio con curiosas chimeneas acabadas en forma cónica invertida, las típicas que existen en Venecia desde la época medieval, como se ve en algunos cuadros de Carpaccio, y están aún hoy por todas partes.
Y también desde ese lado tenéis unas espléndidas vistas del Canal Grande y de Ca’ d’Oro en la otra orilla, el palacio gótico-veneciano más bonito del Canal.
La verdad que, aparte del colorido, abundancia y variedad de los productos, los mercados son dignos de ver por el ambiente, tanto arquitectónico como humano, muy animados. De paso que se va al Puente Rialto, es mejor aprovechar que estén abiertos para hacer una visita. O al revés, que fue lo que hicimos nosotros: aprovechar la hora para ver los mercados, hacer una visita por la zona de Rialto (para después volver por la tarde) y comenzar la ruta por Dorsoduro.