Entre el estado de Nevada y España hay 9 horas de diferencia y, por lo tanto, el inconveniente del jet lag era algo que teníamos más o menos asumido. Como ya apunté en la introducción del diario, ése fue el principal motivo por el que nos habíamos decidido a permanecer tres días en Las Vegas antes de comenzar nuestro largo road trip por los Parques Nacionales del oeste de USA, ya que no nos hacía demasiada gracia la idea de echarnos a la carretera sin haber ajustado mínimamente nuestros biorritmos al nuevo horario.
Pero claro, una cosa es estar de algún modo prevenido ante el previsible desfase en los ciclos del sueño, y otra bien distinta es despertar, terminar de desvelarse del todo después de unos minutos dando vueltas en la cama y, al ir a mirar el reloj, comprobar horrorizado que las agujas marcan… ¡¡las 2 de la mañana!!
Por suerte para ella, María seguía durmiendo profundamente, pero yo tenía ya los ojos como platos, así que, procurando hacer el menor ruido posible, me levanté, abrí el ordenador portátil y me conecté a Internet. El wifi iba como un tiro, y gracias a ello pude sobrellevar algo mejor la interminable noche, leyendo la prensa, siguiendo en directo la enésima exhibición de Vettel, consultando los pronósticos del tiempo o echándole un vistazo a las últimas entradas en el foro de Los Viajeros.
En torno a las 6, María se fue desperezando y aproveché para darme una merecida ducha. Conectamos el skype e hicimos algunas llamadas a amigos y familiares. Cargamos el equipaje en el coche, y a eso de las 8 abandonamos el hotel en dirección al centro de la ciudad. El horario de check-in en el Stratophere, donde teníamos nuestra habitación reservada, no comenzaba hasta las 3 de la tarde, así que nos quedaba una larga mañana por delante para disfrutar de la zona más filmada y fotografiada de Las Vegas: el Strip
Tema musical: "Under the summer stars" (THE ENID)
El día había amanecido un tanto tormentoso e incluso, tal y como puede apreciarse en la anterior captura de vídeo, llegaron a caer algunas gotas mientras circulábamos por delante de los primeros hoteles de la zona sur del Boulevard -Mandalay Bay, Luxor, MGM, New York New York…-, pero resultó ser tan solo una falsa alarma, porque poco a poco el cielo se fue abriendo y terminó por lucir el sol durante casi toda la jornada, con el consiguiente bochorno canicular extremo.
Dejamos el coche en el amplio self-parking del París y a través de unos ascensores accedimos al interior del edificio. Hay que decir que para ser el primer hotel que visitábamos en Las Vegas no pudimos haber tenido mejor suerte, porque nos gustó muchísimo. Bien es cierto que a lo largo del día íbamos a tener la oportunidad de conocer otros más lujosos -Bellagio, Caesar’s Palace- o más espectaculares –Venetian-, pero el encanto de éste y su inspirada ambientación, recreando un atardecer lluvioso en las hermosas calles y plazas parisinas, no desmerecen en absoluto. Y el casino, con Torre Eiffel incluida, es una maravilla que nadie que visite Las Vegas debería perderse.
Tema musical: "Pomp & Circumstance" (CAMEL)
En buena parte de los monitores de televisión que había por allí, algunos de ellos realmente gigantescos, estaban emitiendo la final de Wimbledon, así que, al mismo tiempo que nos deleitábamos con la belleza del hotel, yo iba siguiendo por el rabillo del ojo el desarrollo del partido, y de vez en cuando hasta me paraba para paladear los mejores puntos de Murray o Djokovic.
Después de haber sacado bastantes fotos, salimos por la puerta principal hacia el Strip. Aún quedaban restos de las nubes matinales de tormenta y por eso el calor todavía no llegaba a resultar atosigante del todo. Subimos caminando hacia el norte, en dirección al Venetian. Pasamos por delante del Bill’s Gamblin -cerrado desde hace meses y verdaderamente necesitado de una buena reforma, porque su estado semiruinoso llamaba la atención- y entramos al Flamingo con la intención de desayunar en el buffet Paradise Garden, que no es ni mucho menos uno de los más recomendados en el foro, pero el hambre apretaba ya bastante y éste era el que nos caía más a mano.
Me imagino que en otros hoteles -Wynn, Cosmopolitan, Caesar’s Palace, etc- el breakfast será sin duda espectacular y se podrán degustar auténticas delicatessen, pero no sé si es que María y yo somos poco exigentes o que quizá el nivel de este buffet del Flamingo haya subido en los últimos tiempos, pero el caso es que a nosotros nos pareció un acierto, porque había un sinfín de platos de notable calidad, tanto fríos, calientes, dulces o salados, y por poco más de treinta dólares -propina aparte- nos pusimos los dos hasta arriba. Acabamos tan llenos que al salir del buffet hicimos el firme propósito de no volver a probar bocado en todo el día. Bueno, o al menos hasta la noche. Por fortuna, teníamos por delante unas cuantas horas para caminar y bajar la comida haciendo un extenso recorrido a través de los principales hoteles del Strip.
El sol brillaba ya con fuerza, y los jardines del Flamingo estaban muy bonitos, así que les dedicamos unos minutos. La imagen de los flamencos en el estanque era ciertamente bucólica y no quisimos irnos de allí sin inmortalizar ese momento:
Tema musical: "Wait for sleep" (DREAM THEATER)
Cerramos el breve paréntesis “medioambiental” y reemprendimos nuestro paseo por el Strip en dirección norte. Dejamos atrás el Quad –antiguo Imperial Palace- y el Harrah’s, dos hoteles en los que no estábamos especialmente interesados, y poco después apareció ante nuestros ojos una de las joyas de la corona en esta ciudad: el majestuoso Venetian.
Tema musical: "Eleventh earl of Mar" (GENESIS)
Si uno es capaz de abstraerse de la inevitable sensación inicial de estar ante una especie de imponente decorado de cartón piedra, se puede llegar a disfrutar de verdad con esta alucinante reproducción a escala de los más representativos puentes y edificios venecianos.
Tema musical: "Gallavant" (THE ENID)
Y, desde luego, nada como dejarse engatusar por los esforzados canturreos de los gondoleros para pasar un buen rato en el Grand Canal.
Gondoleros del Venetian con sonido ambiente
Finalizamos nuestro particular recorrido por el Venetian haciendo una visita a su colosal casino, cuya ambientación –hiperlujosa- nos dejó un tanto abrumados.
Al volver a salir al Strip comprobamos con gran disgusto que la temperatura había subido muchísimo y el calor comenzaba a resultar tan sofocante como el del día anterior, así que en cuanto vimos un puesto ambulante de venta de agua fría nos lanzamos como posesos a comprar nuestras primeras dos botellas. Estos puestos pueden ser fácilmente localizados en cualquiera de los puentes peatonales que unen los hoteles a uno y otro lado del Boulevard, y en ellos se pueden adquirir botellas de medio litro por 1 dólar. Conviene no comprar el agua en las tiendas del interior de los hoteles, ya que en este caso su precio se multiplica por tres o cuatro. Y como en verano el trasiego de botellas es continuo –imposible dejar de beber- la diferencia puede llegar a ser importante.
Tema musical: "Non Grata" (NON GRATA)
El siguiente hotel que visitamos fue el Mirage. Dimos una vuelta por su interior y nos quedamos bastante sorprendidos al encontrarnos el casino casi abarrotado a esas horas de la mañana. Quizá lo que más nos gustó de todo fue la zona de la piscina, en especial sus cascadas artificiales, muy conseguidas.
Tema musical: "Humoresque" (THE ENID)
Ver a toda aquella gente chapoteando feliz en el agua, a salvo de la achicharrante temperatura ambiente, nos estaba dando cierta envidia, así que no tardamos mucho en abandonar el recinto y dirigirnos hacia otro de los previsibles puntos álgidos del día: el archiconocido Caesar’s Palace, todo un icono de Las Vegas.
Sobre este prodigioso e inabarcable resort ya se han escrito tantas cosas y se han dado tantos detalles en el foro que poco podría añadir yo ahora sin resultar repetitivo. El mundo de la Antigua Roma queda aquí reflejado con gran lujo de detalles, ya que la ambientación clásica es magnífica y las reproducciones de algunas de sus obras de arte más conocidas rezuman un gusto exquisito, al igual que las galerías comerciales, repletas de tiendas y boutiques de alto standing.
Tema musical: "Fand" (THE ENID)
Nos habríamos quedado mucho más tiempo disfrutando de una maravilla de tal envergadura, pero el tiempo comenzaba a apremiar y nos esperaba a continuación otra de las visitas más esperadas de la jornada: el famosísimo Bellagio. Mucho habíamos leído acerca de la elegancia de este hotel, pero una vez allí comprobamos que tantos adjetivos elogiosos no eran ni mucho menos exagerados, porque todo aquello es en verdad impresionante. Además, la decoración se inspira en el hermoso pueblo homónimo situado a orillas del Lago di Como, un lugar en el que habíamos tenido la oportunidad de estar un par de años antes y que nos había encantado, por eso en las instalaciones del Bellagio pudimos recrearnos doblemente con todo lo que estábamos contemplando.
Tema musical: "After the ordeal" (GENESIS)
Tema musical: "The lovers" (STEVE HACKETT)
Detalle del conocidísimo techo de flores de cristal,
en el lobby del hotel
Jardines. La Decoración del verano 2013 era más sobria
que otras anteriores que habíamos visto en internet
La fuente de chocolate, muy lograda
Una vez disfrutado el trío de ases dentro de la baraja de grandes resorts temáticos en Las Vegas -Venetian, Caesar’s Palace y Bellagio- nos sentimos satisfechos y dimos por buena la mañana. Todavía nos quedaban por conocer unos cuantos hoteles de la zona sur del Strip y el reloj indicaba que estábamos ya casi a mediodía, así que decidimos aligerar un poco el paso y hacer algo más breves las visitas posteriores. Lo principal estaba visto.
Desde el mismo Bellagio accedimos a la estación del monorraíl que une este hotel con el Montecarlo. Su recorrido atraviesa el ultramoderno City Center en donde se levantan un buen puñado de complejos lujosísimos de reciente construcción, como el Aria, el Cosmopolitan, el Vdara, el Mandarín Oriental…
Apenas nos detuvimos en el Montecarlo más allá del tiempo que nos llevó cruzar sus instalaciones de un lado a otro. El casino estaba animadísimo, por cierto, casi tanto como el del Mirage.
Continuamos nuestra ruta bajo un tórrido calor que íbamos soportando mal que bien a base de ir consumiendo una botella de agua tras otra. Perdimos la cuenta de la cantidad de líquido que llegamos a beber.
El New York New York nos gustó bastante, y la montaña rusa le aporta al conjunto un cierto toque de originalidad que no está nada mal.
Tema musical: "Su una mosca e sui dolci"
(PREMIATA FORNERIA MARCONI)
Exterior del hotel
Tema musical: "Chelsea monday" (MARILLION)
Interior del hotel
Cruzamos luego hacia el Excalibur, pero puede decirse que de este hotel sólo conocimos su fachada, ya que únicamente hicimos una pequeña incursión en el lobby antes de volver a salir de inmediato, en dirección a la cercana parada del Mandalay Bay Tram, un monorraíl que une los tres complejos más importantes de esta zona del Strip -Excalibur, Luxor y Mandalay Bay-.
Exterior del Excalibur derritiéndose bajo un sol de justicia
Tras un rápido trayecto, nos bajamos en el Mandalay Bay. Aquí teníamos previsto subir a la terraza panorámica para ver la ciudad desde ese privilegiado mirador, pero cambiamos de idea sobre la marcha, porque a estas alturas del día ya empezábamos a sentirnos un poco desfallecidos, y además una torre de 350 metros nos estaba esperando en nuestro propio alojamiento. Después de echar un fugaz vistazo a la decoración del hall, regresamos hacia el Luxor caminando por las animadas galerías que conectan ambos hoteles.
Y lo cierto es que el Luxor nos sorprendió muy positivamente. Quizá porque nuestras expectativas no fuesen demasiado elevadas, o tal vez porque creyésemos que tras la terna de grandiosos hoteles de inspiración italiana todo lo que viniese a continuación nos iba a saber a poco, el caso es que la ambientación egipcia de este particular edificio piramidal nos tuvo un buen rato embelesados mirando aquí y allá y procurando no perdernos detalle de nada. Sin duda, uno de nuestros hoteles favoritos de todo el Strip. Si alguna vez volvemos –y esperamos hacerlo- nos gustaría alojarnos aquí, aunque bien es verdad que el París tampoco nos desagradaría...
Tema musical: "Corcyra" (CITIZEN CAIN)
Tema musical: "One for the vine" (GENESIS)
Regresamos al Excalibur en el monorraíl y al llegar cruzamos ya directamente por el puente hacia el MGM. El desproporcionado tamaño de este hotel se alió con nuestro dolor de pies para que la visita no se alargara en demasía. Había muchísimo ambiente y en especial los bares estaban muy concurridos. La decoración tan recargada de algunos de ellos llamaba la atención.
Nos sentamos un rato en el Rainforest Cafe
Sin apenas darnos cuenta, el tiempo se nos había ido echando encima, porque ya eran casi las 4 de la tarde y, como ya expliqué antes, el horario de check-in en el Stratosphere comenzaba a las 3. Y lo peor es que todavía nos quedaba un buen trecho hasta el self parking del París, donde aguardaba nuestro coche, así que nos armamos de valor y comenzamos una larga caminata en dirección norte por la acera de la derecha, justo enfrente al City Center. Apenas había sombras en las que refugiarnos, y no nos quedaba más remedio que entrar de cuando en cuando en alguna de las múltiples tiendas de esa parte del Strip a descansar y aliviar el sofocón a base de pequeños chutes de aire acondicionado.
Alcanzamos el Planet Hollywood al borde del desmayo. Nos metimos en el casino y allí tuvimos que hacer un alto obligado para sentarnos y descansar un rato. Los asientos en los que nos apoltronamos eran tan cómodos y la temperatura del recinto tan agradable que, reventados como estábamos, nos costó un mundo volver a levantarnos y continuar adelante. Finalmente sacamos fuerzas de donde ya no las había y casi arrastrándonos conseguimos llegar sanos y salvos al amplísimo aparcamiento del hotel París. Nos derrumbamos en los asientos del coche, arranqué el motor, ajusté el climatizador hasta dejarlo en modo Groenlandia-Norte y conduje de nuevo por el Strip en dirección al Stratosphere.
La torre del Stratosphere desde abajo
Sin excesiva dificultad encontramos el self parking del hotel, situado en un lateral del edificio, y una vez recogido el equipaje nos encaminamos a la recepción para efectuar el check-in. Basándonos en lo que habíamos leído sobre ello, nos preocupaba un poco que las colas pudiesen llegar a ser inacabables, pero tuvimos suerte y no fue necesario aguardar demasiado tiempo. Nos atendió una empleada nicaragüense y, aunque la mujer era borde hasta decir basta, lo cierto es que el hecho de poder comunicarnos con ella en español facilitó bastante las cosas a la hora de completar el registro sin mayores contratiempos. María se acordó entonces de la recepcionista malencarada de la noche anterior y cuando ya nos íbamos me hizo un comentario un tanto desabrido acerca de los check-in en los hoteles de Las Vegas y, en particular, de la mucha mala leche que hasta el momento le estaban generando.
La Strip View Guest Room que nos dieron se encontraba en el piso 20 y tantos, y hasta ella subimos en los vertiginosos ascensores del hotel. La impresión que nos llevamos al llegar arriba fue estupenda, porque la habitación era muy amplia, cómoda y, sobre todo, con unas vistas de escándalo que abarcaban toda la franja norte del Strip, incluyendo los hoteles Circus Circus, Encore, Trump, Río, Treasure Island y Mirage.
Tema musical: "Watcher of the skies" (GENESIS)
Vistas desde la habitación
Tema musical: "The ancient" (YES)
El Sky Jump visto desde la habitación
Después de abrir las maletas, colocamos la ropa en los armarios y nos dimos una relajante y refrescante ducha que nos dejó ya muy recuperados del palizón de casi 10 horas con el que habíamos “inaugurado” el viaje. Así que en torno a las 7 y media de la tarde volvimos a coger el coche y nos dirigimos al Downtown.
Aparcamos en el Self Parking del hotel Golden Nugget. Creíamos que era gratis, pero una vez allí vimos unos letreros de considerable tamaño que indicaban que el precio era de 2 $. Tardamos un buen rato en localizar alguna plaza libre porque el aparcamiento, de cinco o seis plantas, estaba prácticamente lleno y tuvimos que subir y bajar unas cuantas veces por las rampas hasta dar con un hueco vacío.
El casino del hotel es de tamaño más bien reducido, y no tardamos en atravesarlo. Al salir por el lado opuesto nos encontramos de golpe en mitad del Freemont Experience, cuya pantalla gigante de 1400 pies –la más grande del mundo, por lo visto- constituye sin duda el principal reclamo de esta parte de la ciudad. El gentío no era para nada agobiante y en diferentes lugares estratégicos de la abovedada calle habían dispuesto un par de escenarios sobre los que varias bandas de calidad manifiestamente mejorable se esforzaban por entretener al personal. O al menos por no espantarlo demasiado.
De pronto, se hizo el silencio y de la kilométrica pantalla de arriba comenzaron a salir ráfagas de luz, destellos extraños y una especie de rugido aullante… o aullido rugiente… no sé. La cosa fue tal que así:
Freemont Experience con sonido ambiente
…Y, bueno, los amantes de Bon Jovi ya me sabrán disculpar, pero he de reconocer humildemente que aguantamos apenas unos diez minutillos antes de escapar de allí por pies. De camino al parking, ya en plena noche, nos detuvimos un instante a contemplar, asombrados, la prolongada sucesión de helicópteros que sobrevolaban la ciudad en una interminable fila de luces de colores. Menudo negocio que tienen montado en Las Vegas con los turistas, madre mía… si no lo veo, no lo creo.
Cuando llegamos de nuevo al Stratosphere seguíamos sin tener apetito, y ya a estas alturas del día parecía quedar claro que el pantagruélico atracón del buffet del desayuno en el Flamingo había provocado verdaderos estragos en las paredes de nuestros estómagos . De tal modo que en el Starbucks nos tomamos un descafeinado y una infusión, acompañados ambos de tres o cuatro pastelitos minúsculos, y sin más demora nos retiramos a la habitación a dormir. Nos lo habíamos merecido con creces.
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