DOMINGO 26 ENERO DE 2014
Una de las cosas que llevábamos intentando hacer desde el día que llegamos era ir a ver el Staples Center, que curiosamente estaba muy cerca de nuestro hotel. Quizás no era el mejor momento de presumir, ya que los resultados de esta temporada estaban siendo desastrosos, pero era algo que también se nos había pasado en nuestra anterior visita y no queríamos que se repitiese. Como ya nos tocaba despedirnos de la ciudad, metimos todas las maletas en el coche, y salimos a su encuentro.
Apenas paramos unos instantes el coche en una calle cercana y yo me bajé a hacer unas cuantas fotos. No es que sea especialmente espectacular (sobre todo si no hay partido), pero merece la pena pasarse por allí.

Esperemos que mejoren...
Antes de salir hacia San Diego, teníamos también pendiente dar una vuelta por Olvera Street, y allí nos encontramos con nuestro primer disgusto de aparcamiento (sabíamos que acabaría llegando ese momento). Los únicos sitios para aparcar eran unas explanadas donde te cobraban 9$ independientemente del tiempo que estuviésemos. En nuestro caso sabíamos que no iba a ser mucho, por lo que nos dolió bastante ese desembolso, pero no teníamos demasiadas ganas de andar por allí buscando alternativas, así que no nos quedó más remedio que pasar por caja.
Entramos en The Avila Adobe, la casa más antigua de Los Ángeles, y cuya entrada es gratuita, pasamos por una especie de museo de los bomberos, situado en la plaza principal y acabamos en el museo chino-americano, donde pasamos los últimos minutos antes de salir.

Olverita

Vistas de la Plaza

Parece un árbol de mentira...
De camino a San Diego, teníamos mucho interés por pararnos a almorzar en una especie de centro comercial, en un lugar llamado Christopher Garrens Cakes, que a los que os guste el tema de la repostería os sonará del programa de “Supertartas de Boda”, pero nos llevamos un enorme chasco al descubrir que, a pesar de que había mirado en su web tanto la dirección como el menú (también tienen sándwiches y ensaladas), el local estaba vacío desde principios de enero, y lo único que vimos fue una nota de despedida.

Chin Pum!!
Eso cambiaba nuestros planes de comida, ya que los demás restaurantes de esa zona comercial no nos llamaban especialmente la atención, por lo que decidimos continuar el viaje y parar en el primer sitio que viésemos, y esa fortuna le correspondió a Hooters. Comimos muy bien (aunque no recordaba el precio y me pareció un poco caro), pero como no había mucha gente, la camarera que nos atendió vino como diez veces a preguntar si todo estaba bien. Entiendo que se quieren ganar su propina, pero llega un momento en el que se hace un poco pesado (sobre todo si te pregunta 3 veces por el mismo plato)
Cuando llegamos al motel eran ya pasadas las tres de la tarde. Estaba ubicado en una zona con muchos más hoteles y moteles a su alrededor, y nos gustó tanto la habitación como las instalaciones.

Buena pinta..

Por si nos entran ganas...
Para esa tarde no teníamos muy claro lo que queríamos hacer, así que la opción de acercarnos a Balboa Park no nos pareció una mala idea. Había visto algunas fotos interesantes del sitio, pero no sabía dónde estaban hechas, así que fuimos paseando para ver si encontrábamos esos lugares. Por suerte, había conexión wifi gratuita, lo que me ayudó a buscar en internet y salir de dudas. Además, tuvimos la suerte de que había empezado a anochecer, lo que daba un aire más especial si cabe a aquel sitio.

Empieza a anochecer

Me encanta el sitio


Y todos sus edificios

Me siento inspirado


Salimos de allí ya de noche
Para acabar la jornada, cruzamos a Coronado Island para hacer unas fotos del Downtown de San Diego de noche y, satisfechos con el resultado, regresamos al hotel.

San Diego Downtown

Otro día que se acaba...

