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Sábado: Hoy de nuevo nos espera un palizón, no tanto por los kilómetros que vamos a hacer, si no por la manera de recorrerlos, evitarnos las autopistas nos ahorra dinero, pero nos prolonga mucho el tiempo en el coche.
Es la misma ruta que a la ida, la de la Souterrain, de vez en cuando circulamos por tramos de autopista, ya que las nacionales son insufribles, con tanta rotonda y zonas urbanas limitadas a 50 y a 30km/h.
Paramos a comer en un pueblo de camino y sobre las 17h llegamos a Angulema. Tenemos reserva en el Hotel Première Classe a unos 6km del centro. Nuestra habitación cuesta 29€, ofertón obtenido en internet, sí, pero con la pega de que es una habitación para fumadores y apesta a tabaco, es irrespirable.
No hay posibilidad de cambiarnos a otra así que ventilamos con la puerta y la ventana abiertas, pero no hay manera de que salga el tufo, buaggg.
Hubiéramos podido ir a dar una vuelta por Angulema, pero estamos hartos de coche, y como ya lo conocemos de otros viajes, lo que hacemos es acercarnos caminando a un centro comercial que está a 10 minutos para realizar las últimas compras del viaje. Como siempre nos proveemos de patés, quesos, orangina y todas las comidas que nos molan y que en España no sueles encontrar. Nos compramos también algo para cenar en la habitación, pues como dije, hoy no tenemos cuerpo para más coche y en el hotel no hay cafetería ni restaurante para cenar.
Es la misma ruta que a la ida, la de la Souterrain, de vez en cuando circulamos por tramos de autopista, ya que las nacionales son insufribles, con tanta rotonda y zonas urbanas limitadas a 50 y a 30km/h.
Paramos a comer en un pueblo de camino y sobre las 17h llegamos a Angulema. Tenemos reserva en el Hotel Première Classe a unos 6km del centro. Nuestra habitación cuesta 29€, ofertón obtenido en internet, sí, pero con la pega de que es una habitación para fumadores y apesta a tabaco, es irrespirable.
No hay posibilidad de cambiarnos a otra así que ventilamos con la puerta y la ventana abiertas, pero no hay manera de que salga el tufo, buaggg.
Hubiéramos podido ir a dar una vuelta por Angulema, pero estamos hartos de coche, y como ya lo conocemos de otros viajes, lo que hacemos es acercarnos caminando a un centro comercial que está a 10 minutos para realizar las últimas compras del viaje. Como siempre nos proveemos de patés, quesos, orangina y todas las comidas que nos molan y que en España no sueles encontrar. Nos compramos también algo para cenar en la habitación, pues como dije, hoy no tenemos cuerpo para más coche y en el hotel no hay cafetería ni restaurante para cenar.
Domingo: desayunamos en el buffet del hotel, está bien por sólo 4,90€. De camino encontramos una gasolinera con el diesel a 1,29€, rellenamos el último depósito. (Mundo al revés, llenar el tanque en Francia porque sabes que en España está más caro). Poco más que contar, innumerables peajes, atasco gigantesco en Burdeos hasta el desvío de Arcachon, pues todo el mundo va hacia la playa, y desolación suprema al entrar en España y saber que nuestras vacaciones se acaban. Nos queda el consuelo y la satisfacción de haber pasado unos días fantásticos en Austria, conociendo un país precioso y con un tiempo inmejorable.
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