Cuando atravesamos el jardín para ir al restaurante a ver si es verdad que alguien nos prepara un café, son las 7 de la mañana y parece que nadie se ha levantado aún. En el restaurante suena música y efectivamente por allí anda el camarero que me mira pelín burlón. Pedimos cafe y té y yo además tostadas, insisto en que Carmen se coma una, además pide leche para su té y nuestro camarero favorito tarda un montón, le digo que seguramente la está calentando, cuando finalmente llega con la jarrita, Carmen ya casi se ha comido la tostada. Le digo que calentar la leche lleva su tiempo, me mira y me dice que está fria... me río. No se puede tener todo. Un pájaro revolotea en el bosquecillo de enfrente y los gorriones entran y salen de una especie de cestillo que pende sobre nuestras cabezas.

Limpias y desayunadas esperamos el minibus que nos llevará a Tap Lahmu desde donde embarcaremos rumbo a las islas. Voy armada de gafas, tubo y aletas. Aparece el bus, dentro ya hay otra gente. Cuando llegamos al puerto hay un montón de gente de todo país y especie y un@s operador@s que llaman a sus rebaños en inglés. Si queremos podemos tomar otro café y pan de molde con nosequé... de momento ponernos a la cola...en fin, masificación a tope. De allí salen otras excursiones a otra islas. Me acerco al dique para ver unos barcos de pescadores allí atracados. Hay algunos hombres desenredando redes y fumando, nos miramos. Finalmente veo que hay movimiento al fondo así que me acerco, nos distribuyen ¿por estatura? ¿por idioma? ¿por color? Finalmente un hombre-mujer o quizás mujer-hombre con un gran turbante nos lleva hasta nuestro barco. Habla sin parar en inglés dándonos ordenes y en tailandés con sus colegas.
La travesía es en lancha rápida que va dando botes y Carmen todavía convaleciente de un lumbago que sufrió en España, se contrae.
Vemos otras lanchas que como la nuestra van al Parque Nacional de las Islas Similan. Me siento un poco como si fuera de romería. Hay un grupo de franceses, uno de ellos medio español y a Carmen dice que es el mas simpático. El barco va a tope y eso que alguna gente se ha sentado fuera en la proa. Ya he asumido que voy a ver que hay, volveré a Tailandia y entonces sabré elegir con conocimiento de causa.

Pasamos por un lugar donde se cosechan los nidos de golondrina. Son unas cuevas y además vive gente allí que los cuida para que los furtivos no se hagan con ellos y todo para hacer "la sopa de nido de golondrina" me pregunto que parte del nido usan para cocinar, en fin... Un medio de vida como otro cualquiera, vemos a la gente haciendo sus tareas, cocinando, etc. todo desde nuestro barco que ralentiza la marcha para que hagamos fotos.

Las islas tienen números. Atracamos en la primera después de una hora de trayecto mas o menos. Agua cristalina, azul turquesa que según nos aproximamos a la playa de arena blanca se vuelve mas opaca. En la misma playa hay fondeados unos 20 barcos como el nuestro, la gente se pasea por la arena cuya textura es blanca y fina como la harina. Algunos barcos de proa larga ocupados también por algún turista o en su busca, se pasean por los alrededores. Nos gritan: ¡20 minutos! Todo el mundo corre para hacerse fotos en tan paradisíaco lugar. Es dificil hacerse una foto donde salgas sola pues la playa está tan concurrida como cualquiera de la costa mediterránea. Solo que la gente está de pie y van de un lado a otro, ni da para darse un baño a gusto ni para tenderse en la arena y disfrutar del precioso entorno, primero porque no se puede aguantar el sol y segundo porque no hay tranquilidad. Es una romería en toda regla.

lo de "paradisíaco" habría que matizarlo.
Cuando volvemos al barco a golpe de pito, observo las caras extrañadas y algo desilusionadas, no soy la única aunque nadie dice nada. La siguiente parada es para hacer snorkel, 20 minutos. Generalmente me quedo durante horas y no me harto de ver si hay algo que ver, por supuesto. Carmen se queda en el barco pues no es buena nadadora y no nada donde no hace pie. Así que me tiro y... no es muy profundo el lugar, unos 10 metros, el agua es transparente y lo que veo son corales destruídos en el fondo. No hay muchos peces, veo un banco de barracudas y algún pez suelto por ahí. Mas tarde me informarán que el tsunami ha destruido mucho coral, desgraciadamente. Es lo que hay. Siento mucha pena al ver el destrozo desde primera línea.
Me lo había imaginado de otra manera, alguien comenta que ha visto una tortuga... una suerte, pero las barracudas tampoco estaban mal...
En otras circunstancias, seguro que me hubieran tenido que llamar, en esta ocasión vuelvo voluntariamente a bordo aunque tampoco la primera, por lo que se ve no soy la primera en nada...

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[align=justify]En la siguiente isla nos dicen que pararemos 40 minutos para comer. Igual que la otra es una isla preciosa y como hay algo mas de tiempo, mientras montan el buffet damos un paseo por el interior. Los árboles son impresionantes, el entorno en general es muy bonito, no hablo de grandes playas pero son espectaculares, todas de finísima arena blanca. Vemos que hay posibilidad de pernoctar, además hay tiendas de campaña que se alquilan. Seguramente tiene sentido quedarse unos días en esta isla maravillosa y despertarse sin barcos, sin turistas porque "la marea humana" llega sobre el mediodía y a partir de las 15.00 h. todo el mundo regresa a Phuket, Khao Lak o donde sea. Hay que valorar esta posibilidad.
La comida es rica, hay donde elegir, pad thai, arroz, carne preparada de diferentes maneras, fruta, etc. incluso los inevitables spaghetti para quienes no pueden prescindir de ellos, helados, café y té. Todo está muy organizado, es posible que sea yo la que no está acostumbrada a tanta masificación. Otros grupos de otros tantos turistas que llegan o se van hacen de la estancia un mero trámite. Se nos acercan dos chicos italianos para pedirnos por favor si les podemos ir a buscar un helado porque allí en la isla no hay... Carmen solícita va a nuestro buffet y pide dos helados para los dos hombres mientras yo me quedo charlando con el mas joven. Me dice que llevan allí cuatro días, han venido con una excursión de varios días. Me cuenta que es una experiencia maravillosa la puesta de sol y levantarse con la playa vacía etc. cambio de conversación porque me está poniendo los dientes largos... me pregunta que como es que hablo italiano, le contesto que "cosas de la vida" y se ríe... Se van los dos tan felices con su helado. Y a nosotras ya nos están llamando a formar... Me doy un último chapuzón y ya...[/align]
Vamos a otra isla, que supongo que será igual o parecida y que habrá la misma cantidad de gente y ojalá me equivoque...
Hago esta foto aprovechando que ya se han ido algunos barcos que había fondeados, enfoco justo donde no están. Otros hacen lo mismo como bien se puede ver.
Efectivamente mas de lo mismo. Ni lo voy a comentar.
En el barco las cosas han cambiado un poco, la gente que iba en la proa se han sentado dentro y nos han quitado el sitio a Carmen y a mi, no es que los asientos estuvieran numerados. Ibamos sentadas justo detrás del piloto. Carmen que se resiente de su lumbago iba semiechada con la cabeza sobre mi pierna y las piernas apoyadas en la elevación del asiento del piloto y ahora no es posible. Como todavía vamos a ir a otra isla pienso que a lo mejor después se vuelven a la proa. En la última parada Carmen me insta a volver al barco para ser las primeras en subir para coger sitio. Todavía no veo a nadie ni es la hora así que no le hago caso y me relajo. Yo no soy de las que se levantan en vacaciones a las 6 de la mañana para bajar a la playa de Benidorm a coger sitio en primera línea de playa. Esto hacen también los alemanes. En Mallorca en los hoteles donde se alojan, bajan a las 5 de la mañana para colocar la toalla sobre la tumbonas de la piscina. A mi todas esas cosas me agriarían las vacaciones, prefiero adaptarme, siempre hay otras posibilidades. No necesito ser la primera en todo ni tener lo mejor a cada momento. Antes era así y me cabreaba tener que bailar siempre con la mas fea, ahora mi interés se centra en otros asuntos y me importa un rábano tener el mejor sitio o el peor, siempre me apaño, es una especie de reto, cuanto mas difícil me lo ponen, mas agudizo el ingenio para convertirlo en ventaja, debo ser idiota. Entono el mea culpa cuando veo que tal como predijo Carmen nuestros sitios están ocupados. Todo el mundo está ya colocado, Carmen consigue sentarse en su sitio y yo... de pie. Está claro que los botes que da la lancha han acabado por dispersar a la gente que iba en la proa y ahora vamos mas justos porque se han sentado holgadamente y sin miramientos, además de pasar de tod@s los demás. Desde luego hay gente que va "arrasando" por ahí. Digo que da igual, puedo sentarme en el suelo con la gente del barco y no pasa nada. La otra posibilidad es sentarme en el medio encima del recipiente donde van las bebidas. El francés-español se levanta y dice que de ninguna manera y me deja su sitio delante a la altura del piloto. Le digo que no hace falta
pero insiste de tal manera que accedo muerta de vergüenza. Ya en marcha, Carmen se contrae con cada bote y siente unos dolores tremendos. Alguien de la tripulación echa unos chalecos salvavidas en el suelo para que se tumbe, yo me siento entonces en su sitio así le dejo su asiento al francés-español. Carmen lo pasa mal con sus molestias veo como se le contrae la cara de dolor mientras siento impotencia. Está claro que mañana no habrá excursión al menos para ella no.