Hoy nos toca despedirnos de Jasper ciudad, pero vamos a estar aún unas horas dentro del Parque Nacional de Jasper
Volvemos a Banff a través de esta maravillosa carretera intentando ver los puntos que nos quedaron sin visitar en nuestro primer recorrido. Tarea difícil, ya que esta carretera tiene tantos puntos interesantes que serían necesarios varios días.
Nos dirigimos primero hacia Athabasca Falls que se nos quedaron pendientes en dos ocasiones.
Pero antes nos detenemos en el mirador Athabasca Pass. 25 km. desde Jasper.
El paso Athabasca está considerado como sitio histórico en Canada por su importante papel en la ruta del comercio de pieles y en el temprano desarrollo de Canada. De cierta forma está relacionado con el punto que visitamos ayer en la 93A, “meeting of the waters”, situado río abajo en un punto cercano de este valle. Además del paso se puede ver el Mt. Edith Cavell, Mt. Hardisty, Mt. Kerkeslin y, por supuesto, el río y parte del valle. Al lado hay una serie de paneles contando la historia del que se cree fue el primer europeo en cruzar Athabasca Pass, David Thompson.
Athabasca Falls. 31 km. desde Jasper. En la confluencia de la carretera 93 con la 93A
Y ya si le toca el turno a esta cascada. Monumentos naturales como este se visitan varios en las Rocosas de Canada. Pero todos tienen su puntito especial. Esta cascada de 23 m. de caída la forman las aguas del río Athabasca. Las mismas aguas, de color blanco lechoso, que hemos visto en el anterior mirador, tan mansamente siguiendo su curso, aquí parecen estar enfadadas o revoltosas y se precipitan estruendosamente y con mucha potencia, salpicando gotas a todo su alrededor. En realidad son dos caídas porque hay un promontorio rocoso, al que todavía no han podido derribar, que divide la corriente del río, si bien se juntan enseguida para precipitarse en el cañón que han ido formando. Un puente peatonal sobre este cañón ofrece varios puntos de vista, con el Mt. Kerkeslin de fondo.
Pero hay algunos más rodeando la cascada. Siguiendo por el lado derecho del puente, se llegan a otros miradores. En todo punto hay barandas de protección. Por este lado derecho hay unos memoriales de gente fallecida en la cascada, también carteles avisando lo peligroso que puede ser saltarse las vallas, porque las piedras resbalan ya que el rocío que sale de la cascada las mantiene húmedas. Este mismo rocío es el que nos da la oportunidad de contemplar algún arcoíris.
Antes de llegar al puente, a la vuelta, nos desviamos a una visita que yo encontré muy interesante. Recorrer el antiguo cauce abandonado del río, comprobando directamente el cañón, en tramos con paredes muy altas, que antaño erosionaran. Al final del sendero hay una bonita vista del río al salir del cañón y en un desvío un claro ejemplo de una marmita de gigante bastante profunda.
Goats and glaciers viewpoint. 38 km. desde Jasper.
Otras bonitas vistas del río Athabasca, con isla en el cauce del río y las montañas que se elevan por encima del valle, como el Mt. Fryatt , Mt. Christie, Brussels Peak. Debajo del mirador hay una zona natural rica en minerales y nutrientes, incluida la sal, que es muy apreciada por las cabras y necesaria para su pelaje y por ello acuden aquí a lamer estos minerales. Pero nosotros no vimos ninguna.
El siguiente punto interesante es Sunwapta Falls pero como las vimos en la ida, seguimos carretera adelante. Ahora la carretera va cruzando el valle del río Sunwapta y se encuentra rodeada por la cadena montañosa Winston Churchill a la derecha y la cadena Endless Chain Ridge a la izquierda.
Stutfield Glacier Viewpoint. 95 km. desde Jasper
Es uno de las seis mayores lenguas glaciares del campo de hielo Columbia. Blanco resplandeciente con matices de azul. Son dos caídas de 900 m. que caen de los acantilados del monte del mismo nombre, Stutfield.
Tangle Creek Falls Viewpoint. 96 km. desde Jasper.
El aparcamiento está a la derecha de la carretera. La mayoría de la gente cruza la carretera para verlas más de cerca. Son varios deslizamientos y caídas de agua del arroyo Tangle que al hacer varios giros conforman un conjunto muy vistoso.
A los cerca de 8 km. llegamos al área de Columbia Icefield y glaciar Athabasca. Nos fuimos deteniendo para ver los distintos glaciares, Snow Dome, Dome Glaciar, otra vez el glaciar Athabasca, los montes Athabasca y Andrómeda.., sin darnos cuenta que al poco íbamos a tener la oportunidad de volverlos a ver con detalle y con vistas superiores.
La punta del glaciar Athabasca ya la habíamos visto en la ida pero no el Icefield Centre. Nos acercamos para ampliar la información de este campo de hielo. Tal como entramos, salimos de inmediato. Aquello estaba que no cabía un alfiler, atestado de gente por doquier. Varios autobuses de turismo asiático habían coincidido y tenían el centro acaparado.
Wilcox Pass Trail. 2,5 km. desde Columbia Icefield. Hay que desviarse en la señal de Wilcox Creek.
Es esta una de las rutas de senderismo mas recomendadas en la Icefield Hwy y por ello es bastante popular. Nosotros nos encontramos con bastantes senderistas pero no eran multitud. Es una ruta de 8 km., ida y vuelta, y un desnivel de 335 m., se sube desde los 2040 m. hasta los 2375 en que se encuentra el paso.
Como muchas otras, se comienza a subir en sendero que cruza un bosque. Bosque viejo de pinos Engelman y abetos subalpinos.
Antes de recorrer la mitad del camino, el sendero comienza a emerger de la zona de bosque y comienzas a tener la vista de frente del Snow Dome con el Mt. Kitchener a la izquierda. Los árboles decrecen y aparecen las praderas alpinas alfombradas de flores con amplio abanico de colores. El sendero que era pisado y estable comienza a volverse rocoso. Pronto el sendero, que transcurre al filo de una cresta, va ofreciendo más puntos de vista, incluyendo ya el glaciar Athabasca. A esta altura, más o menos, están situadas otro par de sillas rojas, ofreciendo una vista impresionante de las montañas con sus glaciares, y el valle atravesado por la carretera. Para ver mejor el Mt. Andrómeda y el redondeado glaciar de su cima, hay que subir un poco más. Si se tiene poco tiempo se puede llegar solo hasta las sillas rojas para llevarse una buena impresión de esta ruta, muchos hacen eso.
El sendero gira y sube montaña arriba, alejándose de la cresta, entre estas praderas alpinas, bordeando la quebrada de un arroyo cantarín.
Una vez que la subida se hace casi imperceptible atravesando extensas praderas, queremos localizar el Wilcox Pass y recordando el Sentinel Pass, que es estrecho y bien visible, no lo vemos por ningún sitio. Y es que este paso es muy ancho, mide unas 5 millas. En estas aparentes llanuras hay restos de nieve y algunos Bighorns pastando tranquilamente. Nosotros llegamos hasta el final, cuando ya el sendero comienza a bajar y sigue su andadura hasta el Tangle Creek. Hay un río de aguas transparentes y en su orilla nos sentamos a tomarnos el bocadillo. A la izquierda se distingue el pico Wilcox y una colina que la gente sube para echarle mejores fotos a los Bighorns, a la derecha el Mt. Nigel. En este entorno estamos completamente solos. Solamente hace un poco de fresquito y se respira un aire limpio que arrastra aromas de primavera.
La vuelta la hicimos con alguna variante. Cuando se comienza a bajar hay varios senderos marcados y escogimos uno de ellos. Pero las vistas son las mismas, ahora de frente y sin volver la vista atrás.
Llegamos a la cresta donde están situadas las sillas rojas y nos sentamos en ellas. Verdaderamente es un mirador privilegiado. Y también tienen su pequeña lectura: “Viaja en el tiempo. Imagina el verano de 1896. El glaciar Athabasca se extiende a través del valle y abraza las laderas del Mt. Wilcox. Walter Wilcox y sus compañeros viajan desde Lake Louise buscando el río Athabasca. Se encuentran bloqueados por el glaciar y un cañón que les obliga a buscar una ruta alternativa. Hoy este sendero sigue sus pasos”.
Sentado en esta silla, mirando al frente, te sientes afortunado.
Aquí arriba el clima suele ser muy cambiante. Pero hoy el sol brilla y no hay nubes amenazadoras en el horizonte. Puedes ver el glaciar Athabasca casi al completo, hasta la brecha que han trazado en su hielo para el paso del Snow Coach, rodeado de montañas cubiertas por el campo de hielo Columbia. Tus ojos giran hacia el Snow Dome. Este monte tiene cuatro glaciares pero el más conocido es el que cuelga de su acantilado, visible también desde la carretera, con esa forma tan característica que me recuerda a un ocho. Este monte tiene una particularidad que muy pocos tienen, de hecho ninguno más en Canada. Se encuentra en la Great Divide, pero además el agua del deshielo de su cumbre y laderas van a parar a tres océanos. Por los ríos North Saskatchewan y Nelson, al Atlántico por la Bahía de Hudson, los ríos Athabasca y Mackenzie vierten al Océano Ártico y el río Columbia se dirige al Pacífico. Por muy lejos que estos océanos se encuentren tienen agua de estos glaciares. Vamos, que los copos de nieve antes de caer pueden apostar entre sí a qué océano irán destinados.
Solamente nos dura la visión unos minutos, llega gente que se hacen los remolones esperando queden vacías, y las sillas, según su lema, son para compartir.
Seguimos nuestro camino por la Icefield hacia Banff. Dejamos atrás el aparcamiento para la ruta a Parker Ridge, aunque de buena gana la hubiera vuelto a recorrer.
A los pocos kilómetros nos detuvimos en el mirador de Bridal Veil Falls. Nada que ver con nuestra parada en la ida. Apenas si hay coches en el aparcamiento. Esta cascada es muy larga, creo que 370 m. Va descendiendo por la pared rocosa producto del deshielo del glaciar Huntington, el cual se encuentra en una de las vertientes de la Cirrus Mountain. Pero no se ve completa ya que la arboleda impide parte de su visión. Tampoco es que la cascada sea de las que te impresiona su visión.
Al filo del aparcamiento, dirección Banff, hay un pequeño sendero estrecho que va bajando por entre los árboles y al cabo de unos 10 minutos o así, se llega hasta un lateral de Panther Falls. Esta cascada es más bonita que la Bridal Veil y más potente. Es del estilo de Takakkaw y Laughing Falls, en el PN Yoho. El agua del arroyo Nigel, (que nace en Nigel Pass) se estrecha en una pequeña garganta que él mismo ha formado en lo alto de la pared rocosa y suelta de pronto todo su caudal al vacío con gran estruendo y salpicando muchas gotas de agua. Debido a estas gotas este trozo del sendero está embarrado y resbaladizo. Además es bastante estrecho.
La carretera comienza a descender con fuerte pendiente. Hay varios miradores cercanos, Weeping Wall, Cirrus Mountain, y algunos otros. De seguro que alguno se pasa pues no están muy bien indicados
En Saskatchewan Crossing nos detuvimos a tomarnos un café. Es un lugar muy agradable, sobre todo a estas horas que se encuentra casi vacío. Se nos olvidó buscar el mirador desde el que se ve la unión de los ríos Howse, Mistaya y Saskatchewan North.
Volvemos a deleitarnos con estas montañas salpicadas de glaciares de la cadena Waputik.
Y llegamos a la altura del lago Peyto. No pude resistir la tentación de visitarlo nuevamente. Nos pasamos el primer parking y nos fuimos al de arriba, el que es de autobuses y minusválidos. A estas horas no hay nadie, sólo un par de coches aparcados, y como no vamos a tardar mucho, pues no creo que nadie nos diga nada. Y así fue. El trayecto desde este parking hasta el mirador es cortísimo y sin pendiente. En el mirador no hay absolutamente nadie. Sólo quería volver a ver su silueta azul y ver si cambiaba el color de sus aguas con las horas de mañana y de la tarde. Las vistas de la mañana, quizás, sean más claras y el color más turquesa, pero me siguen pareciendo preciosas a estas horas de la tarde.
De nuevo el Bow Lake desde la carretera
Pasado el cruce con Lake Louise, (nos dio mucho gusto ver las montañas ya conocidas), transitamos por la Hwy 1 hasta Banff, dónde llegamos pasadas las 7 de la tarde.
Nuestro alojamiento aquí en Banff es un B&B, Blue Mountain Lodge. Cuando llegamos teníamos un sobre pegado a la puerta con nuestro nombre y las llaves dentro, la recepción la cierran a las 7, dato que no conocíamos.
Paseo por las calles de Banff, sin rumbo fijo. Ciudad muy turística, tiendas, restaurantes, hoteles… Si bien yo le vi cierto encanto a sus edificios. Lo de sin rumbo fijo no es cierto del todo. Estábamos buscando una farmacia abierta después de las 8 de la tarde porque los mosquitos en nuestras rutas de días anteriores, (ya empezaron a picarnos en Sunshine Meadow) nos habían dejado los brazos y el cuello estampados, parecía que teníamos viruela, y nuestra provisión de crema para aliviarlas se nos había acabado. Localizamos una en la calle Bear. Y al lado vimos un restaurante que tenía terraza o “patio”, como aquí lo llaman algunos, y buena pinta. Tuvimos que esperar unos 20 minutos para conseguir mesa. Se llama The Bison Restaurant. Se come estupendamente, poquitín caro, pero no en los estándares de Banff.