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Dia 24 de agosto, miércoles
VISITA A LAS ISLAS FLOTANTES DE LOS UROS
Hoy cumplíamos una semana en Perú y había sido tan intensa que parecía que llevábamos un año. Para celebrarlo, este día se planteaba tranquilo y relajado. Para empezar, no madrugamos, y eso ya es un gran detalle. Nos levantamos a las 8 y desayunamos los últimos del hotel. A las 8:45 estábamos en el hall esperando nuestro transporte al lago.
Como nuestro guía no llegaba aprovechamos para hacer unas fotos en la Plaza de Armas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Cuando el retraso se hizo ya peligroso, pedimos a la recepcionista del hotel que llamara a la agencia para averiguar que pasaba. Por supuesto le dijeron que el transporte estaba "a punto de llegar". Y efectivamente 5 minutos después llegó una chica corriendo que paró un taxi por la calle y le indicó que nos llevara al puerto.... Estaba claro que se habían olvidado de nosotros.
Tras una breve carrera por la ciudad llegamos al puerto y nos encontramos con la barrera de acceso cerrada. Como faltaban apenas dos minutos para las 9, la hora prevista de salida del barco, estábamos con los nervios a flor de piel y asumiendo que perdíamos el viaje. Pero afortunadamente llegó corriendo el que iba a ser nuestro guía que tras pedirnos mil perdones y pagar la carrera del taxi nos tranquilizó y nos aseguró que partiríamos sin problemas. Otra prueba más de que los horarios en Perú son aproximados.
Junto a nosotros habían bajado de otro taxi otros 2 turistas que iban a hacer la excursión con nosotros. Pensamos que eran extranjeros pero nos dijeron que venían de Lima. Y es que no podían ser más distintos de los peruanos que estábamos viendo: blancos, rubios, adinerados y miraban a su alrededor con aire de superioridad. Ese fue nuestro primer contacto con los ricos limeños.
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Tuvimos que andar unos 300 metros hasta el final del malecón donde nos encontramos con decenas de barcos atracados en filas alrededor del único embarcadero. Pensabamos que ibamos a montarnos en un gran barco de linea pero eran todos pequeños barcos de unas 20 plazas que iban haciendo las excursiones según llegaban los turistas asi que de nuevo nos habíamos estresado sin necesidad.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Felipe, que así se llamaba nuestro guía, un quechua regordete, simpático y dicharachero, nos señaló nuestro barco que se encontraba al costado de otras 3 embarcaciones atracadas en batería por las que tuvimos que pasar saltando de barco en barco, una maniobra nada apropiada para señoras de cierta edad pero que hizo las delicias de mi querido hijo. Cuando ya estábamos acomodados nos comunicaron que nos iban a cambiar de barco y tuvimos que repetir de vuelta el parkour naútico hasta el embarcadero y de nuevo saltar por otros dos barcos hasta alcanzar el nuestro.
Con solo 5 turistas a bordo, finalmente el barco partió con un "mínimo" retraso de 30 minutos. Felipe nos hizo una pequeña introducción al lago.
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El lago Titicaca (pronúnciese Titikjakja con k gutural) está ubicado a 3812 metros sobre el nivel del mar lo que le convierte en el lago navegable más alto del mundo. Es un lago enorme, más grande que la provincia de Madrid, ya que tiene una superficie de 8.562 kilómetros cuadrados con 204 Km. de longitud y 65 Km. de anchura. Su profundidad media es de 107 m pero alzanza los 281 metros en su zona más profunda. El lago es frontera natural entre Perú al oeste y Bolivia al este.
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El paseo hasta las islas flotantes de los Uros es muy agradable. Los primeros kilómetros se tiene una vista preciosa de los edificios de Puno que cubren las laderas de las colinas que encierran a la ciudad. Hacia el norte vimos un pequeño rascacielos de la Universidad Nacional del Altiplano, el edificio más alto de la ciudad con apenas 15 pisos y pasamos junto al Hotel Libertador, el más caro de Puno.
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Tambien pasamos cerca de un barco de vapor del siglo XIX usado para transportar gente y mercancias por el lago y que se estaba rehabilitando para ser usado como transporte turístico.
Pero en cuanto abandonamos el puerto ya estabamos en plena Reserva Nacional del Titicaca que tiene una animada fauna, especialmente de aves. Junto a nuestro barco pudimos asistir al espectáculo de un cormorán tragandose un pez que acababa de pescar.
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Enseguida nos topamos con una gran extension de lago totalmente cubierta por totora, una planta acuática con tallos verdes muy fibrosos y resistentes que crece en el lago, que da cobijo a la fauna del algo y que además es el pilar fundamental de la vida de los uros.
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Los uros son una tribu india de origen aymara que desde hace siglos vive en unas islas flotantes frente a Puno hechas con totora. Sobre las islas construyen sus viviendas también con totora y se mueven entre ellas y hasta tierra firme en barcos de totora. Los uros eran pescadores y cazadores de aves y sus condiciones de vida eran bastante penosas viviendo en islas sin electricidad ni agua corriente. Por eso en los ultimos años la mayoría de los uros habían abandonado las islas para irse a tierra firme. Sin embargo recientemente se han convertido en una atracción turística y los uros han visto que podían vivir de ello y han recuperado su forma de vida y sus costumbres para convertirse en un parque temático a mayor gloria del turista. Y así la población de las islas ha aumentado, tienen electricidad proporcionada por placas solares, las tradicionales barcas de totora han sido sustituidas por barcas a motor y el turismo y la venta de artesanias constituye hoy en día su principal fuente de ingresos.
Por esta zona Felipe nos dio permiso para subir al techo del barco desde donde desafiando las más elementales normas de seguridad, disfrutamos de unas espléndidas vistas del lago. En las extensas plantaciones cada poco veíamos indios recolectando totora que amontonaban en enormes fardos en sus barcos que luego transportaban hasta sus casas. En esta zona de la totora, los uros han dejado canales sin vegetacion por los que se llega a un pequeño lago estrecho y alargado limitado en sus bordes por las islas flotantes que constituye la "urbanización de los uros".
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Al final del canal había una caseta con unos uros que pretendían cobrar la entrada al lago pero nuestro barco pasó olimpicamente de ellos entre airadas protestas.
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En la zona hay unas 20 islas y en cada isla viven entre 3 y 10 famlias. Cada isla tiene un nombre que sus habitantes exhiben orgullosos en pancartas o torres de totora. Y en cada isla un grupo de uros, habitualmente mujeres ataviadas con sus mejores galas tradicionales, intentaba atraernos hacia su isla mediante gritos y saludos. Y es que la visita a los uros consiste en visitar UNA de las islas que es a la que le toca el gordo y los demás se quedan mirando y sin ingresos. Y claro, la competencia es feroz.
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Nuestro guía ya tenía claro la isla a la que encaminarse y no hizo caso a estos cantos de sirena. Atravesamos el lago evitando las decenas de barcas de los uros que estaban paseando turistas y atracamos en una de las islas. Allí nos recibió una familia compuesta por una india oronda de edad indeterminada que era la jefa de la isla junto con su marido, un abuelo y dos indias más jovenes, quizá hermanas o hijas, no sabría decirlo y un par de niños de unos 3 y 6 años aproximadamente.
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Lo primero que nos llamó la atencion fue caminar por una extensa capa de totora que cubría la isla que hacía que los pies se hundieran a cada paso como si anduvieramos por algodones. Luego tambien era curioso que todo lo que veíamos, todo, estaba hecho de totora. Lo único que no era de totora era el horno donde preparaban sus comidas que era de cerámica.
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Y ahí empezó el show turistico. Primero nos sentaron en circulo en unos bancos (de totora) y Felipe nos presentó a la señora (no recuerdo el nombre, mecachis) que por supuesto apenas hablaba español.
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Con Felipe de traductor, nos explicó como "fabricaban" las islas utilizando como ejemplo un "bloque de isla" cortado sobre el que nos mostraba lo que iba contando. Resulta que se van a la zona donde crece la planta. La totora tiene unas raices que se entrelazan entre ellas y junto con barro forman una plataforma que flota. Los uros cortan enormes trozos de estas plataformas de totora con unas enormes sierras metálicas y las trasladan en sus barcos hasta donde van a vivir.
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Allí las atan entre sí y con el tiempo las raices van uniendo estas porciones hasta que se convierten en una sola. Si necesitan ampliar la isla, repiten el procedimiento. La isla está anclada con cuerdas y estacas al fondo del lago pero no es raro que las islas se suelten y se desplacen en epocas de lluvias y tormentas. En ese caso, todos los uros colaborar para devolver la isla a su emplazamiento. Una cosa muy divertida que nos contaron fue que si se enfadan con el vecino, simplemente sueltan la isla y se mudan a otro sitio
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Para hacer su superficie habitable los uros cubren la isla con varias capas de totora seca que han de renovar cada pocos meses ya que se pudre y se deteriora con tanta humedad.
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Viven en cabañas hechas con totora, unas miseras chozas rectangulares. En la isla tambien tenian un pequeño corral con gallinas y pavos y en el centro un estanque con una red para criar sus propios peces.
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Los uros visten ropas de vivos colores hechas de lana de alpaca y llevan sombreros de ala ancha de paja o fieltro. No obstante, a 3800 metros de altitud no hay sombrero que evite la quemadura solar y todos los uros lucen unas lustrosas manchas oscuras en la cara provocadas por la continua exposicion a la radiación solar. Y van descalzos por la isla mostrando unos pies acordes con la miseria en la que viven.
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Los uros están todos de buen año, no vimos ninguno que no estuviera gordo o muy gordo. Y es que viviendo en una isla, debe ser complicado mantener una mínima actividad fisica. También nos explicaron que su dieta ahora es más variada y se acercan a Puno a comprar comida pero que antes vivían de comer peces, aves y huevos que encontraban por el lago. Y, cómo no, también se comían la totora cuando no tenían otra cosa, principalmente la parte interna que nos dieron a probar. Es blanca y fibrosa y no es desagradable, simplemente insípida. Felipe nos dijo que no comiéramos mucho porque era muy indigesta y había que ser un uro para tolerarla en grandes cantidades.
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Mientras nos daba la charla, el marido de la jefa de la isla estaba a nuestro lado haciendo manualidades, en concreto unas barquitas de totora de juguete de vivos colores y nos mostraba unos tapices de lana con motivos indígenas con evidentes intenciones comerciales.
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Una vez teminada la conferencia sobre la vida de los uros nos ofrecieron dar un paseo en una barca tradicional por el módico precio de 10 soles por persona. Se trataba de una especie de catamarán hecho con totora con dos grandes plataformas alargadas con forma de plátano sobre las que se coloca un soporte de madera con una pequeña torre en en centro. Nos dijeron que hoy en día, el interior de las dos enormes plátanos esta lleno de botellas de plastico para favorecer su flotabilidad y solo el exterior es de totora.
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El hombre y una de las indias jóvenes se sentaron de espaldas en el extremo anterior de cada una de las plataformas y comenzaron a remar mientras las otras mujeres nos despedían con un cántico tradicional dando palmas, espectáculo que hizo salir humo de móviles y cámaras, claro está.
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Dimos un corto paseo de unos 15 minutos por el lago. Otras barcas de otras islas iban empujadas por una barca moderna con motor pero nuestros uros hicieron la travesía a puro remo lo que la hizo un poco menos turística. Y os aseguro que remar 15 minutos a 3800 metros de altura no es un esfuerzo despreciable asi que cuando volvimos a la isla, ademas de abonar los 30 soles, les dejamos otros 20 de propina pensando que así ibamos a quedar de fábula.
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Pero a continuación comenzó el mercadillo. Y es que en mitad de la isla en unos tenderetes hechos por supuesto de totora, los indios habian desplegado todo un arsenal de productos de artesania que ofrecían con cara de cordero degollado mientras nuestro guía nos decía que era su principal fuente de ingresos.
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Cogidos por sorpresa no tuvimos más remedio que cogerles un tapiz con representaciones de dioses incas que nos vendieron por el modico precio de 80 soles (probablemente 4 veces más de su precio en un mercado artesano en tierra firme). Además como yo solo tenia billetes de 100 y ellos "no tenían cambio" me incluyeron en la oferta un barquito de juguete y la mejor de sus sonrisas con unos dientes blancos nucleares de tanto comer totora. En fin que la broma de los uros al final nos salió por un pico. Y encima los limeños adinerados no compraron nada mientras resistían impávidos las súplicas de los pobres uros. Si es que los ricos lo son por algo...
Por ultimo la jefa de la isla nos ofreció visitar una de sus cabañas, una chabola con colchones en el sueño, armarios desvencijados, vajilla sucia del desayuno en un balde, libros escolares por el suelo y mugre hasta decir basta y prácticamente nos obligó a que nos pusiéramos unas ropas de uro de colores chillones que olían a cabra que tiraban para atrás. Entre las risas de mi hijo, nos hicimos unas fotos rápidas absolutamente surrealistas y que no comparto aquí por vergüenza y nos quitamos el disfraz lo antes posible rezando para que no nos lleváramos de vuelta ningún piojo.
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Y con esto terminó la visita turística, nos despedimos de nuestros uros y de nuestros 150 soles y montamos en el barco mientras nuestro guía se quedaba hablando con el abuelo y recogiendo su "tajada" ya que en esta visita no habia nada casual ni gratuito
y la isla había sido escogida a propósito para beneficio de ambas partes. Hicimos una última parada en una isla-bar que tienen los uros para los turistas donde hay una endeble torre observatorio que ascendimos con la idea de que iba a ser lo último que haríamos en nuestras vidas, pero afortunadamente no se vino abajo. El panorama merecía la pena.
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También hicimos uso de unas cabinas de baño cuyo disfrute tambien era de pago y tomamos un mate de coca a la sombra porque se me había olvidado echarme crema y notaba una quemazón en el cuello y cara que no presagiaba nada bueno. Y tras media hora de descanso volvimos al barco y a Puno.
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El tour en sí duró algo menos de 3 horas de las que una hora larga se pasa con los uros. Es una turistada y un sacadineros pero tengo que decir que merece la pena y la recomiendo a todo el que visite Puno. No sólo porque el paseo por el lago es precioso. También porque no todos los dias se tiene la oportunidad de entrar en contacto con una forma de vida tan radicalmente distinta a la nuestra, tan primaria y tan en simbiosis con la naturaleza. Te vas con la sensación de que te han sacado la pasta pero tampoco te importa porque ves que los uros realmente la necesitan. Es una forma de vida mísera, si, pero la visita tambien ofrece una oportunidad de reflexionar sobre la suerte que tenemos de vivir como lo hacemos y la poca importancia que damos a los pequeños lujos que consideramos cotidianos como el agua corriente, la luz electrica o la calefacción.
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En el puerto nos despedimos de Felipe y de nuestros compañeros de excursión y en un taxi nos acercamos a la Plaza de Armas
PLAZA DE ARMAS Y CATEDRAL DE PUNO
Puno es una ciudad bastante anodina y poco más se puede hacer aparte de navegar por el lago y visitar los restos arqueológicos de los alrededores. Lo poco que se puede ver en la ciudad está alrededor de la Plaza de Armas. Hasta llegar a la plaza disfrutamos del tráfico de Puno, de la hermosa visión de sus calles de pendientes imposibles y de alguna escena callejera absolutamente peruana.
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En el lado oeste de la plaza se levanta la Catedral de Puno, un edificio barroco del siglo XVIII construido sobre las ruinas de un templo inca llamado Supay Kancha. La fachada tallada en piedra es espectacular y está flanqueada por dos torres.
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El interior es bastante anodino ya que la catedral se incendió en 1930 y lo que vemos es fruto de la reconstruccion de hace apenas 50 años.
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Mientras estábamos haciendo fotos salió un entierro de su interior asi que nos apresuramos a irnos de allí.
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Además se me ocurrió echarle una foto a una señora muy pintona a la que no le hizo nada de gracia y me echó una mirada que tampoco invitaba a quedarse conversando con ella, la verdad.
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En el lado oeste de la plaza está el Ayuntamiento de la ciudad, un feo edificio moderno.
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Comimos en un restaurante-pizzeria de la plaza llamado La Catedral que tenía un incesante trasiego de funcionarios del ayuntamiento comiendo el menú del día y a las 2 menos cuarto estábamos en la puerta de nuestro hotel esperando el transporte a Silustani.
TORRES FUNERARIAS DE SILLUSTANI
Esta vez sin retrasos llegó un chico joven de unos 25 años escuálido y apocado que dijo llamarse Juan y que iba a ser nuestro conductor-guía. Montamos en su coche y dimos una vuelta por Puno hasta llegar a un pequeño hostel donde cargamos a una mochilera francesa que estaba terminando su viaje por Perú y con la que ibamos a compartir tour.
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Volvimos a subir por las imposiblemente empinadas calles de Puno y desde lo alto del hoyo donde se ubica la ciudad hicimos una breve parada para hacer unas fotos de la ciudad que valen por mil palabras.
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El el camino a Sillustani nos cruzamos con muchos colegiales que volvían andando del colegio
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Silustani es una pequeña península de tierra que entra en el lago Umayo situado a 32 kilómetros al noroeste de Puno y a casi 4000 metros de altitud. En esta magnífica ubicación la cultura preinca Colla (siglos XIII a XV) emplazó uno de sus cementerios para sus dirigentes. Cuando fueron conquistados por los incas, éstos continuaron usando el paraje como necrópolis para sus nobles, gobernantes y sacerdotes. Ahora se pueden ver casi 90 tumbas cilindricas denominadas chullpas diseminadas en un área de 150 hectáreas. Las tumbas Collas son sencillas y de materiales menos nobles pero las chullpas incas están hechas de piedra y son mucho más monumentales alcanzando los 12 metros de altura y constituyen el principal atractivo del sitio.
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En el camino pasamos junto a otra pequeña laguna llena de pajaros y en cuyas orillas pastaban apaciblemente ovejas y vacas.
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Las tumbas están dispersas por el desolado paisaje de una colina que domina la peninsula, azotada continuamente por el viento, en una dramática escenografia frente a la hermosa laguna de Umayo que refleja las perpetuas nubes de la región sobre el cielo azul. En el centro de la laguna hay una isla que se usa como reserva para la protección de vicuñas.
Aparcamos en un pequeño aparcamiento en el pueblo de Silustani, con apenas 4 casas. Desde el parking tomamos un camino ascendente empedrado flanqueado por tenderetes de venta de comida y artesanias casi todos cerrados ya que apenas había visitantes e hicimos el recorrido prácticamente solos.
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Tras andar unos 200 metros el camino nos llevó hasta la base de la colina sobre la que se levantaron las tumbas. El tiempo era desapacible. Se había levantado un viento frio que nos obligó a ponernos las chaquetas, gorros y bufandas. El cielo estaba encapotado y oscuro y amenazaba lluvia. Y entonces nos acordamos de la señoruca que el dia anterior nos había advertido de que "en Puno hace mucho friiiiio".
Comenzamos la visita subiendo por un camino de piedra por el lado este de la colina hasta llegar a los restos del antiguo Intihuatana, un antiguo observatorio solar del que ahora solo quedan unas piedras dispuestas en círculo sobre una base redonda escalonada. Junto a ella habia otra estructura similar más pequeña. Hoy en día se piensa que pudieran ser simplemente chullpas en sus primeras etapas de construcción
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Desde allí el camino gira hacia el este y toca subir unas escaleras ya que la pendiente aumenta mucho y a los pocos metros llegamos a la zona de tumbas. Las tumbas tienen forma cilíndrica pero su base es más estrecha que la parte superior por lo que tienen cierta forma de cono invertido. Esto les confiere cierta ligereza a pesar de ser edificios masivos de piedra. En su tercio superior tienen un resalte o cornisa lo que unido a su forma hace que algunos estudiosos digan que tienen forma fálica. Siempre pensando en lo mismo...
Junto al borde de la colina y dominado la vista hacia el norte se encuentra la tumba inca más famosa del lugar: la chullpa del lagarto. La torre tiene 6 m de diámetro por unos 12 de altura y se llama así por la figura de un lagarto tallada en una de sus piedras y que está muy erosionada.
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Ahí se intuye el lagarto
A la cámara sepulcral se entraba por una pequeña puerta a nivel del sueño de aproximadamente medio metro de altura, tan estrecha que es preciso gatear para franquearla.
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Las piedras de las tumbas incas, de origen volcánico, estaban exquisitamente talladas y pulimentadas y unidas entre si sin argamasa. Esto es así en todos los edificos incas de categoria, pero como era la primera vez que veíamos esta técnica constructiva nos quedamos alucinados. Debajo de las piedras, las torres estaban llenas de rocas sin trabajar y arcilla. En la parte superior de la torre estaba la cámara sepulcral cubierta por un techo abovedado. En las tumbas se inhumaban los cadáveres momificados en posición fetal junto con sus pertenencias, en algunos casos objetos de oro y plata, utensilios de cerámica y alimentos. Esto hizo que en el siglo XIX muchas de las tumbas fueran destruidas por huáqueros o buscadores de tesoros sin interés por la Arqueología.
. y por eso hoy en día se puede ver el interior de la Chullpa del Lagarto sin problemas. Junto a la tumba había unos pequeños pozos de ofrenda o quizá unas chullpas mucho más pequeñas.
Volviendo hacia el oeste ya por lo alto de la colina, entramos en el Sector Hatun Ayawasi, la zona con las edificaciones mejor conservadas y más importantes de Sillustani. Aquí las chullpas se encuentran en la periferia de una gran explanada sin otras estructuras.
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En esta zona destaca una chullpa a medio terminar que tiene adosada una rampa de cantos. Los bloques de piedra volcánica se extraían en una cantera cercana. Allí se les dejaba dos salientes que servían para amarrar las cuerdas con que luego se arrastraban hasta el lugar de construcción donde se acababan de tallar, se eliminaban los salientes y se pulían. Luego las piedras se deslizaban sobre esta rampa hasta su ubicación final. La pendiente de la rampa se aumentaba a medida que progresaba la construcción del muro, y, una vez concluida la torre, la rampa se eliminaba.
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Junto a ella se ven todavia las piedras talladas que esperaban pacientemente su turno pero que nunca llegaron a ser colocadas en su lugar.
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Desde aquí la vista del lago, del desolado paisaje y del cielo encapotado era magnífica
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A lo lejos hacia el norte se veían otras tumbas más pequeñas de época Colla que estaban andamiadas para su reconstruccion
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Por toda la zona vimos otras tumbas incas intactas alternandose con otras a medio terminar o derruidas y con tumbas de origen Colla, mucho más bajas y pequeñas y construidas con piedras unidas con argamasa, con una entrada aún más pequeña y mucho menos impresionantes.
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Junto a una de ellas había una paisana inasequible al frío con una chaquetita de punto que estaba hilando lana de alpaca y que nos ofreció un bebé de vicuña para una foto a la que no me puede resistir (por supuesto me toco aflojar propina
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Finalmente bajamos de nuevo hacia el pueblo por un largo tramo de escaleras incas pasando junto a una enorme roca que tenia grabado un petroglifo representando una serpiente mientras empezaba a llover.
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En pocos minutos se desató una tormenta de granizo, viento y frío que nos recordó que estábamos en invierno y a 4.000 metros de altura, por si se nos había olvidado. Volvimos casi a la carrera hacia el coche mientras los lugareños recogían a toda prisa sus tenderetes ya que el tamaño de los pedruscos de hielo era considerable.
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La visita duró unos 40 minutos y nos encantó. Probablamente a pleno sol y rodeados de turistas la impresión habría sido otra. Pero ver en soledad las gigantescas moles funerarias en la serena y desolada belleza de la pampa que las rodea en un silencio únicamente roto por el ulular del viento y con un cielo plomizo hicieron de esta visita algo místico y especial y para mí fue lo mejor de Puno.
VISITA A UNA GRANJA DE ATUNCOLLA
En el viaje de ida nos había llamado la atencion una serie de granjas en un pueblo llamado Atuncolla y ahora ibamos a poder visitar una de ellas. Son granjas tradicionales que mantienen su típica arquitectura de piedra y que ahora tienen en el turismo una fuente de ingresos suplementaria.
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La que nosotros visitamos eran unos edificios de piedra con techo vegetal dispuestos alrededor de un patio. Toda la estructura estaba cercada por un muro de piedra con una puerta con un arco en cuyo alto habia dos toritos de cerámica llamados los toros de Pucará.
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Fuera de la granja habia una llama y unas alpacas para las fotos turísticas que repetimos porque uno no se cansa de hacer fotos a estos bichos...
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Luego nos recibió la familia de agricultores, una pareja de ancianos de rostros recios acartonados por el sol y un pequeño de apenas 5 años que suponemos sería su nieto.
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En una mesa habian dispuesto en una serie de cuencos varias variedades de patatas y cereales sobre los que nuestro guía Juan nos dio una pequeña disquisición. Ademas la abuela habria preparado pan de quinoa que nos dió a probar. Era una especie de bollo dulce que estaba exquisito. También nos ofrecieron queso andino que hacían ellos mismos que también probé sin temor a contraer una brucelosis o alguna otra infección alimentaria similar. El queso no estaba muy allá pero tomado junto con papa cocida estaba pasable.
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Y por último nos ofrecieron lo más surrealista que he comido en mi vida: papas untadas en un barro que los nativos llaman chaco. Los indígenas de esta zona de Puno tradicionalmente han consumido esta arcilla desde hace siglos a la que atribuyen propiedades medicinales. Armado de valor y entre expresiones de asco de mis acompañanates me metí un gran trozo de patata generosamente untado en un plato con barro desleído en aguda. Tras unos segundos de pausa dramática, emití mi veredicto: ¡sabía a patata con barro y estaba asqueroso! Pero probablemente fue lo que evitó que el queso me diera diarrea así que...
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Mientras tanto el abuelo estaba en una esquina del patio tejiendo un tapiz con lana de alpaca y nos mostró una colección de tapices realizados por él mismo que por supuesto nos ofreció como recuerdo.
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Luego los lugareños nos enseñaron su casa, unas humildes cabañas de piedra sin apenas muebles, con camas de piedra y con la ropa tendida a secar por el interior, que acabaron por decidirme a darles una generosa propina ya que no nos animamos a comprarles ninguna artesania ni por supuesto el queso que nos vendían.
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Tambien nos mostraron cómo era la planta de la quinoa antes de separar sus granos.
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Finalmente nos sorprendieron enseñándonos un pequeño criadero de cuys, la famosa cobaya que crían para alimentación. Habia una docena de estos simpáticos y nerviosos animalitos con los que mi hijo estuvo embelesado un rato.
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Y con esto finalizamos la visita que me pareció, aunque turística, muy interesante e instructiva sobre cómo viven los habitantes del Perú mas rural. Fuera de la casa estaban dos niños de la granja de al lado que venían a ver si les caía algo de propina...
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Tomamos el coche de nuevo y volvimos a Puno mientras la lluvia, que nos había respetado durante la visita a la granja, hacía de nuevo acto de presencia.
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Juan nos dejó en el hotel y tras despedirnos de él (propina incluida porque era muy tímido pero al final resulto un guia competente) y de la francesa que volvía a su pais al dia siguiente, subimos a ducharnos y a descansar un rato a la habitación.
El día anterior habíamos reservado para cenar a las 8 en el restaurante más de moda de Puno llamado MOJSA situado en la misma Plaza de Armas (Jr. Lima 635, 2do Piso). Es un restaurante de fusión peruana-italiana que está siempre atestado y es desde luego el más moderno de la ciudad con un aire europeo que lo hace ideal para el turista harto de localismos. Está regentado por una joven rubia del norte de Europa con una gran visión comercial que lo lleva con disciplina prusiana y eso a la hora del servicio tambien se agradece. Además ofrece buena comida. Yo tome Kankacho que es un asado de cordero deshuesado que estaba delicioso pero también ofrecían cuy al horno, alpaca a la parrilla y varios platos de trucha, ademas de pizzas.
Otros restaurantes que tenia recomendados en Puno eran estos:
- LA TABLE DEL INCA. 239 Jr. Ancash. Número uno en Tripadvisor. Fusion francesa-peruana a precios asequibles. Conviene reservar.
- BALCONES DE PUNO. Jr. Libertad 354. Comida peruana con show folklórico de danzas peruanas en vivo.
- LA CASONA. Comida clásica peruana
- PIZZERIA EL BUHO
- EKEKOS RESTAURANT
Y sin nada más que hacer nos fuimos al hotel a hacer las maletas y a dormir porque al día siguiente marchábamos hacia Cusco.
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