En el Salto del Tigre el Yangtsé no está para bromas ✏️ Diarios de Viajes de ChinaLa lengua de los naxi es el Dongba, y en ella Na significa respetable y Xi personas, y sí, los naxi son personas respetables , como lo son la inmensa mayoría de las personas que conocimos durante nuestra estancia en China. Hoy, en nuestro viaje al...Diario: Por el sur de China y mucho más⭐ Puntos: 5 (14 Votos) Etapas: 19 Localización: ChinaLa lengua de los naxi es el Dongba, y en ella Na significa respetable y Xi personas, y sí, los naxi son "personas respetables", como lo son la inmensa mayoría de las personas que conocimos durante nuestra estancia en China. Hoy, en nuestro viaje al Salto del Tigre, tendremos una nueva ocasión de comprobarlo. Nos hemos sumado a un grupo de unas 80 personas que, en autocar, se encamina hacia el Salto del Tigre. Por supuesto, somos los únicos occidentales y solamente un chico joven sabe algo de inglés. El autocar nos recoge en la pequeña plaza que se encuentra a la salida de la ciudad vieja más cercana al hotel, no sabemos a quién debemos esperar hasta que empieza a sonar nuestro teléfono, una voz empieza a decir “go, go. go...” y vemos a alguien que desde la puerta de un autocar nos hace señales. Nunca ponderamos lo suficiente la utilidad de tener una sim china. Nada más subir, y tras recoger a algún pasajero más en un hotel cercano, el guía inicia lo que será una hora de cánticos colectivos amenizados con algún que otro chiste. Es curioso y divertido y en la medida de lo que podemos nos sumamos a los cánticos. Cuando llevamos poco más de una hora de viaje, el autocar se detiene en un lateral de la carretera y todo el grupo nos dirigimos hacia lo que alguna vez fue un embarcadero en el río Jinsha, ahora completamente anegado por las aguas. Jinsha es el nombre que recibe el Yangtsé en su paso por esta zona de Yunnan, literalmente quiere decir “Río del polvo de oro" y es un nombre que le hace justicia, el río tiene un color entre ocre y marrón y, fruto de las recientes inundaciones, se extiende fuera de su cauce anegando los campos y bosques vecinos. Nos sueltan un chaleco salvavidas y en grupos de doce personas nos subimos a unas zódiacs que nos van a llevar en un trayecto de unos 40 minutos por el río. En nuestra zódiac viaja también una familia entera, padre, madre, abuelos y una niña de 10 años que nos acabaran adoptando durante el resto del día, haciendo nuestra visita todavía mucho mejor. Subidos a caballito sobre la zódiac, con una pierna en el interior y otra casi tocando el agua nos deslizamos por el “Río del polvo de oro”. Cuando la barca coge velocidad realmente impresiona, pero lo más impactante es, sin duda, cuando nos adentramos en un bosque inundado y navegamos lentamente entre los árboles. Reina el silencio y la calma absoluta tan solo rota por el aleteo de algún pájaro o el chapoteo de alguna rana. Resulta una experiencia difícil de explicar pero intensa en cuanto a las sensaciones. Atravesamos el río y, en unos camiones de tipo militar, nos llevan por caminos de piedra hasta un pequeño pueblo donde nos subimos de nuevo al autocar que nos acerca a un museo etnográfico de la minoría naxi. Lo vamos recorriendo con calma hasta que suena de nuevo el teléfono y una voz familiar nos recuerda que “go, go, go...” Seguimos por un auténtico camino de carros, cuando Anna no puede dejar de comentar “te imaginas que pinchemos rueda” y acto seguido el autocar se detiene bruscamente, y no, no pinchamos rueda, rompemos el eje. Y allá, en medio de ninguna parte, nos encontramos la pareja de occidentales y nuestros amigos chinos esperando que alguien venga a recogernos. Como siempre, nos maravilla la paciencia que exhiben ante lo inexorable. Solamente hay un par de árboles y bajo su sombra se agolpan todos, nosotros preferimos el sol, pero al vernos, se acerca el abuelo de nuestra familia y como si estuviéramos locos nos lleva a la sombra, en medio de las risas de los demás. Esperamos tranquilamente hasta que, una media hora después, nos recoge otro autocar que nos lleva los pocos quilómetros que nos separaban del restaurante donde vamos a comer. En el restaurante, y como viene siendo habitual, compartimos mesa. Los platos empiezan a llegar. Con sorpresa vemos como nuestros compañeros con los palillos revisan a fondo el arroz y una vez verificado que no cuenta con ninguna presencia inesperada empezamos todos a comer. La ventaja de la comida china es que ante un gran número de platos siempre encuentras alguno que te gusta mucho, hoy no es diferente y disfrutamos de la comida. Al finalizar tomamos un nuevo autocar que en poco tiempo nos deja en Qiaotou, en lo que será el inicio de nuestro recorrido por la garganta del Salto del Tigre. Con 16 kilómetros de largo, la garganta del Salto del Tigre se abrió a los turistas extranjeros en 1992. Separa la Montaña Nevada del Dragón de Jade de la Montaña Nevada de Haba. En este punto, el Yangtsé se torna un río violento, los rápidos que se forman están entre los más turbulentos del mundo y el desfiladero también es uno de los más profundos del mundo (más de dos veces el Gran Cañón del Colorado), 3.900 metros entre la superficie del río y la cima de los picos. Hay tres formas de visitar la garganta, una es el sendero que a lo largo de una caminata de dos días recorre los 16 kilómetros por las alturas ofreciendo unas maravillosas vistas, si se dispone de tiempo esta es sin duda la mejor opción. Otra es acercarse por carretera por el lado izquierdo del río, el lado de Shangrila y tras bajar unas largas escaleras acceder a la plataforma observatorio del salto, esta es la que utilizan la mayoría de turistas, en lo que es una parada en el camino de Lijiang a Shangrila y se producen numerosas aglomeraciones. La tercera, la que nosotros hicimos, es la del lado derecho del río, el de Lijiang, un camino plano de poco más de 2 kilómetros que, a nivel del río y casi rozando las aguas bravas y, en ocasiones, atravesando diversos túneles por el interior de la montaña, te acerca al salto, disfrutando del paisaje. Hay muy poca gente y a pesar del continuo recordatorio de que estas en una zona de peligrosos desprendimientos y la recomendación de que no te pares, el camino se disfruta intensamente. A lo largo del camino el río baja con mucho caudal y fuerza, pero de una forma más o menos uniforme. Poco nos imaginamos el espectáculo, que tras doblar una curva, nos tenía reservado el Yangtsé, a nuestros ojos se abre una nueva dimensión, el río ha enloquecido y su fuerza se ha multiplicado por mil, ruge en un grito ensordecedor y da unos saltos increíbles. Unos metros más abajo hay una plataforma que te sitúa prácticamente al nivel del río. Anna baja las escaleras y yo prefiero disfrutar desde lo alto. El padre y la niña de nuestra familia china de adopción también bajan. Desde arriba veo como se disponen a hacer fotos cuando una avenida del río rompe contra las piedras y los dejas completamente empapados, bueno, a todos no, la niña ha sido lo suficientemente ágil y lista para correr un poco y salir prácticamente indemne. Nos reímos a gusto de la pinta que hacen almacenando en la mochila de recuerdos una anécdota más en nuestra colección de China. Disfrutamos del país y disfrutamos de su gente. Desandamos el camino para regresar a Qiaotou, donde, teóricamente, debería estar nuestro autocar para regresar a Lijiang, pero obviamente no está. No han encontrado un recambio para el que rompió el eje y nos acomodan en grupos de seis en taxis-furgoneta venidos de Lijiang. El retorno se hace ligero, y ya de regreso a Lijiang volvemos a cenar en el restaurante tibetano de ayer, el Lamu’s House of Tibet. La familia nos reconoce y se alegra, y nosotros con ellos, disfrutando de una cena absolutamente recomendable. Índice del Diario: Por el sur de China y mucho más
01: Sin dejarnos influir por los malos presagios
02: Calor, humedad, bochorno... o diga simplemente Shangai
03: Tongli y Suzhou, la tranquilidad cerca de Shanghai
04: Dando la vuelta al Lago Oeste de Hangzhou
05: En Chengdu nos enteramos de por qué la comida de Sichuan tiene fama de picante
06: Sin palabras para explicar la experiencia del Buda de Leshan
07: Con los Pandas nos despedimos de Sichuan e iniciamos el camino de Yunnan
08: Por el Bosque de Piedra de Shilin y las grutas de Jiuxiang
09: Dali, la ciudad dónde la vida no tiene fin
10: Lago ErHai, el que llueva o no llueva, no está en la boca de la rana
11: Perdidos en el laberinto de Lijiang
12: Yulong, conocido como el paraíso de los suicidas, inspira a nuestro conductor
13: En el Salto del Tigre el Yangtsé no está para bromas
14: Shangri-la, cuando el camino honora al viaje
15: Adiós al paraíso perdido
16: Un país, dos sistemas
17: Por el camino de los nueve dragones hacia las estrellas
18: Cidade do Santo Nome de Deus de Macau
19: Adiós Hong Kong, adiós China
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