El plan del día era llegar a Anchorage a una hora prudente para devolver la caravana, y luego coger el transfer desde el aeropuerto hasta Whittier para embarcar en el crucero que nos llevaría a la segunda parte del viaje. Dada la gigantesca industria de cruceros que hay en Alaska, hay varias empresas que ofrecen el traslado entre Anchorage y Seward o Whittier tanto para barcos que llegan como para los que salen. Llegamos a la conclusión de que la mejor forma de hacerlo era contratar uno de estos transfers, aunque eso implicaba recorrer el mismo tramo de Seward Hwy entre Portage y Anchorage dos veces en el mismo día, una de ida con la caravana y otra de vuelta en el bus. Reservamos con Alaska Cruise Transportation ($41 por persona), y nos recogían en el aeropuerto a las 3 para llegar a Whittier hora y media más tarde, con tiempo suficiente para todos los trámites de embarque (el barco zarpaba a las 8:30). Las horas están puestas pensando en los cruceros específicos que hay cada día (en nuestro caso el Princess que sale todos los miércoles de Whittier a las 8:30) y ofrecen recogida en varios puntos de Anchorage. Nosotros elegimos el aeropuerto porque los de GAH nos podían llevar en el shuttle al devolver la caravana y era lo más fácil. Total, teníamos que estar a las 3 en el aeropuerto así que nos habíamos puesto como tope llegar a GAH a la 1 para que nos diera tiempo a hacer todos los trámites de devolución y luego llegar al aeropuerto. Afortunadamente el día amaneció precioso y soleado, así que pudimos disfrutar de las vistas del Turnagain Arm que no habíamos podido disfrutar unos días antes cuando nos pilló el diluvio universal al pasar por allí.
Turnagain Arm
Una de las cosas que me había quedado con ganas de hacer cuando recorrimos esta carretera unos días antes era el Winner Creek Trail, un paseo sencillo de 3 millas en Girdwood. Mi marido no estaba muy por la labor de andar, pero yo no me resistía a irme de allí sin ver la zona, sobre todo con el día tan espléndido que hacía y viendo que íbamos bien de tiempo, así que le propuse visitar la Crow Creek Gold Mine como alternativa, que está también allí. Para llegar hay que salirse de la Seward Hwy en el desvío de Girdwood y recorrer poco más de 4 millas (la mayoría sin asfaltar, pero bien pisadas) hasta llegar a la entrada de la antigua mina de oro hoy reconvertida en museo/jardín/camping. La entrada es tirando a cara ($12 por persona) pero el sitio es espectacular. Los jardines son preciosos y los edificios históricos (la herrería, la tienda…) están llenos de reliquias y artefactos de la época. También se puede probar suerte y buscar oro, aunque no creo que quede mucho hoy en día. Me pareció un sitio muy auténtico y recomendable. Estuvimos alrededor de una hora.
Crow Creek Mine
La otra parada que hicimos antes de llegar a Anchorage fue en Potter´s Marsh, un humedal creado a raíz de la construcción de la vía de tren que conecta Anchorage con Whittier y que hoy en día es un refugio de aves donde suelen verse además alces (nosotros vimos un par). Hay unas pasarelas de madera que permiten recorrerlo y es un paseo muy agradable, sobre todo con prismáticos y si te gusta observar pájaros. A estas alturas del día ya hacía mucho calor, yo creo que fue el primer día de todo el viaje que estuve bien a gusto en manga corta.
Potter´s Marsh
A las 12:25 ya estábamos en Anchorage, pero todavía teníamos que echar gasolina y comer antes de ir a devolver la caravana. Justo al lado de GAH hay una gasolinera que también tiene propano así que ahí fuimos a rellenar los dos depósitos. La gasolina estaba a $3.299/galón y el gas a $2.89/galón. El gas no lo habíamos rellenado en todo el viaje y en total habíamos consumido sólo 5.3 galones, o sea que definitivamente la opción de prepagar el depósito no nos hubiera salido rentable. En cuanto a la gasolina, habíamos recorrido un total de 1969 millas (3168 km) y habíamos consumido 195 galones ($669), con una media de consumo de 10.1 millas por galón.
Antes de la 1 ya estábamos devolviendo el cacharro en GAH. El proceso de devolución fue sencillo, pero tuvimos que explicar todo el rollo de la tubería y el slide que no se abría. Al final acabaron devolviéndonos un día de alquiler por las “molestias” ocasionadas, no era mucho (sobre todo teniendo en cuenta que las últimas cuatro noches fueron bastante incómodas en el camastro ese de tortura en lugar de en la cama) pero era algo. Cuando todo el papeleo estuvo hecho nos montamos en el shuttle y a las 2:35 estábamos en el aeropuerto. Enseguida llegó el bus del transfer, pero acabó saliendo con retraso (15 minutos) porque estaban esperando a alguien que no llegó a aparecer. Te dan 15 minutos de cortesía pero nada más, así que mejor ser puntuales para no arriesgarse a perder el crucero, que sería una putada gorda.
El trayecto hasta Whittier es “narrado”, y el conductor no paró de hablar y de contar cosas de Alaska. Me sorprendió ver que había gente que acababa de llegar (literalmente, los habían recogido en el aeropuerto) y se marchaban directamente al barco: todo lo que verían de Alaska sería desde el crucero, lo cual es una pena porque si sólo haces el crucero te pierdes la mitad de la gracia de Alaska, en mi opinión. El conductor-guía contó cosas muy interesantes a lo largo del Turnagain, como por ejemplo que todos los años hay algún pardillo que decide adentrarse en el barro cuando baja la marea y acaba atrapado por la especie de arenas movedizas que se forman, y tienen que venir los bomberos a rescatarlos antes de que suba la marea. La forma que tienen de sacar a la gente es introduciendo una manguera junto a la persona (que para entonces seguramente esté ya hundida hasta la cadera) y metiendo agua a presión para fluidizar más la arena y así poder soltar las piernas. También nos habló de los árboles petrificados que se ven junto a la carretera, cortesía del terremoto del 64, y de cómo toda la geografía de la zona cambió radicalmente aquel día.
Whittier Tunnel: los coches tienen que esperar hasta que salga el tren
Llegamos a Whittier poco después de las 4:30 después de atravesar la Portage Glacier Hwy, desde donde vimos el acceso al Portage Glacier. Antiguamente se veía el glaciar desde la carretera, pero ya no. En este tramo se ven también varios glaciares colgantes en las montañas, es muy bonito. Whittier es un pueblo muy curioso. Primero, porque tiene una población censada de alrededor de 200 personas, y todas viven en el mismo edificio, el Begich Towers. Tanto este como el Buckner Building, que parece sacado del bloque soviético en plena guerra fría, fueron construidos en los 50 para alojar a funcionarios y militares, e incluso están conectados mediante un túnel subterráneo con la escuela para que los niños pudieran ir al cole los días de peor tiempo. En 1964 sufrieron los efectos del famoso terremoto y el tsunami que llegó a Whittier trajo consigo olas de 13 metros de alto. Hasta el año 2000, la única forma de llegar a Whittier era por tren, avión o barco, porque no había acceso por carretera, pero ese año se inauguró la segunda característica que hace a Whittier particularmente curioso: un túnel de 4km de largo que conecta el pueblo con la Seward Hwy, de un solo carril para uso tanto de coches como de trenes. El túnel se construyó inicialmente para trenes, pero el año 2000 se inauguró el acceso de coches. La carretera está construida sobre la vía del tren, y un sistema informático controla y gestiona el tráfico y va alternando el paso a trenes y coches, hacia un lado y hacia otro. Es bastante estrecho, lo justo para que entre el tren o el bus, y de hecho nuestro conductor nos dijo que tenía que concentrarse para no rozar los laterales y que no iba a hablar mientras estuviéramos dentro. Con la poca luz que había vimos que las paredes son de roca y que efectivamente estaban muy cerca de las ventanillas. A lo largo del túnel hay 8 bunkers ignífugos para 55 personas cada uno con provisiones, agua y medicinas que se pueden usar en caso de terremoto, incendio o emergencia similar. También hay un sistema de turbinas para reciclar el aire dentro del túnel. La verdad es que es súper curioso de ver. Es de peaje (los precios van desde $13 para un coche o caravana de menos de 28 pies hasta $137 para un bus y hasta $330 para los camiones más grandes) y funciona con horarios: los coches hacia Whittier tienen acceso a las y media, y los que salen de Whittier a en punto.
Island Princess
Una vez en Whittier, el bus nos dejó junto a la terminal de crucero. El procedimiento de embarque fue rápido y sencillo: presentas tus papeles, te cogen la maleta (que ya suben ellos al barco y te la llevan a tu camarote) y te dan las tarjetas/llave del camarote y que son tu carnet de identidad a bordo durante una semana. Esa tarde nos dimos una vuelta por las 16 plantas del barco, para ir familiarizándonos con los restaurantes, piscinas y otras zonas comunes, y a las 8 teníamos la primera cena a bordo. Habíamos elegido turno libre de cena, para poder ir cuando quisiéramos y no tener que cenar siempre a la misma hora, pero esa primera noche teníamos todos la hora fija. La comida durante el crucero estuvo muy bien, no tenemos queja: muy variada y bastante buena. Al terminar de cenar hacía muy bueno y pudimos ver “anochecer” desde el propio barco, aunque realmente no llegó a anochecer del todo (según fuimos bajando hacia el sur esto cambió). Esa primera tarde-noche salimos de Whittier atravesando el Prince William Sound, y aunque era una parte distinta de la que habíamos visto desde Valdez, era igual de espectacular, con pequeñas islas por todas partes y las majestuosas montañas Chugach nevadas de fondo. Los dos siguientes días eran de navegación, el primero por Hubbard Glacier y el segundo por Glacier Bay, así que en próximas etapas os contaré un poco más sobre el barco y el entretenimiento a bordo.
Prince William Sound