Último día en Japón, como nos apetece mucho ver el Bosque de Bambú, cogemos un tren a Arashiyama, a las afueras de Kyoto.
Quizá nuestras expectativas eran muy altas, más altas tal vez que los propios bambús, pero debo decir que no las colmaron del todo. Para mí, es el típico lugar que luce mucho en las fotos, una vez allí es bonito, sin más . Tal vez a estas alturas del viaje habíamos visto ya tantos lugares increíbles que poco quedaba que nos pudiese impresionar. Eso sí, según cuenta la tradición, nuestras almas quedaron purificadas tras el paseo. El distrito de Arashiyama, sin embargo, nos gustó muchísimo, conserva varias calles tradicionales, templos y una naturaleza espectacular.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Estando allí conocimos la existencia de un tren turístico que realiza un recorrido panorámico por la zona; vimos fotos hechas desde el tren en la temporada de los cerezos en flor y debe ser todo un espectáculo. Aunque nosotros no tuvimos tiempo de hacer esta excursión pongo el enlace con información porque parece que merece mucho la pena.
www.jrailpass.com/ ...gano-kioto
Lo que sí visitamos es el Monkey Park Iwatayama, donde viven cerca de doscientos macacos japoneses en libertad aunque alimentados y cuidados por el personal del parque.
Para llegar hasta ellos hay que pagar una entrada y subir una pequeña montaña hasta la cima, aunque por el camino ya se puede encontrar a los monos más aventureros. Una vez arriba puedes ver como se divierten, como se bañan en el lago y también puedes comprar comida y alimentarlos. Es una pasada ver las caritas que ponen los monos bebes cuando te ven con una bolsa de cacahuetes en la mano.
Desde allí arriba hay también muy buenas vistas de Kyoto y fue una gran forma de finalizar el viaje.
Ya por la tarde, ponemos rumbo a la Estación de Kyoto.
En pocas horas debemos estar en el aeropuerto de Kansai Osaka.
Por cierto que éste aeropuerto es también un atracción en sí mismo, una tremenda obra de ingeniería civil sobre una isla artificial que tuvo bastantes problemas en sus comienzos por el elevado coste que supuso su construcción y que sigue aguantando estoicamente cada vez que se produce un tifón o terremoto, aunque el tifón Jebi de 2018 lo dejó inoperativo por varios días.
En Kansai acaba nuestra aventura japonesa hasta que el destino nos conceda poder escribir el capítulo siguiente, porque si es por nosotros, seguro que lo habrá.
Hasta pronto Japón.