Wairarapa es una región muy cerquita de Wellington, conocida por sus viñedos y sus pueblos pintorescos. Los wellingtonianos suelen usarla para sus escapadas, y al ser muy rural hay incluso gente que decide irse a vivir allí, “al campo”, aunque trabajen en Wellington, ya que hay tren directo y las casas son mucho más baratas (y con más terreno). Pero aparte de viñedos, Wairarapa ofrece otros muchos encantos: senderismo, aventura, fauna, playas, faros y hasta localizaciones de LOTR.
Wairarapa
Las montañas y bosques del Tararua Forest Park son un paraíso para aquellos que disfruten del senderismo, pero son traicioneras: todos los años hay algún rescate ya que las condiciones climatológicas cambian muy rápidamente, y es frecuente la nieve y el viento fuerte. Y lamentablemente, muchas veces los rescates se convierten en operaciones de recuperación de cuerpos. Uno de las rutas más conocidas es la del Mt Holdsworth, de la que ya os hablé en una etapa anterior, pero hay muchas más.
Wairarapa, como decía, es zona de viñedos, particularmente alrededor de Martinborough, un pequeño pueblo con encanto colonial y más de 20 bodegas. Lo más habitual es alquilar una bici y dedicarse a ir de bodega en bodega disfrutando de las degustaciones de los distintos vinos (o un tándem, para hacerlo más interesante, sobre todo después de un par de degustaciones…). Todo muy bucólico.
De bicis y vinos por Martinborough
Otro de los pueblos “con encanto” de la zona es Greytown, que hace un par de años ganó el premio de NZ's Most Beautiful Small Town Award (Masterton, también en Wairarapa, ganó en la categoría de ciudad de más de 20,000 habitantes). Mi cuñada, antes de venir de visita hace año y pico, me dijo que había leído un artículo sobre lo bonito que era Greytown y que quería ir a verlo. Claro, yo alucinaba porque es un pueblo diminuto y nada conocido! Pero es verdad que es pintoresco. Son sobre todo tiendas tipo boutique, pero los edificios victorianos (y los coches de época, cuando tienes la suerte de verlos) le dan un encanto especial. Y lo mejor es que no hay que desviarse para visitarlo, ya que lo atraviesa la propia carretera.
Toda la costa de Wairarapa es salvaje y rocosa, y hay un par de faros muy fotogénicos que merecen una visita. El primero de ellos, y el que queda más a desmano, es Castlepoint Lighthouse, inaugurado en enero de 1913 y operado por un “farero” hasta 1988, que se automatizó. En 1922, el farero que vivía allí en ese momento se mató al caerse desde la torre, y hay quien afirma que su espíritu sigue rondando por allí. Es el faro más alto de la isla norte y es increíblemente fotogénico.
Castlepoint Lighthouse
Más al sur, y de camino hacia el segundo de los faros de Wairarapa, están los Putangirua Pinnacles, una formación geológica de erosión baldía donde el agua y el viento erosiona la roca hasta formar cañones, canales y “chimeneas de hadas”. El paisaje es ya de por sí interesante, pero tiene el añadido de ser una de las localizaciones de LOTR: Dimholt Road, donde Aragorn, Legolas y Gimli se encuentran con el ejército de los muertos en El Retorno del Rey. Se puede acceder fácilmente desde el parking siguiendo el lecho del río, pero es mucho mejor hacer la ruta completa que te lleva por un “bush walk” hasta un mirador y luego puedes volver por el lecho del río. El loop son unas dos horas en total y tiene algo de pendiente pero es bastante fácil.
Putangirua Pinnacles
Siguiendo por la misma carretera, un poco más adelante se encuentra Cape Palliser, con su pintoresco faro y su colonia de focas. El faro data de 1897 y hay que subir 253 escalones para llegar a él, pero las vistas desde arriba merecen la pena (puedes incluso llegar a ver la isla sur si hace buen día). La colonia de focas (o mejor dicho, lobos marinos) que hay en ese trozo de costa es la más grande de la isla norte, y entre noviembre y enero se pueden ver cientos de animales con sus crías.
Cape Palliser
Uno de los secretos mejor guardados de Wairarapa (y de NZ) es Patuna Chasm, un paseo por el cañón de un río donde se ven fósiles, fauna, flora, cascadas y formaciones rocosas muy curiosas. Y todo esto con el agua entre los tobillos y la cintura. El cañón está en terrenos privados y el paseo empieza en una granja, donde te montan en una especie de tráiler arrastrado por un 4x4 y te llevan hasta el principio de la ruta.
Patuna Chasm
Como es una actividad muy popular que en los últimos dos años se ha hecho muy famosa (por lo menos para la gente de por aquí), organizan varios turnos por día en grupos de máximo 20 personas, pero está bien montado porque no te encuentras con nadie que no sea de tu grupo. La primera parte se hace “en seco”: vas andando paralelo al río pero por la parte de arriba del cañón unos 2.5km. Antes de llegar al punto donde desciendes hasta el río ayudado por cuerdas y una escalera, te encuentras con una “roca-caracol” de lo más curiosa:
Patuna Chasm
En este punto ya bajas al río y te adentras en un recorrido de cascadas, paredes verticales, musgo, wetas y hasta fósiles de conchas. Y todo esto acompañado por los mil y un tonos verdes que ofrece NZ. Vas andando por el río y obviamente te mojas los pies (por lo menos) así que tienes que llevar calzado adecuado (preferiblemente zapatillas cerradas que no te importe mojar, pero no chanclas porque el río es de piedras y hay algo de algas que en algunos sitios resbalan). El agua está fresquita y una vez en el río ya no te da el sol, así que si no hace mucho calor es recomendable llevar algo de abrigo a mano. Nosotros tuvimos suerte y nos hizo un día de muchísimo calor, así que el agua fría nos vino hasta bien.
Patuna Chasm
Dependiendo de en qué época vayas y cuánto haya llovido recientemente, el nivel del agua será más o menos alto, pero lo normal es que te mojes hasta las rodillas como mínimo. Al final del recorrido tienes la opción de salir del río y volver al punto de partida, donde te recogen con el tráiler 3 horas después de haberte dejado allí, o seguir andando un poco más por el río, pasado el punto de partida, y luego retroceder andando por fuera. Esta última parte es más profunda y según el momento de la visita puedes necesitar ir nadando, pero en nuestro caso el agua sólo llegaba a la cintura (aun así fue muy divertido!). Patuna Chasm solo se puede visitar entre finales de noviembre y finales de marzo, y cuesta $30 por persona.
Waiohine Gorge es una zona de rafting, kayaking y senderismo. Hay un camping (algo básico por lo que me han comentado) bastante popular, ya que el acceso al río es muy fácil y en un punto ideal para darse un baño. También está aquí uno de los puentes colgantes más altos e impresionantes que he visto en NZ, y una bonita cascada que se ve desde el puente (a ver si la encontráis en las fotos) y a la que se puede acceder por el río. Las rutas de senderismo de esta zona pertenecen al Tararua Forest Park, e incluso se puede llegar andando a Mt Holdsworth desde aquí.
Waiohine Gorge
Por último, Puhaka/Mt Bruce es un centro de recuperación/conservación de fauna famoso por sus programas de cría en cautividad y su kiwi blanco, Manukura, nacido en 2011. Puhaka colabora con varias reservas de kiwis del país, y allí llevan los huevos a eclosionar y permitir a las crías crecer en un ambiente seguro, hasta que llegan a los 1200 g y las devuelven a las reservas. Las posibilidades de supervivencia de una cría en libertad son muy bajas, incluso en reservas con control de depredadores. Con este programa se han reintroducido más de 130 kiwis en la última década, pero además de kiwis trabajan con otras especies endémicas como el whio (un pato) o el kaka (el “loro del bosque”). Cuando visitas las instalaciones puedes ver los laboratorios donde están las incubadoras y donde van monitorizando los huevos hasta que nacen los polluelos, y si en ese momento tienen alguno puedes ver cómo les dan de comer, o cómo los pesan, a través de los cristales. Tienen programas educativos y visitas guiadas, y es que la educación es uno de los grandes pilares de la conservación. Pukaha tiene sobre todo pájaros, pero también se pueden ver otros animales como anguilas o tuataras, reptiles prehistóricos primos hermanos de los dinosaurios que todavía existen en NZ. Son unos bichos muy interesantes, sobre todo si te gustan los reptiles como a mí. Nacen con un “tercer ojo” que después va desapareciendo poco a poco, y del que no se tiene muy claro su función pero se cree que sirve para detectar la radiación infrarroja, y así regular el metabolismo en función del sol. Su nombre maorí significa “espalda espinosa”. Hoy en día solo se pueden ver tuataras en centros de conservación como Pukaha o en islas libres de depredadores.
Además de la fauna, Pukaha tiene una zona de enormes redwoods californianos y también ofrece un par de rutas de senderismo, pudiendo incluso subir a la cima del Mt Bruce a través del Braddick’s Track. En estas rutas a través del bosque es muy posible encontrarse con varias especies de pájaros nativos como el tui, titipounamu o rifleman, piwakawaka o fantail, kereru, kaka, kokako o korimako o bellbird. Nosotros hicimos el loop de 4 km en poco más de una hora. Me hubiera encantado subir hasta la cima pero eran 6.8 km por trayecto y no nos daba tiempo.
Pukaha
Wairarapa es una zona relativamente poco frecuentada por turistas extranjeros pero que tiene algunas joyas que bien merecen una visita. Espero haberos animado a dedicarle unos días!