Nos levantamos más tarde, alrededor de las 8 hs. Desayunamos café, sándwiches calientes, huevos y fruta. Fuimos caminando hasta Puerto Villamil y desde allí a la playa Concha de Perla hasta hacer snorkel. Ayer cuando la vimos nos gustó porque parece una pecera y de aguas tranquilas y por lo tanto limpias.

En la pasarela había un lobo que sacó corriendo a una pareja. Intenté hacerlo mover con los aplausos y me amenazó también. Quizás sea un acto intimidatorio porque siempre hacía dos pasos y paraba. Probé hacerle una especie de gruñido y le movía la mochila adelante y se volvió un par de pasos; llegó un lugareño y me dijo que así no se movería y empezó a acercarse y aplaudir… resultado salió a los saltos diciendo que le avisaría a los guardias. Volvimos a hacer el mismo movimiento y se corrió a un costado quedando la mitad de la pasarela para cada uno. Ya éramos 6 esperando y por suerte se firmó la paz y cada uno uso lo que necesitaba. Cabe aclarar que tampoco podía tirarse porque era una parte donde la pasarela estaba sobre elevada y no había agua, para salir necesitaba moverse en alguna dirección y para ambos lados estábamos los humanos.

Llegamos a la plataforma y entre otros lobos y algunas iguanas nos preparamos y metimos en el agua.

Estuvimos 1 hora haciendo snorkel y vimos de todo un poco con agua muy transparente y en algunos rincones del lugar algunas grietas angostas que eran muy interesantes porque había corales y especies pequeñas que no se encuentran si uno no recorre el fondo. Lo más llamativo fueron 6 rayas jaspeadas (Aetobatus narinari) que nadaban muy lenta y armoniosamente debajo nuestro. Es la única raya que tiene su boca adelante y no abajo.
Cuando salimos (por frío y cansancio) notamos que estaba todo mojado, había lloviznado sin que nos diéramos cuenta.
Mientras descansábamos y comíamos unas bananas apareció un pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus) especie endémica del archipiélago. Estuvo un rato mientras los turistas lo seguían nadando y él nadaba lentamente para desaparecer de repente y asomar a 30 metros del lugar en escasos segundos. Son nadadores espectaculares.
Salimos del lugar y nos fuimos hasta la playa del muelle y nos divertimos viendo a una pareja de lobos que se bajaban de una lancha donde descansaban, jugaban y se perseguían alrededor de las lanchas y un lobo volvió a subirse mientras el otro nunca pudo subir a donde quería y se fue nadando. Casi todos los bancos del lugar y cerca de los negocios de comidas están ocupados por lobos descansando.

Volvimos al departamento y antes de llegar me tenté con un almuerzo seguramente producto del tiempo nadando. Plato del día que consistía en sopa de fideos y queso, tallarines a la boloñesa con jugo de piña con avena. Nunca lo habíamos probado, nada espectacular pero tampoco malo. Todo $ 5.-
Nos dimos una ducha y a dormir una siesta con un poco de aire acondicionado.
A la tarde salimos a caminar hacia el “Muro de las Lágrimas” por la playa aunque sin intenciones de llegar ni de conocerlo porque no nos interesa ver obras hechas con esclavos y en condiciones infrahumanas. Encontramos otra “poza” (lagunas que se forman con entradas de agua de mar) y estaba desierta. En el mar había un grupo de 10 o 12 surfistas y un poco más allá un cementerio del otro lado del camino que va pegado a la playa ya que hay sectores que no se pueden recorrer pegados al mar.
Nos quedamos un rato mirando el atardecer y admirando las aves cerca de nosotros casi hasta poder tocarlas mientras ellas buscaban insectos entre las algas de la playa. Pudimos identificar chorlos de collar, becasinas y María o canario. Hubo otras que no identificamos.
Siento una sensación rara; por un lado que ya fue suficiente de mar, que tengo ganas de ver otras cosas y saber que dentro de una semana voy a extrañar este privilegio vivido que es único. Problemas de nuestros conflictivos cerebro y corazón.
Cena con la última porción de arroz con bacalao acompañado con cerveza y helado.