11 de julio: Cobá, cenote, Muyil, Casa Cenote.
Esta mañana amanecimos con una sorpresa desagradable por parte del hotel. A las siete habíamos quedado con el taxista, y a las 6,30 estábamos yendo al buffet a desayunar. El mismo día de Chichén lo hicimos antes de las 6...
Bien. Pues cuando llegamos nos encontramos las puertas cerradas, y el cartelito de "desayunos a partir de las 7". Pero bueno..., si hacía 2 días habíamos estado allí a las 5,30, ¿cómo era posible? Nos vamos para dentro y están poniendo el buffet. Y el "Capitán"·de la sala, que va y nos dice que de desayunar "nada", que hasta las 7 no se abre.
Le comentamos que es que nos tenemos que ir a las 7... Pues que no. Que hasta las 7 no se abre.
De ahí nos vamos a recepción donde una de las chicas, con la que ya habíamos hablado muchas veces y que hasta ese momento era un dechado de simpatía, nos dice que es que el desayuno es de 7 a 10. ¡Ah! y que también se puede desayunar hasta las 6. Pero que de las 6 a las 7... pues no.
Le comentamos que la misma encargada de relaciones públicas del hotel nos había informado con antelación y por email al respecto que siempre se podía desayunar temprano, porque había un café abierto las 24 horas. Pues no, que nada de nada.
El cabreo fue enorme y me pareció una falta de respeto y de atención hacia los clientes, así que nos fuimos para fuera, y le dijimos al taxista que saldríamos algo más tarde, porque hasta las 7 no íbamos a poder desayunar. Así que esperamos a la hora, entramos por supuesto y no sólo desayunamos mucho mejor que si lo hubiéramos hecho antes (porque el día de Chichén sólo había café y bollos medio duros) sino que aproveché para coger provisiones para "el camino".
Sinceramente, éste es uno de los detalles que me han hecho decidir no volver a este hotel. Que por estas tonterías se deje al cliente descontento..., de verdad que no lo entiendo. Aparte de que, claro, cualquier hotel internacional que se precie tiene que disponer de un lugar, el que sea, donde uno pueda desayunar ¡aunque sea pagando!
Por fin nos montamos en el taxi y salimos para Cobá. Esta vez nuestro taxista se llamaba Alex e indudablemente, fue un viaje más cómodo, porque tenía un coche bastante grande y moderno, un Lincoln Montana adonde íbamos maravillosamente.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El taxi del día de Cobá
Llegamos cuando apenas estaban abriendo y se podían contar las personas con la palma de una mano. Tomamos un bicitaxi por 95 pesos los dos y allá que nos fuimos. De nuevo no queríamos ir con guía porque queríamos verlo todo a nuestras anchas y además, así podíamos llegar de los primeros a los sitios fundamentales.
Así fue. Hicimos el circuito fundamental de 1 hora (entre otras cosas, porque el de la bici no nos había comentado nada de la existencia de otro más extenso de 2 horas, que es el que hubiéramos hecho en su caso, que incluye los grupos más lejanos, como el de las Pinturas, etc.).
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La Iglesia
Al fin llegamos a la gran pirámide, cuando no había absolutamente nadie. Fuimos los primeros esa mañana. Fue emocionante estar allí por fin y poder ver y tocar finalmente la célebre cuerda que ayuda a la ascensión. Yo tengo bastante alergia a las alturas y temía ese momento, porque siempre he leido que daba bastante impresión esta pirámide y su enorme inclinación. La verdad es que me concentré escalón a escalón y sin soltar la cuerda en ningún momento y parando sólo una vez en alguno de los escalones mayores para coger aliento, llegué arriba sin dificultad.
Desde la cima, el ambiente era de total calma y el paisaje impresionante. No se veía a nadie por todo alrededor, sólo árboles y vegetación.
Arriba, eso sí, fue un poco decepcionante darte cuenta de lo cafre que somos en general, porque había tirados por allí botellas de agua y todo tipo de cosas... ¡hay que ver!
Para la bajada tuve que concienciarme a fondo en una idea: mirar sólo el escalón inferior a mí y tirar para abajo. Con todo y con eso, aún tuve moral para sentarme en algún escalón y hacer algunas fotos de la inclinación y de mi hermano descendiendo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Bajando Nonoch Mul
Nos fuimos de nuevo al triciclo y de ahí a la salida fue rapidísimo. En ese momento estaba llegando un autobús con no menos de 50 personas y se había formado un auténtico pelotón de ciclistas que iban a copar Cobá en unos minutos ¡suerte que ya nos íbamos!
Salimos de nuevo y nos paramos en el mirador desde el que le dan de comer a los cocodrilos. Aparecieron 2-3 cuando comenzaron a agitar los palos con los trozos de pollo en el extremo..., uno de ellos, bastante grande, vino nadando desde el centro del lago, pero ya no llegó a tiempo de comer. Este cocodrilo tiene una característica especial y es que le falta una de las "manos", posiblemente porque otro de sus compañeros se la arrancó de un bocado, así que allí le llaman "el manco".
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"El manco" buscando su comida
Me pareció muy exótico y salvaje saber que allí mismo, en esas aguas, había toda esa fauna peligrosa, nunca antes he tropezado con cocodrilos en libertad en ningún sitio... Después, hace unos días, ha saltado la noticia de que en pleno Cancún, en la laguna Nichupté, al otro lado de la franja hotelera, también hay cocodrilos (tanto es así, que uno mordió a un americano hace unos días)... y eso sí que no me lo imaginaba.
Desde allí nos dirigimos a uno de los cenotes que están al lado de la carretera de Cobá, saliendo haciendo la costa de nuevo. Aquí, como parece que es obligado en todos los taxistas, el nuestro comenzó a comentarnos que si a él le gustaban más los que son más salvajes, que si tal, que si cual... En definitiva, que vimos una entrada para uno que se estaba medio preparando, y por allí que nos metimos. Bueno, el cenote en sí era muy bonito, pequeñito, con el agua transparente y muy fresca..., pero verdaderamente, aún no habían ni empezado a acondicionarlo prácticamente. No había un sitio "decente" donde cambiarte, etc. En fin, que sí que era un cenote "salvaje". No recuerdo ni el nombre, porque como no estaba nada habilitado, pero aquí os dejo una foto:
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Cenote "salvaje"
Al salir a la carretera principal, emprendimos camino al Sur, hacia Muyil. El taxista no había estado nunca antes y yo sólo sabía que estaba a unos 20 km. de Tulúm. La encontramos sin problemas, pagamos en la taquilla y allí que nos fuimos en una de las visitas que más me ha gustado, porque el estado de las ruinas, entre la selva, sin limpiar de maleza y sin restaurar me hizo retroceder a los tiempos en los que los primeros arqueólogos y estudiosos llegaron al Yucatán. Así más o menos debieron ver todos los templos Stephens y Catherwood en sus expediciones del XIX.
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El castillo de Muyil difícilmente visible a través del follaje.
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Otro de los edificios de Muyil, con las raíces de un árbol entre los muros.
Definitivamente, y pese a los cientos de pequeños mosquitos que había por allí, Muyil ha sido uno de las sitios más pintorescos y que más me han gustado de todo lo visto.
A partir de Muyil, iniciábamos el camino de vuelta, yo quería conocer varias playas, pero el cielo se fue cerrando cada vez más..., de tal manera que llegamos a Casa Cenote cuando caía un fuerte aguacero.
Quería conocer esta playa y cenote, porque había leido mucho al respecto en las guías y en el mismo foro. Al final, no nos pudimos ni bajar del taxi. Entramos por un camino en dirección a la costa (bastante largo y con unos baches tremendos) y de ahí a la izquierda pasando por una serie de urbanizaciones y casas preciosas, cada una con un nombre muy original, como "la casa morada", "la casa azul". Al final de este carril a la izquierda, estaba la boca del cenote de "Casa Cenote", pese a la lluvia, había por allí unos buceadores que parecía, iban o venían de hacer una inmersión en el cenote, que por cierto está vallado de alambres.
El taxista nos comentó que a él le gustaba mucho este cenote y que se había venido un día entero con la familia... De la playa no pudimos ver ni jota y ésta es una de las fotos que sacamos:
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La célebre "Casa Cenote", con la lluvia en los cristales.
De ahí al hotel, adonde llegamos sobre las 2 de la tarde aproximadamente, cuando caía todo lo fuerte de la lluvia. Tuvimos que usar las toallas que llevábamos para taparnos más o menos hasta la habitación, porque claro, al estar estos hoteles totalmente al aire libre, (y más en nuestro edificio) te mojas a tope... Pero fue muy divertido.
Esa noche cenamos en el restaurante gourmet francés. Lo teníamos gratis por tener la tarjeta VIP. Fue de los mejores, exquisita comida, muy buena presentación (pero ninguna foto, se nos olvidó la cámara).