Desayuno tan rico como novedoso. Café y jugo natural como siempre acompañados por una cazuela de pan tostado en cubos chicos, cebolla colorada, pimiento verde muy fino, queso derretido y gratinado y un huevo arriba.
Terminado ese desayuno exquisito fuimos a comprar los ingredientes para cenar un cebiche ecuatoriano que es diferente en algunas cosas al típico de Perú. Compramos calamares, pescado, camarones y conchas pretas en su tinta. Éstas últimas son bivalvos que se pescan de forma artesanal a mano en el barro de los manglares. Todo alrededor de $ 10.-



Salimos a caminar por la playa y disfrutar del paisaje, las aves, los pescadores y la sombra porque el sol está muy fuerte. Un lugareño nos mostró cómo descubrir los sectores donde puede haber remolinos que pueden arrastrarte hacia el mar. Son sectores que a simple vista no tienen nada de raro pero al mirarlos un rato se nota que allí no rompen las olas, son como parches de aceite, chicos pero, según ellos, muy peligrosos para los nadadores que no son expertos. Por las dudas no fuimos nunca a esos lugares.

Volvimos a las 14 hs. aproximadamente, nos dimos una ducha por el agua salada y descansamos un rato frescos gracias al aire acondicionado.
Por la tarde salimos un rato a caminar y fuimos a recorres algunas callecitas del pueblo y llegamos al mar por otro lado. Hay muchos lugares que venden productos a granel, es decir el peso que cada cliente quiere.
San Pablo tiene la particularidad de tener una persona que se instala en la plaza y mediante una propaladora (equipo de audio) hace conocer por fuertes parlantes las noticias y novedades del municipio a los vecinos. Otra costumbre del lugar o del país, no lo recuerdo, es que ante la muerte de una persona los vecinos pasan por la instalación de la municipalidad en la plaza o una vereda (propaladora) a donar dinero para los familiares. Incluso en algunos casos se informe por los altoparlantes el nombre de la persona y la cantidad donada…
Un rato antes de la cena nos duchamos y esperamos con unas cervezas la cena que no fue un manjar sino dos ya que a Sandra no le gusta el ceviche y Oswaldo nos dijo que tenía que pensar que cocinarle con los mismos ingredientes a ella.

Finalmente él y yo cenamos un ceviche delicioso, más jugoso y con un breve hervor, que el peruano que he probado en Lima y en Argentina. Pilar y Sandra comieron una cazuela espectacular con los mariscos y pescados que compramos que competía de igual a igual con nuestro plato. Otro rato de charlas entre las reposeras y las hamacas y llegaron las 23 hs.