Nos despertamos, desayunamos y arreglamos la caravana.
Dejamos el camping y nos fuimos a la poza termal Landbrotalaug.
El GPS nos llevó hasta el punto donde se encuentra, pero luego tienes que seguir por un camino de piedra al lado de la carretera, para después continuar andando.
Nos costó un poco encontrarla.
Nos dimos cuenta que íbamos bien al ver aparcados dos coches al final del camino.
Le pregunté a un chico y me indicó que estaba a unos cinco minuto andando.
Cuando empezamos a andar vimos a un grupo de jóvenes regresar.
Llegamos a la zona donde se encuentra la primera balsa de agua termal, la cual sale de una especie de tubería.
pasamos de largo está e intentamos buscar el agujero en el suelo, que era donde queríamos bañarnos.
Está algo escondido, pero al final lo encontramos.
Desde que llegamos no había nadie y así siguió hasta que nos fuimos.
Fue un placer disfrutar de esta poza durante casi una hora completamente solos, con el paisaje que la envuelve y la montaña de fondo.
Absolutamente recomendable.
Para mí fue algo imprescindible del viaje.
Después de relajarnos en esta maravilla natural, seguimos camino de Reykiavik.
A mitad de camino paramos a comer.
Seguimos el camino y paramos en un parque a la entrada de la ciudad que habíamos visto anteriormente.
Allí estuvimos un buen rato para que las niñas jugaran como no habían podido jugar en España desde hacía bastantes meses.
Después de esto fuimos a pasear por las céntricas calles de la ciudad, contemplando nuevamente la iglesia.
Compramos unos souvenirs para la familia y cuando se acercaba la hora de cenar nos fuimos al puerto para acabar en Sægreifinn.
Cenamos brochetas de salmón, de langostinos, de verduras y de patatas. También unas sopas de langosta y una ración de ballena (el sabor era algo similar al hígado pero más suave).
Mientras, las niñas jugaban en una zona infantil que tiene el restaurante.
Cuando terminamos nos fuimos a ver el Viajero del Sol.
Después nos fuimos al camping "Reykjavik Campingsite"
Allí pasaríamos las próximas dos noches.
El chico que nos cobró la estancia era de Barcelona, por lo que pudimos entendernos perfectamente.
Estuvimos un rato de charla con él y después nos fuimos a dormir.
Dejamos el camping y nos fuimos a la poza termal Landbrotalaug.
El GPS nos llevó hasta el punto donde se encuentra, pero luego tienes que seguir por un camino de piedra al lado de la carretera, para después continuar andando.
Nos costó un poco encontrarla.
Nos dimos cuenta que íbamos bien al ver aparcados dos coches al final del camino.
Le pregunté a un chico y me indicó que estaba a unos cinco minuto andando.
Cuando empezamos a andar vimos a un grupo de jóvenes regresar.
Llegamos a la zona donde se encuentra la primera balsa de agua termal, la cual sale de una especie de tubería.
pasamos de largo está e intentamos buscar el agujero en el suelo, que era donde queríamos bañarnos.
Está algo escondido, pero al final lo encontramos.
Desde que llegamos no había nadie y así siguió hasta que nos fuimos.
Fue un placer disfrutar de esta poza durante casi una hora completamente solos, con el paisaje que la envuelve y la montaña de fondo.
Absolutamente recomendable.
Para mí fue algo imprescindible del viaje.
Después de relajarnos en esta maravilla natural, seguimos camino de Reykiavik.
A mitad de camino paramos a comer.
Seguimos el camino y paramos en un parque a la entrada de la ciudad que habíamos visto anteriormente.
Allí estuvimos un buen rato para que las niñas jugaran como no habían podido jugar en España desde hacía bastantes meses.
Después de esto fuimos a pasear por las céntricas calles de la ciudad, contemplando nuevamente la iglesia.
Compramos unos souvenirs para la familia y cuando se acercaba la hora de cenar nos fuimos al puerto para acabar en Sægreifinn.
Cenamos brochetas de salmón, de langostinos, de verduras y de patatas. También unas sopas de langosta y una ración de ballena (el sabor era algo similar al hígado pero más suave).
Mientras, las niñas jugaban en una zona infantil que tiene el restaurante.
Cuando terminamos nos fuimos a ver el Viajero del Sol.
Después nos fuimos al camping "Reykjavik Campingsite"
Allí pasaríamos las próximas dos noches.
El chico que nos cobró la estancia era de Barcelona, por lo que pudimos entendernos perfectamente.
Estuvimos un rato de charla con él y después nos fuimos a dormir.