Lo primero fue seguir hasta la Plaza de San Marco, la Basílica, el Campanario.

La plaza es enorme y preciosa, de un lado la Basílica y el Campanile, del otro la Piazzeta con las columnas de San Marcos y San Teodoro, y el Arno.
A los costados gran cantidad de bares de los cuales el más famoso es el Florian, museos, la Torre del Orologio un reloj astronómico muy bonito, y muchos comercios de recuerdos. Todo es hermoso, yo sólo le saqué fotos al Café Florian que es prohibitivo para mis bolsillos, pero al menos viendo las fotos puedo imaginarme bien vestida con un morocho italiano sentado junto a mi tomando una copa en ese bello ambiente, total soñar no cuesta nada JAJA


Caminamos un poco más hasta el Palacio Ducal, al cual queríamos entrar pero la entrada nos pareció muy cara y pasamos de eso, solo la vimos por fuera y seguimos hasta la orilla del Arno desde donde se ve el Puente de los suspiros que es parte del palacio y según leí se llama de los suspiros porque por ahí pasaban los prisioneros camino al cadalso siendo desde el puente la última visión que tenían de familiares y de la vida por lo cual suspiraban al pasar por ahí.

Volvimos sobre nuestros pasos hasta el Puente del Rialto, mucho más temprano que el horario normal para dejar de pasear, porque pensamos que como no conocíamos el camino de regreso al departamento era preferible empezar temprano para que no nos agarrara la noche perdidas en medio de una ciudad difícil y desconocida.
Llegamos sin inconvenientes al Puente del Rialto y a partir de ahí tomamos el cuaderno donde teníamos anotadas las calles que deberíamos tomar y fijándonos cuidadosamente calle por calle las fuimos encontrando todas hasta la anteúltima y después la última no la podíamos ubicar. Sin perder de vista esa última calle encontrada empezamos a buscar a derecha e izquierda pero nada, la última calle anotada no aparecía, preguntamos en los comercios que encontramos por la dirección que nos había dejado anotada el señor empleado de la inmobiliaria y nada, nadie la conocía, en un comercio nos dijeron que en Venecia no hay números de casas el número que nos dió era el del código postal, información que no nos servía para nada, en eso estábamos cuando empezó a oscurecer, justo cuando llegamos a una esquina donde sólo se veían dos muchachotes sentados en un escalón que no nos tranquilizó para nada, volvimos a la esquina donde empezamos a buscar la calle, ya de noche, y le preguntamos a un señor que pasaba caminando que nos dio la impresión de ser un residente de la zona, nos dijo que esa calle no la conocía pero que con ese nombre conocía un puente y si queríamos nos llevaba hasta el puente, aceptamos agradecidas y ni bien cruzó la calle y dobló la esquina vimos la puerta de nuestro departamento y el señor nos señaló el puente que estaba a escasos 200 metros de nuestra puerta. Le agradecimos eternamente la ayuda, entramos y ya en el departamento pudimos relajarnos del susto. Cada vez que me acuerdo me vuelve a salir humo por las orejas del enojo contra la inmobiliaria, el dueño del apartamento, Booking y toda Venecia.
Esta anécdota fue lo diferente, no nos perdimos en los lugares más inusuales del mundo para viajar por nuestra cuenta, por ejemplo Rusia o todas las capitales Bálticas, o Finlandia, y nos vamos a perder en Italia con idioma latino con los que es fácil comunicarnos!!!! No lo podíamos creer!!! En fin, ahora después de todo lo que me pasó después no puedo dejar de reírme, pero en el momento fue terrible.
Al día siguiente cuaderno en mano volvimos al puente del Rialto, con la intensión de verlo por fuera, ver el mercado que tiene en uno de sus costados y cruzarlo. El Mercado del Rialto tiene de todo tipo de productos frescos, fruta, verdura, pescado, mariscos y recuerdos de la ciudad. El puente en si es precioso y las vistas del Gran Canal de un lado y de otro son hermosas.

