Amanece jarreando agua, así no da pena dejar Suiza, y como no tenemos prisa por volver a España y ya llevamos más de 10 días desde que salimos de allí decidimos entrar en Alemania (en ese momento ya se pedían 5 días de cuarentena a los mayores de 6 años sin vacunar, es decir a todos los hijos, y con los hijos, pues obviamente, van los padres por muy vacunados que estuviéramos, procedentes de España, puesto que formábamos parte de su lista de alto riesgo) Como nosotros podemos justificar que ya llevamos más de 10 días fuera, no nos ponen pegas en la frontera.
De nuevo nos acercamos a la zona del Titisee con la intención de poder pasar el día por la selva negra, pero sorpresa, tampoco deja de llover allí.


Nos desviamos en LENZKIRCHE , aparcamos muy cerca del centro y vamos a su oficina de información turística, que es todo un centro de interpretación, ya que acoge una gran exposición de relojes de cuco. Lenzkirch tiene amplia tradición relojera. En su interior encontramos incluso merenderos! La oficina estaba cerrada, eran como las 12 y comenzaba su hora de descanso, y hasta las 2 no volvían a atender al público, así que decidimos visitar la exposición de relojes y dar un paseo por los alrededores. Descubrimos además, que Lenzkirch es ciudad balneario, no en balde está a escasos 15km del Titisee.
Visitamos su ayuntamiento, un viejo molino que todavía funcionaba, paseamos por su Altstadt y por el gran parque al que se accede desde la oficina de información turística. Terminamos comprando algunas cosas en un Edeka y decidimos alejarnos de la zona porque no dejaba de llover, y todo apuntaba a que así estaría todo el día.
Os dejo fotos:
Decidimos empezar hacer kilómetros y ya pararíamos donde hiciese mejor tiempo y al menos no desperdiciábamos los días que nos quedaban esperando a que el tiempo mejorase. Porque no era lluvia de ponerte un chubasquero y a disfrutar, no, era lluvia de no parar, de calarte, y encima, frío.
Así que empezamos a sumar kilómetros y kilómetros hasta casi el atardecer, sin dejar de llover prácticamente hasta llegar a LAPALISSE, en Francia, cerca de Clermont Ferrand, casi 500km hicimos.
Allí vimos que había 2 áreas para caravanas y campers, una en lo alto de la ciudad junto al castillo, y la otra abajo, en la orilla del río y muy cerquita de la gendarmería. Así que optamos por la segunda, cenamos en un restaurante que encontramos abierto casi de casualidad y nos fuimos a descansar, conducir con lluvia se hacía muy pesado.
Al día siguiente y ya con mejor tiempo, nos lanzamos ávidos de turismo por las calles de Lapalisse, que nos sorprendió gratamente. Además era día de mercado y nos vinimos con un buen surtido de quesos franceses.
Las dos áreas para caravanas son gratuitas y muy tranquilas, quizá más la del castillo pero nosotros pasamos la noches muy bien.
Visitamos su Chateau, y la iglesia de Notre Dame de Châtel Montagne, después fuimos paseando por la orilla del río por un camino muy agradable hasta el parque Floral. Pasamos una mañana estupenda, nos encantó.
Seguíamos sin ver el sol, pero al menos no llovía, decidimos seguir avanzando en nuestra ruta y recorrimos otros 500km, y ahora por fin, el sol parecía (solo parecía) que asomaba a lo lejos...