Castro es la capital de Chiloé y tiene como imagen más representativa las casas palafitos que se elevan varios metros sobre el agua porque las mareas son muy activas en esta parte del mundo.
Otro símbolo de Castro es la catedral de San Francisco que tiene dos torres y tres naves divididas mediante arcos de medio punto. Todo el edificio está revestido con chapas de zinc pintadas de vivos colores, como casi todo en Chiloé.

Esta iglesia, una de las 16 declaradas Patrimonio de la Humanidad en Chiloé, tiene además de un estilo neogótico y clásico, unos colores que la hacen única, mezclando el amarillo con el morado, creando así una visión única desde la Plaza de Armas. Lo que no puedes es perderte su interior, en el que según hemos leído, durante los días soleados la luz se filtra por las vidrios, creando una imagen inolvidable.
Estábamos con Esteban admirando la catedral y cuando salimos como buen chileno que quiere su país me contó que son 150 las iglesias que tiene Chiloé. Son monumento nacional y catorce de ellas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en diciembre del 2000. Algunas tienen más de 200 años de antigüedad y la mayoría de ellas están hechas con maderas de alerce, una de las más típicas de la región.
-Pero te cuento Eduardo que la sobreexplotación y los intereses de las madereras, muchas de ellas japonesas, han puesto en grave peligro los bosques de Chiloé
Después de dar una vuelta por el centro y empaparnos del ambiente, aunque hay muchísimas cosas que ver en Castro, lo que más se destaca de esta bonita ciudad, es su entorno, sus calles y sus paseos, esos que te dejan un agradable sabor en la boca, en el que se mezcla el colorido con el carácter amable de sus gentes, algo que para nosotros será un recuerdo inolvidable.
Después de pasar un buen rato en esta zona de la ciudad, tenemos un nuevo objetivo en mente, acercarnos hasta la Iglesia de Nuestra Señora de Nercón, ubicada a pocos metros de nuestro alojamiento, que nos interesa conocer en el día de hoy, para así alargarlo todo lo posible.
Esta iglesia es otra de las iglesias Patrimonio de la Humanidad y está construida con madera de ciprés, en la que destaca su torre, visible desde la carretera.

Desde aquí nos acercamos hasta el mirador del puente Gamboa, una de las mejores vistas de los palafitos, esas construcciones típicas, que podemos encontrar en diferentes puntos de la ciudad y que desde la calle parecen simples casas normales para después mostrarnos su cara más encantadora y escénica cuando las vemos por la parte de atrás, donde se ven los pilotes y el mar.

- Y si nos vamos a tomar un pisco a esa taberna me dice de pronto Esteban
Lo miré sorprendido y asentí con la cabeza que por supuesto quería ir. Observé una sonrisa pícara en su rostro y entramos a un lugar muy pintoresco y donde la gente hablaba, se reía y unos músicos tocaban música chilena.
-Eduardo, no te asustes que no te voy a contar ahora las leyendas y mitos de Chiloé enteras pero te voy a hacer un resumen.
-Hay por estos lados un oportuno duende que es el padre de todos los hijos sin padre reconocido en Chiloé, ya que la leyenda dice que se les aparece a las mujeres y las deja automáticamente embarazadas, lo que evita explicaciones embarazosas.
Me asombró el relato y lo que atiné a contestarle fue “nunca mejor dicha la historia”,
-También existe según las creencias el basilisco que es un ser mitológico con cabeza de gallo y cuerpo de reptil que vive en los sótanos de las casas y les roba la vida a sus habitantes.
-Y para terminar, la pincoya es una hermosa sirena, que trae mala suerte cuando la ves de espaldas al mar y buena cuando está de frente y tienes el placer de observar su hermoso cuerpo desnudo.
En una mesa cercana un grupo de personas, en su mayoría jóvenes de tez curtida, ropas de colores ocres, botas y sombreros típicos del lugar conversaban amigablemente.
El tema era el traslado de una casa y una fiesta en un lugar cercano a la ciudad.
Esteban se dio cuenta que estaba escuchando atentamente el relato y me explicó más tarde cuando el grupo se fue del lugar de que trataba esa conversación.
-Acá en el campo hay una costumbre llamada minga que supone mudarse con la casa a cuestas literalmente, ya que las casas de madera son removidas de sus cimientos, colocadas en plataformas de troncos y arrastradas por yuntas de bueyes, hasta su nuevo emplazamiento, e incluso a veces hasta la llevan flotando a otra isla.
-El evento termina con una gran fiesta con la que la familia agradece a los vecinos y amigos la ayuda en la mudanza. En ella se come el curanto en hoyo, el plato por excelencia en Chiloé.
-Se hace un hoyo en la tierra de más o menos medio metro. Para cubrir ese hoyo se colocan piedras grandes sobre las que se hace una buena fogata para que las piedras grandes se calienten hasta ponerse rojas, además se ponen grandes hojas que son generalmente de pangue.
-Luego se retiran las brasas y se echan los mariscos (cholgas, almejas, choritos, picorocos).
-Después en fuentes grandes se ponen las carnes, pollo, chancho, longanizas y chorizos, todo esto, previamente aliñado. Todo debe quedar cerca de las piedras para que se cocine bien.
-Se tapa todo con las hojas de pangue y bolsas de papas. Se deja todo muy cubierto, empleándose para esto champas (pedazos de tierra con pasto). El pasto debe quedar hacia abajo dejándose cocer al vapor aproximadamente por espacio de una hora.
-Este curanto al servir va acompañado de un pebre que consiste en sal, agua, cebollín, ají de color, cilantro, perejil y otras verduras.
Quedé impactado de la descripción y pensé que quizás antes de irnos de Chile podría comer un curanto.
